© 1959 William S. Sadler
© 1961 Fundación Urantia
La Biblia emplea el término «fe» con cinco significados diferentes.
«Ahora bien, sin fe es imposible agradarle, pues el que se acerca a Dios ha de creer que existe y que recompensa a los que le buscan.
«Por la fe, Noé, advertido por Dios de lo que aún no se veía, con religioso temor construyó un arca…
«Por la fe, Abraham, al ser llamado por Dios, obedeció y salió para el lugar que había de recibir en herencia.»
«Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David y Samuel…por la fe, sometieron reinos, hicieron justicia.» He 11:6,8, 11:32,33.
«Si alguno de vosotros está a falta de sabiduría, que la pida a Dios, que da a todos…Pero que la pida con fe, sin vacilar.» Stg 1:5,6.
«¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga: «Tengo fe», si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarle la fe? » Stg 2:14.
«Inmediatamente el padre del niño exclamó: «Creo, ayúdame porque tengo poca fe».» Mc 9:24.
«Los creyentes cada vez en mayor número se adherían al Señor, una multitud de hombres y mujeres.» Hch 5:14.
«Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante.» Stg 5:15.
«Jesús les tocó los ojos, diciendo: «Que suceda como ustedes han creído».» Mt 9:29.
«El Señor dijo: «Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: ‘Arráncate y plántate en el mar’, y os habría obedecido.»» Lc 17:6.
El evangelio, su credo, las doctrinas de la Iglesia.
«Confortando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a perseverar en la fe y diciéndoles: «Es necesario que pasemos por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios.»» Hch 14:22.
«Hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe.» Gl 6:10.
«Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos.» Ef 4:5,6.
«Hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios.» Ef 4:13.
«Que oiga de vosotros que os mantenéis firmes en un mismo espíritu y lucháis acordes por la fe del Evangelio.» Flp 1:27.
«Alimentado con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido fielmente.» 1 Tim 4:6.
«Combate el buen combate de la fe, conquista la vida eterna a la que has sido llamado.» 1 Tim 6:12.
«He competido en la noble competición, he llegado a la meta en la carrera, he conservado la fe.» 2 Tim 4:7.
«Para exhortaros a combatir por la fe que ha sido transmitida a los santos de una vez para siempre.» Jud 3.
«He aquí una llamada para la resistencia de los santos, de aquellos que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.» Ap 14:12.
«Hermanos míos, no entre la acepción de personas en la fe que tenéis en nuestro Señor Jesucristo.» Stg 2:1.
La fe como se emplea en El libro de Urantia
«La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven.» Heb. 11:1.
(La versión más familiar de King James dice: "La fe es la sustancia de lo que se espera, la evidencia de lo que no se ve.»)
«Fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe.» Heb 12:2.
(Versión King James: «Fijos los ojos en Jesús, el autor y acabador de nuestra fue.»)
«Por tanto, la fe viene de la predicación, y la predicación, por la Palabra de Cristo.» Ro 10:17.
«La fe que tú tienes, guárdala para ti delante de Dios.» Ro 14:22.
(Versión King James: «¿Tienes fe? Guárdala para ti ante Dios.»)
«Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios.» Ef 2:8..
«Pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo.Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe.» 1 Jn 5:4.
La fe cristiana. Hay un tipo especial de fe, relacionada con la creencia cristiana en Cristo.
«El hecho de que la fe se refiere tan sólo al abrazo de los valores ideales queda demostrado en la definición del Nuevo Testamento que declara que la fe es la sustancia de lo que se espera y la prueba de lo que no se ve.» LU 99:5.8 Heb. 11:1.
«La razón de la ciencia se basa en los hechos observables del tiempo; la fe de la religión se basa en el programa espiritual de la eternidad. Lo que el conocimiento y la razón no pueden hacer por nosotros, la verdadera sabiduría nos indica que permitamos que la fe lo consiga a través de la visión religiosa y de la transformación espiritual.» LU 102:1.2
«Tan ciertamente como los hombres comparten sus creencias religiosas, crean también un grupo religioso de algún tipo que eventualmente crea objetivos comunes. Algún día los religionistas se unirán y efectuarán una verdadera cooperación sobre la base de una unidad de ideales y objetivos en vez de intentar hacerlo sobre la base de opiniones psicológicas y creencias teológicas. Los objetivos, más bien que los credos, deberían unificar a los religiosos. Puesto que la verdadera religión es asunto de experiencia personal espiritual, es inevitable que cada religionista individual tenga su propia interpretación personal de la realización de la experiencia espiritual. Haced que el término «fe» sirva para definir la relación del individuo con Dios, más bien que la formulación credal sobre lo que un grupo de mortales ha conseguido ponerse de acuerdo en una actitud religiosa común. «¿Tienes fe? Entonces tenla contigo».» LU 99:5.7 Rom. 14:22.
«La suma total de la vida humana es el conocimiento de que al hombre se le educa con los hechos, se ennoblece por la sabiduría, y se salva —se justifica— por la fe religiosa.» LU 196:3.4 Rom. 5:1.
«La religión funciona para encontrar en el universo aquellos valores que estimulan la fe, la confianza y la certeza; la religión culmina en la adoración. La religión descubre para el alma aquellos valores supremos que contrastan con los valores relativos descubiertos por la mente. Tal visión sobrehumana tan sólo se puede obtener mediante una genuina experiencia religiosa.» LU 195:5.8
«Es tan sólo natural que el hombre mortal sufra sentimientos de inseguridad al verse inextricablemente atado a la naturaleza mientras posee al mismo tiempo poderes espirituales totalmente trascendentes a todas las cosas temporales y finitas. Sólo la confianza religiosa —la fe viviente— puede sostener al hombre entre estos problemas tan difíciles y confusos.» LU 111:6.8
«Aunque los mortales materiales no puedan ver la persona de Dios, deben regocijarse en la seguridad de que es una persona; por la fe aceptar la verdad que describe que el Padre Universal tanto amó al mundo que proporcionó a sus humildes habitantes la posibilidad de la eterna progresión espiritual; que él «se agrada de sus hijos». Dios no carece de ninguno de aquellos atributos sobrehumanos y divinos que constituyen la personalidad perfecta, eterna, amorosa e infinita del Creador.»LU 1:5.4 Prov. 8:31.
«Si la ciencia, la filosofía o la sociología atreven a volverse dogmáticas en sus discusiones con los profetas de la verdadera religión, los hombres conocedores de Dios deben contestar a tal dogmatismo no justificado con ese dogmatismo sagaz de la certeza de la experiencia espiritual personal: «Sé lo que he experimentado porque yo soy hijo del YO SOY». Si la experiencia personal de una persona de fe ha de ser desafiada por el dogma, entonces este hijo nacido en la fe del Padre experiencible puede responder con ese dogma imposible de desafiar, la declaración de su verdadera filiación con el Padre Universal.
«Sólo una realidad incualificada, un absoluto, puede atreverse a ser dogmática consecuentemente. Aquellos que se atreven a ser dogmáticos deben, si son consistentes, tarde o temprano ser manejados hacia los brazos del Absoluto de la energía, el Universal de la verdad, y el Infinito del amor.
