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Un cambio positivo en la consciencia planetaria | Journal — Mayo 2020 — Índice | Repaso de las bienaventuranzas: una filosofía del vivir |
(Transcripción y adaptación de una presentación virtual dada en el 24-hour Online Urantia Event el 21 de marzo de 2020)
El nombre de mi presentación es El virus benigno del amor, que pensaba que encajaba pues estamos aquí en gran medida debido a otro tipo de virus. Es cierto que no nos tomamos a la ligera la seriedad del coronavirus que provoca la COVID-19, más bien intentamos buscar consuelo en la analogía y la seguridad de estas enseñanzas. Hemos visto la rapidez con la que un virus dañino puede cambiar el mundo. Un virus benigno puede hacer lo mismo (e incluso más) pero de manera positiva.
Primero, permítanme dar las gracias a Chris Wood, Antonio Schefer, la Asociación Urantia, los ángeles y mi espíritu interior por darme esta oportunidad. Me gusta mucho la idea de un grupo de estudio de 24 horas alrededor del mundo, porque esta revelación es un regalo mundial y personas de todas las creencias, razas, culturas y sectores demográficos están estudiando y viviendo estas enseñanzas 24 horas al día, 7 días a la semana. El sol nunca se pone en la comunidad Urantia.
En cuanto al coronavirus, por favor sigan todas las normas para prevenir y evitar propagar esta enfermedad maligna. Lávense las manos, eviten tocarse la cara, usen desinfectantes, cubran sus estornudos y toses, eviten estar cerca de otros para protegerse a sí mismos y a los demás. Esto pasará, y como con la rebelión de Lucifer saldrán cosas buenas de todo esto. Ya vemos una efusión de amor y cuidado por los demás que no hemos visto en muchos años. Quizás las familias que se quedan en casa empiecen a conectar de nuevo y encuentren el valor de su vida hogareña. Tal vez las familias aprendan a jugar juntas y vuelvan a hablar entre ellas. Tal vez nos volvamos a conectar con viejos amigos por teléfono o videochat para estar al tanto de su salud y bienestar. Puede que aprendamos que trabajando juntos podemos resolver problemas realmente grandes. Tal vez cuando las personas consideren su futuro se vuelvan hacia Dios. Tal vez cuando se tomen un descanso de sus vidas «demasiado ajetreadas» encuentren tiempo para crecer espiritualmente.
Tanto el naturalismo mecanicista de algunos hombres supuestamente instruidos como el laicismo irreflexivo del hombre de la calle se ocupan exclusivamente de cosas; están desprovistos de todo verdadero valor, sanción y satisfacción de naturaleza espiritual, y también están exentos de fe, de esperanza y de seguridades eternas. Uno de los grandes problemas de la vida moderna es que el hombre se cree demasiado ocupado como para encontrar tiempo para la meditación espiritual y la devoción religiosa. [LU 195:6.7]
Quizás ahora lo hagan.
En el documento 97, «La evolución del concepto de Dios entre los hebreos», uno de los temas comunes que vemos en las enseñanzas de los profetas que llevaron a muchos a su supuesto fracaso fue la nueva idea de un Dios internacional, un Dios de todas las naciones, en lugar de un Dios tribal o nacional. Esta enseñanza avanzada era demasiado para la gente de aquellos días, pero cada profeta plantó las semillas de un Dios personal para todos los hombres, naciones y mundos. Este fue el comienzo de la idea de la paternidad de Dios y el ideal de la hermandad de los hombres.
A lo largo de todas las eras anteriores, la religión había sido principalmente un asunto de la tribu o de la nación; no había sido habitualmente un tema que concerniera al individuo. Los dioses eran tribales o nacionales, pero no personales. Estos sistemas religiosos proporcionaron poca satisfacción a las aspiraciones espirituales individuales de la gente común. [LU 121:5.1]
Una cosa que creo que nosotros como comunidad Urantia podemos hacer para hacer de este mundo un lugar mejor es liderar y facilitar la internacionalización de una religión personal y la realización de la familia mundial de Dios. En lugar del distanciamiento social causado por la era de la tecnología —cuando todos necesitamos más interacción personal, más contacto humano— deberíamos apoyar y facilitar proyectos en línea como este, grupos de estudio virtuales, eventos internacionales y traducciones de El libro de Urantia que reúnan a personas de diferentes países y culturas, aunque por lo general estemos socialmente distanciados por el lugar donde vivimos. Necesitamos conocernos más para poder propagar el virus benigno del amor.
Descubramos y tratemos algunas cosas que El libro de Urantia nos dice sobre el amor y la hermandad. ¡Obviamente hay mucho donde elegir!
