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¿Qué se espera de los lectores de El libro de Urantia? | Volumen 9 - No. 1 — Índice | El cristianismo necesita... |
Vuestra misión en el mundo está basada en el hecho de que he vivido entre vosotros una vida revelando a Dios, está basada en la verdad de que vosotros y todos los demás hombres sois los hijos de Dios; y esta misión consistirá en la vida que viviréis entre los hombres —en la experiencia real y viviente de amar y servir a los hombres como yo os he amado y servido. Que la fe revele vuestra luz al mundo; que la revelación de la verdad abra los ojos cegados por la tradición; que vuestro servicio amoroso destruya eficazmente los prejuicios engendrados por la ignorancia. (LU 191:5.3)
Toda Urantia está esperando la proclamación del mensaje ennoblecedor de Miguel, sin las trabas de las doctrinas y los dogmas acumulados durante diecinueve siglos de contacto con las religiones de origen evolutivo. Ha llegado la hora de presentar al budismo, al cristianismo, al hinduismo, e incluso a los pueblos de todas las religiones, no el evangelio acerca de Jesús, sino la realidad viviente y espiritual del evangelio de Jesús. (LU 94:12.7)
Pero no lo dudéis, este mismo reino de los cielos que el Maestro enseñó que existe en el corazón de los creyentes, será proclamado aún a esta iglesia cristiana, así como a todas las demás religiones, razas y naciones de la Tierra —e incluso a cada individuo. (LU 170:5.8)
El concepto de Jesús está todavía vivo en las religiones avanzadas del mundo. La iglesia cristiana de Pablo es la sombra socializada y humanizada del reino de los cielos que Jesús tenía en proyecto —y que llegará a ser así con toda seguridad. (LU 170:5.17)
Es preciso que se produzca un renacimiento de las verdaderas enseñanzas de Jesús, que se expongan de nuevo de tal manera que anulen el efecto de la obra de sus primeros seguidores, los cuales se pusieron a crear un sistema sociofilosófico de creencias sobre el hecho de la estancia de Miguel en la Tierra. (LU 170:5.19)
¡No os engañéis! Existe en las enseñanzas de Jesús una naturaleza eterna que no les permitirá permanecer estériles para siempre en el corazón de los hombres inteligentes. El reino, tal como Jesús lo concebía, ha fracasado en gran parte en la Tierra; por ahora, una iglesia exterior ha tomado su lugar. Pero deberíais comprender que esta iglesia es solamente el estado larvario… (LU 170:5.21)
La iglesia llamada cristiana se convierte así en el capullo donde duerme actualmente el concepto que Jesús tenía del reino. El reino de la fraternidad divina está todavía vivo, y saldrá sin duda finalmente de su largo letargo, con la misma seguridad con que la mariposa aparece finalmente como la hermosa manifestación de su crisálida metamórfica menos atractiva. (LU 170:5.21)
Pero el cristianismo paganizado y socializado necesita un nuevo contacto con las enseñanzas no comprometidas de Jesús; languidece por falta de una visión nueva de la vida del Maestro en la Tierra. Una revelación nueva y más completa de la religión de Jesús está destinada a conquistar un imperio de laicismo materialista y a derrocar un influjo mundial de naturalismo mecanicista. Urantia se estremece actualmente al borde mismo de una de sus épocas más asombrosas y apasionantes de reajuste social, de reanimación moral y de iluminación espiritual. (LU 195:9.2)
La era moderna rehusará aceptar una religión que sea incompatible con los hechos y que no se armonice con sus conceptos más elevados de la verdad, la belleza y la bondad. Ha llegado la hora de volver a descubrir los verdaderos fundamentos originales del cristianismo de hoy deformado y comprometido —la vida y las enseñanzas reales de Jesús. (LU 195:9.5)
En verdad, el cristianismo ha hecho un gran servicio a este mundo, pero a quien más se necesita ahora es a Jesús. El mundo necesita ver a Jesús viviendo de nuevo en la Tierra en la experiencia de los mortales nacidos del espíritu que revelan el Maestro eficazmente a todos los hombres (LU 195:10.1)
Jesús no fundó la llamada iglesia cristiana, pero de todas las maneras compatibles con su naturaleza, la ha fomentado como la mejor representante existente de la obra de su vida en la Tierra. (LU 195:10.9)