«Si los enfoques no religiosos de la realidad cósmica se atreven a desafiar la certidumbre de la fe sobre la base de su estado no comprobado, entonces el que experimenta la verdad espiritual de la misma manera puede recurrir al desafío dogmático de los hechos de la ciencia y de las creencias de la filosofía sobre la base de que éstos, de igual manera, no han sido comprobados; son del mismo modo experiencias de la conciencia del científico o del filósofo.» LU 102:7.7
«La razón es el método de la ciencia; la fe es el método de la religión; la lógica es la técnica intentada de la filosofía. La revelación compensa la ausencia del punto de vista morontial, proveyendo una técnica para llegar a la unidad en la comprensión de la realidad y de las relaciones de la materia y el espíritu por la mediación de la mente. La verdadera revelación no vuelve jamás artificial a la ciencia, irrazonable a la religión ni ilógica a la filosofía.» LU 101:2.2
«La razón, mediante el estudio de la ciencia, puede conducir, a través de la naturaleza, de vuelta a una Primera Causa, pero se necesita la fe religiosa para transformar la Primera Causa de la ciencia en un Dios de salvación; y la revelación se necesita ulteriormente para validar tal fe, tal discernimiento interior espiritual.» LU 101:2.3
«La razón es la prueba de la ciencia; la fe, la prueba de la religión; la lógica, la prueba de la filosofía, pero la revelación se valida sólo por la experiencia humana. La ciencia produce conocimiento; la religión produce felicidad; la filosofía produce unidad; la revelación confirma la armonía experimental de este alcance trino a la realidad universal.» LU 101:2.8
«Y es precisamente tal actuación vital y vigorosa de la fe en el dominio de la religión la que da al hombre mortal derecho a afirmar la posesión personal y la realidad espiritual de esa dote coronadora de la naturaleza humana: la experiencia religiosa.» LU 101:3.18
«La fe une el discernimiento moral con las discriminaciones conscientes de los valores y el sentido de deber evolucionario preexistente, completa el linaje de la verdadera religión. La experiencia de la religión eventualmente da como resultado la conciencia certera de Dios y la seguridad indudable de la sobrevivencia de la personalidad creyente.» LU 101:1.6
«El hecho de que los religiosos hayan creído tantas cosas que eran falsas no invalida la religión, porque la religión se funda en el reconocimiento de valores y se valida por la fe de experiencia religiosa personal. La religión pues se basa en la experiencia y en el pensamiento religioso. La teología, la filosofía de la religión, es un intento honesto de interpretar esa experiencia. Estas creencias interpretativas pueden ser justas o erróneas o una mezcla de verdad y error.» LU 103:1.5
«La creencia llega al nivel de la fe cuando motiva la vida y da forma a la manera de vivir. La aceptación de una enseñanza como verdadera no es fe; es meramente creencia; tampoco lo es la certidumbre ni la convicción. Un estado mental llega a los niveles de fe tan sólo cuando domina efectivamente la manera de vivir. La fe es un atributo vivo de la experiencia religiosa personal genuina. Una persona cree en la verdad, admira la belleza y reverencia la bondad, pero no las adora; esta actitud de fe salvadora está centrada solamente en Dios, quien es todas estas cosas personificadas e infinitamente más.» LU 101:8.1
«La creencia es siempre limitadora y astringente; la fe es expansiva y liberadora. La creencia fija, la fe libera. Pero la fe religiosa viva es más que la asociación de creencias nobles; es más que un sistema exaltado de filosofía; es una experiencia viva que comprende los significados espirituales, los ideales divinos y los valores supremos; es conocedora de Dios y servidora del hombre. Las creencias pueden volverse posesiones del grupo, pero la fe ha de ser personal. Se pueden sugerir las creencias teológicas a un grupo, pero la fe puede únicamente surgir en el corazón del religionista individual.» LU 101:8.2
«La fe traiciona su confianza cuando presume negar realidades y conferir sobre sus devotos un conocimiento asumido. La fe traiciona cuando fomenta la traición de la integridad intelectual y menosprecia la lealtad a los valores supremos y a los ideales divinos. La fe nunca escapa del deber de solucionar los problemas del vivir mortal. La fe viva no fomenta el fanatismo, la persecución ni la intolerancia.
«La fe no encadena la imaginación creadora, tampoco mantiene un prejuicio irrazonable hacia los descubrimientos de la investigación científica. La fe vitaliza la religión y obliga al religionista a vivir heroicamente de acuerdo con la regla de oro. El fervor de la fe está de acuerdo con el conocimiento, y sus impulsos son el preludio a la paz sublime.» LU 101:8.3
«La fe transforma al Dios filosófico de probabilidad en el Dios salvador de certeza en la experiencia personal religiosa. El escepticismo podrá desafiar las teorías de la teología, pero la confianza en la confiabilidad de la experiencia personal afirma la verdad de esa creencia que se ha transformado en fe.» LU 102:6.4
«En la ciencia, la idea precede a la expresión de su realización; en la religión, la experiencia de la realización precede a la expresión de la idea. Existe una vasta diferencia entre la voluntad evolucionaria de creer y el producto de la razón esclarecida, el discernimiento religioso y la revelación — la voluntad que cree.» LU 102:3.13
«Vuestra religión cambiará de la mera creencia intelectual en la autoridad tradicional a la experiencia real de esa fe viviente que es capaz de alcanzar la realidad de Dios y todo lo que se relaciona con el espíritu divino del Padre. La religión de la mente os vincula sin esperanzas al pasado; la religión del espíritu consiste en la revelación progresiva y os llama constantemente a alcances más altos y santos en ideales espirituales y en realidades eternas.» LU 155:6.4
«Esta misma supremacía con propósito se observa en la evolución de la ideación de la mente cuando el temor primitivo animal se transforma en la reverencia constantemente profundizante de Dios y en el creciente respeto temeroso al universo. El hombre primitivo tenía más temor religioso que fe, y la supremacía de los potenciales espirituales sobre los actuales de la mente se demuestra cuando este miedo timorato se traduce en fe viviente en las realidades espirituales.» LU 102:5.2
«La religión del espíritu significa esfuerzo, lucha, conflicto, fe, determinación, amor, lealtad, y progreso. La religión de la mente —la teología de la autoridad— requiere poco o nada de estos esfuerzos de sus creyentes formales. La tradición es un refugio seguro y un camino fácil para esas almas temerosas e indiferentes que instintivamente evitan las luchas espirituales y las incertidumbres mentales asociadas con esos viajes de osada aventura de la fe, a los altos mares de la verdad no explorada, en búsqueda de las orillas más lejanas de las realidades espirituales, como pueden ser descubiertas por la progresiva mente humana y experimentadas por el alma humana en evolución.» LU 155:5.11
«El individuo que conoce a Dios no es el que está cegado a las dificultades ni es inconsciente de los obstáculos que se presentan en el camino para encontrar a Dios en el laberinto de la superstición, la tradición y las tendencias materialistas de los tiempos modernos. Se ha enfrentado con todos estos obstáculos y ha triunfado sobre ellos, los ha superado mediante la fe viva, y ha alcanzado las alturas de la experiencia espiritual a pesar de ellos. Pero es verdad que muchos que interiormente están seguros de Dios temen declarar estos sentimientos de certeza debido a la multiplicidad y astucia de aquellos que acumulan objeciones y magnifican las dificultades sobre la creencia en Dios. No se requiere gran profundidad de intelecto para señalar faltas, hacer preguntas, o poner objeciones. Pero sí se requiere una mente brillante para responder a esas preguntas y solucionar esas dificultades; la certeza de la fe es la técnica mejor para tratar con todas estas opiniones superficiales.» LU 102:7.6
«Cuando Jesús oyó este relato, tocó al padre arrodillado y le ordenó que se levantara mientras miraba uno tras otro a los apóstoles que estaban cerca. Luego dijo Jesús a todos los que estaban de pie ante él: «Oh generación incrédula y perversa, ¿hasta cuándo tendré que teneros paciencia? ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Cuándo aprenderéis que las obras de la fe no surgen si se las manda con descreimiento y duda?» Luego, señalando al padre consternado, Jesús dijo: «Trae pues a tu hijo». Y cuando Santiago hubo traído al muchacho ante Jesús, él preguntó: «¿Cuánto hace que este niño está así afligido?» El padre respondió: «Desde que era muy pequeño». Mientras hablaban, el joven sufrió un violento ataque y cayó ante ellos, rechinando los dientes y echando espuma por la boca. Después de una sucesión de convulsiones violentas, estaba tendido como si estuviera muerto, a los pies de ellos. Nuevamente se arrodilló el padre a los pies de Jesús, mientras imploraba al Maestro, diciendo: «Si puedes curarlo, te suplico que tengas compasión de nosotros y nos liberes de esta aflicción». Cuando Jesús escuchó estas palabras, bajó la mirada al rostro ansioso del padre, diciendo: «No dudes del poder amante de mi Padre, sino tan sólo de la sinceridad y alcance de tu fe. Para el que cree de veras, todo es posible». Entonces Santiago de Safad habló esas palabras inolvidables, mezcla de fe y duda: «Señor, yo creo. Te oro que me ayudes en mi incredulidad».» LU 158:5.2 Marcos 9:14-24.