Dios es como nosotros en que quiere amar y ser amado. No quiere ser temido, quiere que lo amemos porque elegimos amarlo por lo que es. Cuanto más conozcamos a Dios, más lo amaremos y nos esforzaremos por ser como él, y en ese proceso también aprenderemos a amarnos los unos a los otros como Jesús y Dios nos aman.
Jesús ama a la humanidad con un afecto doble. Vivió en la Tierra bajo una doble personalidad — humana y divina. Como Hijo de Dios, ama al hombre con un amor paternal — es el Creador del hombre, su Padre en el universo. Como Hijo del Hombre, Jesús ama a los mortales como un hermano — fue realmente un hombre entre los hombres. [LU 140:5.2]
En la última cena, Jesús nos dio un nuevo mandamiento. Dijo que su nuevo mandamiento es: Que os améis los unos a los otros como yo os he amado [LU 180:1.1].
Y también:
Al daros este nuevo mandamiento, no pongo ninguna nueva carga sobre vuestra alma; os traigo más bien una nueva alegría y os doy la posibilidad de experimentar un nuevo placer, conociendo las delicias de dar el afecto de vuestro corazón a vuestros semejantes. Incluso soportando un dolor externo, estoy a punto de experimentar la alegría suprema de daros mi afecto a vosotros y a vuestros compañeros mortales. [LU 180:1.2, negrita añadida]
Hay grandes recompensas en amar y ser amado.
Dios nos amó primero. Dios nos amó como un Padre antes de que naciéramos de una mujer y antes de que naciéramos del espíritu. Dios nos ama hoy incondicionalmente y para siempre. Nada de lo que hemos hecho, estamos haciendo o haremos puede hacer que Dios no nos ame. Entendemos esto porque, como padres mortales, amamos a nuestros hijos imperfectos incluso cuando se comportan mal. Como el joven Jesús le dijo a su padre mortal José, el Padre celestial no puede amarnos menos de lo que nos aman nuestros padres mortales. Dios ama a su pueblo, a todas las personas, pero lo más importante es que nos ama a nosotros, individualmente y de manera única, porque somos sus hijos, hijos de Dios.
El apóstol Pablo dijo: «Estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni la altura, ni la profundidad, ni ninguna otra cosa podrá separarnos del amor de Dios».
Nuestro amor debe ser tan fuerte y vinculante en nuestras relaciones con los demás como lo es con nuestro Padre del Paraíso. Amaos los unos a los otros como Jesús nos ama. Amad a nuestro Padre del cielo como nuestro Padre del cielo nos ama.
Si realmente creemos que Dios es el padre de todas las personas, debemos creer en la hermandad de toda la humanidad. Si creemos en un Dios todopoderoso y misericordioso que ama a todos sus hijos, entonces en nuestros esfuerzos por ser perfectos como Dios es perfecto, también debemos ser todos cariñosos y misericordiosos y perdonar a nuestros hermanos de todo el mundo, incluso a los que podemos creer que son nuestros enemigos, los que piensan o actúan de manera diferente y aquellos cuyo comportamiento hace que sea difícil trabajar con ellos. Cuando miramos a la gente de este mundo con los ojos materiales vemos los colores negro, marrón, rojo, blanco o amarillo; vemos variedades de cristianos, musulmanes, judíos, budistas y otros. Pero con nuestra visión espiritual vemos solo a los hijos de nuestro Padre paradisíaco, y aun así sugiero que nuestra visión material puede ser ciega mientras que nuestra visión espiritual innata es perfecta. También sabemos que cualquier bondad o daño que hagamos al menor de nuestros semejantes también se lo hacemos a nuestro Padre.
Así que, en el espíritu de nuestra familia Urantia multinacional y multicultural que se reunirá en este foro durante un periodo de 24 horas, veamos cómo nuestro amor puede cambiar el mundo.
Si aprendéis a amar solamente a aquellos que os aman, estáis destinados a vivir una vida limitada y mediocre. [LU 156:5.11]
Incluso en los mundos evolutivos normales, la realización de la fraternidad mundial de los hombres no es una tarea fácil. En un planeta confuso y desordenado como Urantia, esta realización requiere un tiempo mucho más largo y necesita un esfuerzo mucho más grande. Una evolución social sin ayuda difícilmente puede conseguir estos felices resultados en una esfera espiritualmente aislada. La revelación religiosa es esencial para llevar a cabo la fraternidad en Urantia. Aunque Jesús ha mostrado el camino para alcanzar inmediatamente la fraternidad espiritual, la realización de la fraternidad social en vuestro mundo depende mucho de que se lleven a cabo las transformaciones personales y los ajustes planetarios siguientes… [LU 52:6.2, negrita añadida]
Fíjense en la frase: La revelación religiosa es esencial para llevar a cabo la fraternidad en Urantia. Hemos tenido cinco revelaciones de época. Probablemente tengan ustedes un ejemplar de la quinta entre sus manos en este momento.
