En este primer pronunciamiento público, Jesús buscó basar su misión posterior sobre las enseñanzas de los profetas del Antiguo Testamento. Presagiaba una vida de enseñanza y curación, más que la del Mesías judío que esperaban.
Los textos del Antiguo Testamento que usó se encuentran en:
C. MOMENTO: En el Museo de Alejandría, Jesús había interpretado para Ganid una clase de un catedrático griego sobre las enseñanzas de Platón. Esa noche, Jesús disertó sobre la “realidad” para Ganid. A la mañana siguiente, siguieron conversando sobre la naturaleza del “Mal”.
La realidad del universo procede del Infinito. La realidad finita es la repercusión del modelo paradisíaco y de la mente universal.
La causación, la conciencia y la yoidad, en sus relaciones eternas, constituyen la realidad del Supremo. Todas las cosas pueden cambiar, excepto la Personalidad Original y los Absolutos.
El nivel más alto de lo finito es reconocer al Padre Universal y conocer al Supremo.
La progresión cósmica no destruye la conciencia de la yoidad. El crecimiento espiritual sin fin depende del deseo supremo de hacer la voluntad del Padre.
Los científicos tuertos o los espiritualistas tuertos no pueden visualizar la verdadera profundidad de la realidad del universo.
La causación sin mente no puede hacer evolucionar lo complejo a partir de lo simple—lo espiritual de lo material.
La personalidad mantiene la identidad en presencia de un cambio sin límites—es adaptable y progresiva.
La falta de adaptación, la divergencia y la pérdida del piloto espiritual termina cuando cesa la existencia.
La mente animal, la falta de sabiduría y adoración, es consciente únicamente del universo objetivo.
El conocimiento es una posesión de la mente; la verdad es una experiencia del alma. El hecho y la verdad, sincronizados, activan la sabiduría.
El error y el mal son inherentes a la imperfección de lo finito. El mal no es una realidad del universo. La posibilidad de cometer errores es inherente a la adquisición de sabiduría.
El mal es un concepto de relatividad. Es inherente a la incompleción de la revelación de Dios en el espacio-tiempo. Es la sombra finita que arroja el cosmos a medida que se oscurece la luz eterna de lo Infinito.
Los conceptos estáticos están muertos-mal potencial. Son de sabiduría deficiente y están desprovistos de verdad.
B. LUGAR: Arriba en las montañas de la isla de Creta
C. MOMENTO: De camino a Roma, se detuvieron en Creta y, después de que Jesús explicara a Ganid por qué no se había embarcado en el trabajo de un instructor público, tuvieron esta experiencia con un joven desanimado.
Este joven había perdido a su padre cuando tenía doce años. Estaba desanimado y abatido por sus numerosos problemas y se había rendido ante un complejo de inferioridad. Buscaba un escape en la soledad de las montañas.
Cuando el primer intento de Jesús de ayudar no logró obtener ninguna respuesta, hizo un segundo intento preguntando al joven por la mejor manera de llegar a Fénix. Era el enfoque psicológico de dar ayuda pidiéndola.
El joven respondió marcando los caminos en el suelo y en sus explicaciones se liberó de su estado emocional de confinamiento.
Jesús le dio las gracias, le dijo adiós y de repente se giró diciendo que no sería justo tomar su ayuda sin dar algo a cambio.
Bajo ese estado de sorpresa, Jesús hizo un ataque frontal. Dijo: sé que quieres estar a solas, pero a cambio de responder a mi pregunta quiero responder a tus preguntas respecto a la meta del destino que tú, en tu corazón, buscas en estos momentos.
Cuando el joven protestó que él no había pedido ayuda, Jesús se refirió a su «mirada anhelante» expresión preocupada, y le señaló el escape de las «penas del yo» a las “alegrías de las acciones de amor” para Dios y los hombres.
Se había roto el hielo—el joven se arrodilló a los pies de Jesús y suplicó ayuda.
Jesus derramó en un fuego rápido de coraje varonil el saludo matutino a la salida del sol, su cuerpo fuerte y la futilidad del aislamiento.
Le dijo que no podía escapar de sí mismo—y que se podrían hacer grandes cosas solo donde se esperaba hacer grandes cosas.
Le amonestó que se liberara del miedo animal, de la depresión y de la derrota. Debería liberarse de las ataduras del miedo con la presencia-poder de la fe viva—el amor de nuestros semejantes que todo lo domina.
Jesús le inspiró con el concepto de “nacer de nuevo” de la fe victoriosa-la liberación de los terrores humillantes y de la evasiva cobardía.
Fortunato era el nombre del joven, y se convirtió en líder de los cristianos de Creta y posteriormente en asociado de Tito.
Introducción: En respuesta a la pregunta de Ganid sobre qué se puede hacer para tener amigos, Jesús dijo: interésate por tus semejantes—ámalos. Haz algo por ellos—y citó un antiguo proverbio judío: «Un hombre que quiere tener amigos debe mostrarse amistoso.» (Pr 18:24)
El tiempo es una corriente que fluye de acontecimientos temporales—reconocidos y segregados. El universo del espacio está relacionado con el tiempo cuando se ve desde cualquier posición, aparte del Paraíso inmóvil. Los movimientos del tiempo se revelan solo en cuanto están relacioandos con algo que no se mueve.
El Paraíso y las Deidades trascienden el tiempo y el espacio. En nuestro mundo, la personalidad es la única realidad que puede trascender la secuencia temporal de los acontecimientos.
Los animales no perciben el tiempo como lo percibe el hombre. Vemos el tiempo como una sucesión de acontecimientos, pero a medida que ascendemos discernimos esta procesión de acontecimientos en su totalidad—la simultaneidad circular desplaza a la secuencia lineal de los acontecimientos.
Hay siete conceptos de espacio tal como está condicionado por el tiempo, pero estas siete dimensiones se experimentan únicamente en el cosmos último.
El espacio es una realidad y está parcialmente trascendido por la mente. Los siete potenciales espaciales son últimos únicamente en el nivel absoluto.
El concepto del espacio-tiempo se amplía a medida que la personalidad asciende por el universo. En el nivel morontial el concepto de espacio-tiempo se expande en cuanto a calidad y cantidad.
Esta ampliación de la concepción del espacio-tiempo logra finalmente el nivel trascendental de semejanza con la Deidad—los conceptos sin tiempo ni espacio de los Absolutos.
El bien y el mal son símbolos verbales de los niveles relativos de comprensión del universo.
Las almas perezosas e indolentes pueden aceptar como estándares los usos sociales y las prácticas religiosas actuales.
Las almas supervivientes aceptan los verdaderos valores del Ajustador del Pensamiento—el estándar de la supervivencia de la personalidad.
La bondad y la verdad son relativos y siempre contrastados frente al mal. Esto facilita tomar esas decisiones que son esenciales para la supervivencia eterna.
El ciego espiritualmente, si sigue los dogmas científicos y religiosos, podría perder su libertad espiritual—convertirse en un loro intelectual y un autómata social.
La bondad contribuye a aumentar la autorrealización y el logro de la personalidad—la identificación con el Ajustador—el deseo cada vez mayor de hacer la voluntad del Padre—encontrar a Dios y ser más como él.
Una experiencia es buena cuando—
Eleva la apreciación de la belleza.
Aumenta la voluntad moral.
Ensalza la verdad.
Amplía la capacidad de amar y servir.
Exalta los ideales espirituales.
Unifica nuestros motivos supremos y los planes del Ajustador.
La ascensión por el universo aumenta la bondad y disminuye el mal, pero el error y el mal no se trascienden plenamente hasta que logremos los niveles finales del espíritu.
La bondad es siempre una experiencia personal progresiva y se correlaciona con la verdad y la belleza. Estos valores positivos de la verdad se contrastan siempre las sombras negativas del mal potencial.
Aparte del Paraíso, la bondad es más una búsqueda que una posesión—más una meta que un logro. Incluso el logro parcial sacia la sed espiritual.
La presencia del bien y del mal valida la realidad de la voluntad moral del hombre, que puede identificar y elegir entre ellos.
La personalidad paradisíaca perfeccionada está tan unificada con la verdad, la belleza y la bondad positivas que no arroja sombras negativas de mal potencial cuando se expone al brillo divino de las Deidades.
En el Paraíso, la bondad ya no es parcial, contrastada y comparativa; se ha vuelto completa y plena—se acerca a la perfección del Supremo.
La posibilidad del mal (no la actualidad) es necesaria para la elección moral. Una sombra solo es real relativamente. El mal potencial es el estímulo para la decisión que es un requisito para la elección moral.
La verdad es más que conocimiento y solo se puede definir viviéndola. La verdad se asocia con la sabiduría y las realidades espirituales.
El conocimiento se origina en la ciencia, la sabiduría en la filosofía y la verdad en la experiencia espiritual. El conocimiento maneja hechos, la sabiduría relaciones, la verdad valores de la realidad.
El hombre tiende a cristalizar la ciencia, a formular la filosofía y a dogmatizar la verdad porque es perezoso mentalmente, tiene un miedo terrible a lo desconocido y es reacio a cambiar.
La mente material y el espíritu que mora en nuestro interior descubren la verdad. El alma que descubre la verdad sobrevive porque quiere ser como Dios.
La verdad y el conocimiento están en conflicto solo cuando el conocimiento está distorsionado por el prejuicio, el miedo y el temor a los descubrimientos y al progreso espiritual.
Poseemos la verdad solo por la fe. Nuestra sabiduría, nuestra ética y nuestros ideales no se elevan nunca por encima de nuestra fe. La fe es la inspiración de la imaginación creativa espiritizada.
La fe libera los potenciales superhumanos de supervivencia que moran en el interior del hombre. Las plantas y los animales sobreviven mediante la transmisión material; el hombre, mediante la identificación con la chispa divina que tiene en su interior.
El alma activada por la fe del hombre sobrevive porque tiene una función en el universo de encontrar a Dios, de volverse perfecto y eterno.
La evolución espiritual va acompañada de una bondad creciente y una disminución progresiva de la posibilidad del mal. El Ajustador del Pensamiento es la seguridad de la supervivencia progresiva.
El progreso de la supervivencia significa un autoconocimiento y un autocontrol cada vez mayor, y una libertad personal aumentada.
La fe sostiene el alma del hombre en medio de la confusión finita, y la oración unifica las inspiraciones de la mente y los impulsos del alma del mortal dominado por la fe.
C. MOMENTO: Una noche, en la posada, los tres escucharon una disertación de tres horas sobre la ciencia de un filósofo griego. Los comentarios de Jesús se resumen en esta presentación.
Los científicos pueden medir la energía del universo, pero no pueden definirla.
La ciencia se ocupa de la energía, la religión de los valores. La filosofía los correlaciona.
Los científicos físicos a menudo están afligidos de orgullo matemático, egotismo estadístico y ceguera espiritual.
Las matemáticas y la lógica son válidas en el mundo material, pero no son totalmente fiables cuando se aplican a los problemas de la vida.
Un hombre podría esquilar una oveja en diez minutos, pero diez hombres no pueden esquilarla en un minuto.
Las matemáticas afirman que diez personas tienen diez veces el valor de una persona. Pero el valor asociativo representa el cuadrado del número de personas implicadas.
La cantidad se puede identificar como hecho—la calidad se estima como valor—como experiencia del individuo.
Si la ciencia y la religión fueran menos dogmáticas, la filosofía podría unificarlas mejor.
Un mejor entendimiento del universo mostraría que está unificado y es amigable.
El pensamiento está unificado cuando se reconoce que el hecho cuantitativo y el valor cualitativo tienen una causación común en el Padre paradisíaco, y revelan la meta espiritual de logro de la personalidad.
Los tres niveles de materia, morontia y espíritu se unifican en el Supremo.
La energía invisible y la materia visible son realidades del universo.
C. MOMENTO: En Pafos, hicieron acopio de provisiones para un descanso de varias semanas en las montañas cercanas. En esos días, Ganid enfermó y tenía fiebre alta. Fue durante su convalecencia que Ganid planteó la pregunta sobre si el hombre tiene un tipo de autoconciencia más alta que la de los animales. Esta conversación sobre la mente fue la respuesta a la pregunta del muchacho.
La autoconciencia es una realidad—y distingue al hombre de los animales. Coordina la energía impersonal y la mente capaz de concebir al espíritu, y garantiza el otorgamiento del Ajustador del Pensamiento.
Las ideas son más un registro de sensaciones—el yo es más que una suma de sensaciones. La unidad de la mente se deriva de la presencia del Ajustador—una parte de la unidad absoluta.
Los animales carecen de autoconciencia del tiempo. Su memoria sensitiva no es significativa ni tiene un propósito—carece de interpretación reflexiva.
La existencia autoconsciente y la capacidad del hombre de experimentar espiritualmente hacen que el hombre sea un hijo del universo potencial y superviviente.
El hombre no es meramente la suma de estados sucesivos de conciencia. La unidad de la mente depende de la presencia de un clasificador y asociador de la conciencia.
La mente que consiste únicamente en la conciencia de las sensaciones físicas no podría nunca lograr los niveles espirituales de valores morales ni la unidad esencial para la supervivencia de la personalidad.
La mente tiene cualidades supermateriales que no están totalmente limitadas por el tiempo. La mente humana varía no solo debido a la herencia y al entorno, sino también debido a la unificación diferencial que hace el espíritu que mora en el interior.
La mente humana sufre el conflicto de la doble lealtad—de servir al bien y al mal. La mente unificada supremamente feliz está dedicada a hacer la voluntad del Padre del cielo.
Los conflictos no resueltos destruyen la unidad de la mente. Pero la supervivencia del alma no se fomenta asegurando la paz a toda costa—la rendición de los ideales espirituales.
B. LUGAR: El lago Urmia, en la región del mar Caspio
C. MOMENTO: En una isla del lago Urmia, Cimboitón mantenía un templo de filosofía y religión. A su regreso de un viaje en caravana, Jesús se detuvo aquí e impartió un ciclo de conferencias.
La hermandad de los hombres está basada en la paternidad de un Dios amoroso. El reino espiritual está basado en el hecho de la soberanía divina.
La paz entre las religiones depende del reconocimiento de esta soberanía divina. Las persecuciones y la intolerancia surgen de una religión que asume que está por encima de todas las demás.
La paz religiosa—la hermandad-surge cuando todas las religiones reconocen por igual la soberanía de Dios.
Las guerras religiosas persistirán a no ser que todas las religiones transfieran su soberanía a Dios.
La unidad religiosa (no la uniformidad) surge al transferir la autoridad eclesiástica a la soberanía de Dios.
El espíritu de Dios, que mora en el interior, hace que todos los hombres sean iguales espiritualmente. Todos somos hermanos.
Cuando se pierde de vista la soberanía de Dios, una religión afirmará estar por encima de todas las demás, y pondrá así en peligro la paz en la tierra y la buena voluntad entre los hombres. El resultado neto serán los conflictos religiosos y las guerras.
El concepto de igualdad jamás trae la paz, excepto en presencia del reconocimiento mutuo de la supersoberanía de Dios.
Las personas religiosas de Urmia vivieron juntos en paz porque habían renunciado a sus ideas de soberanía religiosa—Dios era su soberano.
La paz religiosa duradera llegará a Urantia solo cuando todas las religiones renuncien a sus nociones de favores divinos, de “pueblo elegido” y de superioridad en favor de la soberanía de Dios Padre.
Las conversaciones de Jesús sobre la soberanía política son difíciles de presentar debido a los enormes cambios en la vida de las naciones durante mil novecientos años de evolución política.
La guerra en Urantia no acabará nunca mientras las naciones se aferren a las nociones ilusorias de soberanía nacional ilimitada.
Hay solo dos niveles de soberanía real—el libre albedrío del individuo y la soberanía colectiva de toda la humanidad.
A medida que la soberanía espiritual supere todas las lealtades espirituales, así gobernarán los Altísimos en los reinos de los hombres.
No hay “pueblo elegido”. El gobierno de los Altísimos es para el mayor bien para el mayor número de ellos y durante el mayor tiempo posible.
El crecimiento del poder político crea cada vez más problemas en todos los niveles que hay entre el grupo familiar y el gobierno de toda la humanidad.
Las guerras menores disminuyen a medida que la soberanía pasa de grupos más pequeños a más grandes. Pero a medida que las naciones se hacen cada vez más grandes, aumenta el peligro de guerras mayores.
Unas pocas naciones fuertes y poderosas predisponen a que haya guerras mundiales. Las lealtades de grupo son difíciles de cambiar cuando van de la familia al gobierno de toda la humanidad.
La soberanía política se crea en grupos mayores por la cesión de la autodeterminación por parte de grupos más pequeños.
La transferencia de soberanía de grupos más pequeños a grupos más grandes progresó hasta el final de la I Guerra Mundial—y luego se produjo un retroceso.
Urantia no disfrutará de una paz duradera hasta que las llamadas naciones soberanas cedan su soberanía al gobierno de la humanidad.
El internacionalismo—las «ligas de naciones»—no traerán una paz permanente—disminuirán las guerras menores, pero no las guerras mundiales.
No podemos evitar que las naciones poderosas vayan a la guerra mientras estén infectadas del virus engañoso de la soberanía nacional.
Una fuerza policial internacional puede evitar guerras menores, pero no evitará conflictos mayores entre grandes potencias militares.
El descenso del número de grandes potencias mundiales aumenta la necesidad de un gobierno de toda la humanidad, con el fin de asegurar la paz mundial.
La paz final no llegará a Urantia hasta que las llamadas naciones soberanas cedan su poder para hacer la guerra al gobierno de la humanidad.
Cuando el gobierno de la humanidad controle las fuerzas de tierra, mar y aire de todo el mundo, entonces la paz en la tierra y la buena voluntad entre los hombres prevalecerá.
Los cuarenta y ocho estados de la unión federal americana se citan como ejemplo de organización del gobierno mundial.
Alguna vez, de manera similar, las naciones de la tierra cederán su soberanía al gobierno de la hermandad de los hombres.
Aparte de la soberanía del gobierno de la humanidad, todas las demás soberanías tienen un valor relativo, un significado intermedio y un estatus de rango inferior.
Con el avance de la ciencia, las guerras serán cada vez más suicidas—¿cuánto tiempo llevará acabar con todo en el gobierno de la hermandad de los hombres?
Puesto que todos los hombres anhelan la libertad, se deben proporcionar leyes y regulaciones para garantizar la libertad mutua—si un hombre es absolutamente libre, otro debe ser absolutamente esclavo.
La religión tiene en potencia la hermandad de los hombres, pero requiere la LEY del gobierno de la humanidad para actualizarla.
Habrá guerras y rumores de guerras mientras las naciones se aferren a su soberanía injustamente mantenida. (Ejemplo: los grupos que componen el Reino Unido)
Las Naciones Unidas pueden evitar pequeñas guerras, pero los conflictos mundiales persistirán hasta que se establezca el gobierno mundial.
Una vez más, los 48 estados americanos políglotas se usan como ejemplo de lo factible de un gobierno mundial.
No es una cuestión de rearme o desarme—se trata del problema de la ley internacional basada en el gobierno mundial.
