© 2014 Joël S. Goldsmith
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Las Siete Realidades Fundamentales XI | Le Lien Urantien — Número 68 — Otoño 2014 | De la traducción revisada |
“Las cosas primeras pasaron” y “todas las cosas son hechas nuevas”. “Estando ciego, ahora veo”, no “oscuramente como a través de un espejo”, sino “cara a cara”. Sí, incluso en mi carne he visto a Dios. Las colinas han retrocedido y no hay horizonte, pero la luz del cielo ilumina todas las cosas.
Durante mucho tiempo te he buscado, oh Jerusalén, pero sólo ahora mis pies de peregrino tocan la tierra del cielo. Ya no quedan espacios incultos. Las tierras fértiles están ante mí, como nunca soñé. Oh, de verdad “no habrá más noche”. Su gloria brilla como el sol del mediodía y no hay necesidad de luz, porque Dios es su luz.
Me siento a descansar. A la sombra de los árboles, descanso y encuentro mi paz en ti. En tu gracia está la paz, oh Señor. En el mundo estuve cansado; en ti encontré descanso.
En el denso bosque de las palabras me perdí; la carta de la verdad contenía cansancio y miedo; pero la sombra, el agua y el descanso sólo se encuentran en tu Espíritu.
¡Cuán lejos me he alejado de tu Espíritu, oh Tierna Única y Verdadera, hasta ahora, hasta ahora! ¡Estaba tan profundamente perdida en el laberinto de palabras, palabras, palabras! Pero aquí estoy de regreso, y en tu Espíritu encontraré siempre mi vida, mi paz, mi fuerza. Tu Espíritu es el pan de vida; al encontrarlo, nunca más tendré hambre. Tu Espíritu es una fuente; al beber su agua nunca tendré sed.
Como un viajero cansado te busqué, y ahora mi cansancio ha desaparecido. Tu espíritu me ha levantado una tienda; en su fresca sombra camino, y la paz llena mi alma. Tu presencia me llenó de paz. Tu amor ha puesto ante mí una fiesta del Espíritu. Sí, Tu Espíritu es mi lugar de descanso, un oasis en el desierto de la letra de la verdad.
En Ti escaparé del ruidoso mundo de las discusiones; en vuestra conciencia encontraré un respiro de la malignidad de las lenguas de los hombres. Cortan tu vestido, oh Señor de la Paz, riñendo por tu palabra, hasta convertirla en palabras y ya no en Palabra.
Como un mendigo busqué el cielo nuevo y la tierra nueva, y tú me hiciste heredero de todo esto.
¿Cómo estaré ante ti sino en silencio? ¿Cómo te honraré sino en la meditación de mi corazón?
No buscas alabanza ni acción de gracias, pero acoges el corazón que entiende. Me quedaré en silencio delante de ti. Mi Alma, mi Espíritu y mi silencio serán vuestro hogar. Tu Espíritu llenará mi meditación; él me restaurará y me mantendrá completo. Oh tú, Tierna Única y Verdadera: estoy de regreso en ti.
Extracto de El camino infinito
Joel S. Orfebre
Las Siete Realidades Fundamentales XI | Le Lien Urantien — Número 68 — Otoño 2014 | De la traducción revisada |