© 2018 Rick Lyon
© 2018 Asociación Internacional Urantia (IUA)
(Adaptación de una presentación dada en la Midwest Conference 2018)
Todos nos hemos enfrentado a una crisis familiar en algún momento (de hecho en muchos momentos) de nuestra vida. Algunas las creamos, en otras somos sus víctimas y otras simplemente suceden.
Este artículo va a tratar sobre crisis familiares. El objetivo es ayudarnos a ver cómo las crisis afectan a nuestra familia, las barreras para superar las crisis familiares, cómo hemos abordado crisis anteriores, encontrar mejores maneras de resolver crisis futuras y tal vez evitarlas.
Veamos ahora mi crisis familiar personal como ejemplo. La mayor crisis de mi familia fueron los problemas físicos y mentales de mi segundo hijo, Brad. Nació en noviembre de 1978, el mismo año que descubrí El libro de Urantia, y falleció en septiembre de 2010.
Brad tuvo problemas incluso antes de nacer, y cuando llegó el feliz día pronto fue evidente que sus problemas no habían hecho más que empezar. Su primer mes de vida estuvo lleno de vómitos explosivos y pañales sin ensuciar. Los médicos dijeron que se trataba de la fórmula de la leche y que probáramos otra diferente. Lo hicimos, y varias veces. La lactancia estaba totalmente pasada de moda en aquella época, así que ni siquiera se consideró. Confiamos en nuestro viejo médico de familia hasta que la inexperta madre de Brad estalló en un berrinche en la consulta del doctor.
El resultado fue el descubrimiento de un bloqueo intestinal llamado estenosis pilórica, que necesitaba cirugía para corregirse. Probablemente por esta razón, Brad se volvió autista y discapacitado mentalmente y nunca llegó más allá de tener una edad mental de tres años. Esto creó una gran crisis en nuestra familia. Aunque la vida con Brad tenía sus desafíos lo queríamos con todo nuestro corazón. Le llevábamos a todas partes y hacíamos todas las cosas que hacen las familias típicas para hacer que su vida y la nuestra fueran lo más «normales» posible.
La madre de Brad estuvo a punto de tener una crisis emocional. Desarrolló el síndrome del cuidador y pensaba que era la única capaz de cuidar a Brad. Luego se sintió atrapada por las circunstancias y eso la llevó a la ira y la depresión. El hermano de Brad se sentía desatendido a veces por la atención que le dábamos a Brad.
Los miembros de la familia tendían a sentir pena por Brad o a estar incómodos en su presencia y se alejaban. Muchos de ellos ofrecieron consejos que teníamos que pasar por alto o tomarlos como una ofensa.
Los médicos no querían decirnos qué le pasaba a nuestro hijo. En realidad negábamos que le pasara algo y pensábamos que saldría adelante. Intentábamos actuar de la manera más normal posible esperando que la crisis desapareciera. Al principio acudíamos el uno al otro y más adelante nos dimos la espalda. Su madre decidió que aquel era su castigo en la vida. Yo acudí a El libro de Urantia.
Leí que los padres de un hijo discapacitado tienen un 80% de probabilidades de divorciarse. Después de 22 años de matrimonio acabamos divorciándonos. Por entonces pensaba sinceramente que eso haría que mejoraran las cosas para todos, pero no fue así. Cuando Brad se volvió físicamente más grande y fuerte que su madre nos vimos obligados a hacer algo que no queríamos. Brad fue a una casa hogar de la que fue expulsado al cabo de un año, luego al hospital infantil de South Bend y después, cuando el estado cerró todas las instalaciones de salud mental infantil para reducir costes, lo trasladé a su casa con un equipo de Medicaid que lo atendía las 24 horas.
Esta es la versión resumida de nuestra crisis familiar.
Comencé a escribir un artículo titulado «La supervivencia de la mente subnormal», que me llevó unos cuantos años escribir y que comencé un par de años antes de que mi hijo falleciera. Durante ese tiempo mi manera de pensar evolucionó y el artículo también; esa fue la razón por la que me llevó tanto tiempo escribirlo. La razón para escribir el artículo adquirió mayor relevancia con la muerte de Brad.