La guerra es un síntoma, la enfermedad es el virus de la soberanía nacional. Después de todo, las naciones no tienen una soberanía real.
Los asuntos locales deberían ser manejados por gobiernos locales; los asuntos nacionales por gobiernos nacionales; los asuntos internacionales por el gobierno mundial.
La paz mundial no se puede mantener con tratados, alianzas o mediante equilibrios de poder—solo por la ley mundial.
La libertad individual se verá aumentada con el gobierno mundial. Habrá menos tasas, regulaciones, etc.
Terminar con la falacia de la autodeterminación facilitará la ley mundial y la paz mundial con un idioma y la esperanza de una religión.
La seguridad colectiva nunca traerá paz hasta que la colectividad incluya a toda la humanidad.
Solo mediante el gobierno representativo de la humanidad podemos hacer realidad la paz en la tierra y la buena voluntad entre los hombres.
C. MOMENTO: Esta fue la primera aparición pública de Jesús tras su bautismo. Fue después de la elección de sus primeros apóstoles y después de las bodas de Caná. Fue durante el tiempo de estancia en Galilea. Fue un intento de conectar su misión venidera con las escrituras hebreas.
Aquella tarde, Jesús llevó a sus apóstoles a dar un paseo en barco, junto con sus hermanos Santiago y Judá. Echaron el ancla lejos de la orilla y Jesús habló con ellos sobre el reino venidero.
Les dijo que siguieran con sus tareas regulares hasta que “llegue la hora del reino”. Y se puso como ejemplo volviendo a trabajar al taller de embarcaciones.
Dispuso tres horas de estudio y debate todas las noches y les amonestó que se mantuvieran en silencio sobre el reino.
Jesús les dijo que el reino era un asunto de “cambios en el corazón” y que no vendría con ruido y glamur.
Si bien prometió gran alegría al servir al reino, avisó de que habría problemas, confusión y frustraciones.
Les dijo que la gente exigiría que se obraran milagros y que serían lentos en reconocer la revelación del amor de su Padre como las credenciales de su misión.
Esa noche, junto al agua, Jesús rezó una de sus primeras oraciones en público. Fue breve y tenía que ver con su unidad—a pesar de las dudas de los otros.
Durante el tiempo de espera en Galilea, Jesús enseñó a sus compañeros sobre la actitud que tomar ante las diferentes religiones y partidos políticos. Dijo: «Procuramos ganarlos a todos ellos, pero no pertenecemos a ninguno de ellos.»
Después de leer los textos, Jesús dijo: «He venido para proclamar el establecimiento del reino del Padre.»
Dios no hace acepción de personas y, por lo tanto, el reino está abierto a TODOS.
El espíritu del Padre, combinado con el espíritu de Jesús, nos sitúa en el reino del entendimiento espiritual y de la rectitud divina.
Dijo Jesús: «Mi reino no es de este mundo.» De este modo, desautorizó muy pronto toda asociación con fuerzas políticas y eclesiásticas.
Entramos en el reino mediante decisiones morales y victorias espirituales. Ganamos alegría, rectitud y vida eterna.
La fe que gana la admisión al reino es como la dependencia confiada de un niño pequeño. Si entramos en el reino ganamos todo lo demás que es necesario.
Avisó contra los falsos conceptos de un reino visible y material. Definió el reino como «rectitud, paz y gozo en el Espíritu Santo.»
Como Juan bautizó para el arrepentimiento, al entrar en el reino estamos bautizados con el Espíritu.
Si queremos ser grandes en el reino, debemos convertirnos en siervos de todos. Y su vida fue un ejemplo de esa dedicación.
Comparó el reino con una semilla en crecimiento—hay un intervalo entre la siembra y la cosecha de rectitud y salvación.
El reino no es un reino de poder y abundancia—de comida y bebida. Tiene que ver con la perfección de servicio al hacer la voluntad del Padre.
Predicó la buena nueva del reino—descanso divino, progreso espiritual y vida eterna.
El reino es un dominio sempiterno—no tiene que ver con los conflictos políticos. Sus ciudadanos ascienden hacia el Padre del Paraíso.
Dijo Jesús: «no he venido a llamar a los que van a ser justos sino a los pecadores y a los que están hambrientos y sedientos de la rectitud de perfección divina.»
Jesús proclamó que la fe es el precio de entrada al reino. Si creemos que el Dios infinito nos ama, estamos en el reino.
Dejemos una cosa clara: El Sermón de la Montaña es el sermón de la ordenación. Es el credo de los doce apóstoles—no el evangelio del reino.
Se dirigió a los doce como «embajadores del reino de mi Padre»—como «una clase separada y distinta de todos los otros hombres de la tierra.»
Los llamó «ciudadanos esclarecidos de otro país, un país celestial entre las criaturas ignorantes de este mundo en tinieblas.»
Les dijo que no deberían vivir como hasta entonces, sino «como los que han probado la gloria de una vida mejor y han sido enviados de vuelta a la tierra como embajadores del Soberano de ese mundo nuevo y mejor.»
Dijo Jesús: «Más se espera del maestro que del alumno.» A los ciudadanos del reino celestial se les exige más que a los ciudadanos terrenales.
Jesús advirtió a sus apóstoles que algunas partes de su puesto como ordenados podrían parecer duras, pero dichos mandatos estaban justificados por el hecho de que estaban bajo la obligación de reflejar sus ideales de la vida mortal.
El punto esencial de su carga era: os envío a—
a. Proclamar la libertad a los cautivos espirituales.
b. Proclamar la felicidad a los que están encadenados por el temor.
b. Curar a los enfermos.
Jesús resumió la filosofía religiosa de los doce embajadores apostólicos del reino celestial en las diez bienaventuranzas, a las que nos referimos habitualmente como el Sermón de la Montaña.
Las bienaventuranzas:
a. Bienaventurados los pobres de espíritu, los humildes, porque de ellos serán los tesoros del reino del cielo.
b. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de rectitud, porque ellos serán saciados.
c. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
d. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Después de darles las bienaventuranzas, dijo: «…hablad a mis hijos estas otras palabras de consuelo y promesa espiritual», y añadió seis admoniciones más.
a. Bienaventurados los que están de luto, porque ellos serán consolados.
b. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán el espíritu del regocijo.
c. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos obtendrán misericordia.
d. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
e. Bienaventurados los que son perseguidos por causa de su rectitud, porque de ellos es el reino del cielo.
f. Bienaventurados seréis cuando os vituperen y os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros falsamente. Alegraos y gozaos porque grande será vuestro galardón en los cielos.
Entonces Jesús dijo: «vosotros sois la sal de la tierra.» Luego les recordó la inutilidad de la sal que ha perdido su sabor.
Después dijo: «Vosotros sois la luz del mundo.» A continuación siguió la lección sobre la «ciudad asentada sobre un monte» y la «luz que se pone debajo de un almud.»
Luego sigue una de sus más grandes admoniciones: «Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y los guíe a glorificar a vuestro Padre que está en los cielos.»
Dijo Jesús: «Os envío al mundo para que me representéis y actuéis como embajadores del reino de mi Padre.» Y luego les amonestó:
a. Id a proclamar la buena nueva.
b. Poned vuestra confianza en el Padre celestial.
c. No resistáis las injusticias por la fuerza.
d. No coloquéis vuestra confianza en el poder de la carne.
e. Si vuestro prójimo os golpea en la mejilla derecha, ponedle también la otra.
f. Sufrid una injusticia antes que poner pleito entre vosotros.
g. Ministrad a todos los desconsolados y a los necesitados.
h. Amad a vuestros enemigos.
i. Haced bien a los que os odian.
j. Bendecid a los que os maldicen.
k. Orad por los que os ultrajan.
Y al resumir estas admoniciiones, Jesús dijo: «Y todo lo que vosotros creáis que haría yo para los hombres, hacedlo vosotros.» Esta es la super regla de oro de los apóstoles, en contraposición a la de los discípulos.
Después, les habla sobre el sol y la lluvia que cae sobre justos e injustos y les exhorta a mostrar la misericordia de Dios.
Entonces establece la meta de la ascensión al Paraíso—«…en el eterno futuro del reino seréis perfectos, así como vuestro Padre celeste es perfecto.»
Iban a salvar a los hombres—no a juzgarlos. Luego viene el aviso sobre ver la mota en el ojo de un hermano y no ver la viga en el propio.
Les amonestó: «Discernid claramente la verdad; vivid sin temor la vida recta.»
Después, habla sobre la insensatez de que un ciego guíe a otro ciego, y les recuerda que los asuntos del reino requieren juicio justo y sabiduría sagaz.
Luego viene el dicho sabio: «No presentéis lo que es santo a los perros, ni os hagáis culpables de echar vuestras perlas delante de los cerdos…»
Les advirtió de los falsos profetas que vienen con piel de cordero. «Por sus frutos los conoceréis.»
El motivo determina la entrada en el reino de los cielos; Dios mira las intenciones sinceras del corazón.
Jesús concluye esta ceremonia de ordenación haciendo referencia al gran día del juicio—y la separación de las ovejas leales de las cabras hipócritas.
Los apóstoles no habían oído nunca antes a Jesús hablar de este modo, pues les habló como aquel “que tiene autoridad suprema”.
C. MOMENTO: Esta es la conversación con los doce durante la noche del día de su ordenación. Después de la cena, Jesús caminó por la playa y los apóstoles hablaron entre ellos. Después de que los gemelos hicieran una hoguera en el jardín, Andrés salió a buscar a Jesús. Al encontrarlo, dijo: «Maestro, mis hermanos no alcanzan a comprender lo que tú has dicho sobre el reino.»
Dijo Jesús: «Encontráis difícil recibir mi mensaje porque queréis construir las nuevas enseñanzas directamente sobre las viejas…vosotros debéis renacer. Debéis comenzar nuevamente como niñitos…»
Dijo que tenían ideas erróneas sobre muchas cosas, pero que no debían pensar que había venido para destruir la ley y a los profetas—había venido a completar.
Dijo que su rectitud debía consistir en amor, misericordia y verdad, y dijo que los nuevos mandamientos deberían grabarse en sus corazones.
En respuesta a la pregunta de Pedro acerca de los nuevos mandamientos, Jesús trató sobre la motivación del pecado—de la ira y la venganza en relación a “no matarás”.
Respecto al séptimo mandamiento, se refirió a mirar a «una mujer con intento de lujuria.» Dijo que Dios juzgar por los deseos reales del corazón.
En este punto, Santiago Zebedeo trajo a colación la cuestión del divorcio. Jesús dijo: «No he venido para legislar sino para esclarecer…No he venido para reformar los reinos de este mundo sino más bien para establecer el reino del cielo.» No estaba para regular el gobierno, el comercio o la conducta social.
Jesús dijo que su misión era solamente:
a. Consolar la mente.
b. Liberar el espíritu.
c. Salvar almas.
Jesús dijo que la actitud hacia el divorcio en tiempos de Moisés era diferente a las prácticas de los días del Jardín del Edén.
Jesús trató a continuación sobre los dos puntos de vista de la conducta de los mortales—el humano y el divino—la carne y el espíritu—el tiempo y la eternidad.
Erraron en que interpretaron literalmente su mensaje. Perdieron de vista el espíritu.
Dijo a los doce que no esperaran que todos los creyentes vivieran según el estándar que se había establecido para ellos.
Luego les dijo que debía proporcionar un modelo de vida no solo para este mundo sino también para los otros rebaños.
Natanael preguntó por la justicia—ojo por ojo, etc. Dijo Jesús: «Vosotros devolveréis el bien por el mal. Mis mensajeros no deben luchar con los hombres, sino tratarlos con dulzura…la misericordia determinará siempre vuestro juicio y el amor, vuestra conducta.»
Jesús les dijo que, si encontraban demasiado duros los requisitos del apostolado, podían revertirlos al discipulado, pero Pedro anunció que continuarían como apóstoles.
Entonces dijo Jesús (en sustancia); si sois apóstoles, entonces—
a. Tomad vuestras responsabilidades y seguidme.
b. Haced vuestras buenas obras en secreto.
c. Al dar limosna, que vuestra mano izquierda no sepa lo que hace vuestra mano derecha.
d. Cuando oréis, hacedlo a solas y sin usar repeticiones vanas.
e. Recordad que Dios sabe lo que necesitáis antes de que lo pidáis.
f. Evitad ayunar con semblante triste.
g. No almacenéis los tesoros de la tierra, pues donde vuestros tesoros están, estará también vuestro corazón.
Luego Tomás preguntó si iban a continuar teniéndolo todo en común. Jesús respondió diciendo que iban a continuar como una familia comprensiva que no tiene más que un señor, sin ansiedad respecto a las necesidades temporales.
Ahí fue cuando dijo: «Buscad primero el reino de Dios, y cuando hayáis hallado la puerta de entrada, todas las cosas necesarias os serán dadas. No os pongáis pues ansiosos por el mañana. Basta a cada día su propio afán."
Jesús les dijo que era la hora de retirarse, pero Pedro insistió en tener una charla privada con su Maestro. Y luego todos los demás (excepto los gemelos) siguieron el ejemplo de Pedro. Cuando Andrés preguntó si deberían despertar a los gemelos que dormían, Jesús dijo: «Hacen bien —no los molestes.»
Y cuando estas sesiones personales terminaron, la noche había pasado; «despuntaba la luz de un nuevo día.»
B. LUGAR: Tarde de enseñanza a orillas del lago de Galilea.
C. MOMENTO: Este dircurso ocurrió la semana siguiente a la ordenación. Se habían implicado en varios días de estudio intensivo seguidos por unos días de descanso—de pesca y de visita. Jesús les había estado diciendo que su misión era revelar al Padre y hacer a los hombres conscientes por la fe de la filiación divina.
Durante esta semana, Pedro anunció: «Estamos listos; salgamos ahora a conquistar el reino.» Jesús respondió: «Que vuestra sabiduría iguale vuestro celo y vuestro coraje compense vuestra ignorancia.»
Durante una tarde, Jesús se llevó en barco a Pedro, Santiago y Juan para conversar privadamente sobre los asuntos del reino.
Esta conferencia se basa en cinco puntos principales:
Hacer la voluntad del Padre.
Actitud política.
Actitud social.
Actitud económica.
Religión personal.
Hacer la voluntad del Padre
a. La confianza de Jesús en el cuidado del Padre celestial no era un fatalismo ciego y pasivo. Citó con aprobación: «El que no trabaja no come».
b. Sus preceptos sobre la confianza en Dios no deben juzgarse sobre la base de las condiciones sociales o económicas de los tiempos modernos ni de ninguna otra época ni mundo.
c. Aclaró a los tres la diferencia entre las exigencias del apostolado y las del discipulado. No prohibió a los doce el ejercicio de la prudencia y de la previsión.
d. No predicó contra la previsión sino contra la ansiedad, la preocupación. Enseñaba la sumisión activa y alerta a la voluntad de Dios.
e. En respuesta a preguntas sobre la frugalidad y la economía, les llamó sencillamente la atención sobre su propia vida como carpintero, fabricante de barcas y pescador.
f. No iban a considerar el mundo como un enemigo-las circunstancias de la vida trabajan con los hijos de Dios.
g. Era difícil para él explicar su práctica personal de no resistencia—el rechazo a combatir el mal, las injusticias o los daños. Pero no enseñó la tolerancia pasiva al delito.
h. Los gobiernos civiles tienen el derecho de emplear la fuerza para mantener el orden social y para castigar a los malhechores y criminales.
i. Advirtió contra las represalias—la venganza—desquitarse. Deploraba albergar resentimiento. Asignó la administración de la justicia al gobierno civil y al juicio de Dios.
j. Resumió su instrucción sobre estos asuntos como:
Amad a vuestros enemigos —recordad las exigencias morales de la hermandad.
No cometáis el error de luchar contra el mal con sus propias armas.
Tened fe —confianza en el triunfo final de la justicia divina y de la bondad eterna.
Actitud política
a. Advirtió contra la implicación en las relaciones entre el pueblo judío y el gobierno romano—evitar intromisiones en la política. «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.» Mt 22:21
b. No se desviaría de su misión de establecer un «nuevo camino de salvación». Pero cumplía todas las leyes civiles.
c. En sus enseñanzas, se ocupaba de la vida espiritual personal del hombre. Ignoró los ámbitos cívicos, sociales y económicos.
d. Jesús no era un reformador político, pero sí mostró a los hombres la mejor manera de vivir. No identifiquen sus enseñanzas con ninguna teoría política, social o económica—con ningún sistema industrial.
Actitud social
a. Al responder la pregunta «quién es mi projimo», Jesús expandió el concepto hasta incluir al mundo entero.
b. Jesús no era sociólogo. Estaba interesado en el individuo—no en la masa.
c. Sí enseñó misericordia, simpatía y compasión-estas cualidades eran su misma naturaleza.
Actitud económica
a. Jesús no era un reformador económico. Trabajó, vivió y comerció en el mundo tal como lo encontró. Pero llamó frecuentemente la atención sobre la injusticia de la distribución desigual de la riqueza.
b. No ofreció ninguna solución para las injusticias económicas. Si bien los doce no tenían propiedades, dejó claro que estas restricciones no tenían que aplicarse a los demás. No predicó contra la riqueza-solo contra el abuso.
c. Lucas interpretó las enseñanzas de Jesús según sus propias ideas de igualdad social. Jesús nunca dirigió a sus seguidores a que adoptaran un modo comunal de vida.
Religión personal
a. Podemos comprender mejor las enseñanzas de Jesús a través de su vida. La manera en que vivió revela mejor el carácter divino y la personalidad amorosa de su Padre paradisíaco.
b. Jesús no atacó las enseñanzas de los profetas hebreos o de los moralistas griegos. Más bien presentó una verdad adicional—«la conformidad voluntaria de la voluntad del hombre a la voluntad de Dios.»
c. Las enseñanzas de Jesús se han pervertido—él no quería producir hombres meramente religiosos, sino hombres completos que pudieran actuar como él actuaba para bien de los hombres y gloria de Dios.
d. Hemos tenido ideas equivocadas sobre la mansedumbre y humildad del Maestro. Su vida fue de un sublime autorrespeto. Le daba un gran valor a la sinceridad—a un corazón puro.
e. La fidelidad y el valor estaban en el corazón de sus enseñanzas. «No temáis» era su lema. La resistencia era el ideal de su carácter.
f. Sus enseñanzas constituían una religión de valor, valentía y heroísmo, y sus apóstoles eran pescadores toscos, viriles y varoniles.
g. Jesús tenía poco que decir sobre el vicio y la delincuencia. Era un instructor de virtud positiva—evitaba los métodos negativos.
Rechazaba dar publicidad al mal—no era un reformador.
h. Sus primeras denuncias estaban dirigidas contra el orgullo, la crueldad, la opresión y la hipocresía.
C. MOMENTO: Los apóstoles habían escuchado a Jesús hablar sobre la ira de Dios con un comerciante judío adinerado de Creta. A este hombre, Jacobo, lo había traído Andrés para que viera a Jesús. Después de esta conversación (vean El libro de Urantia, LU 142:2.1)), los apóstoles plantearon muchas preguntas que dieron lugar a este discurso sobre el «concepto de Dios.»