«Pero la emoción por sí sola es una conversión falsa; hace falta tanto la fe como el sentimiento. En cuanto tal movilización de lealtad humana permanezca incompleta, hasta ese punto la experiencia de la conversión será una realidad mezclada de lo intelectual, lo emocional y lo espiritual.» LU 100:5.5
«La fe conduce a conocer a Dios, no meramente a un sentimiento místico de la presencia divina. La fe no debe estar influida excesivamente por sus consecuencias emotivas. La verdadera religión es una experiencia de creencia y conocimiento así como también una satisfacción de sentimiento.» LU 103:9.11
«La religión vive y prospera, entonces no por la vista y el sentimiento, sino más bien por la fe y el discernimiento interior. Consiste, no en el descubrimiento de nuevos hechos o en el hallazgo de una experiencia única, sino más bien en el descubrimiento de significados nuevos y espirituales de los hechos ya bien conocidos por la humanidad. La experiencia religiosa más elevada no depende de actos previos de creencia, tradición y autoridad; tampoco es la religión el vástago de sentimientos sublimes y emociones puramente místicas. Más bien es una experiencia profundamente honda y real de comunión espiritual con las influencias espirituales residentes en la mente humana, y en cuanto dicha experiencia se pueda definir en términos de psicología, es simplemente la experiencia de experimentar la realidad de creer en Dios como la realidad de tal experiencia puramente personal.» LU 101:1.4
«Los científicos reúnen hechos, los filósofos coordinan ideas, mientras los profetas exaltan ideales. El sentimiento y la emoción son concomitantes invariables de la religión, pero no son la religión. La religión puede ser el sentimiento de la experiencia; pero no podemos decir que sea la experiencia del sentimiento. Ni la lógica (racionalización) ni la emoción (sentimiento) son esencialmente parte de la experiencia religiosa, aunque ambas puedan estar asociadas en forma variada con el ejercicio de la fe en el adelanto del discernimiento espiritual de la realidad, todo de acuerdo con el estado y la tendencia temperamental de la mente individual.» LU 101:5.9
«La comprensión de la religión no ha sido nunca ni será jamás dependiente de gran saber o de lógica ingeniosa. Es discernimiento interior espiritual, y ésa es precisamente la razón por la cual algunos de los más grandes maestros religiosos del mundo, aun los profetas, a veces han poseído tan poco de la sabiduría del mundo. La fe religiosa está al alcance tanto de los cultos como de los incultos.» LU 101:2.15
«En cuanto al estado de cualquier religión en la escala evolucionaria, se la podrá juzgar de la mejor manera por sus juicios morales y sus normas éticas. Cuanto más alto sea el tipo de una religión, más alienta y está alentada por una moralidad social y cultura ética en constante mejora. No podemos juzgar la religión por el estado de su civilización acompañante; es mejor estimar la verdadera naturaleza de una civilización por la pureza y nobleza de su religión. Muchos de los maestros religiosos más notables del mundo fueron virtualmente analfabetos. La sabiduría del mundo no es necesaria para ejercer la fe salvadora en las realidades eternas.» LU 102:8.2
«Si crees sinceramente en Dios —por la fe lo conoces y lo amas— no permitas que la realidad de dicha experiencia sea de ninguna manera disminuida o substraída por las insinuaciones dudosas de la ciencia, las especulaciones de la lógica, los postulados de la filosofía, o las astutas sugerencias de almas bien intencionadas que quieren crear una religión sin Dios.» LU 103:8.4
«La certidumbre del religionista que conoce a Dios no debería ser alterada por la incertidumbre del materialista incrédulo; por el contrario, la incertidumbre del no creyente debería ser poderosamente desafiada por la profunda fe y la certidumbre inconmovible del creyente experiencial.» LU 103:8.5
«Cuando la teología domina la religión, la religión muere; se torna una doctrina en vez de una vida. La misión de la teología consiste meramente en facilitar la autoconciencia de la experiencia personal espiritual. La teología constituye el esfuerzo religioso de definir, aclarar, exponer y justificar las declaraciones experienciales de la religión que, en último análisis, tan sólo pueden ser validadas por la fe viviente. En la filosofía más elevada del universo, la sabiduría, como la razón, se alía a la fe. La razón, la sabiduría y la fe son los logros más elevados del hombre. La razón lleva al hombre al mundo de los hechos, de las cosas; la sabiduría le presenta el mundo de la verdad, de las relaciones; la fe le abre la puerta al mundo de la divinidad, la experiencia espiritual.» LU 103:9.6
«La fe lleva voluntariamente a la razón hasta donde ésta puede llegar, y luego sigue con la sabiduría hasta el límite filosófico total; finalmente se atreve a lanzarse en un viaje universal sin límites ni fin acompañada tan sólo por la VERDAD.» LU 103:9.7
«La ciencia (el conocimiento) se funda en la suposición inherente (espíritu ayudante) de que la razón es válida, de que el universo puede ser comprendido. La filosofía (comprensión coordinada) se funda en la suposición inherente (espíritu de sabiduría) de que la sabiduría es válida, de que el universo material puede ser coordinado con el espiritual. La religión (la verdad de la experiencia espiritual personal) se funda en la suposición inherente (Ajustador del Pensamiento) de que la fe es válida, de que Dios puede ser conocido y alcanzado.» LU 103:9.8
«La filosofía más elevada obtenible por el hombre mortal debe estar basada lógicamente en la razón de la ciencia, la fe de la religión, y el discernimiento de la verdad ofrecido por la revelación. Mediante esta unión el hombre puede compensar de algún modo su fracaso en desarrollar una metafísica adecuada y por su incapacidad para comprender la mota de morontia.» LU 103:6.15
«La ciencia está sostenida por la razón, la religión por la fe. La fe, aunque no esté basada en la razón, es razonable; aunque independiente de la lógica, está sin embargo alentada por una lógica sólida. La fe no puede ser alimentada ni siquiera por una filosofía ideal; en efecto es, con la ciencia, la fuente misma de dicha filosofía. La fe, el discernimiento religioso humano, tan sólo puede ser instruida en forma segura por la revelación, puede ser seguramente elevada tan sólo por la experiencia mortal personal con la presencia espiritual Ajustadora del Dios que es espíritu.» LU 103:7.1
«Melquisedek hizo un pacto formal con Abraham en Salem. Díjole a Abraham: «Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar; así numerosa será tu simiente». Abraham creyó lo que Melquisedek decía, «y eso le fue contado por justicia». Y entonces Melquisedek contó a Abraham la historia de la ocupación futura de Canaán por sus descendientes después de su estadía en Egipto.» LU 93:6.3 Ge 15:1,6.