Si alguna vez necesitan averiguar algo sobre un problema difícil o responder a una pregunta difícil, intenten escribir un artículo sobre ello, aunque no pretendan publicarlo. La investigación para escribir un artículo así es una gran terapia y ayuda a encontrar una solución, además de que puede que otros puedan beneficiarse de ella.
Pocos años después de que Brad naciera, un amigo mío tuvo un hijo con una discapacidad severa y estaba terriblemente trastornado. Le dije que primero nos echamos la culpa, luego echamos la culpa a nuestra esposa, luego echamos la culpa a Dios y después acabamos por comprender que no hay nadie a quien culpar pero nos queda la frustración del porqué. Cuando surge una crisis solemos sentir la necesidad de culpar a alguien porque no podemos aceptar que las cosas malas simplemente pasan. Queremos saber «por qué» ha sucedido. Leer las inevitabilidades de la página 51 de El libro de Urantia nos ayuda a comprender no solo el «porqué» cuando nos enfrentamos a una crisis final, sino también su necesidad.
Brad nunca tuvo a un colega ni un amigo, nunca tuvo una novia ni se casó, nunca tuvo hijos, nunca tuvo un trabajo ni formó parte de un equipo. Cuando Brad falleció, recuerdo que pedí solo los derechos de la tumba en la funeraria porque las únicas personas que asistirían al funeral serían su madre, su hermano, yo y quizás algunos familiares.
Sin embargo, el día del funeral había entre 50 y 60 personas. Ahí fue cuando me di cuenta de que la vida de Brad proporcionó a otros la oportunidad de experimentar y demostrar valentía, altruismo, esperanza, fe, lealtad y desinterés. Incluso con sus discapacidades Brad pudo servir a los demás.
El propósito de este artículo es compartir con ustedes nuestro crecimiento personal cuando buscábamos respuestas a nuestras numerosas preguntas. Quizá vean la manera en que aplicar las enseñanzas de El libro de Urantia en una situación de crisis familiar puede ayudarnos a comprender esas crisis y a reaccionar a ellas de una manera más positiva. Podemos poner las enseñanzas en acción y crecer y beneficiarnos de ellas. Espero que les traiga la misma paz que hemos encontrado en El libro de Urantia en lo que concierne a nuestro hijo a los que han experimentado o están experimentando una crisis familiar importante. Incluso Jesús experimentó varias crisis familiares que iban desde la muerte de José, la muerte del pequeño Amós, la pobreza, la enfermedad a los desacuerdos, los malentendidos y las separaciones. Y por supuesto, su mayor crisis familiar: la rebelión de Lucifer. Vean cómo trató con estas crisis para ayudarnos a tratar con las nuestras.
Así que déjenme llevarlos por la evolución de mi solución a nuestra crisis familiar. Por supuesto, mi solución no cambió las circunstancias, solo la manera en que las percibí, las comprendí y reaccioné a ellas.
Como padres de Brad nos planteamos muchas preguntas, pero las más importantes eran:
¿Por qué Brad es así? ¿Qué pasará con mi hijo cuando muramos? ¿Qué pasará con mi hijo cuando yo muera? ¿Puede sobrevivir a la muerte física una persona que no tiene una mente normal?
Luché contra estas preguntas durante muchos años, y sospecho que todos los padres de hijos mentalmente discapacitados también.
La primera pregunta, «¿por qué Brad es así?», es la que se plantean todos los padres de un hijo discapacitado, y la siguiente suele ser «¿por qué Dios dejó que pasara?». O algo peor: «¿por qué Dios le hizo esto a mi hijo?». La conclusión a la que llegué fue que vivimos en un mundo material con cuerpos materiales y que, como cualquier cosa material de un mundo imperfecto, a veces se rompe, sale mal o se acaba deteriorando.