Después de reprochar suavemente a los apóstoles por su ignorancia acerca de la evolución del concepto de Dios entre el pueblo judío, Jesús llamó la atención sobre las siguientes fases del crecimiento de la idea de Dios.
a. Yahvé—dios de los clanes del Sinaí—proclamado por Moisés-el Señor Dios de Israel.
b. El Altísimo—proclamado por Melquisedek a Abraham.
c. El Shaddai—el concepto egipcio del Dios del cielo.
d. Elohim—el concepto de trinidad de la Deidad derivado de los tiempos de Adán.
e. Yahvé Supremo—el concepto ampliado de Deidad de Isaías.
f. El Padre del cielo—el concepto nuevo y completo del Padre paradisíaco.
Los apóstoles estaban muy anonadados por este relato del crecimiento del concepto de Dios en la mente judía. Estaban tan confundidos que no hicieron preguntas.
Jesús continuó llamando la atención sobre la narración de los días de Samuel en la que Dios tentó a David para contar a la gente, y más tarde en las Escrituras se decía que fue Satanás el que tentó a David. (Vean 2 Sam 24:1; 1 Cr 21:1))
A continuación, Jesús llamó la atención sobre las dos versiones de los diez mandamientos—una aparece en Ex 34:14-27 y la otra en Ex 20:2-17 Dijo que la versión de Moisés era la más digna y aceptable.
Después señaló que la razón de observar el sábado en la primera ley era liberarse del yugo egipcio. En la versión de Moisés, era la de descansar el séptimo día después de crear el mundo.
Y luego señaló que Isaías había exaltado estas leyes—mandamientos negativos—en la gran ley positiva dual—amor supremo a Dios y amar al vecino como a uno mismo—el deber completo del hombre.
B. LUGAR: El templo—durante la semana de la Pascua
C. MOMENTO: Este sermón se dio en respuesta a la pregunta planteada por un hombre de Damasco: «…cómo sabremos con certidumbre que tú has sido enviado por Dios…»
Jesús dijo que sus enseñanzas deberían juzgarse por sus frutos. Si mi mensaje es genuino, el espíritu lo confirmará en vuestro corazón.
Respecto a la certidumbre de que el Padre celestial nos acepte, Jesús se refirió a la seguridad que un niño tiene del afecto de un padre humano digno y bondadoso. Esos padres no torturan a sus hijos con ansiedad o temores de incertidumbre.
Si recibís a Dios como vuestro padre, podéis conocer que sois sus hijos. Si creéis en mí—creéis en Dios—y vuestra ciudadanía celestial está asegurada.
Si hacéis la voluntad del Padre del cielo, no fracasaréis en lograr la vida eterna en el reino.
El Espíritu Supremo será testigo con vuestro espíritu de que sois realmente hijos de Dios—de que habéis nacido del espíritu.
Y esta es la victoria que supera toda incertidumbre, incluso vuestra fe.
Y luego citó al profeta Isaías: «cuando el espíritu se derrame sobre nosotros desde lo alto, entonces la labor de la rectitud significará paz, reposo, y seguridad para siempre.» Is 32:15-17)
Y para todos los que creen en este evangelio, soy la seguridad de que serán recibidos en el reino de mi Padre.
Los que creéis en este evangelio sois los hijos de Dios—tenéis la vida eterna. Y la prueba de todo ello es el hecho de que os amáis los unos a los otros.
C. MOMENTO: El miércoles después de una ajetreada semana de Pascua en Jerusalén, Jesús y los doce estaban descansando en Betania. Este debate ocupó la tarde y la noche, y se dio en respuesta a una serie de preguntas planteadas por Tomás.
Tomás planteó las siguientes preguntas e introdujo sus observaciones en referencia al sermón de la ordenación, en el cual Jesús les instruyó respecto a muchas características de su vida personal:
a. ¿Qué le enseñaremos a la multitud?
b. ¿Cómo debe vivir la gente después de que el reino llegue más plenamente?
c. ¿Deberán tus discípulos poseer esclavos?
d. ¿Cortejarán tus creyentes la pobreza y rechazarán la propiedad privada?
e. ¿Reinará la misericordia por sí sola de modo tal que ya no habrá ley ni justicia?
Jesús estaba viviendo una vida única en la tierra y se requería que los doce compartieran muchas de las restricciones y obligaciones de su experiencia de otorgamiento.
Jesús podía ver simultáneamente dentro del corazón mismo de Dios y de las profundidades del alma del hombre.
El reino es una experiencia evolutiva—que se extiende de Urantia al Paraíso. (Al respecto, dio a entender que algún día volvería a este mundo.)
Dijo que la idea del reino no era la mejor manera de ilustrar la relación del hombre con Dios, pero que Juan había presentado su misión en esos términos.
Jesús dijo que la idea de familia era el mejor concepto-la paternidad de Dios y la hermandad de los hombres.
Trató con cierta extensión los diferentes aspectos de las relaciones familiares y del afecto mutuo.
Explicó que el afecto fraternal real llevaría siempre al servicio social desinteresado y amoroso.
Luego, Jesús conversó sobre la base de la vida familiar. Propuso siete elementos fundamentales:
a. El hecho de la existencia.
b. La seguridad y el placer.
c. La educación y la capacitación.
d. La disciplina y el establecimiento de limitaciones.
e. La camaradería y la lealtad.
f. El amor y la misericordia.
g. Las disposiciones para el futuro.
Después de horas de conversación, Jesús expilcó que estaba experimentando la plenitud de la relación de filiación con su Padre, y que esto abría un nuevo camino para que todos los demás encontraran al Padre—para ser perfectos, así como el Padre es perfecto.
Pero Tomás le planteó aún otra pregunta, diciendo que el Padre no siempre nos trata con amabilidad. Muchas veces sufrimos y nuestras oraciones no siempre tienen respuesta.
Jesús replicó: Tomás, ¿cuánto tiempo pasará hasta que adquieras la habilidad de escuchar con el oído del espíritu? El Padre es espiritual y el reino es espiritual. Se supone que sois sus hijos espirituales.
¿No podéis separar las realidades espirituales de los aspectos materiales de los problemas sociales, económicos y políticos de nuestro tiempo?
Dejad de aplicar las enseñanzas espirituales del reino a los asuntos sórdidos de la esclavitud, la pobreza, las casas, las tierras y los problemas de equidad y justicia humanas.
Estos asuntos temporales son la preocupación de los hombres de este mundo. Vosotros sois los embajadores de un reino espiritual.
¿No puedo dirigirme a vosotros como adultos del reino del espíritu? ¿Debo hablar con vosotros solo como si fuérais niños? ¿No vais a crecer nunca?
Para concluir, dijo: «Sin embargo, os amo y os tendré paciencia hasta el fin de nuestra asociación en la carne. Y aun entonces mi espíritu os precederá en el mundo.»
B. LUGAR: Una de las ciudades griegas—Arquelais o Fasaelis.
C. MOMENTO: Al predicar en estas ciudades, encontraron muchas objeciones por parte de los ciudadanos griegos y romanos. Dijo Felipe: «Maestro, estos griegos y romanos toman nuestro mensaje con cierta ligereza, pues dicen que estas enseñanzas son sólo adecuadas para los débiles y los esclavos…Afirman que queremos convertir a los hombres en seres debilitados, pasivos y sin resistencia que muy pronto desaparecerían de la superficie de la tierra. A ti te aprecian, Maestro, y admiten libremente que tus enseñanzas son celestiales e ideales, pero a nosotros no nos toman en serio. …Ahora bien, Maestro, ¿qué hemos de decir a estos gentiles?»
Cuando Jesús hubo escuchado objeciones similares presentadas por los demás apóstoles, ofreció esta defensa del evangelio.
Jesús declaró: «He venido a este mundo para hacer la voluntad de mi Padre y para revelar su carácter amante a toda la humanidad. Esta…es mi misión. Y ésta es la única cosa que haré, aunque…»
Jesús dijo que el amor divino conlleva disciplinas severas. El amor de un padre obliga a restringir los actos en el universo de su descendencia irreflexiva. El hijo quizá no comprenda siempre los motivos de amor del padre.
Truth is a liberating revelation, but love is the supreme relationship. Notwithstanding man’s blunders, Jesus’ gospel will someday rule this world.
La meta del progreso humano es: reconocer la paternidad de Dios y la hermandad del hombre.
Con considerable emoción, Jesús preguntó:
¿Quién os dijo que mi evangelio sólo es para esclavos y débiles?
¿Vosotros, mis apóstoles elegidos, sois débiles?
¿Parecía débil Juan?
¿Estoy esclavizado por el temor?
Es verdad que predicamos el evangelio a los pobres y a los oprimidos de esta generación, tanto tiempo descuidados, pues Dios no hace acepción de personas. Los pobres han sido los primeros en aceptar la filiación con Dios.
Este evangeliio es para todos los hombres—judíos y gentiles, griegos y romanos.
Solo porque Dios se complace en ser misericordioso, el servicio del reino no será fácil y monótono. La ascensión al Paraíso es la aventura suprema del tiempo—el duro logro de la eternidad.
El servicio del reino requiere virilidad valerosa. Muchos de vosotros moriréis, no en el éxtasis de la batalla sino por el amor de una verdad albergada en vuestro corazón.
Quizá se burlen de vosotros por predicar un evangeliio de no resistencia, pero sois los primeros de una larga línea de creyentes que asombrarán a la humanidad mostrando su devoción, valentía y audacia heroicas al proclamar la buena nueva.
La valentía de la carne es el tipo de valentía más bajo. La valentía de la mente es mejor, pero el tipo más alto de valentía es la lealtad inquebrantable a las convicciones esclarecidas de las realidades profundas del espíritu.
Este tipo de valentía constituye el heroísmo de los hombres que conocen a Dios.
C. MOMENTO: Durante su estancia en las ciudades griegas, una noche Andrés preguntó a Jesús: «Maestro, ¿hemos de practicar la abnegación, tal como nos enseñara Juan, o hemos de tratar de adquirir el autocontrol que tú nos enseñas?»
Debería recordarse que Jesús era un espécimen perfeccionado de autocontrol humano. Cuando fue amenazado o injuriado, nunca denunció a sus enemigos.
Juan enseñó una religión de introspección y abnegación. Jesús presentó una religión de autoolvido y autocontrol. El que se gobierna a sí mismo es más grande que el que conquista una ciudad (vean Pr 16:32).)
El autodominio es la medida de la naturaleza moral y del desarrollo espiritual del hombre. Bajo el viejo orden, ayunábais y orábais; bajo el nuevo, creéis y os regocijáis.
Habéis de convertiros en nuevas criaturas—lo viejo ha de perecer. Vuestro amor mutuo convencerá al mundo de que habéis pasado de la esclavitud a la libertad, de la muerte a la vida eterna.
En el viejo orden, suprimís, obedecéis y os conformáis. En el nuevo, os transformáis espiritualmente para llevar a cabo con alegría la voluntad perfecta de Dios.
Nunca olvidéis que es vuestra fe personal en las extraordinariamente grandes y preciosas promesas de Dios, la que os asegura que participaréis de la naturaleza divina.
El espíritu que mora en nuestro interior nos dota de la libertad del autodominio en lugar de la vieja ley del miedo y la autoesclavitud—las cadenas de la abnegación.
Culpamos al maligno de mucho de lo que procede de nuestras propias tendencias animales. Citó a Jer 17:9; «el corazón humano es engañoso por sobre todas las cosas, y a veces, aun desesperadamente perverso.» Este autoengaño lleva a las lágrimas, a los deseos acuciantes, a la malicia, a la envidia y al odio vengativo.
La salvación se obtiene al nacer del espíritu—no mediante las obras de la carne. Estáis justificados por la fe y hermanados por la gracia.
Pero el hombre nacido del espíritu es siempre dueño de su yo. La fe salvadora produce una paz real con Dios—y un estatus en avance en el servicio divino.
Es un privilegio, más que un deber, limpiarnos de todo mal de la mente y del cuerpo mientras buscamos la perfección en el amor divino.
Nuestra filiación está basada en la fe y nace de la confianza. Estáis impasibles ante el temor y libres de dudas. Es la bondad de Dios la que lleva al verdadero arrepentimiento. (Vean Rom 2:4))
El secreto del autodominio es vuestra fe en el espíritu que mora en el interior. Pero incluso esta fe es regalo de Dios. De este modo, ya no sois esclavos sino hijos liberados de Dios.
Si nacéis del espíritu, estáis libres de las cadenas de la abnegación y del cuidado vigilante de la carne, mientras mostráis en vuestra vida los frutos del espíritu—el tipo más alto de autocontrol que se disfruta y que ennoblece.
Y todo esto es la esencia de las alturas del logro mortal terrestre—el verdadero autodominio.
B. LUGAR: En Samaria, en el puente de Jacob, cerca de la aldea de Sicar.
C. MOMENTO: Fue sobre las seis en punto de esa tarde de verano en la que el cansado Jesús se sentó junto al pozo de Jacob. Los doce habían ido a Sicar a conseguir comida y tiendas, pues tenían la intención de estar un tiempo por los alrededores.
El agua del pozo de Jacob era mejor para beber que la de los pozos de Sicar. Nalda, una mujer samaritana de Sicar, salió a sacar agua y encontró a Jesús sentado junto al pozo. Jesúd le dijo: «Dame de beber…»
Nalda se sorprendió de que un hombre judío le hablara de ese modo y, malinterpretando su intención, comenzó a flirtear.
Jesús dijo a Nalda: «En verdad te he pedido de beber, pero si tú pudieras comprender, me pedirías a mí que te diera de beber el agua viva.» «…el que beba del agua del espíritu vivo no volverá a tener sed nunca más.»
Entonces dijo Nalda: «Dame de esa agua para que no tenga más sed y no tenga que venir aquí a sacarla.»
Cuando Nalda contempló la expresión de Jesús, se dio cuenta de que había confundido su cordialidad como familiaridad.
Jesús devolvió a Nalda a sus cabales cuando, mirándola a los ojos, le ordenó: «Vete mujer, llama a tu marido y vuelve acá.»
La asustada mujer, en su confusión, replicó: «Pero Señor, …no tengo marido.» Entonces Jesús reveló que sabía todo de su relación con varios hombres, y añadió: «Mejor sería que dejaras de jugar con mis palabras y buscaras el agua viva que te he ofrecido en este día.»
Para entonces, Nalda estaba seria y avergonzada, y dijo: «Señor mío, me arrepiento de la forma en que te hablé, porque percibo que eres un hombre santo o tal vez un profeta.»
Entonces ella utilizó el recurso común de intentar esquivar el tema directo de la salvación personal llevando la conversación a la teología y la filosofía—si se debería adorar en el Monte Gerizim o en Jerusalén.
Jesús percibió el ardid de la mujer, pero también sabía que en su corazón tenía sed del agua de vida. Por lo tanto, le dijo pacientemente que pronto vendrá el día en el cual no adoraréis al Padre ni en este monte ni en Jerusalén.
Después de formular la filosofía de adoración de judíos y gentiles, Jesús dijo: «…la hora está por venir —ya está aquí— en que todos los que adoren sinceramente, adorarán al Padre en el espíritu y en la verdad…Dios es espíritu, y los que lo adoran, deben adorarlo en espíritu y en verdad.»
Y luego añadió: «Tu salvación nace…de recibir en tu corazón esa agua viva que aun en este momento te ofrezco.»
Nalda hizo un esfuerzo más por evitar la respuesta personal hablando de Juan Bautista y sus pronunciamientos relacionados con la llegada del Libertador. Y en respuesta a esto, Jesús hizo el asombroso anuncio: «Yo que te estoy hablando, soy él.»
Nalda corrió hacia Sicar, y poco después regresó con una gran multitud. Los apóstoles pensaron que Jesús debía comer antes de hablar a la multitud, pero como estaba anocheciendo insistió en dirigirse a ellos justo entonces, diciendo: «Mi alimento es hacer la voluntad de Aquel que me ha enviado y llevar a cabo su obra.»
Señalando a las gentes de Sicar, Jesús dijo: «…los campos ya blanquean para la cosecha…uno es el sembrador y otro el segador…otros han trabajado, y vosotros ahora estáis a punto de uniros con su trabajo.» Aquí se estaba refiriendo a la predicación de Juan Bautista.
B. LUGAR: En el campamento de Gilboa. (la mayor parte de este mes se pasó respondiendo al ruego de los apóstoles—«Maestro, enséñanos a orar.»)
C. MOMENTO: Juan había enseñado oraciones a sus seguidores, y los seguidores de Jesús estaban deseosos de que les enseñara oraciones establecidas. Finalmente, en respuesta a la petición de Tomás, Jesús comenzó estas conversaciones sobre la oración.
La oración de Juan: «¡Oh Padre, límpianos del pecado, muéstranos tu gloria, revélanos tu amor, y deja que tu espíritu santifique nuestro corazón para siempre jamás, amén!»
Dijo Jesús: «La oración es una expresión enteramente personal y espontánea de la actitud del alma hacia el espíritu; el rezo debe ser la comunión de la filiación y la expresión de la hermandad.»
Respecto a la oración, Jesús enseñó:
La oración dictada por el espíritu conduce al progreso espiritual cooperativo.
Es una forma de comunión espiritual que conduce a la adoración.
Va en pos de los cielos para alcanzar vuestros ideales.
La oración es el aliento del alma.
Luego contó la historia de pedir prestado pan al vecino que se había ido a la cama. Usó esta historia para enseñar la perseverancia en la oración. (Vean Lc 11:5-10)
Y después añadió:
Pedid y se os dará; buscad y encontraréis, golpead la puerta y se os abrirá.
A continuació, contó la historia del padre y de las peticiones irreflexivas de su hijo—el pan y la piedra—el pescado y la serpiente—y dijo: «¡cuánto más dará espíritu y cuantas bendiciones adicionales dará vuestro Padre celestial a los que se lo pidan! » Lc 11:11-13)
Concluyó esta parte de la conversación diciendo: «Los hombres deben siempre orar sin perder nunca la esperanza.» Lc 18:1
Luego contó la historia del juez malvado y la viuda menesterosa. Concluyó el juez: «Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, será mejor que reivindique a esta viuda para que deje ya de molestarme con sus continuas súplicas.» Lc 18:1-8)
Dijo Jesús: Os cuento estas historias para alentaros a perseverar en la oración; no para sugerir que vuestras súplicas puedan cambiar al Padre justo y recto en el cielo.
«La fe genuina es capaz de mover montañas de dificultades materiales encontradas en el camino de la expansión del alma y del progreso espiritual.»
Cuando todo terminó, consintió en darles la oración que había enseñado a su familia en Nazaret.
El Padrenuestro
Padre nuestro que estás en los cielos,
Santificado sea tu nombre.
Venga tu reino; hágase tu voluntad
En la tierra así como se hace en el cielo.
Danos hoy nuestro pan para mañana;
Refresca nuestra alma con el agua de la vida.
Y perdónanos nuestras deudas
Así como también perdonamos a nuestros deudores.
Sálvanos de la tentación, líbranos del mal,
Y haznos cada vez tan perfectos como tú.
