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El universo es un lugar increíblemente grande | Luz y Vida — Núm. 39 — Marzo 2015 — Índice | Cuestionario urantiano: Mariano Pérez |
¿Por qué el universo es tal y como lo contemplamos?. La respuesta que se estilaba hace 500 ó 600 años, y que a la luz de los conocimientos de hoy nos resultaría infantil y completamente superada, sería algo así: «Dios lo ha creado así». O dicho de otro modo, hay un Dios que lo hace todo y todo lo hace perfecto. No necesito preguntarme nada porque todo lo ha diseñado y creado Él.
Ciertamente, con aquella forma de pensar el avance científico se ralentizaba, estaba paralizado hasta que surgieron pensadores que se atrevieron a ir contra esa forma de ver el mundo. Gracias a Dios, hubo mentes que fueron capaces de sacudir esa visión infantil de las cosas y se plantearon que el lugar de Dios no estaba inmediatamente detrás de cada interrogante.
Con el paso del tiempo, y después de todo el avance científico-tecnológico que hemos vivido, la humanidad ha crecido, ha evolucionado. Ya no somos niños, ahora quizá estemos disfrutando de una etapa de adolescencia de la humanidad, ufanándonos de nuestra fuerza, de nuestra inventiva, de nuestra capacidad de conocer el universo. Nos ha llegado la época de la rebeldía. Así, estamos convencidos de que, para conocer lo que nos rodea, no necesitamos a nadie fuera de nosotros mismos, y lo que nos falta para completar el conocimiento es sólo cuestión de tiempo, ya lo averiguaremos. Tenemos mente suficiente para ello.
Esta afirmación evidentemente es una caricatura, pero intenta reflejar la esencia de lo que hoy muchos hombres de ciencia defienden.
Después del esfuerzo científico para conocer y explicar la realidad que nos envuelve, después de ser capaces de encontrar explicación para muchísimas cosas, surgen unos aspectos de nuestras mediciones ante los que las teorías enmudecen.
Existen una serie de parámetros físicos cuyos valores no son predichos en modo alguno por las teorías. En principio las t eorías pueden funcionar independientemente de los valores que tomen esas magnitudes físicas, y sin embargo los valores que toman son muy precisos y están ajustados de una manera nada arbitraria. Los hemos podido medir con mucha precisión, y lo sorprendente es que esos valores posibilitan que el universo sea tal y como lo observamos. Alguno de esos valores son la velocidad de la luz en el vacío, la carga del electrón, las masas en reposo de electrones, neutrones y protones, la constante de gravitación, etc.
En nuestra concepción actual del universo, consideramos un «principio cosmológico» en la que no nos queda más remedio que suponer que en todo el universo existen las mismas propiedades locales. Es decir, que lo que aquí conocemos funciona exactamente igual en todas las partes del cosmos observable. Y puede que así sea. LU 2:7.2 Los hechos físicos son bastante uniformes…
La ciencia de hoy día está sorprendida, pues se ha dado cuenta de que, si alguno de esos valores fueran ligeramente diferentes a lo que son, el universo tal y como lo observamos no podría existir…y nosotros como sus observadores tampoco existiríamos. ¿Cómo es posible que esos valores estén tan afinados, y sean los que son, de manera que el universo sea tal y como lo contemplamos y permita nuestra misma existencia? ¿Cómo han podido confabularse de esta manera?
Una vez más, estamos ante otra versión de la misma pregunta inicial. La respuesta (que muestra falta de madurez evolutiva, bajo mi punto de vista) ha sido admita por la comunidad científica como «principio antrópico», que a riesgo de reducirla en exceso, vendríamos a resumir como «el universo es como es, porque nosotros existimos». Y efectivamente no deja de ser cierto, porque si fuera diferente, posiblemente no estaríamos como observadores.
¿Pero realmente se está respondiendo a la pregunta inicial? Tanto la respuesta de hace varios siglos como la actual, ¿no dan la impresión de que tratan de soslayar algo? Quizá ha llegado el momento de que la ciencia vuelva los ojos a la realidad de que el universo ha sido diseñado con un propósito…de que hay unas mentes que diseñan y organizan de una manera tan magistral que todo parece funcionar de una manera automática, de alguna forma mecanicista.
La soberanía de Dios es ilimitada; es el hecho fundamental de toda la creación. El universo no era inevitable. El universo no es un accidente, ni existe por sí mismo. El universo es un trabajo de creación y por eso está totalmente sujeto a la voluntad del Creador. LU 3:6.2
Si nos negamos a admitir que los valores de las constantes son los que son porque así reproducen el cosmos en el que nos encontramos y han sido elegidos de una manera muy cuidadosa; si nos negamos a admitir una intervención mental con voluntad y propósito, eso nos lleva a tener que especular con un sinfín de suposiciones enormemente fantasiosas, como sería admitir infinitos universos paralelos al nuestro en el que cada uno difiere en un valor infinitesimal de una de las características de cada una de las partículas que lo componen. Universos que, por otro lado, no tendríamos ninguna posibilidad de contactar. O bien tendríamos que buscar alternativas de que en otros sitios (a los que no tenemos acceso) se han formado y han evolucionado según sus propios parámetros infinidad de universos, cada uno con valores diferentes de las distintas constantes físicas universales. Nosotros estamos en uno de ellos y es el que nos es dado observar. O bien, a lo largo de eras interminables, se han ido sucediendo universos alternativos hasta que la casualidad ha permitido que confabulen esos valores para traer a la existencia el universo que conocemos.
En fin, en la época actual parece que cualquier argumentación es admisible antes que sucumbir a la idea de la que huimos desde el principio: que hay una mente, una inteligencia entre bambalinas que ha dispuesto las cosas para que se dé el escenario que estamos contemplando.
Creo que la humanidad daría un gran salto evolutivo si se alejara de una vez de los prejuicios, como fue capaz de hacer tras la Edad Media, si se alejara de la idea preconcebida y admitiera la posibilidad de que hay una función, de que existe un propósito inteligente en todo lo que nos rodea. Que la idea de un Dios ha de permanecer en su sitio, y sin duda no es al margen por completo de la realidad física.
El Libro de Urantia nos revela que el universo no es un accidente, sino algo generado por la voluntad del Creador, y este mismo Creador controla el «poder», es decir, todas las formas de energía que son sensibles a la gravedad lineal, a la gravedad que nosotros conocemos.
Dios controla todo el poder; ha trazado «un camino para el rayo»; ha ordenado los circuitos de todas las energías. Ha decretado el momento y la manera de manifestarse de todas las formas de energía materia. LU 3:2.4
3. El poder del universo incluye todas las formas de energía que son directamente sensibles a la gravedad lineal, aunque todavía responden a la gravedad del Paraíso. Es el nivel electrónico de la energía-materia y de todas sus evoluciones posteriores. LU 0:6.7
Esperemos que la ciencia vuelva poco a poco a colocar y permitir que las cosas estén en su sitio. Colocar a Dios detrás de cada interrogante supuso un estancamiento del progreso. De la misma manera, ignorar que hay un propósito inteligente en el diseño del universo retrasará nuestro conocimiento profundo de él.
El universo es un lugar increíblemente grande | Luz y Vida — Núm. 39 — Marzo 2015 — Índice | Cuestionario urantiano: Mariano Pérez |