La fraternidad social depende de:
1. La fraternidad social.
La multiplicación de los contactos sociales internacionales e interraciales, y de las asociaciones fraternales, a través de los viajes, el comercio y los juegos competitivos. El desarrollo de un idioma común y la multiplicación de los multilingüistas. El intercambio racial y nacional de estudiantes, profesores, industriales y filósofos religiosos. [LU 52:6.3]
La fraternidad social depende de:
2. La fecundación intelectual cruzada.
La fraternidad es imposible en un mundo cuyos habitantes son tan primitivos que no logran reconocer la locura del egoísmo sin freno. Debe producirse un intercambio de literatura nacional y racial. Cada raza debe familiarizarse con el pensamiento de todas las razas; cada nación debe conocer los sentimientos de todas las naciones. La ignorancia engendra la desconfianza, y la desconfianza es incompatible con la actitud esencial de simpatía y de amor. [LU 52:6.4]
La fraternidad social depende de:
3. El despertar ético.
Sólo una conciencia ética puede desenmascarar la inmoralidad de la intolerancia humana y lo pecaminoso de las luchas fratricidas. Sólo una conciencia moral puede condenar los males de la envidia nacional y de los celos raciales. Sólo unos seres morales buscarán siempre esa perspicacia espiritual que es esencial para vivir la regla de oro. [LU 52:6.5]
La fraternidad social depende de:
4. La sabiduría política.
La madurez emocional es esencial para el dominio de sí mismo. Sólo la madurez emocional puede asegurar que las técnicas internacionales del juicio civilizado sustituirán al arbitraje bárbaro de la guerra. Los estadistas sabios trabajarán algún día por el bienestar de la humanidad aunque sigan esforzándose por promover el interés de sus grupos nacionales o raciales. La sagacidad política egoísta es finalmente suicida — perjudicial para todas aquellas cualidades duraderas que aseguran la supervivencia colectiva planetaria. [LU 52:6.7]
5. La perspicacia espiritual.
La fraternidad de los hombres está basada, después de todo, en el reconocimiento de la paternidad de Dios. La manera más rápida de llevar a cabo la fraternidad de los hombres en Urantia consiste en efectuar la transformación espiritual de la humanidad actual. La única técnica para acelerar la tendencia natural de la evolución social es la de aplicar una presión espiritual desde arriba, acrecentando así la perspicacia moral y elevando al mismo tiempo la capacidad del alma de cada mortal para comprender y amar a todos los demás mortales. La comprensión mutua y el amor fraternal son unos civilizadores trascendentes y unos factores poderosos en la realización mundial de la fraternidad de los hombres. [LU 52:6.6]
Urantia ha hecho muy pocos progresos en el desarrollo de un idioma internacional, pero se han logrado muchas cosas gracias al establecimiento de un intercambio comercial internacional. Todas estas relaciones internacionales deberían fomentarse, ya se trate de los idiomas, el comercio, el arte, la ciencia, los juegos competitivos o la religión. [LU 81:6.19, negrita añadida]
Desde los años 30, cuando recibimos esta revelación, hemos hecho algunos progresos en el área del lenguaje. El inglés se ha convertido en el idioma de los negocios en todo el mundo y casi todos nuestros estudiantes de secundaria y preparatoria están aprendiendo un segundo idioma. Además cada uno de nuestros teléfonos celulares tiene la capacidad de traducir las palabras habladas en un idioma para ser reproducidas como audio en otro idioma y así otros las escuchen.
Estos niveles elevados de vida humana se alcanzan mediante el amor supremo a Dios y el amor desinteresado a los hombres. Si amáis a vuestros semejantes, es porque habéis descubierto sus valores. Jesús amaba tanto a los hombres porque les atribuía un alto valor. Podéis descubrir mejor los valores de vuestros compañeros descubriendo sus motivaciones. Si alguien os irrita, os produce sentimientos de rencor, deberíais tratar de discernir con simpatía su punto de vista, las razones de su comportamiento censurable. En cuanto comprendéis a vuestro prójimo, os volvéis tolerantes, y esta tolerancia se convierte en amistad y madura en amor. [LU 100:4.4]
Aunque vuestra religión es un asunto de experiencia personal, es sumamente importante que lleguéis a conocer una gran cantidad de otras experiencias religiosas (las diversas interpretaciones de otros mortales diferentes) a fin de que podáis impedir que vuestra vida religiosa se vuelva egocéntrica — circunscrita, egoísta e insociable. [LU 103:1.3]
No muy distinta a estos conceptos es la idea de que la religión no es sino una búsqueda en común de la buena vida [LU 92:6.20].