Se perdieron dos líneas en la última copia del Padrenuestro y, en su lugar, se añadió posteriormente «Porque tuyo es el reino y el poder y la gloria, por siempre jamás.»
Jesús enseñó que la oración eficaz debe ser:
- Altruista —no solamente para uno mismo.
- Creyente —de acuerdo con la fe.
- Sincera —de corazón honesto.
- Inteligente —de acuerdo con las propias luces.
- Confiada —en sumisión a la voluntad omnisapiente del Padre.
Durante varios días continuaron conversando sobre la oración y la adoración, y lo siguiente resume estas enseñanzas:
- La verdadera religión es una función del alma, pero la religión organizada es una socialización de la adoración.
- La adoración debería alternarse con periodos de servicio práctico.
- El trabajo y el ocio deberían alternarse.
- La religión debería estar equilibrada con el humor.
- La filosofía debería alternarse con la poesía.
- El vivir extenuante debería alternarse con la adoración.
- Los sentimientos de inseguridad deberían contrarrestarse con la fe.
- La oración nos hace pensar menos y comprender más.
- La oración no aumenta el conocimiento, pero expande la perspicacia.
- La adoración capta la vida mejor y la refleja en la existencia presente.
- La oración es espiritualmente sostenedora, pero la adoración es divinamente creativa.
- La adoración mira al Uno para obtener la inspiración de servir a muchos.
- La adoración es la vara de medir que mide el progreso espiritual.
- La oración es recuerdo de uno mismo-la adoración es olvido de uno mismo.
- La adoración es atención sin esfuerzo-esfuerzo espiritual sosegado.
- La adoración identifica la parte con el todo; lo finito con lo Infinito; al hijo con el Padre.
- La adoración es el acto del tiempo que camina decidido junto a la eternidad.
- La adoración es comunión refrescante, creativa, fraternal y romántica con el Padre.
En conexión con estas conversaciones, Jesús dio a los apóstoles varias oraciones de otros mundos habitados. (Vean El libro de UrantiaLU 144:5.1))
C. MOMENTO: Al principio de la primera gira de predicación, en Jotapata, Natanael planteó una pregunta que llevó a esta conversación sobre la oración y la acción de gracias.
Este discurso sobre la oración, la acción de gracias y la adoración se impartió a los 24 apóstoles, y está resumido como sigue:
La iniquidad va destruyendo poco a poco la conexión establecida entre el hombre y su Hacedor.
La oración que no es coherente con las leyes del universo de la mente, el espíritu y la materia es una abominación para Dios. Jesús citó Zac 7:11-13, y luego citó de los Proverbios: «El que aparta su oído para no oír la ley divina, aun su oración será abominable.» Pr 28:9)
Hablando experiencialmente, cuando estamos dispuestos a escuchar receptivamente a Dios, Dios nos escucha. Cuando perdonamos, Dios nos perdona.
El Paraíso no es para los egoístas. La salvación y la supervivencia solo se pueden alcanzar eligiendo. «Existen mandatos de la justicia que no pueden ser efectivamente abrogados ni siquiera por la fuerza combinada del amor y la misericordia.» Y luego Jesús citó Pr 1:24-28
Los que reciben misericordia deben mostrar misericordia; no juzguéis. La sinceridad es la confirmación de que la oración será escuchada. La sabiduría de Dios determina la respuesta. Jesús citó Pr 21:13
Cuando estáis totalmente dedicados a hacer la voluntad del Padre, llegará la respuesta a vuestras oraciones. Lo que el verdadero hijo desea y es voluntad del Padre SE HACE REALIDAD.
La oración no cambia la actitud divina, pero sí cambia al hombre. Es el motivo de la oración el que le presta acceso al oído divino.
La oración no debería emplearse para evitar los retrasos del tiempo o para trascender los obstáculos del espacio. La oración no es para agrandar el ego o para ganar ventaja sobre otros. Jesús citó Sal 37:5; Sal 102:17
Evitad rezar demasiado por vosotros mismos—la oración materialista. Rezad por el progreso espiritual de vuestros hermanos—por los dones del espíritu.
No esperéis que rezar por los enfermos sustituya al ministerio amoroso y hábil. Mientras rezáis por vuestros seres queridos, no descuidéis rezar por vuestros enemigos.
Mientras rezáis cuando tenéis problemas, no descuidéis rezar cuando todo va bien. Rezad en secreto—y recordad siempre—que no se haga mi voluntad, sino la tuya.
Podemos rezar para pedir sabiduría—pero el conocimiento y la habilidad se ganan mediante la experiencia. La oración aumenta la capacidad espiritual y revela la voluntad del Padre. La oración debe hacerse con inteligencia, con honestidad y con constancia.
En la oración, Jesús señaló la futilidad de usar repeticiones elegantes, una fraseología elocuente, el ayuno, la penitencia o los sacrificios. Exhortó a usar la oración y la acción de gracias como un acercamiento a la adoración. Citó Sal 92:1-4
A continuación, Jesús les dijo que evitaran la ansiedad por las necesidades diarias. Dijo que estaba bien desplegar las necesidades ante el Padre. Luego citó Sal 69:30,31
Jesús les enseñó que, después de la oración, permanecieran en receptividad silenciosa durante un tiempo. Dad al espíritu del Padre que mora en el interior la oportunidad de hablar. La adoración nos vuelve un poco más como el que es adorado-permite a lo finito lograr al Infinito.
Los apóstoles estaban desconcertados porque Jesús estaba de acuerdo con muchas de las enseñanzas de los griegos. Les advirtió contra los prejuicios y la intolerancia, diciendo: “Los hombres sinceros no temen el examen crítico de sus convicciones firmes e ideales nobles.”
C. MOMENTO: Este fue uno de los discursos nocturnos que hubo durante el periodo de cinco meses de capacitación de los evangelistas. Tomás extrajo este mensaje tras preguntar sobre el nacimiento del espíritu para entrar en el reino. «¿Es que el renacimiento es necesario para liberarse del control del diablo? Maestro, ¿qué es el mal?»
Dijo Jesús: «No cometas el error de confundir el mal con el diablo», que fue culpable de rebelarse deliberadamente contra el gobierno del Padre y de sus Hijos. Luego añadió: «Pero ya subyugué a estos rebeldes pecaminosos.»
EL MAL es la transgresión inconsciente o sin intención de la ley divina; es la medida de la imperfección de la obediencia a la voluntad del Padre.
EL PECADO es la transgresión consciente, conocedora y deliberada de la ley divina. El pecado es la medida de la renuencia a la guía divina y a la dirección espiritual.
LA INIQUIDAD es la transgresión voluntaria, decidida y persistente de la ley divina; es la medida del rechazo constante del plan amante del Padre para la supervivencia de la personalidad y del ministerio misericordioso de los Hijos para la salvación.
Por naturaleza, el hombre está sujeto a tendencias inherentes al mal, pero dichas imperfecciones naturales no son pecado. Ser imperfecto o parcial no es pecaminoso. El hombre puede estar sujeto al mal, pero no es un hijo del maligno.
El mal es inherente al orden natural de este mundo, pero el pecado es una actitud de rebelión consciente.
Dijo Jesús: Tomás, estás confundido por las doctrinas de los griegos y los errores de los persas. La humanidad no comenzó con un Adán perfecto y retrocedió hasta su deplorable estado actual. Recuerda que Caín, el hijo de Adán, fue a la tierra de Nod y allí encontró mujer, y que los hijos de Dios encontraron mujer entre las hijas de los hombres. (See Gn 4:16,17; 6:1,2)
El hombre necesita nacer de nuevo porque tiende al mal, pero esto no menoscaba el hecho de que el hombre es hijo de Dios.
El mal potencial en el hombre no implica que el hombre esté separado de Dios—como ajeno, extranjero o hijastro—y trate que el Padre lo adopte legalmente.
Estas nociones erróneas surgen de vuestra falta de comprensión del Padre y de vuestra ignorancia en cuanto al origen, naturaleza y destino del hombre. Los griegos enseñan el deterioro progresivo del hombre—Yo enseño la ascensión segura hacia la perfección divina.
Y luego Jesús citó las siguientes Escrituras:
«Vosotros sois los hijos del Señor vuestro Dios.» (Dt 14:1)
«Yo seré su Padre y él será mi hijo.» (2 Sam 7:14)
«Lo he elegido para que sea mi hijo —yo seré su Padre.» (1 Chron 28:6)
«Trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los confines de la tierra; trae todos los llamados de mi nombre, pora gloria mía los he creado.» Is 43:6,7)
«Los que tienen el espíritu de Dios son en verdad hijos de Dios.» Ro 8:14)
Del mismo modo que hay una parte material del padre humano en el hijo, hay una parte espiritual del Padre celestial en todo hijo del reino por la fe.
Al continuar con estas conversaciones, Natanael preguntó: aunque comienzo a comprender por qué te niegas a practicar indiscriminadamente tus dotes curativas, aún no entiendo por qué el Padre amante en el cielo permite que tantos de sus hijos sobre la tierra sufran tantas aflicciones.
Dijo Jesús: tú y muchos otros estáis perplejos porque no comprendéis de qué manera ha sido tantas veces convulsionado el orden natural de este mundo, debido a las aventuras pecaminosas de ciertos traidores que se rebelaron contra la voluntad del Padre. Yo he venido para empezar a poner en orden estas cosas. Pero se necesitarán muchos siglos para devolver esta parte del universo a los caminos anteriores.
La presencia del mal por sí sola prueba al hombre suficientemente en su ascensión —el pecado no es esencial para la supervivencia.
El Padre no aflige a sus hijos deliberadamente. El hombre se afige a sí mismo al negarse a caminar por el camino divino. La aflicción está en potencia en el mal, pero buena parte de ella se produce por el pecado y la iniquidad.
No importa lo desconcertantes que sean los asuntos de este mundo—podéis estar seguros de que Dios no envía aflicciones como castigo arbitrario a las fechorías.
Las imperfecciones del mal son inherentes; los castigos del pecado son inevitables; las consecuencias de la iniquidad son inexorables.
No culpéis a Dios por los actos que elegís hacer; no os quejéis de las cosas que son parte de la vida en este mundo.
Los esfuerzos inteligentes cambiarán mucho vuestro mundo—y es la voluntad de Dios que debéis hacer esos cambios para mejor.
Es nuestra misión ayudar a los hombres a resolver sus problemas espirituales, y cualificarlos mejor de esta manera para resolver sus múltiples problemas materiales. Pero no atribuyáis a Dios todo lo que no lográis entender.
Jesús acabó esta conversación citando las Escrituras:
«No desdeñes, hijo mio, el castigo del Señor; ni te fatigues de su corrección, porque el Señor al que ama regaña, como el padre regaña al hijo a quien quiere.» Pr 3:11,12)
«Antes que fuera yo afligido me descarrié, mas ahora cumplo la ley. Bueno me es haber sido afligido para que aprenda los estatutos divinos.» Sal 119:67-71)
«Conozco tus angustias. El eterno Dios es tu refugio, y acá abajo los brazos eternos.» (Dt 33:27)
«El Señor también es el refugio de los oprimidos, el puerto de reposo durante la tormenta.» Sal 9:9)
«El Señor lo sustentará sobre el lecho de aflicción; el Señor no olvidará a los dolientes.» Sal 41:3)
«Como el padre se compadece de sus hijos, se compadece el Señor de los que le temen. Él conoce vuestro cuerpo; se acuerda de que sois polvo.» Sal 103:13,14)
«Él sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas.» Is 61:1)
«Él es la esperanza al pobre, la fortaleza al menestroso en sus penas, el refugio contra el turbión, la sombra contra el calor sofocante.» Is 25:4)
«Él da esfuerzo al cansado y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.» Is 40:29)
«No quebrará la caña cascada, ni apagará el pápilo que humeare!.» Is 42:3)
«Cuando pases por las aguas de la aflicción, yo estaré contigo, y cuando los ríos de la adversidad te sobrecojan, no te abandonaré.» Is 30:20)
«Él me ha enviado a vendar los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos y a consolar a todos los enlutados.» Is 61:1)
«Hay corrección en el sufrimiento; la aflicción no sale del polvo.» (Job 5:6)
C. MOMENTO: Esta conversación sobre el libro de Job se produjo la misma noche que el discurso sobre el mal, el pecado y la iniquidad. Se presentó como respuesta a Juan, que preguntó por qué tantos inocentes sufren tantas enfermedades y experimentan tantas aflicciones.
Jesús se refirió al libro de Job como parábola—una obra maestra de la literatura semítica.
Según la filosofía judía, la prosperidad material era la prueba definitiva del favor divino. Y Job disfrutó todas esas bendiciones temporales.
Pero Dios ama a los pobres y a los ricos—no hace acepción de personas.
La transgresión de la ley lleva finalmente al castigo, pero no todo el sufrimiento está causado por un pecado anterior.
Aunque Job no encontró consuelo en la filosofía de sus amigos ni en su propia teología, sí que logró la victoria al obtener una visión de Dios.
Job ganó perspicacia espiritual. Llegó a aborrecerse a sí mismo y a confiar en Dios a pesar de los consejos erróneos de sus numerosos amigos.
ELIFAZ, el primero de los amigos de Job, le recordó su propia filosofía: solo los malvados sufren, no los rectos. O, añadió, quizá el Señor te está castigando por tu propio bien.
BILDAD fue todavía más deprimente. Dios no es injusto—tú y tu hijo debéis estar equivocados o no estarías afligidos de este modo. El Todopoderoso destruye solo a los malvados.
La reacción de Job fue de desesperación—¿por qué he nacido? Job anhelaba un Dios humano—alguien que pudiera entender sus apuros.
Entonces Jesús explicó que él había venido a proporcionar esa comprensión humana de la aflicción de los mortales—justo el consuelo que Job anhelaba.
ZOFAR no consoló más con su sugerencia del propósito oculto de la aflicción. Job solo pudo exclamar: «el hombre nacido de una mujer, está corto de días, y hastiado de sinsabores.»
Luego comienza la segunda ronda de consejos melancólicos. Job se consuela con la esperanza de una vida futura en la que estas iniquidades se rectifiquen.
La fe gana a la duda en la lucha de Job y él exclama: «¡mi Reivindicador vive!»
Job tenía toda la razón al cuestionar la doctrina de que Dios aflige a los hijos para castigar a sus padres.
Job sabe que Dios es recto, pero anhela estar seguro de su carácter personal. Es nuestra misión hacer esta revelación a los hombres.
Dios habla a los hombres, no como un torbellino sino mediante una vocecilla susurrante que dice «éste es el camino; andad por él.»
Dios mora en vuestro interior. Se ha convertido en lo que sois ¡y vosotros podéis convertiros en lo que él es!
Luego Jesús resumió sus enseñanzas:
El Padre en el cielo no aflige a propósito a los hijos de los hombres. El hombre sufre por:
Los accidentes del tiempo.
Las imperfecciones que se originan del mal.
Una existencia física inmadura.
Las consecuencias inexorables del pecado.
La cosecha de la rebelión.
Pero los sufrimientos del hombre no son un castigo personal del juicio divino. Los hombres no están afligidos por mandato del diablo, y pueden hacer mucho para disminuir sus sufrimientos.
El libro de Job muestra cuántas ideas erróneas sobre Dios pueden albergar incluso los hombres buenos. Y después señala cómo encontró el afligido Job al Dios del consuelo a pesar de todas esas enseñanzas erróneas.
C. MOMENTO: Fue durante la conferencia nocturna en Gamala cuando Felipe preguntó a Jesús: «¿Maestro, por qué nos instruyen las Escrituras que ‘temamos al Señor’ mientras tú quieres que contemplemos sin temores al Padre en el cielo?»
Era únicamente a través del miedo como el hombre primitivo podía aprender a reverenciar. Jesús vino a revelar el amor del Padre y el afecto del Hijo.
Dijo Jesús: Yo os liberaré de la esclavitud que os lleva por el temor al servicio difícil de un Dios-Rey celoso e iracundo. Yo os instruiré en la relación Padre-hijo de Dios y el hombre.
Os conduciré con dicha a la adoración libre, excelsa y sublime de un Padre-Dios amante, justo y misericordioso.
El «temor al Señor» ha evolucionado a lo largo de las épocas del miedo a través de la angustia y el terror, al respeto y a la reverencia. Y ahora quiero llevaros a través de la comprensión y la apreciación, al amor.
Cuando el hombre reconoce sólo las obras de Dios, tiende a temer al Supremo; pero cuando el hombre comienza a comprender y a experimentar la personalidad y carácter del Dios vivo, es conducido cada vez más al amor de un Padre tan bueno y perfecto. Y hacer estos cambios es mi misión.
Los niños aman a sus padres por los buenos regalos que reciben de ellos, no para obtener dichos regalos. La bondad de Dios lleva al arrepentimiento. Su beneficencia lleva al servicio. Su misericordia conduce a la salvación; mientras que su conduce a la adoración inteligente.
Vuestros antepasados temían a Dios porque era poderoso y misterioso; vosotros le adoraréis porque es magnífico en su amor, pletórico en su misericordia y glorioso en su verdad.
El poder de Dios engendra temor, pero la nobleza y la rectitud de su personalidad originan reverencia, amor y adoración. Un hijo afectuoso no teme a un padre aunque éste sea poderoso y noble.
He venido a este mundo para poner:
Amor en lugar de temor.
Gozo en lugar de pena.
Confianza en lugar del terror.
Servicio amoroso en lugar de esclavitud encadenada.
Adoración apreciativa en lugar de ceremonias sin significado.
Pero aún es verdad para los que se sientan en las tinieblas que ‘el temor al Señor es el comienzo de la sabiduría’. Sin embargo, cuando la luz haya llegado aún más, los hijos de Dios serán conducidos a alabar al Infinito por lo que él es en vez de temerlo por lo que él hace.
Se exhorta a los niños que honren a sus padres, pero cuando son más mayores respetan y aman a sus padres por lo que han hecho.
Un padre ama a su hijo de manera natural, pero el niño debe desarrollar amor hacia su padre a partir del temor a través de la dependencia y la reverencia, hasta el amor.
Se os ha enseñado que vosotros debéis ‘temer a Dios y guarda sus mandamientos, porque ése es el todo deber del hombre’. Pero yo he venido para daros un nuevo mandamiento aún más alto—amar a Dios y aprender a hacer su voluntad, porque ése es el privilegio más elevado de los hijos liberados de Dios.
A vuestros padres se enseñó a ‘temer a Dios —el Rey Todopoderoso’, yo os enseño ‘a amar a Dios —el Padre todomisericordioso’.
El reino del cielo es una familia divina—no hay rey poderoso. El centro y jefe universalmente adorado de la hermandad de los hombres es mi Padre y vuestro Padre. Yo soy su Hijo, y vosotros también sois sus hijos, y por lo tanto somos hermanos.
Dejad de temer a Dios como si fuera un rey, más bien:
- Reverenciadle como Creador.
- Honrarle como vuestro Padre.
- Amarle como defensor misericordioso.
- Adorarle como Padre omnisapiente.