Jesús dijo: En las cosas de la enfermedad y de la salud, deberíais saber que esos estados físicos son el resultado de causas materiales; la salud no es la sonrisa del cielo, ni la aflicción el enojo de Dios. [LU 166:4.10]
Las dificultades de la vida de Brad no eran de ningún modo una señal de la falta de favor ante Dios. Brad fue simplemente una víctima inocente de uno de los accidentes materiales del tiempo. Estas incidencias no están predispuestas o creadas por las fuerzas espirituales del reino. Nuestro Padre no nos causa ni nos envía dolor ni sufrimiento.
El Padre hace caer su lluvia sobre los justos y los injustos; el Sol brilla de igual manera sobre los virtuosos y los perversos… [LU 166:4.4]
Creo que esta cita quiere decir que le pasan cosas malas a gente buena, igual que le pasan cosas buenas a gente mala. Las situaciones de la vida son diferentes para cada persona, pero nuestra vida está hecha de buenos y malos acontecimientos, sin importar quiénes somos o qué tipo de persona somos. Si he aprendido algo en mis 65 años de vida en este planeta es que las cosas buenas suelen proceden de malas experiencias. Suele haber un beneficio en el sufrimiento o en las dificultades y decepciones de la vida.
Entonces ¿por qué nos pasan cosas malas o que percibimos como malas?
En El libro de Urantia nos dicen:
Las incertidumbres de la vida y las vicisitudes de la existencia no contradicen de ninguna manera el concepto de la soberanía universal de Dios. La vida de cualquier criatura evolutiva está asaltada por ciertas inevitabilidades. Examinad las siguientes::
La valentía — la fuerza de carácter — ¿es deseable? Entonces el hombre debe educarse en un entorno donde sea necesario luchar contra las dificultades y reaccionar ante las decepciones. [LU 3:5.6]
El altruismo — el servicio a los semejantes — ¿es deseable? Entonces la experiencia de la vida debe proporcionar situaciones donde se encuentren desigualdades sociales. [LU 3:5.7]
La esperanza — la grandeza de la confianza — ¿es deseable? Entonces la existencia humana debe enfrentarse continuamente con inseguridades e incertidumbres recurrentes. [LU 3:5.8]
La fe — la afirmación suprema del pensamiento humano — ¿es deseable? Entonces la mente del hombre ha de encontrarse en esa situación incómoda en la que siempre sabe menos de lo que puede creer. [LU 3:5.9]
El placer — la satisfacción de la felicidad — ¿es deseable? Entonces el hombre debe vivir en un mundo donde la alternativa del dolor y la probabilidad del sufrimiento son posibilidades experienciales siempre presentes. [LU 3:5.14]
También nos dicen que la mayor aflicción es no haber estado nunca afligido. A menudo lo malo de la vida nos hace apreciar lo bueno. Es la fealdad de este mundo la que nos hace apreciar la belleza de la creación de Dios. El potencial del mal es el que nos da la oportunidad de elegir el bien. Las estrellas se distinguen mejor en el aislamiento solitario de las profundidades experienciales, no en las cimas de las montañas iluminadas y extáticas.
En la mente de Dios hay un plan pero, como mortales de este diminuto y aislado mundo material, es casi imposible para nosotros comprender ese plan. Aunque a veces nos cuestionemos las maneras de Dios y nos preguntemos por qué las cosas pasan como pasan, todo lo que podemos hacer es creer y poner nuestra fe en Dios y en la sabiduría de Su plan, pues sabemos que nuestro Padre nos ama incondicionalmente y nunca haría nada que nos causara daño.
Las maneras de Dios son verdaderas, bellas y buenas. La verdad, la belleza y la bondad que nos inculca el espíritu que mora en nuestro interior son las que nos llevan a amar a nuestros hijos, a nuestros nietos, los unos a los otros y a los que son difíciles de amar.