«Este pacto de Melquisedek con Abraham representa el gran acuerdo en Urantia entre la divinidad y la humanidad mediante el cual Dios acuerda hacer todo, el hombre tan sólo acuerda creer en las promesas de Dios y seguir sus instrucciones. Hasta ese momento se había creído que la salvación tan sólo se podía obtener por obras — sacrificios y ofrendas; ahora, Melquisedek nuevamente trajo a Urantia la buena nueva de que la salvación, el favor de Dios, se obtiene por la fe. Pero este evangelio de la simple fe en Dios era demasiado avanzado; los hombres de las tribus semíticas posteriormente prefirieron volver a los sacrificios más antiguos y al sistema de expiación de los pecados mediante el derramamiento de sangre.» LU 93:6.4 Gn 15.
«Así pues Melquisedek preparó el camino e inició la etapa monoteísta en la tendencia mundial para el autootorgamiento de un verdadero Hijo Paradisiaco del Dios único, a quien él tan vívidamente describió como el Padre de todos, y a quien él representó a Abraham como el Dios que acepta al hombre en términos sencillos de fe personal. Y Micael, cuando apareció en la tierra, confirmó todo lo que Melquisedek había enseñado sobre el Padre del Paraíso.» LU 93:3.8
«Cuando Simón y sus amigos sentados a la mesa con él escucharon estas palabras, estuvieron aún más sorprendidos, y empezaron a susurrar entre ellos: «¿Quién es este hombre que se atreve así a perdonar pecados?» Y cuando Jesús les escuchó murmurar así, se volvió para despedir a la mujer, diciendo: «Mujer, vete en paz; tu fe te ha salvado».» LU 147:5.5 Lc 7:50.
««Vuestra filiación está fundada en la fe, y debéis permanecer impasibles ante el temor. Vuestro regocijo nace de la confianza en el verbo divino, por consiguiente no dudaréis de la realidad del amor y de la misericordia del Padre. Es la bondad misma de Dios la que conduce a los hombres a un arrepentimiento verdadero y genuino. El secreto de vuestro autodominio está ligado con vuestra fe en el espíritu residente, que siempre labora por amor. La fe salvadora misma no proviene de vosotros; sino que es otro don de Dios. Al ser hijos de esta fe viviente, ya no seréis los esclavos de vuestro yo, sino más bien los dueños triunfantes de vuestro yo, los hijos liberados de Dios.» LU 143:2.7 Ef 2:8.
«Cierta tarde en Sunem, después del regreso a Hebrón de los apóstoles de Juan, y después de que los apóstoles de Jesús habían sido enviados en grupos de dos en dos, cuando el Maestro estaba ocupado en enseñar a un grupo de doce de los evangelistas más jóvenes que laboraban bajo la dirección de Jacob, juntamente con las doce mujeres, Raquel hizo a Jesús esta pregunta: «Maestro, qué debemos responder cuando las mujeres nos preguntan ¿qué debo hacer para ser salvada?» Cuando Jesús escuchó esta pregunta, respondió:…
««La salvación es el don del Padre, y es revelada por sus Hijos. Vuestra aceptación mediante la fe os permite compartir de la naturaleza divina, ser hijo o hija de Dios. Por la fe estáis justificados; por la fe sois salvados; y por la misma fe avanzaréis eternamente en el camino de la perfección progresiva y divina. Por la fe Abraham fue justificado y tomó conciencia de la salvación por las enseñanzas de Melquisedek. A través de todas las edades esta misma fe ha salvado a los hijos del hombre, pero ahora ha venido un Hijo de donde el Padre para hacer que esa salvación sea más real y aceptable».» LU 150:5.3
«Para el materialista no creyente, el hombre es tan sólo un accidente evolucionario. Sus esperanzas de supervivencia están engarzadas en la ficción de la imaginación mortal; sus temores, amores, deseos y creencias no son sino la reacción de la yuxtaposición incidental de ciertos átomos de materia sin vida. No hay exhibición de energía ni expresión de confianza que puedan llevarle más allá de la tumba. Las labores devotas y el genio inspirador de los mejores entre los hombres están destinados a extinguirse en la muerte, esa larga y solitaria noche de olvido eterno y extinción del alma. La desesperación sin nombre es la única recompensa del hombre por vivir y luchar bajo el sol temporal de la existencia mortal. Cada día de vida lenta y seguramente aprieta el nudo de un destino despiadado decretado por un universo material hostil e implacable que será el último insulto para todo lo que en el deseo humano es hermoso, noble, elevado y bueno.