La hipocresía y la falsa humildad nacen de vuestras ideas equivocadas sobre Dios. El hombre quizá sea un «gusano en el polvo» por su naturaleza, pero cuando mora en su interior el espíritu de mi Padre, se hace divino en su destino.
El espíritu divino regresará a la fuente-Padre con el alma superviviente del hombre. La humildad se transforma, pero hay una dignidad divina adscrita a todos los ascendentes al Paraíso.
La humildad ante Dios es loable, pero la falsa humildad es indigna de vuestra salvación y vuestro destino. Evitad mostrar una superioridad autoconsciente y ostentosa.
El profeta habló sabiamente cuando dijo: «caminad humildemente con Dios», pues el Padre mora «con aquel que tiene mente contrita y espíritu humilde.» Is 57:15)
El Padre desprecia el orgullo, detesta la hipocresía, y aborrece la iniquidad.
A menudo he usado el ejemplo de un niño, para ilustrar la respuesta espiritual que es tan esencial para entrar en el reino del cielo.
Jeremías describió a muchos mortales cuando dijo: «Cerca estás tú de Dios en tu boca, pero lejos de él en tu corazón.» Jer 12:2 Una vez más: «sus sacerdotes enseñan por precio, y sus profetas adivinan por dinero.» Miq 3:11)
Se os ha advertido contra los que «hablan paz con sus prójimos, pero la maldad está en su corazón.» Sal 28:3)
C. MOMENTO: Durante la tercera gira de predicación, en Sunem, después de que los apóstoles de Juan hubieran regresado a Hebrón, Jesús estuvo enseñando al grupo de jóvenes evangelistas y al cuerpo de mujeres. Raquel preguntó a Jesús: «Maestro, qué debemos responder cuando las mujeres nos preguntan ¿qué debo hacer para ser salvada?»
La salvación es el regalo de Dios pero está revelada por sus Hijos. La fe os hace compartir la naturaleza divina. Por la fe estáis justificados y avanzáis por el camino de la perfección divina, incluso como Abraham.
Al resumir sus enseñanzas, Jesús dijo:
No podéis comprar la salvación—es un regalo.
No podéis ganar la rectitud.
No seréis salvados porque viváis una vida recta, sino que viviréis una vida recta porque ya habéis sido salvados.
Creer en el evangelio lleva al arrepentimiento, pues es una revelación de la bondad de Dios.
Los creyentes en el reino se dan cuenta de que la filiación es incompatible con el deseo de pecar; tienen hambre de rectitud y sed de perfección.
C. MOMENTO: Este fue un episodio de la tercera gira de predicación. Fue después de su sermón cuando se produjo el llamado «Rechazo a Jesús». La narración ofrece poco más que las Escrituras que leyó.
Jesús leyó como lección primero del Deuteronomio y después de Isaías. (Dt 30:11-14; Is 61:1,2)
Después de leer estos textos, Jesús dijo: «Hoy se cumplen estas Escrituras.» Y luego Jesús habló casi quince minutos sobre «los hijos e hijas de Dios».
C. MOMENTO: Este fue el episodio central de la crisis de Cafarnaúm. El día anterior, 53 líderes judíos habían llegado de Jerusalén. Fue después de este sermón cuando Judas comenzó a albergar la idea de desertar de la causa. Recuerden que este sermón se dio justo después de dar comida a los cinco mil. Los líderes de Jerusalén intentaron persuadir a Jairo para que evitara que Jesús hablara, pero él replicó: «Yo he otorgado su solicitud, y no me retractaré.»
Después se lee cómo metieron a Jeremías en un calabozo y lo hundieron en el lodo hasta las axilas. ¿Y ahora qué haréis con el que se atreve a proclamar la palabra del Señor? ¿Buscaréis su muerte?
¿Qué buscáis como prueba de mi misión? Os hemos dejado tranquilos en vuestra posición de influencia y poder-no hemos lanzado ningún ataque hostil.
Hemos predicado el evangelio a los pobres; hemos proclamado la libertad a los cautivos atrapados por el miedo.
He venido al mundo para revelar a mi Padre y para establecer sobre la tierra la hermandad espiritual de los hijos de Dios. Mi reino no es de este mundo.
Y mi Padre os ha otorgado muchas manifestaciones de portentos materiales y transformaciones espirituales.
¿Qué nuevo signo buscáis? Os declaro que ya tenéis pruebas suficientes para permitiros tomar una decisión. Como dijo Josué: «elige tú este día a quién servirás.» (Jos 24:15)
Después de dar de comer a la multitud, algunos de vosotros me buscásteis—no para buscar el pan de vida, sino para buscar un pan no ganado que llenara vuestro estómago. Buscáis un Mesías que os dé panes y peces.
Pero yo he venido a:
Proclamar la libertad espiritual.
Enseñar la verdad eterna.
Promover la fe viviente.
No anheléis la carne que perece, sino más bien, buscad el alimento espiritual que alimenta aun hasta la vida eterna. Tomad y comed el pan de vida que da el Hijo.
Esta es la obra de Dios, que creáis en aquel que él ha enviado.
Señalando una imagen de vasija de maná que decoraba el dintel, Jesús dijo: vuestros antepasados comieron el pan de la tierra y están muertos. Yo os ofrezco el pan de la vida eterna.
Si pedís el pan de vida, responderé: «Yo soy el pan de vida.» El que viene a mí no tendrá hambre—el que cree no tendrá sed.
Todos los que son conducidos por el Padre vendrán a mí, y el que venga a mí no será rechazado. No he venido a hacer mi voluntad, sino la voluntad de Aquel que me ha enviado.
Es la voluntad del Padre que creáis en el Hijo y tener la vida eterna. Ayer os di pan para el cuerpo—hoy os ofrezco pan para vuestras almas hambrientas.
Cuando Jesús hizo una pausa para contemplar la congregación, un sanedrista preguntó: ¿Dices que eres el pan de vida? Jesús respondió: «Comprendiste bien.» Dijo el fariseo: Pero, ¿no eres tú Jesús de Nazaret, el hijo de José, el carpintero? ¿Acaso no son tu padre y tu madre, así como también tus hermanos y hermanas, bien conocidos de muchos entre nosotros? ¿Cómo puede ser que vengas aquí a la casa de Dios y declares que has venido del cielo?
Hubo confusión en la sinagoga. Dijo Jesús: «Seamos pacientes; la verdad no sufre nunca por un escrutinio honesto. Yo soy todo lo que tú dices, pero aun más. El Padre y yo somos uno.»
«Los enseñados por el Padre también oirán a su Hijo.»
Todo el que se entrega a la enseñanza del espíritu residente del Padre, finalmente vendrá a mí. El Hijo ha visto al Padre, y los que creen en el Hijo ya tienen vida eterna.
Yo soy el pan de la vida—el que come de él, nunca morirá en el espíritu. Este pan viviente es la naturaleza unida de Dios y del hombre—el Hijo que es uno con el Padre. Esta es mi revelación dadora de vida al mundo—mi regalo salvador a todas las naciones.
Cuando terminó, no querían marcharse. Se congregaron alrededor de Jesús para hacer más preguntas, mientras otros discutían entre ellos hasta las siete.
C. MOMENTO: Mientras hacían una pausa para almorzar, Pedro pidió a Jesús que explicara por qué estaban huyendo de sus enemigos, pero antes de que Jesús pudiera responder, Tomás interrumpió preguntando: «Maestro, realmente quisiera saber qué hay de erróneo en la religión de nuestros enemigos en Jerusalén. ¿Cuál es la real diferencia entre su religión y la nuestra?» Jesús eligió responder la pregunta de Tomás, y dio uno de las alocuciones más destacadas que los apóstoles escucharon jamás.
Las religiones del mundo tienen un origen doble-natural y revelado. Hay tres tipos de religión:
La religión primitiva—miedo al misterio y a la fuerza.
Las religiones de las civilizaciones en avance. Religiones de teología—autoridad establecida por la tradición.
La religión de la revelación. Perspicacia en realidades eternas—revelación de Dios. Religión del espíritu que se demuestra en la experiencia humana.
Jesús deploraba—pero no menospreciaba— la persistencia de tanto miedo y superstición en la religión de la mente, en contraste con la religión del espíritu.
La religión natural de la mente está sostenida por la autoridad eclesiástica; la religión del espíritu está validada por la experiencia humana.
Hasta que la humanidad se vuelva más civilizada, muchos preferirán las religiones de autoridad a la religión del espíritu, que requiere la aventura de la fe de luchar contra la realidades rigurosas de la experiencia humana progresiva.
Las religiones de autoridad presentan la manera fácil de escapar al miedo y la incertidumbre. Una religión así requiere solo un asentimiento intelectual pasivo. Durante mucho tiempo, las almas tímidas y temerosas preferirán este tipo de consuelo religioso.
Pero al hacer esta elección, estas almas dubitativas—
Comprometen la soberanía de su personalidad.
Rebajan la dignidad del autorrespeto.
Abandonan la búsqueda personal de la verdad.
No experimentan la alegría de la victoria de la fe sobre la duda.
Se pierden la aventura suprema del hombre que busca a Dios y lo encuentra.
La religión del espíritu significa esfuerzo, lucha, conflicto, fe, determinación, amor, lealtad, y progreso. La religión de la tradición es fácil y evita esos viajes de fe a los mares abiertos de verdad inexplorada y de realidades espirituales por descubrir.
Así, los que buscan refugio en la tradición se pierden la emoción de las aventuras de la fe de la mente humana progresiva y el alma humana en evolución.
En Jerusalén, han formulado las doctrinas de otros días en un sistema establecido de creencia religiosa y autoridad. Esta es la religión de la mente. Vamos a proclamar una religión nueva y conflictiva—la religión del espíritu.
Nuestra religión del espíritu deriva su autoridad de los frutos del espíritu, que aparecen tan certeramente en la vida de sus creyentes.
Jesús llamó a los veinticuatro por su nombre y les preguntó: ¿cuál de vosotros prefiere tomar el camino fácil de la conformidad a una religión establecida y fosilizada, tal como es defendida por los fariseos en Jerusalén, en vez de sufrir las dificultades y persecuciones que acompañarán la misión de proclamar un mejor camino de salvación?
Jesús les exhortó: Comprended la satisfacción de descubrir por vosotros mismos las bellezas de las realidades de una experiencia viviente y personal en las verdades eternas y grandezas supremas del reino del cielo.
Y a continuación Jesús les preguntó: ¿Estáis temerosos, buscáis la comodidad, la facilidad? ¿Volveréis al camino fácil de la autoridad tradicional? ¿Tenéis miedo de confiar vuestro futuro en las manos del Dios? ¿O bien os prepararéis para proclamar las nuevas verdades de la religión del espíritu, el reino del cielo en el corazón de los hombres?
Los veinticuatro se pusieron de pie—para significar su respuesta unida, uno de los pocos llamados emocionales que Jesús jamás les hiciera.
Entonces dijo Jesús: Apartaos ahora por vuestra cuenta y encontrad allí la respuesta no emotiva a mi pregunta.
Y cuando se reunieron, con el espíritu elevado y la mente inspirada, el Maestro dijo: «Reanudemos nuestro viaje.»
Habéis salido de entre aquellos de vuestros semejantes que ansían la seguridad y prefieren el conformismo; Habéis elegido cambiar vuestros sentimientos de seguridad autoritaria por el espíritu de fe progresiva y aventurosa. Habéis osado protestar contra la esclavitud abrumadora de la religión institucional y rechazar la religión de la tradición.
Dios en efecto habló a través de Moisés, Elías, Isaías, Amós y Oseas. Pero ese no fue el fin de su revelación. Mi Padre no hace acepción de razas o generaciones. La palabra de la verdad no es para una época en concreto.
No llaméis divino lo que es totalmente humano, y no rechacéis la verdad porque no llega a través de los oráculos tradicionales.
Os he llamado para que renazcáis—Os he llamado de las tinieblas de la autoridad y del letargo de la tradición a la luz trascendental—para hacer el descubrimiento sublime de encontrar a Dios por, en y de vosotros mismos.
Así pasáis de la muerte a la vida; de la autoridad de la tradición a la experiencia de conocer a Dios.
Así váis de la oscuridad a la luz—de una fe racial heredada a una fe personal adquirida mediante la experiencia. Progresáis de la teología de vuestros antepasados a una religión del alma de dotación eterna.
La religión de la mente os vincula sin esperanzas al pasado; la religión del espíritu os llama constantemente a alcances más altos y santos en ideales espirituales y en realidades eternas…
Por la seguridad de la religión de autoridad, pagáis el precio de perder vuestra libertad espiritual y religiosa.
El Padre no requiere de vosotros que creáis cosas repugnantes, profanas y falsas. No se os requiere ofender a vuestro sentido de misericordia, justicia y verdad. No sois esclavos ceremonias religiosas desgastadas.
La religión del espíritu os libera para seguir la verdad allá donde os lleve—y quizá este espíritu nos dirá cosas que otras generaciones se han negado a escuchar.
¡Vergüenza deberían tener esos falsos instructores religiosos que arrastran almas hambrientas de vuelta al oscuro y distante pasado y allí las dejan! Estos instructores se asustan ante cada descubrimiento de una nueva verdad.
A continuación, Jesús citó—«Aquel cuyo pensamiento persevera en Dios será conservado en paz perfecta.» (Is 26:3) Ese humano conocedor de la verdad había encontrado a Dios—ya no creía en la teología de autoridad.
Dejad de citar constantemente a los profetas del pasado y de alabar a los héroes de Israel. Aspirad más bien a tornaros profetas vivientes del Altísimo y héroes espirituales del reino venidero.
Honrar a los antiguos líderes conocedores de Dios indudablemente puede valer la pena, pero por qué habríais de sacrificar la experiencia suprema de encontrar a Dios por vosotros mismos?
La religión tradicional ser fiel a estos varios puntos de vista sociales—la religión de autoridad no puede llegar jamás a la unificación. La unidad y la hermandad solo pueden lograrse a través de la religión del espíritu.
Las mentes raciales pueden diferir, pero la humanidad toda está habitada por el mismo espíritu divino y eterno. La esperanza de la hermandad solo se puede hacer realidad cuando la religión de autoridad quede eclipsada por la religión unificadora de la experiencia personal.
Las religiones de autoridad dividen a los hombres y los ponen en contra los unos contra los otros; la religión del espíritu los atrae.
Las religiones de autoridad requieren uniformidad—las religiones del espíritu requieren solo unidad de experiencia—uniformidad de destino.
Las religiones del espíritu permiten diversidad de creencias—requieren solo uniformidad de perspicacia—sentimiento espiritual.
Las religiones de autoridad se cristalizan en credos inertes; las religiones del espíritu generan la alegría del servicio amoroso y de la ministración misericordiosa.
Pero no miréis con desdén a los hijos de Abraham porque han caído en estos malos tiempos de esterilidad tradicional. Nuestros antepasados se dedicaron de lleno a la búsqueda persistente y apasionada de Dios, y lo encontraron como ninguna otra raza humana lo ha conocido.
Mi Padre no ha dejado de apreciar la larga e incansable lucha de Israel por encontrar a Dios. Durante largas generaciones, los judíos no han dejado de trabajar, sudar, luchar, penar y soportar los sufrimientos para poder encontrar a Dios.
A pesar de todos los fracasos y errores de Israel, nuestros antepasados, desde Moisés hasta los tiempos de Amós y Oseas, revelaron una imagen cada vez más clara y más verdadera del Dios eterno.
Y todo esto fue para preparar la revelación aún más grande del Padre que vosotros habéis sido llamados a compartir.
Hay tan sólo una aventura que es más satisfactoria y emocionante que el intento de descubrir la voluntad del Dios —y es la experiencia suprema de tratar de hacer esa voluntad divina.
No olvidéis que la voluntad de Dios puede cumplirse en cualquier ocupación terrenal. No hay unas vocaciones que sean santas y otras que sean seculares.
Los que están guiados por el espíritu están:
Subordinados a la verdad.
Ennoblecidos por el amor.
Dominados por la misericordia.
Controlados por la ecuanimidad .
Dejad de buscar la palabra de Dios tan sólo en los viejos libros de la autoridad teológica. Con ayuda del espíritu, discerniréis la palabra de Dios dondequiera que ésta parezca originarse.
No rechacéis la verdad porque se otorgue a través de un canal humano. En la mente muchos aceptan la teoría de Dios, pero no logran comprender su presencia espiritual en el corazón.
Sentir la presencia de Dios es más importante que conocer el hecho de Dios.
Os he enseñado que la sencillez espiritual de un niño ejemplifica la actitud de los creyentes en el reino, que creen con facilidad y confían plenamente.
Cuando encontréis a Dios en vuestra propia alma, pronto comenzaréis a descubrirlo en el alma de otros hombres. Sabéis tan poco de Dios porque tenéis muy poco tiempo para contemplar las realidades eternas.
Aunque la mente no es el asiento de la naturaleza espiritual, es por cierto la compuerta. No cometáis el error de tratar de probar a otros hombres que habéis encontrado a Dios.
Pero hay dos pruebas de que un alma conoce a Dios:
a. Los frutos del espíritu.
b. El hecho de que el creyente lo arriesga todo en la aventura de la supervivencia después de la muerte—en encontrar al Dios de la eternidad, cuya presencia habéis saboreado por anticipado en el tiempo.
El Padre siempre responderá a la más débil llama de fe. El Padre honra siempre aun estos débiles intentos de llegar a él.
Pero vosotros habéis sido llamados de las tinieblas a la luz—vuestra fe dominará las actitudes combinadas de cuerpo, mente y espíritu.
Sois mis apóstoles; y para vosotros la religión no se volverá un refugio teológico al que podáis huir cuando temáis enfrentaros con las duras realidades del progreso espiritual y de la aventura idealista.
Vuestra religión se tornará el hecho de la experiencia real que atestigua que Dios os ha encontrado, os ha idealizado, ennoblecido y espiritualizado, y que os habéis embarcado en la aventura eterna de encontrar a Dios.
C. MOMENTO: Mientras enseñaba en Tiro, una noche Natanael preguntó a Jesús: «Maestro, ¿por qué oramos a Dios para que no nos conduzca a la tentación, si bien sabemos por tu revelación del Padre que él nunca hace tales cosas?»
Dijo Jesús: No es extraño que hagas estas preguntas. Nuestros antepasados veían a Dios en casi todo lo que sucedía—en todos los acontecimientos naturales y en cada episodio poco común. Relacionaban a Dios tanto con el bien como con el mal.
Pensaban que había ablandado el corazón de Moisés y endurecido el corazón del faraón.
Si el hombre sentía un fuerte impulso por hacer algo, tenía por costumbre decir: «El Señor me habló y me dijo, haz esto y aquello, o ve aquí o allí.»
Como los hombres caen tan a menudo en la tentación, se tornó costumbre de nuestros antepasados creer que Dios los conducía a la tentación para tentarlos o castigarlos. Pero ya sabes que no es así.
Sabes que los hombres demasiado frecuentemente son conducidos a la tentación por su egoísmo y los impulsos de su naturaleza animal.
