© 2014 Meredith J. Sprunger
© 2014 Association Francophone des Lecteurs du Livre d'Urantia
1. Paz interior
La paz interior es la expresión profunda de quienes han encontrado su identidad como hijos e hijas de Dios. Estamos comprometidos a seguir la voluntad del Padre y nos esforzamos por llevar a cabo Su plan en nuestras vidas; por eso estamos confiados y seguros en los fines últimos de nuestro destino. Una sensación de seguridad espiritual de que nada puede mover fortalece nuestras vidas.
Las cosas materiales sólo son vistas como ventajas temporales que no dirigen nuestra vida y cuya pérdida no amenaza nuestra estabilidad interior. El apego a las realidades espirituales nos ha liberado de las pesadas exigencias del ego y de la necesidad de aprobación social. Aunque nuestra vida exterior está rodeada de caos y peligro, nuestro yo interior permanece tranquilo y seguro. En realidad, es una paz que sobrepasa todo entendimiento. Semejante estabilidad espiritual es inmune a la decepción.
2. Integración, equilibrio y plenitud
La psicología espiritual se caracteriza por la integración, el equilibrio y la plenitud. El papel central de Dios en nuestras vidas estructura todos nuestros valores y prioridades. Todo lo que nuestra personalidad logra encuentra su lugar en la efectividad integrada porque todos nuestros conocimientos y habilidades están ordenados y organizados por nuestra dedicación a la Realidad Última. Las metas e intenciones espirituales unifican nuestros talentos y recursos. Caminamos con confianza hacia un único propósito, libres de conflictos paralizantes e intenciones contradictorias. A medida que los sistemas energético, psicológico y espiritual se integran en la experiencia, se desarrolla una personalidad fuerte y creativa.
Vivir en armonía con la realidad es vivir la vida espiritual. Los aspectos físicos, mentales y espirituales de la experiencia están equilibrados, integrados y armonizados. La vida religiosa produce una personalidad equilibrada y un carácter de integridad que no se explican por las leyes de la fisiología, la psicología y la sociología. La estabilidad y el equilibrio del carácter son siempre proporcionales al logro espiritual.
La naturaleza humana tiene un profundo deseo de plenitud y plenitud. A medida que nuestra alma evoluciona y nuestra personalidad se desarrolla, se produce una integración efectiva de los recursos materiales, mentales y espirituales. Nos volvemos más equilibrados y sabios en nuestra comprensión de la verdad, la representación de la belleza y la realización de la bondad. A través de la dinámica sinérgica del poder espiritual, nos volvemos más completos, más efectivos y más reales.
3. Alegría y felicidad
El alma saturada de Dios está llena de gozo y felicidad incontenibles. El entusiasmo de la vida nace de la comprensión interna de que somos sostenidos y nutridos por el poder inagotable y las amorosas personalidades de un universo ilimitado creado y controlado por nuestro Padre Universal. Cuando estamos seguros de la existencia de Dios y dispuestos a dejarnos guiar por su Espíritu Interior estamos contentos y llenos de alegría; somos conscientes de vivir la realidad de ser sus hijos e hijas.
La felicidad tiene su inicio en nuestra identidad y nuestra orientación psicológica espiritual y no como parte de nuestro entorno. Está estrechamente asociado y en parte es producto del amor incondicional. Motivados por el deseo de servicio creativo, nos sumergimos en logros dirigidos por el espíritu y un día descubrimos que nuestras vidas rebosan felicidad. Encontrar técnicas mejoradas para la satisfacción emocional mediante la búsqueda de metas valiosas nos llena de una maravillosa sensación de bienestar. La felicidad más elevada está inseparablemente ligada al progreso espiritual.
Quienes han encontrado su identidad como hijos de Dios, quienes en última instancia están seguros, poseen un sentido indestructible de seguridad y paz interior. La psicología de la vida espiritual se caracteriza por la integración, el equilibrio y la plenitud. El alma saturada de Dios está llena de alegría y entusiasmo insaciables por la vida. La mayor felicidad está inseparablemente ligada al progreso espiritual.
1. La conciencia de Dios
La meta más importante en la vida humana es establecer comunicación y comunión con el Espíritu de Dios que mora en nosotros. La energía electroquímica de los circuitos del cerebro domina tanto que a nuestra mente le resulta difícil establecer contacto con las comunicaciones supramateriales y superideacionales del Espíritu Interior. A medida que desarrollamos nuestras mentes y las disciplinamos para que sean sensibles a la verdad, la belleza y la bondad, nos volvemos conscientes de una dimensión espiritual de la realidad. Sentimos intuitivamente la presencia de una guía silenciosa y amorosa. Esta comunión subliminal con Dios se convierte en la experiencia más real de nuestra vida. Nos esforzamos por seguir lo más fielmente posible las directivas de este monitor divino y por llevar a cabo con el mayor entusiasmo posible las tareas que se nos asignan. La conciencia de Dios es sinónimo de la integración de la realidad espiritual más elevada del universo. Es nuestra seguridad de un destino eterno.
