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¿Qué pienso hoy sobre el mañana? | Journal — Junio 2000 — Índice | Sitio de Internet y Escuela de Internet en español |
Una presentación realizada durante la celebración del 50º aniversario de la Fundación Urantia, Chicago, Illinois, 18 de marzo de 2000
Neal Waldrop, Ginebra, Suiza
Había una vez, en una tarde de domingo en una ciudad del pasado no muy lejano, una familia de cuatro paseaba bajo los rayos de un sol primaveral poco antes de la cena. Pasaron por un parque y llegaron a una tranquila plazoleta rodeada de amplias veredas y mesas a la sombra de arces y olmos. Justo cuando se iban a sentar, un hombre alto, vestido íntegramente de negro, avanzó a trancos hacia ellos extendiendo su brazo derecho señalándoles una puerta cercana. «Ustedes deben entrar», les indicó solemnemente. Juan lo miró dudosamente y le contestó: «Solamente vamos a descansar aquí por unos momentos.» «Ustedes deben entrar», el hombre repitió con firmeza, esta vez señalando con su brazo tres veces hacia la puerta.
María vio como la cara de Juan enrojecía y notó como una vena prominente comenzaba a palpitar en su frente. «Ya casi es hora de ir a cenar», dijo, «así que podríamos pasar y ver qué cosas tienen.» Juan sonrió, y le preguntó al hombre alto, vestido íntegramente de negro: «No podríamos sentarnos aquí afuera en la sombra?» El hombre encogiendo sus brazos repitió con una voz seca y entrecortada: «Ustedes deben entrar.» Juan se encogió y echó un vistazo hacia un árbol de los alrededores, en donde los niños se habían agachado para examinar los guijarros y las flores silvestres. «Juanita, vamos», le dijo. «Vamos, Miguel.»
Después de que fueron ubicados en un comedor completamente vacío revestido de frescos e iconos que representaban varios episodios de la Biblia, un querúbico y rechoncho mozo les trajo una serie de menús en griego, latín y antiguo eslavo eclesiástico. Pero Juan y María se negaron a aceptar su asegura de que el plato estandardizado era edible y aún atractivo; en lugar de ello insistieron en que les trajeran primero el agua y un menú que pudiesen leer. Esto eventualmente resultó en cuatro vasos y un menú en escritura gótica con letras mayúsculas destacadas floridamente. María levantó uno de los vasos hacia sus labios pero frunciendo el seño y lo volvió a colocar sobre la mesa. «¿Cuál es el problema?» Preguntó Juan. «Míralo por ti mismo», contestó María. Puesto que Juan tenía sed, sin pensarlo se tomó un trago. «iVinagre!», exclamó. Miró furiosamente al mozo y le dijo, «¿Qué quiere decir todo esto?» «Tal como el Maestro cambió el agua en vino», el rechoncho mozo respondió, «nosotros cambiamos el agua en vinagre.» «Realmente», agregó en una voz confidencial, «nosotros no hacemos eso, simplemente damos a nuestros clientes el vinagre cuando piden agua. Después de todo, el vinagre es bueno para ellos, lo sabemos bien. Pero por favor, admire la hermosa caligrafía que yo puedo interpretar explicando sus raíces en hebreo, griego, latín o antiguo eslavo eclesiástico.» Después se sonrió y se marchó. Juanita dijo: «Papí, tengo hambre. ¿En donde está el bife?» «Aquí no está, mi amor», le respondió Juan; «bueno tendremos que ir a otro lugar.» Mientras salieron hacia las sombras tempranas de la tarde Juan notó que Miguel había volcado una de las incómodas sillas de madera, pero Juan decidió que no era importante. Por lo menos, no era lo suficientemente importante como para hacerlo volver.
Los paralelos a los métodos utilizados por las iglesias establecidas del pasado pueden ya habernos abrumado, pero puedes interpretar la historia como prefieras; yo, ciertamente no la analizaré en hebreo, griego o latín. En cualquier caso, no puede haber duda sobre nuestra pesada deuda a la rebelión laica contra el totalitarismo eclesiástico, sobre la cual la comisión de seres intermedios informa que nos rindió muchas libertades y satisfacciones LU 195:8.6 así como también la extraordinaria creatividad del industrialismo americano y el progreso material sin precedentes de la civilización occidental LU 195:8.7. Ahora, en el principio del tercer milenio, debemos cerrar dos brechas que han fragmentado la sociedad sobre los últimos dos siglos —el conflicto crónico a menudo abusivo entre la religión y la ciencia, además de peleas aún más venenosas entre las varias religiones tradicionales y las numerosas tendencias de la cultura contemporánea.