Cuando seas tentado de esta manera, redirige tus energías de la mente y el cuerpo a canales más altos—metas idealistas. Transforma las tentaciones en el tipo más elevado de ministerio mortal edificante, evitando así esos ruinosos conflictos entre la naturaleza animal y la naturaleza espiritual…
Te advierto contra la locura de intentar sobreponerse a la tentación reemplazando un deseo por otro supuestamente superior mediante la sola fuerza de la voluntad humana.
Tu victoria consiste en desarrollar un amor hacia la conducta más alta que se sustituye después fácilmente por la más baja. De este modo te liberas de la tentación a través de la transformación espiritual.
Evitas la supresión engañosa de los deseos mortales porque lo viejo e inferior se olvida en el amor de lo nuevo y superior. La belleza triunfa sobre la fealdad.
Hay una energía poderosa en la aflicción espiritual sincera. No te dejes conquistar por el mal, conquista el mal con el bien.
El éxito material depende de la ambición, el juicio y la sabiduría. El liderazgo depende de la habilidad natural, la discreción, la fuerza de voluntad y la determinación.
El destino espiritual depende de la fe, el amor y la devoción a la verdad—el deseo de todo corazón de encontrar a Dios y de ser como él.
No os desalentéis al descubrir que sois humanos. Podéis tener tendencias al mal, pero eso no es pecado. Los errores del tiempo se perdonarán en la eternidad. Adquirid una visión a larga distancia de vuestro destino.
No juzguéis un alma por sus imperfecciones y por sus episodios desafortunados, sino más bien por sus anhelos espirituales y sus verdaderos propósitos.
La religión es la experiencia espiritual de hacer evolucionar el alma inmortal, pero estas energías son fuerzas poderosas cuando se trata con problemas sociales y económicos. Las dotaciones espirituales hacen que todos los niveles del vivir humano sean más ricos y significativos.
Si amáis solo a los que os aman, viviréis una vida limitada y mezquina. El amor humano puede ser recíproco, pero el amor divino se dirige hacia afuera—no se puede autocontener.
Debéis creer en el triunfo de la rectitud—no dudéis de la salvación eterna. Debéis aprender a escapar de los agobios de la vida mientras refrescáis vuestra alma, inspiráis la mente, y renováis el espíritu mediante la comunión de adoración.
Los individuos conocedores de Dios no se desalientan por la desgracia ni por las desilusiones. No se perturban por los cataclismos materiales. Poseen una técnica vigorizante y constructiva para enfrentarse a las vicisitudes de la vida.
El vivir espiritual aumenta el respeto por uno mismo—no la admiración hacia uno mismo. No es posible respetarse a sí mismo más de lo que se ama al prójimo; el uno es la medida de la capacidad del otro.
Volveos más hábil al atraer a las almas hambrientas al reino espiritual revelando la bondad de Dios.
Dejad que vuestros ideales sean lo bastante altos para asegurar la salvación eterna, mientras vuestras ideas son tan prácticas como para haceros ciudadanos útiles. Dad al César las cosas materiales y a Dios las cosas espirituales.
La medida de la capacidad espiritual es vuestra fe en la verdad y vuestro amor a los hombres. La medida del carácter humano es vuestra aptitud de resistir el resentimiento. La derrota es el verdadero espejo en el que podéis ver honradamente vuestro verdadero yo.
A medida que crecéis en los asuntos del reino, tendréis más tacto con los mortales problemáticos y los compañeros obstinados.
El tacto es el fulcro del poderío social; la tolerancia es la marca de un alma grande. Si poseéis estos encantadores dones, estaréis más alerta y seréis más expertos en evitar malentendidos sociales.
Muchos de los problemas atribulan a los que sufren por falta de ajuste emocional-los que se niegan a madurar y los que se niegan a envejecer con garbo.
Evitad la deshonestidad al proclamar el evangelio—No busquéis un reconocimiento no ganado. Deberíais recibir y dar amor profusamente, pero buscad solo el honor que os pertenece.
El mortal consciente de Dios:
Está seguro de la salvación.
No tiene miedo de la vida.
Es honrado y coherente.
Soporta valientemente los sufrimientos inevitables.
No se queja al enfrentarse con dificultades inescapables.
El creyente sincero no se cansa de hacer el bien solamente porque esté frustrado. Las dificultades inflaman el ardor del amante de la verdad, mientras que los obstáculos sólo sirven de reto a los esfuerzos del constructor intrépido del reino.
D. MOMENTO: Esta ocasión siguió inmediatamente a una conferencia de creyentes en el parque de Magadán. Estaban reunidos los apóstoles, los evangelistas, el cuerpo de mujeres, cien creyentes y muchos fariseos y saduceos. Se había planeado empezar de una vez la misión en la Decápolis.
a. Antes de la conferencia nocturna, Jesús celebró una reunión pública en la que fariseos le interrumpían con preguntas. Querían una «señal». Jesus les recordó las señales del tiempo, y preguntó: ¿Cómo puede ser que sepáis tan bien discernir el rostro del cielo, pero seáis tan totalmente incapaces de discernir los signos de los tiempos?
b. Entonces añadió: Los que quieren conocer la verdad, ya han recibido un signo; pero ningún signo será otorgado a una generación de gente malévola e hipócrita.
c. En la conferencia nocturna, Jesús dijo: cuidaos del fermento de los fariseos y los saduceos. No os engañéis por su exhibición de gran conocimiento y por su profunda lealtad a las formas de la religión.
d. No es el temor de una religión muerta lo que os salvará, sino más bien vuestra fe en una experiencia viviente de las realidades espirituales del reino.
e. No os dejéis enceguecer por el prejuicio ni paralizar por el miedo. Tampoco permitáis que la reverencia por las tradiciones pervierta vuestra comprensión.
f. No es propósito de la religión verdadera simplemente traer paz, sino más bien asegurar el progreso.
g. La paz y el progreso significan un amor sincero a la verdad—los ideales de las realidades eternas.
h. Los asuntos de la vida y de la muerte se exponen ante vosotros—los placeres pecaminosos del tiempo contra las realidades justas de la eternidad.
i. Aceptad la liberación del miedo y de la duda—entrad en la nueva vida de fe y esperanza.
j. Y cuando sintáis el impulso de servir a vuestros semejantes, no lo ahoguéis.
Conversación en Cesarea de Filipo
Esta era la capital del dominio de Felipe y era una región de gran belleza, desde donde podía verse a plena vista el monte Hermón. Por el camino, cerca de las Aguas de Merom, se detuvieron para almorzar.
a. De repente, Jesús planteó a los doce la primera pregunta que les hizo acerca de sí mismo. Les planteó esta pregunta: «¿Quién dicen los hombres que soy yo?»
b. Jesús decidió que había llegado el momento de hablar a los apóstoles sobre su propia naturaleza y su relación con el reino. Bajo las moreras, Jesús tuvo una de las sesiones más memorables de su vinculación con los doce.
c. Los apóstoles dijeron a Jesús que se le consideraba:
Un profeta.
Un hombre extraordinario.
Aliado con los diablos.
Juan Bautista resucitado de entre los muertos.
Comparado con Moisés, Elías, Isaías y Jeremías.
d. Entonces Jesús se puso de pie y preguntó: «Pero, ¿quién decís vosotros que soy yo?» Hubo un momento de tenso silencio. Simón Pedro, incorporándose de un salto, exclamó: «Tú eres el Liberador, el Hijo del Dios viviente». Y los once se pusieron de pie.
e. Jesús les señaló que se sentaran, diciendo: «Esto os ha sido revelado por mi Padre. Ha llegado la hora de que vosotros conozcáis la verdad sobre mí. Pero, por ahora, os encargo que no digáis nada de esto a ningún hombre.»
f. Prosiguieron su viaje a Cesarea de Filipo, y llegaron a casa de Celsus. Durmieron poco esa noche. Reunidos para almorzar, cuando Jesús apareció se pusieron de pie, pero vieron que Jesús no aprobaba esas muestras exteriores de respeto.
g. Al final de la comida, Jesús preguntó: después de que ha pasado un día entero, ¿os mantenéis en vuestra decisión respecto a la identidad del Hijo del Hombre? Los doce se pusieron de pie y Pedro dijo: «Sí, Maestro, sí.»
h. Jesús dijo entonces: Sois mis embajadores elegidos. Sabéis estas cosas por la revelación del Padre—por la perspicacia del espíritu que mora en vuestro interior.
i. Sobre esta roca de realidad espiritual construiré el reino. Ninguna fuerza del mal, ninguna hueste del pecado podrá prevalecer contra esta fraternidad humana del espíritu divino.
j. Aunque el espíritu de mi Padre por siempre será la guía divina y el mentor de todos los que entran en esta hermandad, a vosotros y a vuestros sucesores entrego yo ahora las llaves del reino exterior—la autoridad sobre las cosas temporales—las características sociales y económicas de esta asociación de hombres y mujeres como hermanos en el reino.
k. Nuevamente les ordenó que por el momento no dijeran a ningún hombre que él era el Hijo de Dios.
NOTA: La característica nueva y vital de la confesión de fe de Pedro fue el reconocimiento claro de la naturaleza combinada de Jesús—humana y divina—Hijo del Hombre e Hijo de Dios.
B. LUGAR: En el jardín de Celsus, en Cesarea de Filipo
C. MOMENTO: Estas charlas con los apóstoles surgieron de la confesión de Pedro sobre la divinidad de Jesús. Una se produjo la tarde siguiente, y las otras después de la experiencia del monte de la transfiguración, cuando se alojaron de nuevo con Celsus.
Si un hombre quiere asociarse con nosotros, que cargue con las obligaciones de la filiación y que me siga. Cuando ya no esté con vosotros, no penséis que el mundo os tratará mejor de lo que me trató a mí. Si me amáis, preparaos para hacer el supremo sacrificio.
No he venido para llamar a los rectos, sino a los pecadores. He venido para servir y para otorgar mi vida como don para todos. He venido para buscar y salvar a los que están perdidos.
Vengo del Padre y, si soy elevado, atraeré a todos los hombres hacia mí. El que crea esta verdad de la naturaleza combinada del Hijo tendrá una vida perdurable.
Aunque estoy ante vosotros en esta presencia física, he venido de Dios Padre. Antes de que Abraham fuese, yo soy. Pero no satisfaré las expectativas de vuestros antepasados y de su concepto del Mesías.
Mi reino no es de este mundo. Los zorros tienen guaridas y las aves del cielo nidos, pero yo no tengo donde recostar la cabeza.
Sin embargo, el Padre y yo somos uno. El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. El Padre jamás me dejará solo en mi misión, así como yo nunca os abandonaré cuando finalmente salgáis para proclamar este evangelio por todo el mundo.
Os he traído aquí conmigo para que podáis comprender la gloria y captar la grandeza de la vida a la que os he llamado—la fe-aventura del establecimiento del reino de mi Padre en el corazón de la humanidad.
Mientras Jesús estaba en la montaña, los apóstoles no lograron curar al muchacho epiléptico. Cuando regresó, Tomás le pidió a Jesús que explicara por qué habían fracasado y para saber algo sobre lo que ocurrió en la montaña.
Dijo Jesús: mientras estábamos en la montaña buscando conocer mejor la voluntad del Padre, vosotros caísteis en la tentación de sucumbir a las viejas malas tendencias de buscar una posición de preferencia en el reino del cielo, y os aferráis a estos conceptos erróneos, a pesar de mi declaración reiterada de que mi reino no es de este mundo.
Ni bien capta vuestra fe la identidad del Hijo del Hombre, vuestro deseo egoísta de favoritismos mundanos os posee nuevamente. ¿Acaso no os he dicho que el que quiera ser el más grande del reino debe convertirse en el servidor de todos?
La grandeza espiritual consiste en amor divino—no en exaltarse uno mismo. Fracasasteis porque vuestro propósito no era puro, vuestro motivo no era divino, vuestro ideal no era espiritual.
Vuestra ambición no era altruista. Vuestro procedimiento no estaba basado en el amor, y vuestro objetivo no era la voluntad del Padre en el cielo—y os encontrasteis con el fracaso.
Recordad que no podéis acortar los fenómenos naturales, a menos que esté de acuerdo con la voluntad del Padre. No podéis hacer trabajo espiritual sin poder espiritual. Y debéis tener fe viviente.
¿Necesitáis siempre manifestaciones materiales para atraer a las realidades espirituales del reino?
Ahora id a descansar. Mañana regresaremos a Magadán. Debemos prepararnos para la fase final de mi otorgamiento. Se dará muerte al Hijo del Hombre, pero se levantará de nuevo.
En respuesta a una pregunta de Andrés, Jesús dijo: Confesáis que soy el Hijo de Dios, pero no soy el Mesías que se sentará en un trono en Jerusalén. Seré rechazado por los ancianos y los sumos sacerdotes.
Fue aquí cuando Pedro dijo que esas cosas no le pasaría nunca. Jesús sabía que Pedro tenía buenas intenciones, pero rechazó cualquier sugerencia que le alejara de la voluntad del Padre, por lo tanto regañó a Pedro, diciendo: «Vete detrás de mí. Saboreas el espíritu del adversario…»
Cuando habláis de esta manera no estáis conmigo, sino que os aliáis con nuestro enemigo. Convertís vuestro amor por mí en un obstáculo.
Cuando se recobraron del primer impacto del punzante reproche de Jesús, el Maestro dijo: El que quiera seguirme, que cargue con su responsabilidad diaria. el que quiera salvar su vida egoístamente, la perderá, pero el que pierda la vida por el evangelio, la salvará.
¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿Qué daría un hombre a cambio de la vida eterna?
No os avergoncéis de mí en esta generación pecaminosa, pues no me avergonzaré de vosotros cuando aparezca en gloria ante mi Padre.
Pero muchos de los que estáis ahora ante mí no experimentaréis la muerte hasta que hayáis visto venir este reino de Dios en poder.
Jesús contó la historia del buen pastor que abandonó a noventa y nueve ovejas y salió a buscar la que se había perdido. Cuando encuentra la oveja perdida, llama a sus vecinos para compartir su regocijo.
Hay más alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueva justos.
No es la voluntad de Dios que nadie se extravíe—y mucho menos que perezca. En la vieja religión, Dios recibe a pecadores arrepentidos; en nuestro evangelio, Dios sale a buscarlos.
Dios ama a sus hijos, por lo tanto deberíais aprender a amaros los unos a los otros. El Padre perdona vuestros pecados—vosotros deberíais perdonar a vuestro hermano.
Si vuestro hermano peca—id a él en persona. Si os escucha, os habéis ganado a vuestro hermano. Si os rechaza, llevad a dos o tres con vosotros. Si sigue rechazando escucharos, decídselo a la congregación.
Si rechaza escuchar a la hermandad, dejad que esta tome la acción que considere. No podéis sentaros a juzgar al alma, pero podéis mantener el orden temporal en el reino.
Aunque no os entrometáis en los decretos divinos sobre la vida eterna, determinaréis los asuntos de conducta que se refieren al bienestar temporal de la hermandad en la tierra.
Lo que decretéis en la tierra será reconocido en el cielo. No podéis determinar el hado eterno del individuo, pero podéis legislar la conducta del grupo.
Cuando dos o tres de vosotros estéis de acuerdo sobre una de estas cosas, se hará, si vuestra petición es coherente con la voluntad de mi Padre.
Todo esto es por siempre verdad, porque siempre que se reúnan dos o tres creyentes, allí estaré yo entre ellos…
A continuación preguntó Pedro: «Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí, y yo le perdonaré? ¿Hasta siete veces?» Respondió Jesús: «No sólo siete veces, sino aun setenta veces y siete veces más.»
Después Jesús contó la historia del mayordomo que debía al rey diez mil talentos. Cuando suplicó misericordia y pidió más tiempo, el rey le perdonó toda la deuda.
Luego, este hombre se dirigió a un mayordomo subordinado que le debía cien denarios. Cuando este le pidió misericordia, el mayordomo jefe lo arrojó a una mazmorra hasta que lo pagara todo.
Cuando el rey se enteró, denunció al mayordomo jefe y lo metió en la cárcel hasta que pagara su deuda.
Así que Dios mostrará una misericordia más abundante a los que muestran misericordia libremente hacia sus semejantes.
¿Cómo puedes esperar que Dios tenga consideración por tus imperfecciones, si castigas a tus hermanos culpables de las mismas debilidades humanas?
Yo os digo: habéis recibido generosamente las cosas buenas de Jesús:
«No sólo siete veces, sino aun setenta veces y siete veces más.» LU 159:1.4
«Yo os digo a todos vosotros: habéis recibido generosamente las cosas buenas del reino; dad pues generosamente a vuestros semejantes en la tierra.» LU 159:1.5
C. MOMENTO: Durante la gira por la Decápolis, Jesús pasó un día y una noche con el grupo en Edrei. Tomás dirigió este grupo y la discusión vespertina trató sobre métodos de enseñar el evangelio.
Respetad siempre la personalidad del hombre. Una causa recta no se ha de avanzar jamás por la fuerza; las victorias espirituales sólo se pueden alcanzar mediante el poder espiritual.
Excluimos usar tanto la fuerza psíquica como la fuerza física. No avasalléis a los hombres imponiendo vuestros argumentos o mediante la superioridad mental. No aplastéis la mente con el peso de la lógica ni la abruméis con la elocuencia sagaz.
Apelad al espíritu divino que habita en la mente de los hombres, no a las emociones humanas. No apeléis al miedo, a la piedad o al sentimiento.
Sed justos; ejerced autocontrol y exhibid discreción. Mostrad respeto adecuado por la personalidad. Recordad: «…Llego a la puerta y golpeo, y si alguien me abre, yo entraré.»
No destruyáis su autorrespeto. Aunque un excesivo respeto de sí mismo puede llegar a destruir la humildad y culminar en orgullo, vanidad y arrogancia, la pérdida del respeto propio lleva a menudo a una parálisis de la voluntad.
El evangelio restaura y controla el autorrespeto. No solo condenéis lo malo, sino recordad reconocer las cosas dignas de alabanza de la vida de los hombres.
Nada me detendrá en mis esfuerzos por restaurar el autorrespeto de los que lo han perdido.
No dañéis el respeto propio de las almas temerosas y miedosas. Evitad el sarcasmo y no seáis cínicos. El ocio destruye el respeto a sí mismo.
No intentéis atemorizar a los hombres para que entren en el reino. Las sensaciones fuertes de emoción no equivalen a la guía del espíritu.
Recordad el margen de conflicto que hay entre la vida en la carne y la vida del espíritu. La incertidumbre caracteriza la transición entre estos dos niveles del vivir. El yugo del evangelio es ligero—la carga de la verdad es fácil.
Las almas hambrientas se mueren de hambre en la presencia misma del pan de la vida. Los hombres mueren buscando a Dios, que mora en ellos.
Los hombres van en pos de los tesoros que están al alcance inmediato de la fe viviente. La fe es para la religión lo que la vela es para la nave. Solo hay una lucha: la buena lucha de la fe.
Al predicar el evangelio del reino, estáis enseñando la amistad con Dios. Esta amistad satisface el anhelo de la humanidad.
Decidle a mis hijos que aunque me enternezca yo por sus sentimientos y tenga paciencia con sus debilidades, también soy despiadado con el pecado e intolerante de la iniquidad.