«Pero éste no es el fin ni el eterno destino del hombre; esta visión no es más que el grito de desesperación pronunciado por un alma vagabunda que se ha perdido en la oscuridad espiritual, y que lucha valientemente frente a los sofismas mecanicistas de una filosofía material, enceguecido por la confusión y la distorsión de una erudición compleja. Y toda esta condena de oscuridad y todo este destino desesperado se disuelven para siempre con una valiente pincelada de fe pintada por el más humilde e ignorante de los hijos de Dios en la tierra.» LU 102:0.1
«Esta fe salvadora nace en el corazón humano cuando la conciencia moral del hombre comprende que los valores humanos pueden ser transformados en experiencia mortal de lo material a lo espiritual, de lo humano a lo divino, del tiempo a la eternidad.» LU 102:0.3
«La tarea del Ajustador del Pensamiento constituye la explicación de la traducción del sentido del deber primitivo y evolucionario del hombre en una fe más elevada y más certera en las realidades eternas de la revelación. En el corazón del hombre debe existir hambre de perfección para que éste sea capaz de comprender los caminos de la fe hasta el logro supremo. Si un hombre elige hacer la voluntad divina, conocerá el camino de la verdad. Es literalmente verdad que «hay que conocer a las cosas humanas para poderlas amar, pero las cosas divinas deben ser amadas para poderlas conocer». Las dudas honestas y las preguntas sinceras no son pecado; estas actitudes simplemente demuestran un atraso en el viaje progresivo hacia el logro de la perfección. La confianza inocente del niño asegura al hombre el ingreso en el reino del ascenso celestial, pero el progreso depende totalmente del ejercicio vigoroso de una fe robusta y confiada del hombre adulto.» LU 102:1.1
«Aunque la razón siempre puede dudar de la fe, la fe puede suplementar siempre tanto la razón como la lógica. La razón crea la probabilidad que la fe puede transformar en una certeza moral, aún una experiencia espiritual. Dios es la primera verdad y el último hecho; por lo tanto, toda la verdad se origina en él, mientras que todos los hechos existen en relación con él. Dios es la verdad absoluta. Como verdad, puede uno conocer a Dios, pero comprender —explicar— a Dios, para eso hay que explorar el hecho del universo de los universos. El vasto abismo entre la experiencia de la verdad de Dios y la ignorancia en cuanto al hecho de Dios puede ser salvada tan sólo por la fe viva. La razón por sí sola no puede alcanzar la armonía entre la verdad infinita y el hecho universal.» LU 102:6.6
«Uno de los bandidos vituperó a Jesús diciendo: «Si eres el Hijo de Dios, ¿por qué no te salvas a ti mismo y nos salvas a nosotros?» Pero cuando terminó de reprochar así a Jesús, el otro ladrón, que muchas veces había oído las enseñanzas del Maestro, dijo: «¿Acaso no temes ni siquiera a Dios? ¿No ves que sufrimos con justicia por nuestras acciones, pero este hombre sufre injustamente? Mejor sería que buscásemos el perdón de nuestros pecados y la salvación de nuestra alma». Cuando Jesús oyó al ladrón hablar así, volvió la cara hacia él y sonrió con aprobación. Al ver el malhechor el rostro de Jesús vuelto hacia él, se llenó de valor, ventiló la pobre llamita de fe, y dijo: «Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Entonces Jesús dijo: «De cierto, de cierto hoy te digo que tú algún día estarás conmigo en el Paraíso».» LU 187:4.1 Lc 23:39-43.
«Luego, hasta muy entrada la noche, expuso Jesús a sus apóstoles la verdad de que era la fe de ellos la que les aseguraba el reino del presente y del futuro, y no la aflicción de su alma ni el ayuno de su cuerpo. Exhortó a los apóstoles a que por lo menos estuvieran a la altura de las ideas del antiguo profeta y expresó la esperanza de que también progresarían mucho más allá de los ideales de Isaías y de los antiguos profetas. Sus últimas palabras esa noche fueron: «Creced en la gracia por medio de esa fe viviente que es capaz de comprender el hecho de que sois hijos de Dios y a la vez de reconocer a todos los hombres como hermanos».» LU 147:8.5
«La relación entre la criatura y el Creador es una experiencia viva, una fe religiosa dinámica, que no está sujeta a una definición precisa. Aislar parte de la vida y llamarla religión es desintegrar la vida y distorsionar la religión. Y precisamente por esto el Dios de adoración exige fidelidad total o nada.» LU 102:6.1
«El religionista que alcanza logro filosófico tiene fe en un Dios personal de salvación personal, algo más que una realidad, un valor, un nivel de alcance, un proceso exaltado, una trasmutación, lo último del tiempo-espacio, una idealización, la personalización de la energía, la entidad de la gravedad, una proyección humana, la idealización del yo, el solevantamiento de la naturaleza, la tendencia a la bondad, el impulso hacia adelante de la evolución o una hipótesis sublime. El religionista tiene fe en un Dios de amor. El amor es la esencia de la religión y la fuente de una civilización superior.» LU 102:6.3
«La fe transforma al Dios filosófico de probabilidad en el Dios salvador de certeza en la experiencia personal religiosa. El escepticismo podrá desafiar las teorías de la teología, pero la confianza en la confiabilidad de la experiencia personal afirma la verdad de esa creencia que se ha transformado en fe.» LU 102:6.4
«Las convicciones sobre Dios pueden ser alcanzadas por sabio razonamiento, pero el individuo se torna consciente de Dios solamente por la fe, a través de la experiencia personal. En mucho de lo que pertenece a la vida, ha de contarse con la probabilidad, pero al ponerse en contacto con la realidad cósmica, la certeza puede ser experimentada cuando estos significados y valores son visualizados por la fe viva. El alma que conoce a Dios se atreve a decir «yo sé», aunque este conocimiento de Dios sea puesto en duda por el no creyente, que niega dicha certeza porque no está totalmente respaldada por la lógica intelectual. A todo ser que dude, el creyente tan sólo contesta: «¿Cómo sabes que yo no sé?».» LU 102:6.5
«Para la ciencia Dios es una posibilidad, para la psicología, una cosa deseable, para la filosofía, una probabilidad, para la religión una certeza, una realidad de la experiencia religiosa. La razón exige que una filosofía que no puede encontrar al Dios de la probabilidad, respete esa fe religiosa que sí puede y que sí encuentra al Dios de la certeza. Tampoco debe la ciencia descartar la experiencia religiosa sobre la base de la credulidad, mientras persista en la suposición de que las dotes intelectuales y filosóficas del hombre surgieron de inteligencias cada vez menores a medida que se va hacia atrás en el tiempo, originándose finalmente en la vida primitiva que estaba totalmente vacía de pensamiento y sentimiento.» LU 102:6.8
«La religión eficazmente cura el sentido del hombre de aislamiento idealístico o de soledad espiritual; otorga al creyente la posición de hijo de Dios, ciudadano de un universo nuevo y significativo. La religión asegura al hombre que, al seguir el destello de la rectitud que discierne en su alma, se identifica de esa manera con el plan del Infinito y el propósito del Eterno. Tal alma liberada inmediatamente comienza a sentirse cómoda en este nuevo universo, su universo.» LU 101:10.7
«Cuando experimentes tal transformación de la fe, ya no serás una parte esclavizada del cosmos matemático, sino más bien un hijo liberado volitivo del Padre Universal. Tal hijo liberado ya no luchará solo contra el destino inexorable de la terminación de la existencia temporal; ya no luchará contra toda la naturaleza, con las posibilidades irremediablemente en contra suya; ya no le azotará el temor paralizante de que, tal vez, haya puesto su confianza en un fantasma sin esperanzas o colocado su fe en un error de la fantasía.
