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Experiencia y conclusiones del Simposio de Liderazgo | Luz y Vida — Núm. 29 — Junio 2012 — Índice | Noticias de la Asociación Urantia de España |
Soy consciente de que esta presentación se centra Dprincipalmente en el liderazgo dentro del movimiento Urantia, y que esta puede parecer una perspectiva muy limitada. Siempre he dicho que hay muchas trincheras desde las que luchar para hacer de este mundo un lugar mejor, donde reine la paz y la armonía y el progreso espiritual sea mucho más palpable de lo que lo es hoy día, y todo esfuerzo que se dedique a este encomiable fin me parece útil y valioso, aunque no esté directamente relacionado con las enseñanzas de Urantia.
Pero aquí y ahora prefiero hablar de la trinchera que mejor conozco actualmente, y en la que he decidido centrar todos mis esfuerzos, que es la del movimiento Urantia. Esta es también una trinchera en la que hay mucho trabajo por hacer y los trabajadores son pocos, de modo que si consigo que alguien más se una a nuestros esfuerzos de dar a conocer la quinta revelación, estaré más que satisfecha.
En estos últimos años, se ha hablado mucho en el movimiento Urantia de los «líderes» y del liderazgo. La palabra «líder» resuena poderosamente y evoca en nuestra mente la imagen de una persona carismática que dirige un grupo más o menos numeroso de personas, que siguen sus directrices de manera obediente. Frente a esa visión, y teniendo en cuenta nuestra condición de lectores del libro, ¿quién se definiría a sí mismo como líder?
Y, sin embargo, creo que todos lo somos. La pregunta «¿soy un líder?» es innecesaria. Si estamos aquí es porque YA lo somos. Hay una afirmación muy conocida del LU, que me gustaría recordar aquí. Aparece en el documento 81 y dice lo siguiente:
El liderazgo es vital para el progreso. La sabiduría, la perspicacia y la previsión son indispensables para que duren las naciones. La civilización nunca está realmente en peligro hasta que sus dirigentes capaces empiezan a desaparecer. Y la cantidad de estos jefes sabios nunca ha sobrepasado el uno por ciento de la población. LU 81:6.42
Hace ya unos años, leí un artículo muy interesante en el Journal, que desarrollaba sus argumentos justamente a partir de este párrafo. El título era muy sugerente: ¿Dónde están mis 99? Este título, como podéis ver, da por supuesto que quien formula esa pregunta se incluye en el uno por ciento de líderes de la población. Creo que la pregunta formula una afirmación muy valiente y desacomplejada, que creo que deberíamos hacer nuestra para asegurar el éxito futuro de la quinta revelación.
Según el diccionario de la RAE, líder es una «persona a la que un grupo sigue, reconociéndola como jefe u orientadora». Personalmente, creo que esta definición debería ampliarse para recoger otro tipo de líder: lo que otros lectores del libro definen como «líder-servidor». Lo que fue, por ejemplo, Jesús de Nazaret. Recordemos sus palabras:
«Aquél de vosotros que quiera ser el más grande, que sea el servidor de todos». LU 56:10.14
Vamos a comenzar por redefinir el papel de líder, alejándonos del estereotipo y de las viejas maneras de actuar, unas maneras que no nos sirven para difundir las enseñanzas del LU. En primer lugar, hay que decir que no hace falta tener habilidades especiales para ser un líder. No es necesario ser extrovertido, carismático, hablar bien en público, tener la capacidad de dirigir a las masas. No estamos hablando de «ese» tipo de líderes, sino de líderes servidores.
Siempre que me pongo excusas o me encuentro ante un desafío personal, recuerdo una frase que me sirve para dejar atrás mis miedos o mis intentos de autojustificación. Y no es del libro, sino de «Ilusiones», de Richard Bach. Forma parte de su «Manual del Mesías» y dice: Justifica tus limitaciones, y ciertamente las tendrás.