No describáis a vuestro Maestro como varón de dolores. Las futuras generaciones deben conocer también nuestra felicidad radiante, el entusiasmo de nuestra buena voluntad, y la inspiración de nuestro buen humor.
Nuestra religión late con nueva vida y nuevos significados. Los creyentes están impulsados a regocijarse para siempre. La felicidad es la experiencia de todos los que están seguros de Dios.
No os apoyéis en las tablas inseguras de la falsa compasión. No podéis desarrollar caracteres fuertes a partir de la autocompasión. No anheléis el compartir pesares.
Ofreced vuestra compasión a los valientes y los valerosos, limitando vuestra piedad por aquellas almas cobardes que tan sólo enfrentan a medias las pruebas del vivir.
No brindéis consuelo a los que sucumben a sus problemas sin luchar. No ofrezcáis simpatía a vuestros semejantes con el solo objeto de conseguir que ellos a su vez simpaticen con vosotros.
Cuando mis hijos tengan autoconciencia de la seguridad de la presencia divina, esa fe:
Les expandirá la mente.
Les ennoblecerá el alma.
Les reforzará la personalidad.
Les aumentará la felicidad.
Les profundizará la percepción espiritual.
Aumentará su capacidad para amar y ser amados.
Entrar en el reino no os hace inmunes a los accidentes del tiempo ni a las catástrofes de la naturaleza. La fe no os mantendrá alejados de los problemas, pero asegurará que actuaréis sin miedo cuando los problemas ocurran.
No os prometo liberaros del mar de adversidades, pero sí os prometo que navegaré a través de todas ellas con vosotros.
B. LUGAR: Esta conversación se produjo en Abila, durante la gira por la Decápolis.
C. MOMENTO: Natanael estaba preocupado por ciertas afirmaciones de Jesús relacionadas con la autoridad y autenticidad de ciertas Escrituras hebreas. Preguntó a Jesús: «Maestro, ¿podrías tú confiar en mí para que yo conozca la verdad sobre las Escrituras? Observo que tú nos enseñas sólo una parte de las escrituras sagradas —la mejor parte en mi opinión— y deduzco que rechazas las enseñanzas de los rabinos que indican que las palabras de la ley son las palabras mismas de Dios…»
Jesús dijo que no contemplaba las Escrituras como lo hacían los rabinos. Aceptó tratar sobre este asunto a condición de que Natanael no dijera nada a sus hermanos. Natanael se lo prometió.
Solo en tiempos recientes, mucho después de Moisés, se recopilaron las Escrituras. Aunque contienen los mejores pensamientos y los anhelos más elevados del pueblo judío, también contienen mucho que está lejos de ser representativo del carácter y de las enseñanzas del Padre en el cielo.
Al formular el evangelio, debo elegir las mejores enseñanzas de las Escrituras.
Estos escritos son obra de los hombres, algunos santos, otros no tan santos. Reflejan el nivel de esclarecimiento de los tiempos en los que se originaron. Los últimos son mejores que los primeros.
Las Escrituras son de origen humano, pero representan la mejor recopilación de sabiduría religiosa y verdad espiritual que hay en el mundo entero en este momento.
Muchos de estos libros no fueron escritos por las personas cuyos nombres llevan, pero eso no disminuye de ninguna manera su valor. La historia de Jonás no tiene que ser un hecho para ilustrar el amor de Dios por Nínive.
Las Escrituras son sagradas porque presentan los pensamientos y acciones de los hombres que buscaban a Dios, y que nos dejaron sus más elevados conceptos de rectitud, verdad y santidad.
No creas nunca en aquellos documentos de las Escrituras que dicen que el Dios del amor ordenó destruir a hombres, mujeres y niños. Tales enseñanzas no son palabra de Dios.
Las Escrituras siempre reflejan el estado espiritual de los que las crean. ¿No has notado que los conceptos de Yahvé crecen en belleza espiritual desde Samuel hasta Isaías?
El propósito de las Escrituras es la instrucción religiosa; no son obra de historiadores ni de filósofos.
Es un error creer en la perfección absoluta y en la infalibilidad de las Escrituras. La interpretación errónea y confusa de los fariseos es deplorable.
Ahora los líderes emplearán tanto la doctrina de inspiración de las Escrituras como sus propias tergiversaciones para resistirse a las enseñanzas más nuevas del evangelio del reino.
El Padre no limita la revelación de la verdad a una sola generación ni a un solo pueblo. Muchos buscadores sinceros de la verdad se han encontrado desilusionados por esta doctrina de la perfección de las Escrituras.
La autoridad de la verdad es el espíritu mismo que mora en sus manifestaciones vivientes—no las palabras muertas de otra generación.
Hoy, no ponemos por escrito nuestras enseñanzas. Evitaremos dividir a los creyentes en grupos separados y variados debido a la diversidad de interpretaciones.
De momento, es mejor que vivamos estar verdades mientras evitamos dejar documentos escritos.
Nada de lo que toque la naturaleza humana puede ser considerado infalible. La verdad que pasa por la mente humana solo puede ser parcialmente divina. Solo el Creador es infalible.
Las Escrituras no son libros sellados de misterio que tan sólo los sabios pueden interpretar. La revelación solo está sellada por la ignorancia humana, el fanatismo y la intolerancia de miras estrechas.
El prejuicio y la superstición empañan la luz de las Escrituras. El miedo impide que las almas hambrientas acepten la luz que los hombres conocedores de Dios de otras generaciones anhelaron ver intensamente.
Muchos de los instructores de hoy comprenden plenamente estas limitaciones de las Escrituras—pero son cobardes morales y no quieren admitirlo. Prefieren ocultar esas verdades al pueblo.
Estos falsos instructores emplean las Escrituras para mantener la santidad del tradicionalismo y su propia autoridad religiosa.
Pero las Escrituras son el depósito de la sabiduría moral, la inspiración religiosa y la guía espiritual de los hombres conocedores de Dios de otras generaciones.
B. LUGAR: Este fue el primer discurso de Jesús que dio en el templo, durante su asistencia a la fiesta de los tabernáculos.
C. MOMENTO: La tensión era alta—los apóstoles sabían que el Sanedrín pretendía deshacerse de Jesús. Las autoridades judías estaban desconcertadas ante el atrevimiento de Jesús—incluso conjeturaron que los oficiales romanos le habían prometido la inmunidad.
Jesús estaba hablando sobre «la libertad del nuevo evangelio y el regocijo de los que creen en la buena nueva», cuando uno de sus oyentes le interrumpió para preguntar: «Maestro, ¿cómo puede ser que cites las Escrituras y enseñes a la gente con tanta elocuencia cuando me dicen que no has sido instruido en las enseñanzas de los rabinos?»
Jesús respondió: «Ningún hombre me ha enseñado las verdades que os declaro. Esta enseñanza no es mía, sino de Aquél que me envió.» Si realmente deseas hacer la voluntad del Padre, sabrás si mi enseñanza viene de Dios.
Antes de entrar en la nueva luz, ¿por qué no seguís la luz que ya tenéis? Moisés os dio la ley, ¿cuántos buscáis honestamente satisfacer sus exigencias? Moisés dijo: ‘no matarás’; a pesar de este mandato, algunos queréis matar al Hijo del Hombre.
Esto llevó a una discusión entre la multitud. Algunos dijeron que estaba loco—otros que tenía un demonio dentro. Pero otros dijeron que ese era el profeta de Galilea.
Algunos dijeron que las autoridades tenían miedo de ponerle la mano encima. Otros pensaron que algunos de los líderes habían venido para creer en él.
Después, uno de sus oyentes preguntó: «¿Por qué los dirigentes buscan matarte?» Dijo Jesús: porque resienten mi enseñanza sobre las buenas nuevas del reino, un evangelio que libera a los hombres de las pesadas tradiciones de una religión formal de ceremonias. Están decididos a mantener su religión a toda costa.
Circuncidan en sábado, pero quieren matarme porque curé a un hombre de sus aflicciones un sábado.
Conocen este glorioso evangelio que derribará su religión tradicional y se verán privados de su autoridad. Os apelo a no juzgar según las apariencias, sino a juzgar rectamente.
Entonces otro preguntó: Sí, Maestro, buscamos al Mesías, pero cuando llegue, sabemos que su aparición será en misterio. Sabemos de dónde eres tú. Tú has estado entre tus hermanos desde el comienzo. El libertador llegará en poder para restaurar el trono del reino de David. ¿Es que realmente dices ser el Mesías?
Jesús respondió: Dices que me conoces y que sabes de dónde vengo. Ojalá fuera cierto porque entonces realmente encontrarías vida abundante en ese conocimiento. He sido enviado por el Padre, y al rechazar escucharme estáis rechazando recibir al que me envió.
Y la gente comentaba: «Aunque este Maestro sea de Galilea, y aunque no satisfaga nuestras expectativas del Mesías, no sabemos si el libertador, cuando llegue, verdaderamente hará cosas más maravillosas de las que ya ha hecho este Jesús de Nazaret.»
C. MOMENTO: Este discurso se ofreció la noche del día siguiente al último de la fiesta de los tabernáculos. La escena estaba brillantemente iluminada por las luces de los candelabros y las antorchas.
Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
Presumís enjuiciarme, pero la criatura no puede enjuiciar al Creador. Aunque doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es eternamente verdadero.
Sé de dónde vine, quién soy, y adónde voy. Vosotros no sabéis estas cosas. Juzgáis por las apariencias, no conocéis las realidades del espíritu.
Yo no juzgo a ningún hombre, ni siquiera a mi archienemigo. Pero si lo hiciera, mi juicio sería recto. Juzgo solo en asociación con mi Padre.
Aun vosotros decís que se puede aceptar el testimonio de dos personas—pues bien, yo atestiguo estas verdades; y también lo hace mi Padre en el cielo.
Ayer me preguntasteis por el paradero de mi Padre. En verdad, si me hubierais conocido, también habríais conocido a mi Padre.
Os he dicho que me marcharé—que me buscaréis en vano—pues adonde voy no podéis venir. Preferís sentaros en las tinieblas, pero yo vivo en la luz eterna del Padre de las luces.
Yo soy la luz de la vida, y todo aquél que rechace deliberadamente y a sabiendas esta luz salvadora, morirá en sus pecados. Mucho tengo que deciros, pero sois incapaces de recibir mis palabras.
Pero mi Padre ama aun a sus hijos descarriados. Y todo lo que mi Padre ha hablado, yo también lo proclamo al mundo.
Cuando el Hijo del Hombre sea elevado, entonces conoceréis que yo soy él, y que no he hecho nada por mí mismo, sino según me enseñó el Padre. Y el Padre aun ahora está conmigo, porque yo hago siempre lo que a él le agrada.
C. MOMENTO: Esta charla se dio en el templo el último día, el gran día de la fiesta de los tabernáculos. La procesión pasó del estanque de Siloé a través de los patios del templo, inmediatamente después de que se derramara agua y vino sobre el altar.
El que tenga sed, que acuda a mí y beba. Traigo a este mundo el agua viva.
El que cree en mí se llenará del espíritu que este agua representa.
Dicen las Escrituras: «De él fluirán ríos de agua viva.» ( Jn 7:38) Cuando haya terminado mi obra, se derramará sobre toda la carne el Espíritu vivo de la Verdad. Los que reciban este espíritu jamás tendrán sed espiritual.
Recordad las Escrituras: «He aquí que las aguas caen sobre la tierra y las bebe el suelo reseco, así otorgaré yo el espíritu de santidad para que lo beban mis hijos en una bendición que llegará hasta los hijos de sus hijos.» (Is 35:7)
¿Por qué tratáis de aplacar la sed de vuestra alma con el agua de las tradiciones de los hombres, vertida de las jarras rotas del servicio ceremonial?
Lo que veis aquí en este templo es la forma en que vuestros padres intentaron simbolizar el otorgamiento del espíritu divino sobre los hijos de la fe, pero ahora ha llegado el otorgamiento del espíritu del Padre y del Hijo a los hijos de los hombres.
Para todo el que tenga fe, este otorgamiento del espíritu será el verdadero maestro del camino que conduce a la vida eterna—la verdadera agua de vida en el reino terrenal y en el Paraíso del Padre.
Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Si mis palabras moran en vosotros y queréis hacer la voluntad de mi Padre, seréis verdaderamente mis discípulos.
Diréis que sois los hijos de Abraham, que no sois esclavos de nadie; ¿cómo entonces se os puede hacer libres? Pero yo me refiero a la libertad del alma.
El que cometa pecado es el siervo de la esclavitud del pecado. El siervo raramente mora para siempre en la casa del amo, pero el hijo sí.
Así pues, si el Hijo os hará libres, seréis en verdad libres.
Vuestros líderes están ciegos por el prejuicio, el orgullo y la venganza. Si fuérais los verdaderos hijos de Abraham, haríais las obras de Abraham.
Buscáis destruirme porque os he dicho la verdad que he recibido de Dios. Abraham no rechazó la verdad de Dios.
Me temo que algunos de vosotros estáis decididos a hacer las obras del diablo. Si Dios fuera vuestro Padre, amaríais la verdad que os revelo.
Si sois los hijos de las tinieblas, no podréis caminar en la luz de la verdad que os revelo. Los hijos del mal sólo siguen los caminos de su padre, quien fue un impostor y no defendió la verdad.
Pero cuando vengo a decir y vivir la verdad, muchos de vosotros os negáis a creer.
¿Quién entre vosotros me condena por pecador? ¿Por qué no creéis? Quien es de Dios escucha con regocijo las palabras de Dios.
Vuestros maestros dijeron incluso que hago mis obras por el poder del príncipe de los demonios. Uno, aquí cerca, acaba de decir que tengo un demonio.
Aunque queráis deshonrarme, yo honro verdaderamente al Padre. No busco mi propia gloria, sino la del Padre. No os juzgo, porque hay uno que juzga por mí.
Si creéis en el evangelio y mantenéis esta verdad en vuestro corazón, jamás saborearéis la muerte. Pero uno de vosotros dice que esta declaración prueba que tengo un diablo, puesto que Abraham está muerto.
Preguntáis: ¿es que tú eres tanto más importante que Abraham y que los profetas que te atreves a pararte aquí y decir que el que crea en tu palabra no saboreará la muerte? Y preguntáis de nuevo: ¿Quién dices tú que eres para atreverte a pronunciar tales blasfemias?
Respondo: no me glorifico a mí mismo, me glorifico por el Padre a quien llamáis Dios. Aunque no conozcáis al Padre, yo lo conozco de veras.
No conocéis a Dios, pero he venido para que os encontréis el uno al otro, para mostraros cómo llegar a ser verdaderamente hijos de Dios.
Aun Abraham se regocijó de ver mi día, y por la fe lo vio y se regocijó.
C. MOMENTO: Esta discusión se produjo en relación con la ordenación de los setenta. Abner, Andrés y el jefe de los evangelistas formaron un comité de admisión. Cuando no estaban de acuerdo sobre un candidato, se llevaba a esta persona ante Jesús. Jesús no rechazó a nadie, pero varios de ellos, después de hablar con Jesús, ya no deseaban ser mensajeros.
Un candidato a la ordenación quería ir a su casa para consolar a su padre enfermo. Jesús le dijo: «Hijo mío, los zorros tienen guaridas y las aves del cielo tienen nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene donde recostar su cabeza. Tú eres un discípulo fiel, y puedes seguir siéndolo al retornar a tu hogar y ministrar a tus seres queridos, pero eso no ocurre con los mensajeros de mi evangelio".
A otro que deseaba regresar a casa para consolar a su familia, Jesús le dijo: Si quieres ser ordenado, debes estar dispuesto a abandonarlo todo. Los mensajeros del evangelio no pueden tener afectos divididos. Si pones tu mano en el arado, no puedes volver atrás.
Luego, Andrés trajo al joven Matadormo para ver a Jesús. El Maestro habló con él—y le aconsejó que pensara más sobre la ordenación. Regresó a la mañana siguiente y le dijo a Jesús que había observado los mandamientos desde joven, pero deseaba la seguridad de la vida eterna.
Dijo Jesús: Si cumples con todos los mandamientos, haces bien, pero la salvación es la recompensa de la fe. En respuesta a la pregunta del Maestro de si creía, el joven dijo: «sí.» Dijo Jesús: «Entonces, tú eres de veras mi discípulo y un hijo del reino.»
Luego dijo Matadormo: no me conformo con ser discípulo, deseo ser un mensajero ordenado. Jesús lo besó en la frente y dijo: vende todo lo que tienes y entrega las ganancias a los pobres, sígueme y tendrás tesoros en el cielo.
El semblante de Matadormo cambió; tenía grandes riquezas. Se marchó apenado. Este joven fariseo, miembro del Sanedrín, pensaba que la riqueza era una señal del favor de Dios.
Jesús quería liberarlo del amor a las riquezas. Los discípulos de Jesús no tenían que despojarse de sus propiedades, pero los apóstoles y los setenta sí lo hicieron finalmente.
A continuación, Jesús dijo a Pedro y a los apóstoles: ya véis lo difícil que es para los ricos entrar en el reino.
La adoración espiritual no puede compaginarse con la devoción por lo material; ningún hombre puede servir a dos amos.
Decís que es más fácil para un camello atravesar el ojo de la aguja que para el pagano heredar la vida eterna. Yo os digo que es más fácil para un camello atravesar el ojo de la aguja que un rico presuntuoso entre en el reino.
Entonces exclamó Pedro: «Entonces, Señor, ¿quién puede salvarse?» Jesús respondió: los que ponen su confianza en las riquezas difícilmente entrarán en el progreso eterno. Pero lo que es imposible para los hombres quizá no esté más allá del alcance de Dios. Con Dios, todas las cosas son posibles.
Cuando Pedro preguntó si todos los creyentes deberían despojarse de sus riquezas, Jesús dijo: no, Pedro, solo los que serían apóstoles. El Padre requiere que nuestros afectos sean puros e íntegros. Debéis separaros de todo lo que se interponga entre vosotros y el reino. Si la riqueza no invade la circunscripción, no tiene ninguna consecuencia.
Los que lo habéis dejado todo para seguirme recibiréis muchísimas veces más en este mundo—quizá con persecuciones—la vida enterna en los mundos por venir. Muchos de los que son los primeros serán los últimos, mientras que a menudo los últimos serán los primeros.
Mi Padre trata con vosotros de acuerdo con vuestras necesidades y considerando el bienestar del universo.
Luego les contó la historia de un empleador que envió trabajadores para trabajar en su viña, con los que acordó pagar un día de trabajo. Durante el día envió a otros a mediodía, a las tres y a las cinco.
Al final del día, todos recibieron la misma paga de un día de trabajo. Los que trabajaron todo el día se quejaron cuando los que habían trabajado solo una hora recibieron la misma paga.
El empleador rechazó sus protestas, diciendo: deberíais estar satisfechos con vuestro salario—es legal para mí hacer lo que quiera con lo mío. No deberíais envidiar mi generosidad. (Vean Mt 20:1-16)
C. MOMENTO: Justo antes de la ordenación de los setenta. Fue la mañana en la que se envió a los evangelistas en su primera misión. Es el resumen de las instrucciones finales de Jesús.