«En cambio, ahora los hijos de Dios se unen en el fervor de la batalla para el triunfo de la realidad sobre las sombras parciales de la existencia. Finalmente, todas las criaturas se vuelven conscientes del hecho de que Dios y todas las huestes divinas de un universo casi ilimitado están de su lado en la lucha excelsa por obtener la eternidad de la vida y la divinidad de estado. Estos hijos liberados por la fe participan en forma certera en las luchas temporales del lado de las fuerzas supremas y de las personalidades divinas de la eternidad; aun las estrellas en su curso están ahora luchando por ellos; finalmente, contemplan el universo desde adentro, desde el punto de vista de Dios y todo se transforma de las inseguridades del aislamiento material a la certeza de la progresión espiritual eterna. Aun el tiempo mismo se torna una mera sombra de la eternidad, arrojada por las realidades del Paraíso sobre la panoplia móvil del espacio.» LU 101:10.8-9
«Cuando mis hijos tengan autoconciencia de la seguridad de la presencia divina, esa fe les expandirá la mente, les ennoblecerá el alma, les reforzará la personalidad, les aumentará la felicidad, les profundizará la percepción espiritual, y aumentará su capacidad para amar y ser amados.» LU 159:3.12
«La fe actúa para descargar las actividades sobrehumanas de la chispa divina, el germen inmortal, que vive dentro de la mente del hombre, y que es el potencial de la supervivencia eterna. Las plantas y los animales sobreviven en el tiempo mediante la técnica de pasar partículas idénticas de sí mismos de una generación a otra. El alma humana (la personalidad) sobrevive a la muerte por asociación de identidad con esta chispa de divinidad residente, que es inmortal, y que funciona para perpetuar la personalidad humana en un nivel continuo y más elevado de existencia progresiva en el universo. La simiente oculta del alma humana es un espíritu inmortal. La segunda generación del alma es la primera de una sucesión de manifestaciones de la personalidad de existencias espirituales y cada vez más avanzadas que terminan tan sólo cuando esta entidad divina alcanza la fuente de su existencia, el origen personal de toda existencia, Dios, el Padre Universal.» LU 132:3.6
«Vino luego Simón el Zelote para argüir con Norana. Dijo Simón: «Mujer, eres una gentil que habla griego. No es justo que esperes que el Maestro tome el pan reservado a los hijos de la casa favorita y se lo eche a los perros». Pero Norana no se ofendió por las palabras de Simón. Tan sólo replicó: «Sí, maestro, comprendo tus palabras. Yo no soy sino un perro a los ojos de los judíos, pero en cuanto a vuestro Maestro, soy un perro creyente. Estoy decidida a que él vea a mi hija porque estoy persuadida de que, si tan sólo la mira, la curará. Y aun tú, buen hombre, no te atreverías a quitarle a los perros el privilegio de comer las migajas de pan que suelen caer de la mesa de los niños».
«Precisamente en ese momento, la niñita sufrió una violenta convulsión delante de todos ellos, y la madre gritó: «He aquí, bien podéis ver que mi niña está poseída por un mal espíritu. Si nuestra necesidad no os conmueve, sí conmoverá a vuestro Maestro, quien según me han dicho, ama a todos los hombres y aun se atreve a curar a los gentiles cuando estos creen. Vosotros no sois dignos de ser sus discípulos. No me iré hasta que mi hija no esté curada».
«Jesús, que había escuchado toda esta conversación por una ventana abierta, salió pues con gran sorpresa de ellos y dijo: «Oh mujer, grande es tu fe, tan grande que no puedo negarte lo que tú deseas; vete en paz. Tu hija ya ha sido curada». Y la niñita estuvo bien desde ese momento. Cuando Norana y la niña se despidieron, Jesús les advirtió que a nadie relataran este suceso; y aunque sus asociados sí cumplieron con esta solicitud, la madre y la niña no cesaron de proclamar el hecho de la curación de la pequeña a lo largo y a lo ancho de la región y aun en Sidón, tanto que Jesús halló conveniente mudarse de residencia pocos días más tarde.» LU 156:1.5 Mc 7:24-30.
«Abner había dispuesto que el Maestro enseñara en la sinagoga este día sábado; era ésta la primera vez que Jesús entraba en una sinagoga desde que todas se habían cerrado a sus enseñanzas por orden del sanedrín. Al final del servicio, Jesús bajó la mirada sobre la gente que estaba ante él y contempló a una mujer anciana de expresión triste y cuerpo encorvado. Hacía mucho tiempo que el temor dominaba a esta mujer, y todo regocijo había desaparecido de su vida. Al bajar Jesús del púlpito, se le acercó y, tocando el hombro de su forma encorvada, dijo: «Mujer, si tan sólo creyeras, te liberarías completamente de tu espíritu de debilidad». Esta mujer, vencida y encorvada por las depresiones del temor durante más de dieciocho años, creyó las palabras del Maestro y por la fe se irguió inmediatamente. Cuando esta mujer se dio cuenta de que estaba erguida, levantó la voz glorificando a Dios.» LU 167:3.1 Lucas 13:10-19.
«La razón es el acto de reconocer las conclusiones de la conciencia en cuanto a la experiencia en el mundo físico de energía y materia y con ese mismo mundo. La fe es el acto de reconocer la validez de la conciencia espiritual —algo que no admite otra prueba mortal. La lógica es la progresión sintética de la búsqueda de la verdad de la unidad de la fe y la razón y está fundada en las dotes constitutivas de la mente de los seres mortales, el reconocimiento innato de cosas, significados y valores.» LU 103:7.13
«El evangelio de la buena nueva de que el hombre mortal puede, por la fe, llegar a ser consciente espiritualmente de que él es hijo de Dios, no depende de la muerte de Jesús. Es verdad, en efecto, que este evangelio del reino ha sido enormemente iluminado por la muerte del Maestro, pero lo fue aun más por su vida.» LU 186:5.4
«La creencia tal vez no pueda resistir a la duda y hacer frente al temor, pero la fe siempre triunfa sobre la duda, porque la fe es tanto positiva como viva. Lo positivo siempre está en ventaja respecto de lo negativo, la verdad sobre el error, la experiencia sobre la teoría, las realidades espirituales sobre los hechos aislados del tiempo y del espacio. La prueba convincente de esta certeza espiritual consiste en los frutos sociales del espíritu que tales creyentes, fehacientes, producen como resultado de esta genuina experiencia espiritual. Dijo Jesús: «Si amáis a vuestros semejantes como yo os he amado, todos los hombres sabrán que vosotros sois mis discípulos».» LU 102:6.7 Jn 13:35.
«A través de la fe religiosa, el alma del hombre se revela a sí misma y demuestra la divinidad potencial de su naturaleza emergente por la forma característica en que induce a la personalidad mortal a reaccionar ante ciertas situaciones intelectuales y sociales difíciles y de prueba. La genuina fe espiritual (conciencia moral auténtica) se revela en que:
«1. Ocasiona el progreso de la ética y de la moral a pesar de las tendencias animalísticas inherentes y adversas.
«2. Produce una confianza sublime en la bondad de Dios aun frente a un amargo desencanto y una derrota total.
«3. Genera profundo valor y confianza a pesar de la adversidad natural y la calamidad física.
«4. Exhibe un aplomo inexplicable y una tranquilidad constante a pesar de la presencia de enfermedades desconcertantes y aun de sufrimiento físico agudo.
«5. Mantiene un aplomo misterioso y un equilibrio de la personalidad frente al maltrato y las injusticias más flagrantes.
«6. Mantiene una confianza divina en la victoria final a pesar de las crueldades de un hado aparentemente ciego y de la aparente indiferencia total al bienestar humano de las fuerzas naturales.
«7. Persiste en la creencia indestructible en Dios a pesar de todas las demostraciones contrarias de la lógica y resiste con éxito todos los demás sofismas intelectuales.
«8. Continúa exhibiendo una fe infalible en la supervivencia del alma a pesar de las enseñanzas engañosas de la ciencia falsa y de los delirios persuasivos de una filosofía defectuosa.
«9. Vive y triunfa a pesar del peso demoledor de las civilizaciones complejas y parciales de los tiempos modernos.
«10. Contribuye a la supervivencia continuada del altruismo a pesar del egoísmo humano, de los antagonismos sociales, las avideces industriales y los desajustes políticos.
«11. Se adhiere en forma inquebrantable a la creencia sublime en la unidad universal y en la guía divina a pesar de la presencia desconcertante del mal y del pecado.