Luego no nos justifiquemos. No nos pongamos excusas. No nos pongamos límites. Muchas de las personas que consiguieron logros importantes tuvieron éxito porque no se les pasó por la cabeza que lo que se proponían era imposible. Como dice el psiquiatra Luis Rojas-Marcos en su libro «La fuerza del optimismo», los pesimistas jamás han inventado nada. ¡Luego seamos optimistas!
Entonces, ¿qué es lo que se necesita para ser un líder del movimiento Urantia?
Ante todo, debemos tener el propósito de servir a nuestros semejantes de la mejor forma en que seamos capaces. Todos, absolutamente todos, tenemos algo que se nos da bien, algo que podemos poner al servicio de los demás, algo con lo que podemos ayudar a otras personas de muchas maneras diferentes. Y, además, tenemos la ayuda de nuestros amigos invisibles, que nos echarán una mano siempre que se lo pidamos. Lo importante, como dijo un antiguo presidente de los Estados Unidos, es «hacer lo que puedas con lo que tienes y allí donde estés».
En los ocho años que llevo en primera línea del movimiento Urantia, he tenido la ocasión de conocer a muchos líderes de otros países. Estoy segura que ninguno de ellos se planteó que iba a ser un líder cuando comenzó a leer el libro. Es más, estoy convencida de que ninguno lo buscó expresamente. Y sin embargo las circunstancias (o la mano invisible de nuestros amigos no materiales) les llevaron a puestos de responsabilidad y liderazgo en el movimiento. Es algo que se encontraron por el camino y aceptaron esa responsabilidad cuando llegó el momento de tomar esa decisión. Y os diré algo más: estoy convencida de que, si alguien nos ofrece algún puesto de responsabilidad, es porque podemos desempeñarlo satisfactoriamente.
Pero también es cierto que no solo tendremos que echar mano de nuestras habilidades, sino que el camino del liderazgo a través del servicio nos llevará en muchas ocasiones a alejarnos de nuestra «zona de comodidad». Muchas veces nos veremos obligados o empujados a hacer cosas para las que creemos no estar capacitados, o que nos dan una pereza enorme. Muchas veces nos sentiremos incómodos al realizar un servicio, pero pensad que esa es una buena señal. Es una señal de que estamos creciendo. En realidad, seamos líderes o no, para progresar espiritualmente hay que esforzarse, y eso implica inevitablemente experimentar incomodidad. Además, la sensación de éxito que se siente al superar las dificultades es muy gratificante y supone un gran estímulo para seguir explorando la «terra incognita» que está fuera de nuestra zona de seguridad. Ser líder y actuar como tal equivale a crecimiento asegurado.
También es preciso tener en cuenta que el ámbito de nuestro liderazgo puede ser tan amplio o tan reducido como nosotros nos propongamos: puede ir desde nuestro hogar hasta una asociación. Es cierto que no todos estamos destinados a ser líderes a gran escala, pero ¿quién dijo que haya que serlo? Mientras marquemos la diferencia en nuestro entorno viviendo según las enseñanzas del LU, podremos considerarnos líderes que tienen éxito. Y, desde luego, debemos tener una cosa bien clara: El Libro de Urantia es un medio para la elevación espiritual de la humanidad; jamás debería ser considerado un fin en sí mismo. Nuestro trabajo en el movimiento Urantia no debería ser dar a conocer el libro, a la manera de los vendedores puerta a puerta. Las enseñanzas deben estar vivas en nosotros; solo de esa manera provocaremos en los demás la sed de esa agua de vida.