El Jesús vivo es la única esperanza de una posible unificación del cristianismo. La verdadera iglesia —la fraternidad de Jesús— es invisible, espiritual y está caracterizada por la unidad, pero no necesariamente por la uniformidad. La uniformidad es la marca distintiva del mundo físico de naturaleza mecanicista. La unidad espiritual es el fruto de la unión por la fe con el Jesús vivo. La iglesia visible debería negarse a continuar obstaculizando el progreso de la fraternidad invisible y espiritual del reino de Dios. Esta fraternidad está destinada a convertirse en un organismo viviente, en contraste con una organización social institucionalizada. (LU 195:10.11)
Pero incluso el cristianismo del siglo veinte no debe ser despreciado. Es el producto del genio moral combinado de los hombres que conocían a Dios pertenecientes a muchas razas y durante muchas épocas; ha sido realmente uno de los más grandes poderes benéficos de la Tierra, y por consiguiente nadie debería considerarlo a la ligera… (LU 195:10.12)
Si la iglesia cristiana se atreviera tan sólo a abrazar el programa del Maestro, miles de jóvenes aparentemente indiferentes se precipitarían para alistarse en esta empresa espiritual, y no dudarían en llevar a cabo hasta el fin esta gran aventura. (LU 195:10.10)
Si el cristianismo tan sólo pudiera captar una mayor cantidad de enseñanzas de Jesús, podría hacer mucho más para ayudar al hombre moderno a resolver sus problemas nuevos y cada vez más complejos. (LU 195:10.19)
Los tiempos están maduros para presenciar la resurrección simbólica del Jesús humano, saliendo de la tumba de las tradiciones teológicas y de los dogmas religiosos de diecinueve siglos. Jesús de Nazaret ya no debe ser sacrificado, ni siquiera por el espléndido concepto del Cristo glorificado. (LU 196:1.2)
¡Qué servicio trascendente prestaría la presente revelación si, a través de ella, el Hijo del Hombre fuera rescatado de la tumba de la teología tradicional, y fuera presentado como el Jesús vivo a la iglesia que lleva su nombre y a todas las demás religiones! … En verdad, los reajustes sociales, las transformaciones económicas, los rejuvenecimientos morales y las revisiones religiosas de la civilización cristiana serían drásticas y revolucionarias si la religión viviente de Jesús sustituyera repentinamente a la religión teológica acerca de Jesús. (LU 196:1.2)
Algún día, una reforma en la iglesia cristiana podría causar un impacto lo suficientemente profundo como para regresar a las enseñanzas religiosas puras de Jesús, el autor y consumador de nuestra fe. Podéis predicar una religión acerca de Jesús, pero la religión de Jesús, forzosamente, tenéis que vivirla. (LU 196:2.1)
Deberías aprender que incluso la expresión de un pensamiento bueno debe ser modulada de acuerdo con el estado intelectual y el desarrollo espiritual del oyente. (LU 181:2.21)
Melquisedek había advertido a sus seguidores que enseñaran la doctrina de un solo Dios, el Padre y Creador de todos, y que se limitaran a predicar el evangelio de la obtención del favor divino a través de la fe sola. Pero los instructores de una nueva verdad han cometido a menudo el error de intentar abarcar demasiado, de intentar sustituir la lenta evolución por la revolución repentina. (LU 95:1.8)
Los que enseñan la religión de Jesús deberían acercarse a las otras religiones reconociendo las verdades que tienen en común (muchas de las cuales provienen directa o indirectamente del mensaje de Jesús) absteniéndose al mismo tiempo de recalcar demasiado las diferencias. (LU 149:2.5)
La graduación de la religión de la autoridad a la religión del espíritu debe comenzar en el nivel del individuo que busca establecer una relación espiritual personal genuina con el Dios-Espíritu interior, una que será completamente validada por la experiencia personal. Completar este paso requiere un cambio fundamental: el Dios-Espíritu interior se convierte en nuestra principal autoridad, nuestro amigo personal y nuestro guía espiritual íntimo. El testimonio de la realidad de ese Espíritu que mora en nosotros se encuentra en más de veinte versículos del Nuevo Testamento:
"No sabéis que sois templo de Dios, que el Espíritu de Dios mora en vosotros. (1. Cor. 3:16)
«El espíritu de Dios se une a nuestro espíritu para declarar que somos hijos de Dios». (Romanos 8:16)
"Dios es amor. El que mora en el amor mora en Dios y Dios en él. (1 Juan 4:16)
"Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu del Padre que habla en vosotros. (Mateo 10:20)
Este único paso, que implica el desarrollo individual de la conciencia de Dios, es absolutamente básico para cualquier mejora de la religión de Urantia. Debe ser lo primero.
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