«12. Continúa adorando a Dios a pesar de todo y de cada cosa. Se atreve a declarar «aunque me matare, seguiré sirviéndole».» LU 101:3.4 Job 13:15.
«‘«Pero, no temáis, todo el que desee sinceramente encontrar la vida eterna entrando al reino de Dios, con toda seguridad hallará esa salvación eterna. Pero vosotros que rechazáis esta salvación, veréis algún día a los profetas de la semilla de Abraham sentados con los creyentes de las naciones gentiles en este reino glorificado, compartiendo el pan de la vida y refrescándose con el agua viva. Y los que así tomarán el reino en poder espiritual y por los asaltos persistentes de la fe viviente, vendrán del norte y del sur y del este y del oeste. He aquí que muchos de los que son los primeros, serán los últimos y aquellos que son los últimos, muchas veces serán los primeros».» LU 166:3.5 Lucas 13:30.
«Jesús les aclaró a sus apóstoles la diferencia entre el arrepentimiento por las así llamadas buenas obras que enseñaban los judíos y el cambio producido en la mente por la fe —el nuevo nacimiento— que él exigía como precio de admisión en el reino. Enseñó a sus apóstoles que la fe era el único requisito para entrar en el reino del Padre. Juan les había enseñado: «Arrepentíos —huid de la ira venidera». Jesús enseñaba: «La fe es la puerta abierta para entrar en el amor presente, perfecto y eterno de Dios». Jesús no hablaba como profeta, uno que viene a declarar la palabra de Dios. Parecía hablar de sí mismo como de aquel que tiene autoridad. Jesús trataba de desviar el pensamiento de ellos de la búsqueda del milagro y dirigirlo hacia el hallazgo de una experiencia verdadera y personal en la satisfacción y seguridad de que el espíritu de amor y misericordia salvadora de Dios reside en ellos.» LU 138:8.8
««Ahora pues debéis prestar oído a mis palabras, para no cometer nuevamente el error de oír mis enseñanzas con la mente mientras vuestro corazón no comprende el significado. Desde el comienzo de mi estadía como uno de vosotros, os enseñé que mi único propósito era revelar a mi Padre en el cielo a sus hijos en la tierra. He vivido el autootorgamiento revelador de Dios para que vosotros pudieseis experimentar la carrera del que conoce a Dios. He revelado a Dios, como vuestro Padre en el cielo; os he revelado a vosotros, como hijos de Dios en la tierra. Es un hecho de que Dios os ama a vosotors, a sus hijos. Por la fe en mi palabra, este hecho se torna una verdad eterna y viva en vuestro corazón. Cuando, por la fe viva, os tornéis divinamente conscientes de Dios, naceréis del espíritu como hijos de la luz y de la vida, aun la vida eterna en la cual ascenderéis al universo de los universos y alcanzaréis la experiencia de encontrar a Dios el Padre en el Paraíso.»» LU 193:0.3
«Cuando Jesús hubo así establecido la cena de conmemoración, dijo a sus apóstoles: «Toda vez que hagáis esto, será en memoria mía. Cuando me recordéis, pensad primero en mi vida en la carne, recordad que estuve cierta vez con vosotros y luego, por la fe, discernid que todos vosotros vendréis alguna vez a cenar conmigo en el reino eterno del Padre. Esta es la nueva Pascua que os dejo: la memoria de mi vida autootorgadora, el verbo de la verdad eterna; y la memoria de mi amor por vosotros, el derramamiento de mi Espíritu de la Verdad sobre toda la carne».» LU 179:5.9 Lc 22:19,20.
«Luego habló Jesús de los peligros del coraje y de la fe, y de cómo estos dos factores a veces llevan a un alma no reflexiva a la presunción y la imprudencia. También mostró cómo la prudencia y la discreción, llevadas a los extremos, conducen a la cobardía y al fracaso. Exhortó a sus oyentes a que procuraran la originalidad, pero evitando caer en la excentricidad. La comprensión no debe caer en sentimentalismo, ni la piedad en beatería. Enseñó reverencia libre de miedo y superstición.» LU 149:4.4
«La conciencia de una vida humana victoriosa en la tierra nace de esa fe de la criatura que se atreve a desafiar cada recurrente episodio de la existencia cuando se enfrenta con el pavoroso espectáculo de las limitaciones humanas, con la firme declaración: aunque yo no pueda hacer esto, en mí vive alguien que puede y que lo hará, una parte del Padre-Absoluto del universo de los universos. Y ésa es «la victoria que sobrecoge al mundo, aun vuestra fe».» LU 4:4.9 1 Jn 5:4.
««El Espíritu Supremo será testigo con vuestro espíritu de que sois realmente hijos de Dios. Y si sois hijos de Dios, habéis nacido del espíritu de Dios; y el que haya nacido del espíritu, tiene dentro de sí el poder de sobreponerse a toda duda, y ésta es la victoria que se sobrepone a toda incertidumbre, aun vuestra fe.» LU 142:5.3 Ro 8:16.
««Dijo el profeta Isaías hablando de estos tiempos: ‘cuando el espíritu se derrame sobre nosotros desde lo alto, entonces la labor de la rectitud significará paz, reposo, y seguridad para siempre’. Para todos aquellos que crean verdaderamente en este evangelio, yo seré la garantía de su recepción en la misericordia eterna y en la vida perdurable del reino de mi Padre. Así pues vosotros que oís de este mensaje y creéis en este evangelio del reino sois hijos de Dios, y tenéis vida para siempre; y la prueba para todo el mundo de que habéis nacido del espíritu está en que vosotros os amáis sinceramente los unos a los otros».» LU 142:5.4 Is 32:15.
««Esta mujer transformada que algunos de vosotros visteis en la casa de Simón hoy, está, en este momento, viviendo en un nivel vastamente inferior al de Simón y al de sus asociados bien intencionados; pero mientras estos fariseos están ocupados con el falso progreso en la ilusión de traspasar los círculos engañosos de los servicios ceremoniales sin sentido, esta mujer ha comenzado, con gran honestidad, la larga y pletórica búsqueda de Dios, y su camino hacia el cielo no está obstruido por el orgullo espiritual ni por la autosatisfacción moral. Esta mujer está, hablando desde un punto de vista humano, mucho más lejos de Dios que Simón, pero su alma está en movimiento progresivo; está encaminada hacia un objetivo eterno. Hay en esta mujer extraordinarias posibilidades espirituales para el futuro. Algunos entre vosotros podréis no estar en niveles reales de alma y espíritu particularmente elevados, pero estáis progresando diariamente en el camino vivo que se os ha abierto, a través de la fe, en dirección a Dios. Existen enormes posibilidades en cada uno de vosotros para el futuro. Es mucho mejor tener una fe pequeña pero viva y en crecimiento que poseer un gran intelecto con sus ramas muertas de sabiduría mundana y de descreimiento espiritual».»LU 147:5.8 Lc 7:36.