Algo salió mal durante el desarrollo material del cuerpo de Brad. Sus dificultades y nuestras decepciones nos dieron valor para luchar por su felicidad y bienestar. La injusticia de la situación de Brad inspiró a mucha gente a servir como cuidadores y ese servicio sin duda trajo satisfacción espiritual. La incertidumbre de su supervivencia y la razón de sus problemas hicieron que tuviéramos fe, porque creíamos más que sabíamos sobre la vida de Brad y su futuro. El dolor y sufrimiento de Brad nos hizo apreciar nuestra propia salud y felicidad, la de su hermano y la de nuestro nieto. Cuidar a Brad nos hizo desinteresados, pues elegimos poner sus necesidades por encima de las nuestras.
La segunda pregunta, «¿Qué pasará con Brad cuando muramos?», estaba relacionada con el cuidado de Brad mientras estuviera en Urantia. Puesto que Brad se fue antes que nosotros ya no nos preocupa. Sin embargo, déjenme compartir esta cita, que creo está relacionada con la vida de Brad como mortal.
La enseñanza sobre los ángeles guardianes no es un mito; algunos grupos de seres humanos tienen realmente ángeles personales. En reconocimiento de este hecho, Jesús, cuando habló de los niños del reino celestial, dijo: «Tened cuidado de no menospreciar a ninguno de estos pequeños, pues os digo que sus ángeles perciben continuamente la presencia del espíritu de mi Padre.» [LU 113:1.1]
En un principio, los serafines fueron asignados claramente a las distintas razas de Urantia. Pero desde la donación de Miguel son asignados con arreglo a la inteligencia, la espiritualidad y el destino humanos. Intelectualmente, la humanidad está dividida en tres clases: [LU 113:1.2]
La primera clase es:
… Los humanos con una mente subnormal — aquellos que no ejercen un poder normal de voluntad; aquellos que no toman decisiones ordinarias. Esta clase abarca a los que no pueden comprender a Dios; les falta capacidad para adorar inteligentemente a la Deidad. Los seres subnormales de Urantia tienen asignado un cuerpo de serafines, una compañía, con un batallón de querubines, encargados de servirlos y de vigilar que se les manifieste justicia y misericordia en las luchas por la vida en la esfera.
Si Brad hubiera sobrevivido a sus padres, los ángeles guardianes habrían seguido vigilándolo. Las otras dos clases de intelecto son el tipo de mente humana promedio, normal, y el tipo de mente supernormal.
La tercera pregunta es: «¿Qué pasará con Brad cuando yo muera?». Si estudiamos cosas como las guarderías planetarias y los que tienen una mente subnormal, puede que encontremos una respuesta. Esta pregunta siempre surgía en el grupo de estudio en algún momento a causa de mi hijo Brad.
Como Brad no tenía una mente normal, ¿quería decir eso que era simplemente un animal, no humano? Como no podía hacer una elección moral (o al menos una elección moral que pudiéramos percibir), ¿era incapaz de recibir un Ajustador? Si no podía recibir un ajustador, ¿era menos que humano?
Así que he aquí una lista de preguntas para que las consideren. Les animo también a usarlas en su grupo de estudio.
¿Cuál es o fue nuestra crisis familiar?
¿Cuál era o será el resultado?
¿Cómo reaccioné a la crisis?
¿Dije o hice algo para crear la crisis, para que empeorara o para prolongarla?
¿Qué dice El libro de Urantia que pueda ayudarme a encontrar una buena solución para nuestra familia o para hacerlo mejor la próxima vez? Intenten responder a estas preguntas desapasionadamente.
He aquí como utilicé El libro de Urantia para abordar mis crisis familiares.
