© 1999 The Brotherhood of Man Library
El que se gobierna a sí mismo es mayor que el que conquista una ciudad. El autodominio es la medida de la naturaleza moral del hombre y el indicador de su desarrollo espiritual. En el antiguo orden ayunabas y orabas; como nueva criatura del renacimiento del espíritu, se te enseña a creer y regocijarte. En el reino del Padre os convertiréis en nuevas criaturas; las cosas viejas han de pasar; he aquí, os muestro cómo todas las cosas han de hacerse nuevas. Y por vuestro amor mutuo debéis convencer al mundo de que habéis pasado de la servidumbre a la libertad, de la muerte a la vida eterna.
A la manera antigua buscas suprimir, obedecer y ajustarte a las reglas de la vida; por la nueva forma, primero eres transformado por el Espíritu de la Verdad y, por lo tanto, fortalecido en tu alma interior por la constante renovación espiritual de tu mente, y así eres dotado con el poder de la realización segura y gozosa de la gracia, aceptable y perfecta voluntad de Dios.
No lo olvides: es tu fe personal en las preciosas y grandísimas promesas de Dios lo que te asegura ser partícipe de la naturaleza divina. Así, por vuestra fe y la transformación del espíritu, os convertís en realidad en templos de Dios, y su espíritu habita realmente en vosotros.
Si, pues, el espíritu habita en vosotros, ya no sois esclavos de la carne, sino hijos libres y liberados del espíritu. La nueva ley del espíritu os otorga la libertad del dominio propio en lugar de la antigua ley del miedo a la esclavitud propia y la esclavitud de la abnegación. (LU 143:2.4)
Pero no lo dudéis, este mismo reino de los cielos que el Maestro enseñó que existe en el corazón de los creyentes, será proclamado aún a esta iglesia cristiana, así como a todas las demás religiones, razas y naciones de la Tierra —e incluso a cada individuo. (LU 170:5.8)