2. Unidad con Dios: salvación
Los mortales desarrollan una naturaleza espiritual mediante una progresiva comunión recíproca con Dios y en conformidad con la voluntad divina. En algún momento de nuestra carrera en el universo nos volvemos uno con este Fragmento del Padre Universal a través de una sintonía gradual con el Espíritu Interior de Dios. Si bien nuestra personalidad e identidad nunca se pierden ni se disuelven, esta fusión nos da una precedencia más clara, un mayor énfasis espiritual y nos hace más reales. Un nuevo orden del ser emerge para un servicio universal sin fin. Esto representa la salvación de las restricciones materiales, del estado inacabado del yo, del tiempo y de los límites finitos del crecimiento. No se pueden poner límites a los potenciales destinos de esta nueva creación divino-humana.
3. Destino del servicio eterno
Vivimos en un cosmos gigantesco poblado por innumerables seres materiales y personalidades celestiales. Hay un propósito eterno de importancia cada vez mayor para cada individuo que elige hacer la voluntad del Padre Universal. Nuestra educación universal y crecimiento espiritual realmente comienzan cuando termina nuestra estancia mortal y resucitamos en mundos más avanzados para experiencias y servicios progresivos. Hemos comenzado el desarrollo interminable de una experiencia educativa eterna dominada por el desafío de la aventura, el servicio estimulante y la realización espiritual. La imaginación humana es demasiado limitada para captar las posibilidades futuras. Sin embargo, incluso ahora, nosotros, los humildes seres humanos, podemos disfrutar de las oportunidades de esta carrera en constante expansión si dominamos los principios de la psicología espiritual.
Si has experimentado una relación personal y dinámica con Dios y te has dedicado a los imperativos de esta interacción divino-humana, te sientes motivado al servicio de la realización de los valores espirituales de este mundo. El servicio es la expresión natural y auténtica del carácter de hijos e hijas de Dios.
Hay innumerables maneras de servir a las personas y a la sociedad. Al buscar dentro de usted mismo, descubrirá las actividades que le resultan más creativas y gratificantes o la tarea que más le atrae. Se puede servir a Dios a través de cualquier vocación o actividad humana constructiva. Dado que cada persona es única, cada persona desarrolla una cualidad especial de contribución a la sociedad; por eso la armonización del servicio del Padre Universal es rica en su variedad de beneficios y ministerios hacia la humanidad. Cualquiera que sea la ocupación, servicio o actividad a la que se dedique, la calidad y eficacia de ese servicio depende en gran medida de cómo se realiza. Más allá de las cualidades técnicas básicas de vuestro servicio, el bien total con el que podéis contribuir a la humanidad aumenta enormemente gracias a los siguientes siete principios espirituales del ministerio.
1. Usa la sabiduría
Utilice la sabiduría y la moderación en todo su servicio. Evite los extremos, el exhibicionismo, los métodos agresivos y la espectacularidad. Aprende a distinguir entre el buen gusto y la teatralidad. Recuerde que el contacto personal es más eficaz que la comunicación masiva impersonal. Comprender la sabiduría y eficacia de los grupos pequeños. Estos grupos forman coaliciones y redes más dinámicas que las burocracias y sectas jerárquicas que sólo se preocupan por sí mismas. Una red de este tipo es considerablemente mayor que la suma de sus partes. Tiene liderazgos múltiples, políticas pluralistas y su centro está en todas partes. Empiece donde está la gente, no donde está usted. Comunicarse dentro de sus marcos de referencia y anticipar sus reacciones naturales. A lo largo de su ministerio, combine el conocimiento más experto con los valores más elevados. Domina tu mente con el poder de la mente. Sea fuerte en espíritu; Sepa que en conexión con Dios nada puede derrotar las intenciones espirituales de su vida. No tengas miedo, pero actúa con discreción.
2. Deja que el amor cree
Deja que el amor cree la atmósfera de todas tus relaciones interpersonales. Recuerde que no podrá comunicarse eficazmente con los demás a menos que los acepte positiva e incondicionalmente con todas sus imperfecciones. Esfuércese por evitar que sus propios prejuicios y limitaciones interfieran o perjudiquen el servicio que les presta. Apoyar, estimular y ayudar a las personas; no intentes forzarlos. Considere a todos sus compañeros como buenas personas y esfuércese por ayudarlos a desarrollar su confianza en sí mismos y su respeto por sí mismos. Sea natural y sincero, y disfrute de su compañía. Sea útil utilizando el amor, un corazón agradecido y la alegría del acto mismo. El ministerio es una actividad intrínseca de la mente creativa y del alma amorosa. La motivación extrínseca en el servicio compromete su valor espiritual. Servir a Dios, incluso con buenas intenciones extrínsecas, como fundar una organización religiosa o incluso provocar un renacimiento espiritual, limita el valor espiritual y la satisfacción personal. Utiliza tu ministerio utilizando las motivaciones intrínsecas del amor, la gratitud y la alegría; y las repercusiones extrínsecas o sus resultados se solucionarán por sí solos. Sirve con la apertura del amor creativo pero no trates de manipular a la gente.