«La fe ha hecho ganar al peregrino ascendente el propósito de perfección que admite a los hijos del tiempo hasta las compuertas de la eternidad. Ahora los ayudantes de los peregrinos deben comenzar su trabajo para desarrollar esa perfección de comprensión y esa técnica de entendimiento que son tan indispensables para la perfección paradisiaca de la personalidad.» LU 26:4.14
«Su valor era magnífico, pero nunca fue temerario. Su palabra clave era: «No temáis». Su valentía era elevada y su coraje frecuentemente heroico. Pero su coraje estaba vinculado con la discreción y controlado por la razón. Era un coraje nacido de la fe, no la temeridad de la presunción ciega. Era verdaderamente valiente pero nunca fue audaz.» LU 100:7.15
«Jesús poseía una fe sublime y incondicionada en Dios. Él experimentó los estados de ánimo buenos y malos, típicos de la existencia mortal, pero, en el sentido religioso, no dudó nunca de la certeza de la vigilancia y la guía de Dios. Su fe fue la consecuencia de la visión interna, nacida de la actividad de su Ajustador residente, la presencia divina. Su fe no fue ni tradicional ni meramente intelectual. Fue totalmente personal y puramente espiritual.» LU 196:0.1
«Jesús no se aferró a la fe en Dios así como lo haría un alma en guerra con el universo y en lucha de muerte con un mundo hostil y pecaminoso; no recurrió a la fe como simple consuelo cuando estaba plagado de dificultades ni como alivio cuando lo amenazaba la desesperanza; su fe no fue tan sólo una compensación ilusoria de las realidades desagradables y de las congojas del vivir. Al enfrentarse con todas las dificultades naturales y las contradicciones temporales de la existencia mortal, él experimentó la tranquilidad de la confianza suprema y indiscutida en Dios y sintió la tremenda emoción de vivir, por la fe, en la presencia misma del Padre celestial. Esta fe triunfante fue una experiencia viva de real alcance espiritual. La gran contribución de Jesús a los valores de la experiencia humana no fue que revelara tantas nuevas ideas sobre el Padre en el cielo, sino más bien que tan magnífica y humanamente demostró un nuevo y más alto tipo de fe viva en Dios. Nunca en todos los mundos de este universo, en la vida de cualquier mortal, vino Dios a ser tal realidad viva como en la experiencia humana de Jesús de Nazaret.»LU 196:0.3
«La teología puede fijar, formular, definir y dogmatizar la fe, pero en la vida humana de Jesús la fe fue personal, viva, original, espontánea y puramente espiritual. Esta fe no fue reverencia por la tradición ni una mera creencia intelectual que él sostenía como un credo sagrado, sino más bien una experiencia sublime y una convicción profunda que lo sostenía firmemente. Su fe fue tan real y tan completa que eliminó en forma absoluta toda duda espiritual y destruyó en forma efectiva todo deseo contradictorio. Nada pudo arrancarlo del ancla espiritual de esta fe ferviente, sublime y impávida. Aun frente a la derrota aparente o en las garras del desencanto y de la desesperación amenazante, permaneció calmo en la presencia divina, libre de temores y plenamente consciente de su invencibilidad espiritual. Jesús disfrutó de la certeza vigorizadora de poseer una fe sin incertidumbres, y en cada una de las difíciles situaciones de la vida, infaliblemente exhibió una lealtad inamovible a la voluntad del Padre. Esta fe estupenda permaneció impávida aun frente a la amenaza cruel y sobrecogedora de una muerte ignominiosa.» LU 196:0.5
«En un genio religioso, muchas veces una poderosa fe espiritual lleva directamente al fanatismo desastroso, a la exageración del ego religioso, pero esto no le ocurrió a Jesús. No hubo influencias negativas de su extraordinaria fe y alcance espiritual en su vida práctica, porque esta exaltación espiritual era una expresión totalmente inconsciente y espontánea del alma de su experiencia personal con Dios.» LU 196:0.6
«La fe espiritual indomable y apasionada de Jesús no rayó jamás en el fanatismo porque su fe no llegó nunca a afectar su juicio intelectual equilibrado en cuanto a los valores proporcionales de las situaciones sociales, económicas y prácticas morales corrientes de la vida. El Hijo del Hombre era una personalidad humana espléndidamente unificada; era un ser divino de dones perfectos; también era magníficamente coordinado como ser humano y divino combinados, funcionando en la tierra como una sola personalidad. Siempre coordinó el Maestro la fe del alma con el juicio de la sabiduría de la experiencia. La fe personal, la esperanza espiritual y la devoción moral siempre estuvieron correlacionadas en una unidad religiosa incomparable de asociación armoniosa con una realización sagaz de la realidad y santidad de todas las lealtades humanas —honor personal, amor familiar, obligación religiosa, deber social y necesidad económica.» LU 196:0.7
«La fe de Jesús visualizaba todos los valores espirituales como se encuentran en el reino de Dios; por lo tanto dijo: «Buscad primero el reino del cielo». Jesús vio en la desarrollada e ideal comunidad del reino, el logro y la satisfacción de la «voluntad de Dios». El corazón mismo de la oración que enseñó a sus discípulos fue «venga tu reino; hágase voluntad tuya». Habiendo así concebido que el reino comprendía la voluntad e Dios, se dedicó a la causa de su realización con extraordinario autoolvido y entusiasmo sin límites. Pero en su extensa misión y a lo largo de su vida extraordinaria no se asomó nunca la furia del fanático ni la frivolidad del egocéntrico religioso.» LU 196:0.8
«La vida entera del Maestro estuvo constantemente condicionada por su fe viva, su experiencia religiosa sublime. Esta actitud espiritual dominó totalmente sus pensamientos y sentimientos, su creencia y su oración, su enseñanza y su predicación. Esta fe personal de un hijo en la certeza y seguridad de la guía y protección del Padre celestial impartió una profunda dote de realidad espiritual a su vida singular. Sin embargo, a pesar de la muy profunda conciencia de relación estrecha con la divinidad, este galileo, este Galileo de Dios, cuando se le apeló Buen Instuctor, replicó instantáneamente: «¿Por qué me llamáis bueno?» Cuando nos enfrentamos con un autoolvido tan esplendoroso comenzamos a comprender cómo el Padre Universal pudo tan plenamente manifestarse a él y revelarse a través de él a los mortales de los mundos.» LU 196:0.9 Mt 19:17.
«La fe de Jesús llegó a la confianza pura de un niño. Su fe fue tan absoluta y certera que respondía al encanto de la relación con los semejantes y a las maravillas del universo. Su sentido de dependencia en lo divino fue tan completo y tan confiado que dio como fruto la felicidad y la certeza de una absoluta seguridad personal. No hubo ninguna pretensión de titubeo en su experiencia religiosa. En este gigantesco intelecto del hombre adulto reinaba suprema la fe de un niño en todos los asuntos relacionados con la conciencia religiosa. No es extraño que dijera cierta vez: «Si no os volvéis como niños, no entraréis al reino». Aunque la fe de Jesús era como la de un niño, no era, en ningún sentido infantil.» LU 196:0.12
«Jesús no requiere que sus discípulos crean en él sino más bien que crean con él, que crean en la realidad del amor de Dios y acepten con plena confianza la certeza de la seguridad de la filiación con el Padre celestial. El Maestro desea que todos sus seguidores compartan plenamente su fe trascendental. Jesús desafió en forma enternecedora a sus seguidores, no sólo a que creyeran lo que él creía, sino también a que creyeran como creía él. Éste es el significado pleno de su requisito supremo: «sígueme».» LU 196:0.13