No podéis amar realmente a vuestros compañeros con un simple acto de voluntad. El amor sólo nace de una comprensión completa de los móviles y sentimientos de vuestros semejantes. Amar hoy a todos los hombres no es tan importante como aprender cada día a amar a un ser humano más. Si cada día o cada semana lográis comprender a uno más de vuestros compañeros, y si éste es el límite de vuestra capacidad, entonces estáis sin duda haciendo sociable y espiritualizando realmente vuestra personalidad. El amor es contagioso, y cuando la devoción humana es inteligente y sabia, el amor es más contagioso que el odio. Pero sólo el amor auténtico y desinteresado es verdaderamente contagioso. Si tan sólo cada mortal pudiera convertirse en un foco de afecto dinámico, este virus benigno del amor pronto impregnaría la corriente de emoción sentimental de la humanidad hasta tal punto que toda la civilización quedaría envuelta en el amor, y ésta sería la realización de la fraternidad de los hombres. [LU 100:4.6, negrita añadida]
El mismo amor de Dios por el individuo engendra la familia divina de todos los individuos, la fraternidad universal de los hijos del Padre Paradisiaco dotados de libre albedrío. Y como esta fraternidad es universal, es una relación de totalidad. Cuando la fraternidad es universal, no revela la relación con cada uno, sino la relación con todos. La fraternidad es una realidad de la totalidad, y revela por tanto las cualidades del conjunto en contraste con las cualidades de la parte. [LU 12:7.10]
La fraternidad constituye una relación de hecho entre todas las personalidades en la existencia universal. Ninguna persona puede evitar los beneficios o los perjuicios que pueden surgir como resultado de una relación con otras personas. La parte se beneficia o sufre en proporción con el todo. El buen esfuerzo de cada hombre beneficia a todos los hombres; el error o el mal de cada hombre aumenta las tribulaciones de todos los hombres. Así como se mueve la parte se mueve el todo. Según sea el progreso del todo, así será el progreso de la parte. Las velocidades relativas de la parte y del todo determinan si la parte se retrasa por la inercia del todo, o si es conducida hacia adelante por el impulso de la fraternidad cósmica. [LU 12:7.11, negrita añadida]
Permítanme repetirlo: El buen esfuerzo de cada hombre beneficia a todos los hombres. Así que, aunque solo seas una persona de siete mil millones, cada cosa buena que haces beneficia a toda la humanidad. Nunca subestimes tu importancia o tu habilidad para marcar la diferencia en el mundo.
Para el hombre finito, la verdad, la belleza y la bondad abarcan la revelación completa de la realidad de la divinidad. A medida que esta comprensión de que la Deidad es amor encuentra su expresión espiritual en la vida de los mortales que conocen a Dios, se producen los frutos de la divinidad: la paz intelectual, el progreso social, la satisfacción moral, la alegría espiritual y la sabiduría cósmica. Los mortales avanzados de un mundo en la séptima etapa de luz y de vida han aprendido que el amor es la cosa más grande del universo — y saben que Dios es amor. [LU 56:10.20]
El amor es el deseo de hacer el bien a los demás. [LU 56:10.21]
El servicio, hacer el bien a los demás, es un fruto del espíritu.
Si queréis compartir el gozo del Maestro, tenéis que compartir su amor. Y compartir su amor significa que habéis compartido su servicio. Esta experiencia de amor no os libera de las dificultades de este mundo; no crea un mundo nuevo, pero hace con toda seguridad que el viejo mundo resulte nuevo. [LU 180:1.5]
Creo que todos estamos de acuerdo en que eso sería algo bueno.
[Jesús dijo en lenguaje moderno:] Desde el punto de vista de una civilización que progresa, la filiación en el reino debería ayudaros a convertiros en los ciudadanos ideales de los reinos de este mundo, puesto que la fraternidad y el servicio son las piedras angulares del evangelio del reino. La llamada al amor del reino espiritual debería llegar a ser el destructor efectivo de la incitación al odio de los ciudadanos incrédulos y belicosos de los reinos terrestres. Pero esos hijos materialistas, que se hallan en las tinieblas, nunca sabrán nada de vuestra luz espiritual de la verdad a menos que os acerquéis mucho a ellos con ese servicio social desinteresado que es el resultado natural de producir los frutos del espíritu en la experiencia de la vida de cada creyente individual. [LU 178:1.4]
La batalla de hoy contra el virus material nos ha unido en una hermandad mundial como no habíamos visto desde los días de las misiones lunares Apolo. Que sea nuestro legado de este tiempo que:
«Vinimos en son de paz por toda la humanidad.»