3. Cultivar la franqueza
Templa tus creencias personales con objetividad filosófica. Sea siempre honesto y abierto. Cultive la libertad de opinión y respete el derecho de los demás a no estar de acuerdo con sus creencias más profundas. Honre el derecho de libre albedrío otorgado por Dios a cada persona. Trate de establecer puntos en común pero no discuta con la gente. Deje que su entusiasmo por la verdad impulse sus discusiones, pero no critique ni ofenda conscientemente a la gente.
4. Cooperar con la evolución
Reconocer que la evolución es el principio profundo de la vida. No esperes resultados inmediatos. Todo crecimiento es subliminal, está más allá de nuestro control directo y consciente, y tiene el origen de una semilla de mostaza. Las raíces de un nuevo árbol de la vida tardan décadas en penetrar la roca de la tradición en la que fue plantado. Sea paciente, pero no sea víctima de una temerosa psicología de “no hacer nada” y entierre sus talentos y tesoros en los pantanos del estancamiento o los atolladeros de los cultos oscuros. Preocúpese por un ministerio eficaz, pero no se preocupe demasiado por los resultados. Date cuenta de que tu ministerio debe planificarse y llevarse a cabo en el contexto de la buena voluntad. Ministre siempre a la vanguardia de la evolución del celo, pero no confunda esta preparación fundamental con las condiciones superficiales del celo psicológico y social. Todos aquellos con visión profética saben que la evolución, el arado de la historia, en última instancia rompe la corteza de la resistencia individual y mueve los terrones del estancamiento social. Sea leal y persistente en su servicio sin necesidad de ver resultados ni sentirse honrado por el éxito. Es nuestro privilegio y responsabilidad ministrar; las consecuencias están en manos de Dios Supremo. En todo, cultiva dentro de ti la mente y la actitud del Supremo. Las vicisitudes del tiempo no cambian las metas de la eternidad.
5. Vive con la vida cotidiana
Participar activamente en la experiencia ordinaria y rutinaria. Crece, florece y da fruto en la tierra donde fuiste plantado. Si es posible, mantenga firmes y saludables sus antiguos vínculos sociales y religiosos. Comparte al nivel del consentimiento espiritual. Cuando seas una oruga, no vivas bajo la ilusión de que eres una mariposa o un águila. Sólo si te dedicas creativamente como oruga tendrás satisfacción interior y una sensación de plenitud. Estas actividades y asociaciones con los pies en la tierra aportarán a su ministerio un sentido de proporción, autenticidad e integridad. Olvídate de los fracasos del pasado y no te preocupes por anticipar el futuro. Vive el presente en constante comunión con el Padre y sumérgete en el momento existencial de la experiencia.
6. Desarrollar el sentido del humor
Cultivar un sentido del humor activo. El humor nos permite mantener un apropiado sentido de la proporción. Puedes llevar cargas iguales a la medida de un hombre o de una mujer cuando te quitas la carga del mundo de tus hombros. No te tomes demasiado en serio, incluso si estás involucrado en un trabajo importante. No te preocupes por el prestigio y el estatus. Esfuércese por evitar la contemplación de sí mismo y cultive el olvido de sí mismo. Las personalidades finitas pueden convertirse en figuras trágicas cuando pierden el sentido de la proporción y no logran discernir la comedia de la vida. Necesitamos reírnos de nosotros mismos y de las situaciones frustrantes, ridículas y absurdas que encontramos. Un espíritu alegre puede ser de gran ayuda cuando a veces se soportan las pesadas cargas del ministerio.
7. Servir con alegría
Sobre todo, vivan con alegría en su corazón y encuentren alegría en su servicio. Pertenecéis al reino del Padre que tiene un futuro eterno inimaginable de aventuras y recompensas. Nada puede impedir por mucho tiempo la realización de vuestras más ardientes esperanzas espirituales y de vuestros más queridos sueños. Todos los que experimentan esta fe en un destino eterno viven en una alegría incontenible incluso en medio de dificultades materiales, conflictos sociales y aparentes derrotas personales. A medida que te liberes de la esclavitud del gusto por las cosas, de la adoración o la crítica de la gente, o de la importancia personal o la preocupación, experimentarás los gozos liberadores del servicio. También descubrirá que al hacerlo, se liberará de la presión social egocéntrica para tener éxito o mantener una reputación. Cuando tu voluntad está en armonía con la voluntad de Dios, una vida de servicio también trae una profunda paz interior. El claro crecimiento del gozo, la adoración y el servicio trasciende las recompensas de todas las demás actividades humanas.
(continuará)
Meredith J. Sprunger