Haciendo esto, debemos cuidarnos contra una tendencia a proponer interpretaciones intelectuales, como si éste fuera el punto. Que no lo es. Debemos además cuidarnos contra la tendencia a complacer la controversia teológica, la táctica de diversión consagrada que la mujer samaritana, Nalda, empleó cuando trataba de evadir la mirada fija de Jesús (LU 143:5.5). Toda esta cantidad de expedientes para elaborar diversiones intelectuales que hagan a un lado y desvíen el llamado a ser perfectos como el Padre es perfecto, y de amar a los otros como el Padre nos ama. Por tales métodos, nos decimos, que el hombre pensante… [c]uando una religión poderosa y emocionante amenaza dominarlo, invariablemente trata de racionalizar, tradicionalizar e institucionalizar a dicha religión LU 195:9.6.
Las nuevas enseñanzas son espirituales, mentales y culturales, no solamente espirituales. Ellas tratan la añoranza por el crecimiento y el adelanto del individuo y del grupo, no solamente el anhelar de «que uno será salvado». Unifican la total experiencia de cada ser humano y de toda la civilización; no se desploman en dogmas intelectuales, códigos morales, y rituales santificados. El impacto neto de las enseñanzas es el más nuevo convenio: Dios el Padre y Dios la Madre tienen un plan para cada uno de nosotros y para el planeta entero que la humanidad habita.
Un acercamiento puramente religioso a la revelación sería por lo tanto defectuoso y incorrecto. No estamos libres para tan sólo sentarnos en una esquina, leer El libro de Urantia, y maravillarnos en su inspiración espiritual. No, debemos hacer mucho más que eso. Tenemos obligaciones el uno con el otro, con la sociedad, con el crecimiento y el avance de nuestro planeta.
En todo este trabajo, debemos encontrar maneras de inspirar tanto a los religionistas, como a los noreligionistas, y a los oponentes de la religión que se unan en la consecución de ideales compartidos. Necesitamos imaginar e inventar un nuevo marco flexible para unir nuestros esfuerzos, caminos para enlazar nuestros brazos con los de otros sobre la base de una unidad de ideales y objetivos en vez de … creencias LU 99:5.7. Creo que incluso la tarea de construir una nueva y atractiva filosofía de la vida tendrá el carácter de ser activa, interactiva, experimental y evolutiva — no una defensa de fantasías en el sillón, ni el producto de la teorización abstracta basada en símbolos, paradigmas y lazos conceptuales.
Los autores de la quinta revelación de época comentan con considerable profundidad las dimensiones sociales, económicas y políticas de la vida en Urantia. Presentan repetidamente unos juicios explícitos de valor basados en los puntos de vista históricos, filosóficos y morales, que proclaman con vigor y defienden con energía. Si no estamos preparados para adoptar, explicar y, si fuera necesario, defender las conclusiones de los reveladores; si no estamos dispuestos a movilizar nuestra propia sabiduría y discreción mientras que esforzamos en implementar los ideales de los reveladores en nuestras sociedades y vidas; si no estamos dispuestos a sostenernos hombro a hombro con los reveladores para perseguir sus metas epocales para la renovación y el mejoramiento de la vida espiritual, mental y material en nuestro planeta; ¿cuán cantidad de imaginación sería necesaria para que podríamos demonstrar que somos creyentes?
Hasta el momento, los lectores comprometidos de El libro de Urantia principalmente han enfatizado que la difusión de las enseñanzas debe de tener una influencia positiva en los individuos y el mundo. Pero es por lo menos igualmente lógico verlo de la perspectiva opuesta. Aún los esfuerzos preliminares, tentativos y altamente selectivos de llevar a cabo los ideales de los reveladores estimularán inevitable intenso interés también en sus ideas. Ésta será diseminación por atracción. Más adelante, como nosotros y otros que están cooperando con nosotros por objetivos comunes podemos realmente poner las enseñanzas de los reveladores en ejecución —gradual, parcial y progresivamente- el beneficio neto será diseminar la revelación como una realidad viva.