Paz en la tierra y buena voluntad entre toda la humanidad.
Como hombres mortales y materiales, sois en verdad los ciudadanos de los reinos terrestres, y deberíais ser buenos ciudadanos, mucho mejores por haberos convertido en los hijos renacidos de espíritu del reino celestial. Como hijos iluminados por la fe y liberados por el espíritu del reino de los cielos, os enfrentáis con la doble responsabilidad del deber hacia los hombres y del deber hacia Dios, mientras que asumís voluntariamente una tercera obligación sagrada: el servicio a la fraternidad de los creyentes que conocen a Dios. [LU 178:1.5]
No es lícito que adoréis a vuestros gobernantes temporales, y no deberíais emplear el poder temporal para hacer progresar el reino espiritual; pero deberíais manifestar por igual, a los creyentes y a los incrédulos, el ministerio equitativo del servicio amoroso. El poderoso Espíritu de la Verdad reside en el evangelio del reino, y pronto derramaré este mismo espíritu sobre todo el género humano. Los frutos del espíritu, vuestro servicio sincero y amoroso, son la poderosa palanca social que eleva a las razas que están en las tinieblas, y este Espíritu de la Verdad se convertirá en el punto de apoyo que multiplicará vuestro poder. [LU 178:1.6]
A lo largo de todas las vicisitudes de la vida, recordad siempre que debéis amaros los unos a los otros. No luchéis contra los hombres, ni siquiera contra los incrédulos. Mostrad misericordia incluso a los que abusan de vosotros maliciosamente. Mostrad que sois unos ciudadanos leales, unos artesanos honrados, unos vecinos dignos de elogio, unos parientes dedicados, unos padres comprensivos y unos creyentes sinceros en la fraternidad del reino del Padre. Y mi espíritu estará con vosotros, ahora e incluso hasta el fin del mundo. [LU 178:1.17]
Como se ha acabado el tiempo de esta sesión y de compartir este período de estudio con personas de todos los credos, razas, naciones y culturas de todo el mundo, permítanme terminar con estos pensamientos:
El viernes por la mañana, 21 de abril, el Maestro moroncial hizo su trigésima aparición. Después de desayunar con los apóstoles, Jesús dio un paseo con ellos de dos en dos.
Mientras caminaban, Jesús le dijo a Juan: «Juan, ¿me amas?» Y cuando Juan contestó: «Sí, Maestro, con todo mi corazón», el Maestro dijo: «Entonces, Juan, abandona tu intolerancia y aprende a amar a los hombres como yo te he amado. Dedica tu vida a demostrar que el amor es la cosa más grande del mundo. [LU 192:2.1]
Hagamos que esa sea también nuestra misión personal.
Una vez que empecéis a descubrir a Dios en vuestra alma, no tardaréis en empezar a descubrirlo en el alma de los otros hombres, y finalmente en todas las criaturas y creaciones de un poderoso universo. [LU 155:6.13]
Es entonces cuando aprenderemos a amarnos los unos a los otros como Jesús nos ama, a amar incluso a los que creemos que son nuestros enemigos, a amar a toda la humanidad no solo con afecto fraternal sino con el amor de un padre, el amor de EL Padre. Ese día encontraremos la verdadera paz en la tierra y la buena voluntad para todos los hombres a medida que toda la población del mundo se infecte con el virus benigno del amor.
Al enfrentarnos a esta pandemia internacional, enfrentémosla y derrotémosla juntos como la Hermandad del Hombre. Como fueron las hojas del árbol de la vida para la «curación de las naciones», que los frutos de nuestro espíritu traigan curación, esperanza, fe y seguridad eterna a toda la humanidad. Usemos nuestra luz para alejar a este mundo de la oscuridad. Pongamos nuestro amor por los demás por delante de nuestro amor por las organizaciones, razas o naciones. Cuando se trate de amor, no te laves las manos ante los problemas de sus hermanos. Extiende la mano de la amistad. No cubras tu luz, deja que brille por todas partes. No te infectes con la intolerancia y la indiferencia. Bebe la tónica de la risa. Un corazón alegre hace el bien como una medicina. No te aísles espiritualmente. Encuentra una manera de servir a los que necesitan ser servidos. Alimenta a los que tienen hambre de cuerpo y de alma. Ten buen ánimo y difunde el virus benigno del amor.
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