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Qué es esto? | Luz y Vida — Núm. 28 — Marzo 2012 — Índice | La difusión de El Libro de Urantia en Canarias |
工 n esta tercera entrega, abordaremos lo que podríamos considerar como un hecho ya acaecido y, en contra de lo que nos hemos encontrado con entregas anteriores de esta sección, veremos que los Reveladores dan información que difería de la comúnmente aceptada en la época.
Recordando lo indicado en LU 101:4.2, Documento 101 «La naturaleza real de la religión», 4. LAS LIMITACIONES DE LA REVELACIÓN, copio textual:
«Sabemos muy bien que los hechos históricos y las verdades religiosas de esta serie de presentaciones revelatorias permanecerán en los anales de las épocas venideras, pero dentro de pocos años muchas de nuestras afirmaciones relacionadas con las ciencias físicas necesitarán una revisión a consecuencia de los desarrollos científicos adicionales y de los nuevos descubrimientos»
¿Podríamos considerar la descripción de la formación de nuestro sistema solar como un hecho histórico, o deberíamos incluirlo en el apartado de afirmaciones relacionadas con las ciencias físicas que pueden necesitar una revisión en el futuro?
Encontramos que la idea vertida en el LU era contraria a las teorías oficiales y comúnmente aceptadas sobre la formación del sistema solar, y es ahora a principios del siglo XXI cuando empieza a caber entre la comunidad científica una idea muy similar a la propuesta en 1955 por el LU.
Veamos el punto de vista de la ciencia de la época de la edición del LU y que ha llegado hasta nuestros días.
La hipótesis que se ha venido manteniendo sobre la formación del sistema solar es la hipótesis nebular, propuesta por primera vez por Emanuel Swedenborg. En 1775 Immanuel Kant, quien estaba familiarizado con el trabajo de Swedenborg, desarrolló la teoría más ampliamente. Una teoría similar fue formulada independientemente por Pierre-Simon Laplace en 1796. La teoría nebular sostiene que hace 4.600 millones de años el sistema solar se formó por un colapso gravitacional de una nube molecular gigante. Aunque ya Descartes en 1644 propuso una teoría nebular para la explicación de la aparición de planetas.
Haciendo un brevísimo resumen, y sin entrar en detalles, podemos considerar que tenemos en el escenario cósmico una enorme nube gaseosa que se va condensando de manera que en su centro aparecerá una estrella y a su alrededor irán quedando, como gotas, otros cuerpos más pequeños que serán sus futuros planetas y satélites. Fenómeno que ilustra el dibujo siguiente:
Aunque el modelo de la hipótesis nebular se ha ido refinando con la adición de nuevos conceptos para ir dando cuenta de las observaciones, la aparición reciente de planetas extrasolares ha hecho que el modelo nebular deje de ser, en algunos casos, coherente con los datos experimentales. Y se están buscando explicaciones alternativas.
Así, recientemente se ha desarrollado un nuevo modelo de formación de sistemas solares: la Teoría de la Captura. Esta teoría sostiene que la gravedad de un objeto errante podría extraer materia del Sol, que luego se condensaría y enfriaría formando los planetas. Este modelo explica características del sistema solar no explicadas por el modelo nebular. Sin embargo, la Teoría de la Captura ha sido criticada por el hecho de que supone una edad diferente para el sol y para los planetas, cuando existen pruebas de que el Sol y el resto del Sistema Solar fue formado aproximadamente en la misma época, lo que modelos más aceptados sí que consiguen explicar.
Veamos qué dice el LU sobre la formación de nuestro sistema solar, y sorprende que responde a la pregunta que se plantea actualmente la ciencia: ¿se formó antes el Sol que los planetas?
Sugiero leer el Documento 57. Comienza con la historia de la formación de nuestro Sol. El primero en originarse fue el Sol, que aparece en escena hace 6.000 millones de años, formado de una segunda generación de soles producidos en su mayoría por una gran nebulosa.
LU 57:5.3, Documento 57, «El origen de Urantia»:
«El escenario del espacio local estaba así preparado para el origen excepcional de Monmatia, nombre de la familia planetaria de vuestro Sol, el sistema solar al que pertenece vuestro mundo. Menos del uno por ciento de los sistemas planetarios de Orvonton han tenido un origen semejante.»
De momento nos revela que fue un origen poco usual. Tenemos en escena un Sol relativamente aislado que ya ha atraído hacia sí mismo una parte de los escombros que tenía cerca, producidos en el seno de la nebulosa inicial, residuos incluso de su propia formación.
Y entra en escena en una enorme nube estelar ajena en principio al propio Sistema Solar: «Hace 4.500.000.000 de años, el enorme sistema de Angona empezó a aproximarse a los alrededores de este Sol solitario. El centro de este gran sistema era un gigante oscuro del espacio, sólido, muy cargado y con una enorme atracción gravitatoria.» LU 57:5.4
Además, hemos de contar con que nuestro Sol era una estrella variable, que tenía períodos de contracción y expansión, en los que lanzaba al espacio enormes lenguas de material solar que en la mayoría de las ocasiones por efecto de la gravedad volvían a caer sobre el mismo Sol.
En la anterior imagen podemos ver la eyección de parte de la corona solar (comparada con el tamaño de Júpiter y la Tierra). Este fenómeno se repite con cierta frecuencia incluso en nuestros días.
Angona pasa lo suficientemente cerca como para hacer que, en unas de estas intensas erupciones del Sol, la materia eyectada se separara parcialmente del Sol, dando lugar a 12 planetas.
Júpiter y Saturno se consideran como porciones del Sol que durante un corto tiempo brillaron como estrellas, y se han ido enfriando desde entonces.
Angona no se llevó nada del entorno del Sol, pero sí perdió tres grandes cuerpos y otros materiales que acabaron recogidos por la gravedad de Júpiter y Saturno. Así lo atestiguan los movimientos retrógrados de alguno de sus satélites.
Podríamos llegar a la conclusión de que, en la actualidad, la ciencia y el LU presentan versiones muy próximas tanto en cuanto a fechas como al modelo de formación de nuestro sistema solar.
Quizá los reveladores juegan con nosotros… nos presentan verdades disfrazadas, para que no nos quede más remedio que investigar. Tiendo a creer que lo que está asentado en el LU como un hecho ha de tener el valor de hecho histórico, y que realmente ha acaecido tal y como lo han descrito los Reveladores. Pero tampoco es una certeza absoluta.
La Ciencia va dando pasos y en su recorrido unas veces se aproxima y otras se aleja de los contenidos del LU.
En esta sección estaremos atentos a estos vaivenes…
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