En esta temprana etapa, necesitamos un proceso descentralizado y relativamente espontáneo de la innovación y experimento -en el entendimiento de que nosotros y nuestros sucesores terminaremos probablemente tratando por lo menos nueve prácticas inadecuadas antes de encontrar el solo procedimiento remarcable, que consideremos completamente satisfactorio. Pero no creo que estas actividades y metas potenciales tengan por resultado un menú de proyectos que nosotros, como un grupo de creyentes, deberíamos proceder a catalogar, caracterizar, tratar o adoptar. No deseo sugerir — por el contrario, sería enérgicamente opuesta— la implicación activa de grupos organizados de lectores de El libro de Urantia en proyectos sociales, económicos o políticos. En su lugar, nuestro desafío como grupo de creyentes es descubrir cómo podemos estimular lo mejor posible a los individuos a perseguir sus más profundas y más productivas ideas, preferiblemente en cooperación con otros individuos que puedan o no ser lectores de El libro de Urantia.
Esto es un desafío para cada uno de nosotros. Es un desafío para mí así como para todos los que deseen oír mi voz. Cada uno de nosotros debe cavar profundamente en su imaginación y decidir para sí mismo qué es lo mejor que puedo hacer por la causa del crecimiento y el avance de la civilización y la sociedad en nuestro planeta Urantia. Debemos construir, cada uno sobre su educación, su experiencia, su carácter y su juicio. Debemos entonces intentar cooperar con otros quienes tengan metas y visiones similares.
Los reveladores nos ofrecen las ideas y puntos de vista que podemos y debemos explorar. Un Mensajero Poderoso indica, que la realización de la hermandad social en vuestro mundo depende mucho LU 52:6.2 de las transformaciones personales y de los ajustes planetarios que él retrata bajo cinco títulos: (1) fraternidad social; (2) fertilización intelectual cruzada; (3) el despertar ético; (4) sabiduría política; (5) discernimiento espiritual (LU 52:6.2-7). Agregando a ellos, un arcángel de Nebadón identifica quince factores, que son clave para el desarrollo de la civilización (LU 81:6.1-44), y el jefe de los serafines describe aquellos campos de actividad que los doce grupos de serafines decanos, que forman parte del gobierno planetario seráfico, promueven y fomentan activamente (LU 114:6.1-20).
Nuestro trabajo exterior y visible de la reforma y de la renovación no será un proyecto religioso, y en estos contextos no debemos etiquetarnos a nosotros mismos como los «religionistas». Deberíamos acercarnos a estos proyectos, y realmente lo hacemos, con una perspectiva espiritual, pero no promulgaremos una religión, no promoveremos una religión, ni sostendremos una religión. Además, nuestros lazos entre el uno con el otro y con otros que cooperan con nosotros serán con propósito y prácticos, no discursivos, teóricos, teológicos o dogmáticos.
Dejadme poner todo esto en contexto. No estoy en ningún sentido disputando la necesidad de esfuerzos energéticos para producir traducciones, tampoco estoy menospreciando el trabajo de los grupos de estudio o el deseo de individuos de profundizar su comprensión de las enseñanzas a través de la lectura y la reflexión. Todos estos aspectos son importantes en sí mismos, y están íntimamente ligados a los objetivos concordantes de la Fundación Urantia bajo el artículo 2.2 de la Declaración de fideicomiso. Pero que durante los primeros cincuenta años de la Fundación le prestamos muy poca atención a su objetivo principal: implementar las enseñanzas de los reveladores en nuestras vidas y en el mundo en su totalidad. Eso debe cambiar.
Los lectores comprometidos con la revelación tendrán que luchar contra preguntas excesivamente difíciles:
En una etapa más adelantada — ya sea dentro de esta misma era o en otra era que siga- cada uno y todos los habitantes de Urantia, actuando por su libre albedrío, su convicción personal y compromiso individual, se alistará en la cruzada planetaria para borrar las últimas huellas de la traición de Caligastia. No lo harán poniéndose uniformes, gritando lemas y blandiendo las espadas, pero sí incorporando realidades internas potentes que atestiguan al esmero y la alineación: la aceptación consciente del cuidado y amor ilimitado del Padre; la participación activa en su plan supremo para nuestro crecimiento individual y colectivo y la fraternal cooperación con todos aquellos que buscan servirlo aquí y en lo más alto. Durante los milenios antes de que Urantia alcanzara este transcendental mojón del desarrollo planetario, nosotros y otros que confirmaron el intento de los reveladores y buscaron implementar sus ideales podrían bien haber estado persiguiendo caminos que se parecen a una lenta agonía. Quizás, a menudo, durante breves respiros en los que podemos reajustar los enredos para continuar cuesta arriba, encontraremos sostenimiento y solaz al recordar que Van y Amadon, con recursos extremadamente limitados y solamente con los indicios intermitentes del último triunfo, resueltamente presionaron y pacientemente continuaron por más de 150.000 años, hasta la llegada de Adán y Eva.
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