© 1980 The Urantia Book Fellowship (anteriormente Urantia Brotherhood)
Homenaje a una generación que pasa | Número de invierno de 1980 — Índice | El concepto de raza en el libro de Urantia |
En algún nivel inimaginable de la totalidad de la realidad, Dios existe solo, indiferenciado y más allá de la necesidad de concebir la unidad. Este es el nivel estático en el que Dios es totalmente autónomo y autoexistente. Sin embargo, dentro de esta totalidad estática, también debe estar presente –e idéntica en hecho y en verdad– una diversidad absoluta e infinita y una unidad absoluta y eterna. Siempre, en este nivel de la insondable existencia de Dios, la diversidad infinita debe estar eternamente unificada. Y sin embargo, de alguna manera, criaturas de voluntad tan humilde como los mortales urantianos se han convertido en una parte consciente de la majestuosa exploración de Dios de su infinitud.
Como existencia de personalidad absolutamente única, cada mortal es una expresión de la diversidad de Dios. Y, en consecuencia, cada mortal tiene la tremenda responsabilidad de ayudar a mantener la unidad absoluta y universal al elegir unificar su porción mortal de la infinidad. Y este proceso, descrito de muchas maneras diferentes en El Libro de URANTIA, y experimentado de manera diferente por cada mortal, es hacer la voluntad del Padre y es parte del proceso eterno de llegar a ser perfecto como lo es el Padre.
La experiencia de la filiación hace que nuestra participación en este proceso (la autoexperiencia de Dios) sea real. La experiencia de nuestras relaciones con otras personalidades hace real la infinita diversidad de Dios, porque si bien cada persona puede no ser Dios, seguramente Dios es cada persona. A través de la oración, podemos sentir el plano donde la diversidad y la unidad comienzan a fusionarse a medida que lo divino se mezcla con lo mortal. Y finalmente, en la experiencia de la adoración, la unidad eterna de Dios se vuelve cada vez más real para la personalidad mortal que se esfuerza por volverse semejante a Dios, porque en la adoración sólo Dios existe.
La búsqueda de Dios es la experiencia infinita de su infinitud. Lo que Dios es existencialmente, nos ha dado la conciencia de apreciarlo experiencialmente. Al otorgarnos una personalidad única y creatural, Dios voluntariamente ha pedido a cada criatura que experimente su existencia incomparable desde un punto de vista absolutamente único, un punto de vista que sólo podemos describir unos a otros, pero que sólo podemos compartir íntimamente con Dios. Y esto es compartir el hijo con el Padre, mientras el Padre suavemente insta al hijo a perfeccionar la capacidad de unificar la esfera mortal del infinito con el pegamento divino del amor universal.
—Anónimo
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