© 2000 Paula Thompson
© 2000 The Urantia Book Fellowship
(Originalmente compuesta por Paula Thompson en el cumpleaños de Jesús el 21 de agosto de 1994 en Shepherds Field, Bethlehem)
Amado Padre Universal, Miguel de Nebadon, Maestro Jesús: Escucha nuestra oración.
Nos hemos reunido en el umbral de un nuevo milenio (como el mundo
cuenta el tiempo) para ofrecerte nuestra sincera devoción y acción de gracias.
Por haber salido del centro de la creación con nuestra Madre Creadora
y en el nombre y gloria del Paraíso Padre de todos, nos creaste.
¡Gracias maestro!
Gracias por esta vasta aventura experiencial que llamamos vida.
Gracias por las innumerables oportunidades de servir, aprender y crecer
como parte de tu amorosa familia universal.
Moviéndonos siempre hacia arriba y hacia adentro a través de tu gracia a los portales del Paraíso.
Gracias por tu fiel vigilancia y ministerio.
Gracias por tus revelaciones liberadoras de la verdad.
Gracias por tus hijos celestiales que con amor nos guían por los caminos de
justicia.
Gracias especialmente Maestro por la vida que viviste en Urantia, demostrando
la forma en que los humanos ordinarios como nosotros pueden vivir una vida divina.
Te damos la bienvenida Señor Miguel, Soberano de Nebadon, Jesús de Nazaret, nos
reunimos en tu nombre, ven ahora y bendícenos con tu radiante presencia.
Damos la bienvenida y reconocemos a todos los que están aquí reunidos en esta ocasión,
los que se ven y los que no se ven.
Bienvenidos Ángeles, Intermedios, Estudiantes Visitantes, Anfitriones Celestiales, Supervisores
Planetarios y creyentes de todo el mundo, únanse a nosotros mientras alabamos a nuestro
amado soberano. Únase a nosotros mientras lo honramos y lo adoramos.
Maestro, acércate a nosotros, abrázanos con fuerza en el abrazo de tu espíritu.
Tócanos con tu verdad y gracia.
Somos peregrinos del recuerdo, contando la vida que viviste como hombre entre nosotros.
Tomaste la plenitud de la vida humana, la alegría y el dolor, la tragedia
y triunfo, y devolvisteis la plenitud de Dios, la paz que escapa a la
comprensión.
Nos mostraste el camino hacia la dignidad humana y el sublime respeto por uno mismo.
Verdaderamente hemos llegado a conocer tu humanidad así como su divinidad.
Has refrescado nuestras almas con tu comprensiva simpatía,
renovado nuestras fuerzas con tu esperanza imperecedera,
aliviado nuestras cargas con tu indulgente tolerancia,
iluminado nuestro camino con tu sabiduría inagotable,
y restaurado nuestra fe con tu sublime afecto y devoción paternal.
Nos has permitido anticipar en el tiempo el amor eterno del Padre del Paraíso.
En verdad, Jesús, has atado nuestros corazones rotos y nos has liberado,
Eres nuestro Maestro, nuestro Padre, nuestro Hermano y nuestro amigo.
Eres nuestra inspiración y nuestro camino a casa. Nuestros corazones están estallando
por amor a ti.
En esta ocasión te daremos un regalo.
Nuestros sinceros compromisos de ser como tú, verdaderos embajadores del
Padre celestial.
Maestro, que sepas que marcamos este día como un nuevo comienzo.
Consagramos nuestras voluntades a hacer la Voluntad del Padre.
Con nueva determinación salimos a este mundo cansado y desgastado,
para esparcir tu luz… tu paz… tu perdón… y tu amor.
Queremos que todos los hombres y mujeres lleguen a conocerte y amarte como nosotros
para que te vean vivir de nuevo, en y a través de nosotros,
y así ayudar a Urantia a alcanzar su meta de Luz y Vida.
Ayúdanos Señor Miguel, a marcar el comienzo de esta nueva dispensación de paz y prosperidad
por el bien de tus hijos. Muéstranos el camino para amar como tú amas, confiar como tú confías,
dar como tú das, y ser como tú eres.
Porque en verdad, «las cosas viejas pasan; he aquí, todas las cosas son hechas nuevas.»
Así sea, Amén.
Glorioso Padre y Madre, fundidos en un solo ascendiente,
Quisiéramos ser fieles a tu naturaleza divina.
Que tu propio yo viva de nuevo en nosotros y a través de nosotros
Mediante el don y el otorgamiento de tu espíritu divino,
Reproduciéndote así imperfectamente en esta esfera
Como te muestras de manera perfecta y majestuosa en el cielo.
Danos día tras día tu dulce ministerio de fraternidad
Y condúcenos en todo momento por el sendero del servicio afectuoso.
Sé siempre e incansablemente paciente con nosotros
Como nosotros mostramos tu paciencia a nuestros hijos.
Danos la sabiduría divina que hace bien todas las cosas
Y el amor infinito que es bondadoso con todas las criaturas.
Otórganos tu paciencia y tu misericordia,
Para que nuestra caridad envuelva a los débiles del mundo.
Y cuando termine nuestra carrera, haz de ella un honor para tu nombre,
Un placer para tu buen espíritu, y una satisfacción para los que ayudan a nuestra alma.
Que el bien eterno de tus hijos mortales no sea el que nosotros anhelamos, afectuoso Padre nuestro, sino el que tú deseas.
Que así sea. (LU 144:5.55-72)