¿Sobrevive a la muerte física una persona con mente subnormal? Déjenme señalar esto:
Los finalitarios, los Melquisedec, los serafines, los querubines y los padres supervivientes están todos implicados en la vida mortal y posmortal de estas almas sin desarrollar. Se proporciona educación y formación en las escuelas receptoras de los pequeños con el fin de preparar a estos hijos del tiempo para la aventura definitiva. Un cuerpo de serafines y un batallón de querubines vigilan la vida mortal de los que tienen una mente subnormal. Parece que se dedican muchos esfuerzos a cuidar de los hijos imperfectos de este imperfecto mundo material, por lo que deben tener un valor potencial de supervivencia. Hay en El libro de Urantia una frase que está toda en cursiva:
En todo el extenso universo, nunca se pierde nada que tenga un valor de supervivencia. [LU 109:3.2]
Vemos en El libro de Urantia que el potencial es muy importante, pues lo importante no es lo que somos sino lo que llegamos a ser. En este universo espiritual sospecho que solo el valor espiritual real o potencial merece el esfuerzo de los ángeles y los seres espirituales. Ahora creo que nos aseguran que las dificultades materiales y las imperfecciones físicas de la vida mortal de Brad no lo siguen ni obstaculizan su potencial de tener una vida espiritual eterna, y de ningún modo impiden su supervivencia y la consecución de la presencia de Dios.
Ahora creo que debido a la paciencia, tolerancia, comprensión y compasión misericordiosa del cuerpo gobernante de Orvontón y Nebadón se le otorgará a Brad un tiempo extra y más oportunidades para que tome su decisión y no se vea privado de la alegría eterna de llevar a cabo la carrera ascendente.
No lograr tomar ahora una decisión final respecto a Dios antes de la muerte física no evitará que Brad sobreviva y avance por los mundos mansión. Los obstáculos mentales de mi hijo no evitarán que se le den plenas y amplias oportunidades de tomar una decisión irrevocable, consciente y final.
Ahora estoy convencido de que Brad está ahora durmiendo, esperando a que su madre o yo lleguemos y le despertemos en el mundo mansión. Allí, quizá por primera vez, hará una elección clara y consciente sobre su futuro.
Creo que una de las lecciones más grandes de El libro de Urantia es que «hay un plan en la mente de Dios», y que el universo es amistoso y todo trabaja para el bien. Aunque la muerte de Brad fue dolorosa para nosotros, algo bueno ha surgido de ella. Hice el panegírico de mi hijo porque era lo último que podía hacer por él. Aquellos que me conocen personalmente saben lo difícil que es para mí hablar en público. Ese panegírico me permitió compartir enseñanzas de El libro de Urantia con familia y amigos a los que no hubiera podido llegar de otro modo.
Cité valientemente el libro y mencioné su título en el panegírico.
El director de la funeraria me dijo que en 15 años de oficio ese había sido el mejor panegírico que había escuchado jamás. Y todo procedía directamente de El libro de Urantia.
Un par de semanas después, mis dos hermanas aparecieron en mi grupo de estudio. Vinieron por lo que había dicho en el funeral de Brad. La madre de Brad (Deborah) ha sentido culpa durante años debido a la situación de Brad, pero las palabras de El libro de Urantia se llevaron la culpa y el miedo que yo no conseguí quitarle.
Los colegas del trabajo enviaron flores para Brad. Les di las gracias por sus condolencias y envié un correo a unas 750 personas de mi empresa que decía: «Aunque estamos tristes por la pérdida de Brad y le echamos mucho de menos, estamos ilusionados por él porque sabemos que «la muerte solo es el comienzo de una carrera de aventuras sin fin, de una vida perpetua de anticipaciones, de un eterno viaje de descubrimientos», y añadí la página y el párrafo de El libro de Urantia. Recibí una media docena de respuestas amables que hacían comentarios sobre esa afirmación.
Y esta es la historia de mi viaje progresivo respecto a mi hijo, a su futuro eterno y a nuestra crisis familiar. Luché durante años y pasé de creer que mi hijo no sobreviviría y esperar estar equivocado a estar convencido de que ha sobrevivido y esperar con ilusión comprobar su crecimiento y progreso futuros en servicio a nuestro Padre. Pasé de creer que Brad no tenía valor de supervivencia potencial a estar convencido de ese hecho y a esperar con ilusión el día en que lo vea de nuevo.