Os contaré una historia que escuché en la conferencia internacional de la Fellowship de 2008. Imaginaos la escena: vais paseando por la playa, con la marea baja. Allí donde el mar ha retrocedido, hay miles de estrellas de mar que se han quedado sobre la arena. Entonces veis que un hombre se dedica a arrojarlas al mar, una a una. Cuando os acercáis a él, le preguntáis que hace, y él os contesta: «Estoy devolviendo las estrellas de mar al agua para salvarlas». Vosotros, en un arranque de sentido común, exclamáis: «¡Pero si hay miles de ellas! ¡No podrás salvarlas a todas». Y el hombre os sonreirá y, mostrando la estrella de mar que tiene en la mano, os responderá: «Es cierto, ¡pero a esta sí la he salvado!»
Moraleja: pensad que no solo podéis marcar la diferencia para un buscador de la Verdad a quien le dais a conocer el libro. Pensad también que ese buscador podría, con el tiempo, convertirse en un líder que, a su vez, marque la diferencia para muchas otras personas.
Otro de los aspectos del liderazgo sobre los que me gustaría hacer hincapié es su lazo vital con el grupo del cual forma parte. Para que la diseminación del libro funcione, es vital que el grupo funcione satisfactoriamente. Pensad en un grupo cualquiera: un grupo de estudio, una asociación local, una asociación nacional. Una de las tareas del líder es que el grupo funcione correctamente y, en mi opinión, eso se consigue haciendo que todos los miembros saquen el máximo de su potencial en bien del grupo. Esa justamente sería una de las tareas del líder. Pero no solo eso: el líder debería estar siempre con los ojos y oídos bien abiertos a cualquier otro posible líder que aparezca en escena. En este movimiento no se trata de competir entre nosotros, sino de cooperar. En este punto, quiero recordaros otra cita del libro:
La aritmética dice que si un hombre puede esquilar una oveja en diez minutos, diez hombres pueden hacerlo en un minuto. Es un cálculo exacto, pero no es cierto, porque los diez hombres no podrian hacerlo; se estorbarian tanto los unos a los otros que el trabajo se retrasaría considerablemente. LU 133:5.5
Así pues, no nos estorbemos mutuamente. Hay mucho trabajo que hacer, y de muchos tipos: coordinémonos y repartámoslo. Además, recordemos esta otra afirmación del libro:
Las matemáticas afirman que si una persona representa cierta unidad de valor intelectual y moral, diez personas representarían diez veces ese valor. Pero al tratar de la personalidad humana, sería más exacto decir que una asociación semejante de personalidades es igual al cuadrado del número de personalidades que figuran en la ecuación, en lugar de su simple suma aritmética. Un grupo social de seres humanos que trabaja en armonía coordinada representa una fuerza mucho más grande que la simple suma de sus componentes. LU 133:5.6
O sea que, al hablar de personalidades, (a + b + c + … + n) = (a + b + c + … + n)2
El grupo es mucho más que la suma de las personas que lo conforman. Luego manejémoslo bien porque entonces no solo sumaremos: multiplicaremos.
La religión necesita nuevos dirigentes, hombres y mujeres espirituales que se atrevan a depender únicamente de Jesús y de sus enseñanzas incomparables. Si el cristianismo insiste en olvidar su misión espiritual mientras continúa ocupándose de los problemas sociales y materiales, el renacimiento espiritual tendrá que esperar la llegada de esos nuevos instructores de la religión de Jesús que se consagrarán exclusivamente a la regeneración espiritual de los hombres. Entonces, esas almas nacidas del espíritu proporcionarán rápidamente la dirección y la inspiración necesarias para la reorganización social, moral, económica y política del mundo. LU 195:9.4
¿Alguna vez os habréis preguntado si se referían a vosotros cuando habéis leído un párrafo tan vibrante como este? Pues yo os digo que, no solo se referían a nosotros, sino que podemos ser esos líderes de los que habla este párrafo. En una escala más o menos pequeña, en mayor o menor grado de influencia, podemos. Así que dejemos las dudas y los complejos a un lado y, cuando surja una oportunidad de servir a esta maravillosa revelación, hagámonos estas dos preguntas:
Si no soy yo… ¿quién?
Si no es ahora… ¿cuándo?
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