Pasé de sentirme responsable de sus desventajas y de la decepción de que él se perdiera la oportunidad de experimentar la aventura final a conocer que pronto podría comunicarse con una mente clara y en funcionamiento, con un cuerpo morontial nuevo y mejorado y, una vez más, disfrutar del amoroso abrazo de un padre para su hijo.
He aquí un par de citas definitivas sobre las crisis:
Rodán dijo: Pero el mejor de todos los métodos para solucionar los problemas lo he aprendido de Jesús, vuestro Maestro. Me refiero a lo que él practica con tanta perseverancia, y que tan fielmente os ha enseñado: la meditación adoradora en solitario. En esta costumbre que tiene Jesús de apartarse con tanta frecuencia para comulgar con el Padre que está en los cielos, se encuentra la técnica, no sólo para acumular las fuerzas y la sabiduría necesarias para los conflictos ordinarios de la vida, sino también para apropiarse de la energía necesaria para resolver los problemas más elevados de naturaleza moral y espiritual. [LU 160:1.10]
El Maestro sabía muy bien que muchos de sus seguidores estaban preparándose mentalmente, de manera lenta pero segura, para rechazarlo definitivamente. También sabía que muchos de sus discípulos estaban pasando, de manera lenta pero segura, por esa preparación de la mente y esa disciplina del alma que les permitiría triunfar sobre las dudas y afirmar valientemente su fe completa en el evangelio del reino. Jesús comprendía plenamente cómo se preparan los hombres para las decisiones de una crisis y para llevar a cabo acciones repentinas basadas en elecciones valientes, mediante el lento proceso de elegir reiteradamente entre el bien y el mal en las situaciones recurrentes. A sus mensajeros elegidos los sometió a repetidas desilusiones y les proporcionó frecuentes oportunidades de pruebas para que escogieran entre la buena y la mala manera de enfrentarse a las dificultades espirituales. Sabía que podía confiar en sus seguidores, que cuando se enfrentaran con la prueba final, tomarían sus decisiones esenciales de acuerdo con las actitudes mentales y las reacciones espirituales habituales adquiridas anteriormente. [LU 153:1.3]
Quizás las repetidas crisis de nuestra vida son este mismo tipo de entrenamiento para nosotros. En las crisis nos exponemos a los altibajos de la vida, la alegría de la victoria y la agonía de la derrota hasta que desarrollamos buenos hábitos de resolución de problemas sin desmoronarnos durante una crisis ni enorgullecernos demasiado por nuestros éxitos.
Antes de que Jesús fuera colocado en su cruz, los dos bandidos ya habían sido situados en las suyas, maldiciendo y escupiendo continuamente a sus verdugos. Las únicas palabras de Jesús mientras lo clavaban en el travesaño fueron: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.» No podría haber intercedido con tanto amor y misericordia a favor de sus verdugos, si estos pensamientos de devoción afectuosa no hubieran sido el móvil principal de toda su vida de servicio desinteresado. Las ideas, los móviles y los anhelos de toda una vida se revelan abiertamente en una crisis. [LU 187:2.4]
¿Qué nos dicen sobre nosotros mismos nuestras palabras, acciones y sentimientos, nuestros correos electrónicos, tuiteos y publicaciones de Facebook durante crisis anteriores? ¿Qué nos dice esto sobre lo que debemos hacer para gestionar mejor las crisis en nuestra familia? Cuando termina una crisis todos tenemos cosas que desearíamos haber dicho, cosas que desearíamos no haber dicho, cosas que desearíamos haber hecho y cosas que desearíamos no haber hecho.
Lo peor de una gran crisis familiar es que casi siempre destroza a la familia. La ira, el resentimiento y el dolor a menudo duran toda la vida, a veces pasan a las generaciones futuras y una buena familia se destruye durante el proceso. Es muy difícil que una familia repare el daño y recomponga lo que alguna vez tuvieron o siempre quisieron.
Pero ¿y si pudiéramos aprender a reconstruir a nuestras familias? ¿Qué pasaría si nosotros, como estudiantes y maestros de la revelación Urantia, pudiéramos ser los primeros en enseñar a otros cómo recomponer familias rotas? ¿Qué pasaría si pudiéramos averiguar cómo volver a juntar a Humpty Dumpty de nuevo? ¿Qué pasaría si pudiéramos ser ejemplos brillantes de lo que son las familias de verdad y cómo pueden recuperarse de las crisis? ¿Qué pasaría si pudiéramos averiguar cómo prevenir las crisis familiares en primer lugar?
¿Podemos comenzar a guiar a nuestras familias hacia las relaciones amorosas que representan a la familia de Dios ante los demás y que demuestran el amor de nuestro Padre paradisíaco hacia todos? ¿Podemos ser ejemplos del afecto paternal de Cristo Miguel y del Espíritu Madre?
¿Podemos ser el esposo-padre, la esposa-madre que Dios quiere que seamos y que tenemos el potencial de llegar a ser?
Entonces, cambiemos un poco de marcha.
El cristianismo se enfrenta seriamente con la sentencia incluida en uno de sus propios lemas::
«Una casa dividida contra sí misma no puede subsistir». El mundo no cristiano difícilmente capitulará ante una cristiandad dividida en sectas. El Jesús vivo es la única esperanza de una posible unificación del cristianismo. La verdadera iglesia — la fraternidad de Jesús — es invisible, espiritual y está caracterizada por la unidad. [LU 195:10.12]
En El libro de Urantia podemos ver que ha habido muchas separaciones y divisiones en el pasado dentro de la comunidad de creyentes en Jesús. Abner se separó de los apóstoles. Natanael se separó de los apóstoles cuando cambiaron el evangelio. Se produjo el gran cisma de 1054, que provocó la separación final entre las Iglesias cristiana oriental y la Iglesia occidental dirigida por el Papa León IX que no terminó (más o menos) hasta 1965.
Cada grupo religioso importante ha sufrido una o múltiples divisiones o cismas que suelen basarse por lo general en disputas por la sucesión, el poder político o los desacuerdos doctrinales. Además, suele haber tres divisiones dentro de tales grupos que representan diferentes tipos de creencias: puntos de vista conservadores, moderados y liberales.
Aunque todos sentimos y compartimos la unidad espiritual personal como individuos dentro de nuestra comunidad Urantia, vemos estas mismas diferencias organizativas y personalidades de membresía dentro de nuestras organizaciones Urantia. ¿Nos llevará 911 años resolver nuestra crisis? Estoy convencido de que no.
¿Cómo podemos prepararnos o prevenir futuros desacuerdos dentro de la comunidad Urantia que crece rápidamente en todo el mundo? ¿Qué podemos hacer personalmente para ayudar a que nuestra familia Urantia vuelva a estar unida?
Ahora mismo estamos experimentando una gran crisis familiar dentro de nuestra familia Urantia. Muchas personas culpan de esta crisis a alguien que sin duda hizo lo que pensó que era correcto de la mejor manera que sabía, pero una persona no puede crear una crisis.
Las reacciones de cada una de las partes contribuyeron a la crisis. Algunos de los problemas se resolvieron por sí mismos o se hicieron menos importantes con el tiempo, pero quedan algunos por resolver. Sin embargo, muchas personas están trabajando para resolver esta crisis y los problemas que antes parecían insuperables ahora se consideran áreas potenciales de negociación. La unidad ya no se ve como algo imposible de lograr, sino como una cuestión de «cuándo y cómo podemos lograrlo». ¿Cómo será este movimiento unificado en el futuro?
Esta crisis comenzó aproximadamente en 1989. Solo un puñado de personas vivas hoy en día realmente saben lo que provocó la crisis. A nuestros jóvenes estudiantes y líderes no les importa lo que sucedió por aquel entonces. Para ellos lo importante es hoy y mañana.
Hace poco me reuní con un equipo de personas para lo que llamamos la Iniciativa de Unidad. Una persona que estuvo directamente implicada en el cisma Urantia me dijo: «Cuando miro atrás, me cuesta creer algunas de las cosas que dije y que hice». Otra dijo: «Podríamos y deberíamos haberlo hecho las cosas de otra manera».
Es obvio que muchas personas de ambos bandos podrían haber hecho las cosas de otra manera y todos nosotros, yo incluido, hemos dicho cosas que desearíamos no haber dicho.
Quizás el problema real no es lo que sucedió en 1989 sino lo que sucede en 2018. Quizás esta separación sea un campo de entrenamiento para nosotros, así como Jesús entrenó a su organización de apóstoles para lidiar con las crisis y los desacuerdos. ¿Cómo podemos resolver nuestro cisma? ¿Qué bien podemos cosechar de nuestra crisis familiar? Incluso la rebelión de Lucifer produjo mucho más bien que mal.
¿Estamos preparados para la creciente ola de interés y de estudiantes de El libro de Urantia? ¿Qué imagen proyectaremos cuando esa ola rompa en nuestra orilla? Ojalá sea una imagen de amor y unidad entre nosotros, ya sea que todos estemos en una organización o quizás en una unión de organizaciones, que atraiga a todos los que llamarán pronto a nuestra puerta.
Creo que nuestra comunidad en este momento es como el consejero matrimonial que se está divorciando. Se supone que nosotros somos los que nos amamos como Jesús nos ama. Se supone que debemos ser los que tienen una relación personal cercana con el Dios del cielo y que han elegido hacer su voluntad. Se supone que somos los que amamos incluso a nuestros enemigos.
Somos los que tienen una revelación de la verdad y son conscientes de Dios, nacidos del espíritu como hijos de luz y vida, que no temen predicar la buena nueva de la vida eterna a los semejantes que languidecen en la oscuridad y anhelan el pan de vida y la luz de la verdad. Somos los que usamos nuestra fe para revelar la luz de la verdad al mundo, los que comparten esta quinta revelación de época para abrir los ojos a los ciegos por la tradición.
Somos aquellos cuyo servicio amoroso destruye efectivamente los prejuicios engendrados por la ignorancia. Somos los que deben atraer a sus semejantes con simpatía comprensiva y entrega desinteresada para llevarlos a un conocimiento salvador del amor del Padre. Somos los que no debemos esconder nuestra luz debajo de un almud. Somos los que se supone que deben dar a conocer el amor y la misericordia de Dios a toda la humanidad. Nosotros somos los que hemos recibido diez talentos.
Solemos huir de los hechos de una experiencia desagradable a través del miedo, pero hemos sido bautizados con el Espíritu de la Verdad para salir con valentía y alegría a fin de encontrar las nuevas experiencias de proclamar la buena nueva de la vida eterna en el reino de Dios.
Somos los hijos de la verdad y la luz, por lo tanto no debemos tropezar con los enredos y malentendidos de la sospecha y la intolerancia humana debido a algo que ocurrió hace treinta años entre personas que la mayoría de nosotros ni siquiera conocemos o hemos conocido.
Si estamos ennoblecidos por la gracia de la fe para amar a los incrédulos, ¿no deberíamos amar igualmente a los que son nuestros compañeros creyentes en la extensa casa de la fe y la quinta revelación de época? Recuerden que cuando nos amamos los unos a los otros, todos los hombres sabrán que somos discípulos de Jesús. Y creo que el conocimiento derribará el miedo a «nuestra nueva religión» y esta revelación de época.
Jesús dijo:
«Id pues a proclamar por todo el mundo, a todas las naciones y razas, este evangelio de la paternidad de Dios y de la fraternidad de los hombres, y sed siempre sabios en la elección de vuestros métodos para presentar la buena nueva a las diferentes razas y tribus de la humanidad. Habéis recibido gratuitamente este evangelio del reino, y aportaréis gratuitamente la buena nueva a todas las naciones. No temáis la resistencia del mal porque siempre estoy con vosotros, incluso hasta el fin de los tiempos. Mi paz os dejo.» [LU 191:4.4]