Tras el regreso de los setenta, Jesús, después de escuchar sus experiencias, hizo los siguientes comentarios:
No es extraño que los espíritus desobedientes se sometan a vosotors, pues yo vi a Satanás caer del cielo como un rayo. Deberías regocijaros más bien en que el Padre y yo enviaremos pronto nuestro espíritu y estos espíritus perdidos no entrarán nunca más en la mente de los hombres.
Alegraos de tener poder con los hombres, pero regocijaos más bien en que estáis avanzando en la carrera sin fin de la conquista espiritual.
Aquella noche, Jesús experimentó uno de esos raros momentos de éxtasis emocional y sus comentarios inusuales pueden encontrarse en LU 163:6.3
Al día siguiente, que era sábado, Jesús se apartó con los setenta y sus comentarios pueden resumirse como sigue:
¿Por qué os sorprendéis tanto de que vuestro mensaje tuviera poder? ¿No esperábais que el evangelio sería efectivo?
No quisiera enfriar vuestro regocijo, pero os advierto contra el orgullo.
Enseñáis que los hombres son hijos de Dios. Seguid haciéndolo y no os canséis de hacer el bien.
Estoy siempre cerca de vosotros y mi llamada es: Acudid a mí, todos vosotros que laboráis y lleváis la pesada carga, y yo os daré descanso.
«Someteos a mi yugo y aprended de mí, porque soy fiel y leal, y encontraréis descanso espiritual para vuestra alma.» LU 163:6.1
C. MOMENTO: Jesus iba de camino a Jerusalén con Natanael y Tomás. Los tres se detuvieron en Jericó para pasar la noche. Al anochecer, un grupo estaba conversando sobre muchas cosas cuando un abogado, que buscaba enredar a Jesús, le preguntó: Instructor, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?
En respuesta a la pregunta del abogado, Jesús dijo: «¿Qué es lo que está escrito en la ley y los profetas; cómo lees tú las Escrituras?»
El abogado respondió astutamente:Amar al Señor Dios con todo el corazón y al prójimo como a uno mismo. Dijo Jesús: Has contestado bien.
Pero el abogado siguió intentando poner a Jesús en una situación embarazosa. Dijo: Pero, Instructor, ¿quién es precisamente mi prójimo?
El abogado esperaba poner una trampa a Jesús para que entrara en contradicción con la ley judía, que definía al prójimo como «los hijos del pueblo de uno». Jesús discernió la motivación del abogado y procedió a contarle una historia que sería apreciada por cualquier público de Jericó.
La historia del buen samaritano. (Vean LU 164:1.3)
C. MOMENTO: Durante la asistencia de Jesús a la fiesta de la consagración. Ese sábado había curado a Josías, el hombre ciego. Los dirigentes estaban celebrando una sesión del Sanedrín y, durante esta reunión, Jesús estuvo hablando a la multitud en el porche de Salomón.
No hay muchos registros de estas dos horas de enseñanza. Alguien preguntó: «¿Por cuánto tiempo nos dejarás en la incertidumbre? ¿Si tú eres el Mesías, por qué no nos lo dices claramente?»
Dijo Jesús: Muchas veces os he hablado de mí y de mi Padre, pero no queréis creerme. Las obras que hago en nombre de mi Padre atestiguan por mí.
Pero no pertenecéis a mi redil, y por lo tanto no creéis. La verdad atrae solo a los que tienen hambre de verdad y sed de rectitud.
Mis ovejas oyen mi voz y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; jamás perecerán.
Mi Padre me ha dado a estos hijos y es más grande que todos. Nadie los puede arrebatar de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno.
(Algunos intentaron apedrearlo, pero los creyentes los detuvieron)
Entonces Jesús continuó: Muchas obras amantes os he mostrado de mi Padre—¿por cuál de ésas queréis apedrearme?
Respondió uno de los fariseos: Por buena obra no queremos apedrearte sino por la blasfemia, porque tú, siendo un hombre, te atreves a considerarte igual a Dios.
Os negáis a creer que he sido enviado por Dios. Si hago las obras de Dios, aunque no creas en mí, por lo menos deberías creer en las obras.
Pero yo os digo que el Padre está en mí y yo en el Padre. Así como el Padre está en mí, así moraré yo en cada uno de los que creen este evangelio.
Y una vez más buscaron apedrearlo, pero él se alejó para unirse a Natanael y Tomás.
C. MOMENTO: Unas trescientas personas siguieron a Jesús al campamento de Pella cuando se fue de Jerusalén, donde había asistido a la fiesta de la consagración. Después de media hora de conversación informal, Jesús habló a un grupo de unas cien personas.
Esta noche tengo mucho que deciros, y puesto que muchos entre vosotros sois mis discípulos y algunos mis enemigos, presentaré mis enseñanzas en una parábola. Dejad que os cuente una historia.
Hay ante mí hombres que serían capaces de morir por mí y por el evangelio del reino, y algunos de entre ellos así lo harán en años venideros. Hay aquí también algunos que son esclavos de la tradición y siguen a sus líderes tenebrosos, y que quieren matarme.
La vida que ahora vivo en la carne a ambos os juzgará, a los buenos pastores y a los falsos pastores Si fueran ciegos, no tendrían pecado; mas vosotros afirmáis que veis, incluso profesáis ser maestros de Israel.
El buen pastor junta su rebaño en el redil por la noche en tiempos de peligro. Y cuando llega la mañana, entra en el corral por la puerta, y cuando llama, las ovejas conocen su voz.
El pastor que entra al corral por otros medios y no por la puerta, es un ladrón y un salteador.
El buen pastor entra al corral después que el portero le abre la puerta, y su rebaño, conociendo su voz, sale cuando llama. Pero no seguirían a un extraño.
Las ovejas huyen de un extraño porque no conocen su voz. Esta multitud que está aquí reunida a nuestro alrededor es como el rebaño sin pastor. Si tenéis hambre y sed de rectitud, cuando os hable, me seguiréis.
Algunos entre vosotros no sois de mi redil; no conocéis mi voz y no me seguiréis. Puesto que sois pastores falsos, las ovejas no conocen vuestra voz y no os seguirán.
Jesús hizo una pausa, pero nadie le hizo ninguna pregunta. Entonces continuó, diciendo: Si vosotros queréis ser los ayudantes del pastor de los rebaños de mi Padre, debéis ser, no solamente líderes meritorios, sino que también debéis alimentar al rebaño con buena comida.
No sois buenos pastores a menos que conduzcáis vuestro rebaño a los pastos verdes junto a aguas tranquilas.
Dejadme deciros ahora que soy a la vez la puerta del corral del Padre y el buen pastor de los rebaños de mi Padre.
Todo pastor que busca entrar al corral sin mí fracasará, y las ovejas no oirán su voz. Toda alma que entre al camino eterno por los medios que yo he creado y ordenado, será salvada y podrá proseguir hasta llegar a los pastos eternos del Paraíso.
Yo soy el pastor verdadero que hasta es capaz de dar su vida por el rebaño. El ladrón se mete en el corral sólo para robar, matar y destruir; pero yo he venido para que podáis tener vida y tenerla más abundantemente.
El asalariado huye ante el peligro, y deja que las ovejas se dispersen y sean destruidas; pero el pastor verdadero no huye cuando viene el lobo; protege su rebaño, y si hace falta, da su vida por sus ovejas.
De cierto os digo, amigos y enemigos, yo soy el pastor verdadero; yo conozco a los míos y los míos me conocen a mí. No huiré frente al peligro. Haré la voluntad del Padre y no abandonaré al rebaño.
Pero tengo muchas otras ovejas que no son de este redil, y estas palabras son verdaderas no sólo para este mundo. Estas otras ovejas también oyen y reconocen mi voz, y yo he prometido al Padre que todas serán conducidas a un mismo rebaño, a una sola hermandad de los hijos de Dios.
Entonces todos vosotros conoceréis la voz de un solo pastor, el pastor verdadero, y todos reconocerán la paternidad de Dios.
Por eso el Padre me ama y ha puesto sus rebaños a mi cuidado. Él sabe quesabe que yo no dejaré de proteger mi rebaño ni abandonaré mis ovejas y que, si hace falta, no vacilaré en dar mi vida por el rebaño.
Pero si doy mi vida, la tomaré de nuevo. Nadie puede quitarme la vida. Tengo el poder de dar mi vida y tomarla de nuevo. Recibí esta autoridad del Padre incluso antes de que existiera este mundo.
C. MOMENTO: el sábado 28 de enero, el público ascendía a casi tres mil personas. Jesús predicó este sermón después de algunos comentarios preliminares de Simón Pedro.
Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía, nacida del prejuicio y alimentada por la esclavitud de las tradiciones, aunque muchos de estos fariseos sean de corazón honesto y algunos entre ellos permanecen aquí como mis discípulos.
Lo que se oculta de vosotros se os hará evidente cuando el Hijo del Hombre haya completado su misión en la tierra y en la carne.
Pronto, lo que nuestros enemigos confabulan ahora en secreto saldrá a la luz. No temáis a los que solo tienen el poder de matar el cuerpo.
No temáis a nadie, ni en el cielo ni en la tierra, sino que os regocijéis en el conocimiento de Aquél que tiene el poder de liberaros de toda injusticia y de presentaros sin culpa ante el asiento de justicia de todo el universo.
Se venden cinco pajarillos por dos cuartillos, pero ni uno de ellos existe sin el conocimiento del Padre—la fuente de toda vida. Para los guardianes seráficos, hasta los cabellos de vuestra cabeza están numerados.
Entonces, ¿por qué vivir temerosos de las muchas pequeñeces que surgen en vuestra vida diaria? No temáis; vosotros valéis mucho más que muchos pajarillos.
Si tenéis el valor de confesar vuestra fe en mi evangelio ante los hombres, yo presentaré a los ángeles del cielo. Pero si negáis la verdad, entonces esos ángeles guardianes os negarán.
Digáis lo que digáis sobre el Hijo del Hombre, se os perdonará, pero si blasfemáis contra Dios, difícilmente encontraréis perdón. Cuando asignáis las obras de Dios a las fuerzas del mal, difícilmente buscaréis el perdón.
Cuando vuestros enemigos os lleven ante los rectores de las sinagogas y ante otras altas autoridades, no os preocupéis por cómo responder a sus preguntas, porque el espíritu que reside en vosotros os enseñará certeramente lo que debéis decir.
¿Por cuánto tiempo permaneceréis en el valle de la indecisión? ¿Por qué vaciláis entre dos opiniones? ¿Por qué titubean los judíos o los gentiles en aceptar la buena nueva de que son hijos de Dios?
¿Cuánto tiempo nos llevará persuadiros que entréis con regocijo en vuestra herencia espiritual? Yo vine a este mundo para revelar a vosotros el Padre y conduciros al Padre. Lo primero ya lo he hecho, pero lo segundo no lo puedo hacer sin vuestro consentimiento.
El Padre jamás obliga a los hombres. La invitación siempre ha sido: el que quiera, que venga y que comparta libremente del agua viva.
C. MOMENTO: Esta discusión siguió a uno de los sermones de Jesús del sábado en el campamento de Pella. Mientras los apóstoles iban bautizando a creyentes, Jesús se quedó atrás para responder preguntas. Un joven suplicó a Jesús que influyera a su hermano en un asunto de dividir la herencia que su padre fallecido había dejado.
Jesús se indignó ligeramente por el hecho de que ese joven de mentalidad material esperara de él que dirimiera una disputa de negocios con su hermano. Dijo Jesús: ¿quién me ha puesto de divisor entre vosotros? ¿De dónde sacaste la idea de que yo me ocupo de los asuntos materiales de este mundo?
Y luego, dirigiéndose a los que le rodeaban, Jesús dijo: guardaos de la codicia; la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posea. Ni la felicidad ni la alegría proceden de la riqueza.
La riqueza en sí no es una maldición, pero el amor a las riquezas puede cegar al alma a las realidades espirituales del reino en la tierra y a las alegrías de la vida eterna en el cielo.
Entonces, Jesús contó la historia del rico necio que se djo a sí mismo: ¿Qué haré con todas mis riquezas? Edificaré graneros más grandes, para poder decirle a mi alma: muchas riquezas tienes guardadas por muchos años; ahora pues reposa; come, bebe y regocíjate, porque eras rica y tienes muchos bienes.
Pero este hombre rico era necio. Al preocuparse por los asuntos materiales de su mente y cuerpo, se había olvidado de almacenar tesoros en el cielo para salvar su alma.
Tampoco pudo gozar de su riqueza acumulada. Esa noche llegaron unos bandidos que asaltaron su casa y lo mataron, y después incendiaron sus graneros. Este hombre acumuló sus tesoros en la tierra, pero no fue rico para con Dios.
Jesús nunca se inmiscuyó en los asuntos temporales de sus apóstoles o de sus discípulos.
Después, un hombre le preguntó: Maestro, sé que tus apóstoles lo tienen todo en común, como los esenios, ¿pero quieres que todos nosotros hagamos lo mismo? ¿Es acaso pecado poseer riqueza honesta?
Dijo Jesús: no es pecado poseer riquezas honorables; pero es pecado convertir la riqueza en tesoros que absorban tus intereses y desvíen tu afecto de la devoción a los asuntos espirituales del reino.
No hay pecado en tener posesiones honradas, siempre que tu tesoro esté en el cielo, porque donde esté tu tesoro, allí también estará tu corazón.
Hay una gran diferencia entre la riqueza que conduce a la avaricia y la riqueza en fideicomiso. Muchos de entre vosotros que estáis aquí gracias a las contribuciones de personas generosas que han dado fondos a vuestro anfitrión, David Zebedeo, para estos fines.
La riqueza no perdura. El amor por la riqueza ofusca demasiado a menudo, aun destruye, la visión espiritual. Existe el peligro de que la riqueza se convierta en vuestro amo, no en vuestro siervo.
Jesús no propició la negligencia, el ocio, ni la indiferencia en proveer las necesidades físicas para la familia, o la dependencia de las limosnas. Pero sí enseñó la subordinación de lo temporal a lo espiritual.
Luego el joven insistió en preguntar a Jesús sobre su herencia. Dijo Jesús: ¿por qué pierdes la oportunidad de comer el pan de la vida cuando podrías satisfacer tu avaricia? Lleva tus quejas al tribunal de la sinagoga. ¿No ves que me ocupo de tu herencia celestial?
No habéis leído en las Escrituras: «Hay el que acumula riquezas con avaricia y sacrificio, y ésta es la porción de su recompensa: cuando dice, ya hallé reposo y ahora podré comerme mis bienes, pero no sabe lo que el tiempo le traerá, y que también deberá abandonar todas estas cosas a otros, cuando muera.»
¿No conocéis el mandamiento: «No codiciarás?» Y nuevamente: ‘Ellos comieron y se llenaron y engordaron, y luego se volvieron hacia otros dioses’. No habéis leído en los en los Salmos que ‘el Señor odia a los codiciosos’? (Nota: no se han podido encontrar estas citas)
¿No habéis leído que “mejor es lo poco del justo, que las riquezas de muchos protervos”? (Sal 37:16) «Si las riquezas aumentan, no pongas tu corazón en ellas.» (Sal 62:10)
¿No habéis leído en Jeremías: «Que no se alabe el rico en sus riquezas»? (Jer 9:23) Entonces dijo Ezequiel: «Con la boca muestran amor, pero su corazón está en su propia ganancia egoísta.» (Eze 33:31)
Cuando Jesús despidió al joven, dijo: «Hijo mío, ¿de qué te valdrá ganar el mundo entero si pierdes tu propia alma?»
Cuando alguien que estaba por allí le preguntó cómo serían juzgados los ricos el día del juicio, Jesús respondió: «Yo no he venido para juzgar ni a ricos ni a pobres, pero la vida que viven los hombres será el juez de todos.»
Se plantearán tres preguntas a los que adquieren grandes riquezas:
C. MOMENTO: Esta fue una charla con los apóstoles la noche del día en el que el joven quiso que Jesús coaccionara a su hermano para dividir su herencia. Andrés preguntó: «Maestro, mientras nosotros bautizábamos a los creyentes, tú hablaste muchas palabras a la multitud que allí permanecía, pero que nosotros no escuchamos. ¿Querrías repetir esas palabras para nuestro beneficio?»
Sí, Andrés, pero mis palabras para vosotros, los apóstoles, deben ser un tanto diferentes de las que hablé a la multitud. Sois embajadores del reino. Lo habéis abandonado todo para seguirme.
Sabéis por experiencia que el Padre no os abandonará. No deberíais angustiaros por las cosas de la vida temporal—por lo que comeréis o lo que vestiréis.
El bienestar del alma es más que la comida y la bebida; el progreso del espíritu está muy por encima de la necesidad de atavío.
Considerad a los cuervos—ni siembran ni recolectan, no tienen graneros, y aún así el Padre provee para ellos. ¡Y cuánto más valiosos sois vosotros que los pájaros!
La angustia y la incertidumbre no pueden hacer nada para proveer vuestras necesidades materiales. La angustia no puede añadir nada a vuestra estatura. ¿Por qué os preocupáis con esos problemas?
Considerad los lirios, cómo crecen; no se afanan, ni hilan; y aún así Salomón, con toda su gloria, no se vistió como uno de ellos. Si Dios viste así a la hierba del campo, cuánto más os vestirá a vosotros, ¡hombres de poca fe!
Cuando os entregáis al evangelio, no dudéis del apoyo a vosotros o a vuestras familias. Si dáis vuestra vida al evangelio, viviréis por el evangelio.
Los discípulos creyentes deben ganarse el pan y contribuir al evangelio. Pero si os sentís angustiados por el pan, ¿en qué diferís de los nativos del mundo?
El Padre y yo sabemos que necesitáis estas cosas. Dedicaos al trabajo y todas vuestras necesidades se cubrirán.
Buscad las cosas grandes, y encontraréis las pequeñas; pedid cosas celestiales y las cosas materiales estarán incluidas. La sombra seguro que sigue a la sustancia.
Si tenéis fe, si no tropezáis con el temor. Para el Padre es una gran satisfacción daros este reino. Habéis puesto vuestro tesoro allí donde ningún ladrón os lo puede robar ni las polillas lo pueden destruir. Allí donde está el tesoro, también estará vuestro corazón.
Después de que vuelva al Padre, pasaréis por duras pruebas. Guardaos del temor y las dudas. Preparad vuestra mente y dejad que vuestra lámpara siga encendida.
Sed como los hombres que están esperando el regreso de su amo de una fiesta nupcial, para que podáis abrirle con rapidez. Entonces recibiréis su bendición.
Una crisis se avecina a vuestras vidas, y os corresponde vigilar y estar listos.
Sé bien que ningún hombre permitirá que entren ladrones a su casa si sabe la hora en que llegarán esos ladrones. Cuidad también de vosotros mismos, porque en el momento en que menos lo penséis y en la forma que menos sospechéis, el Hijo del Hombre partirá.
C. MOMENTO: Esta conversación se dio en Gerasa durante la última visita al norte de Perea. Un fariseo creyente preguntó a Jesús: «Señor, ¿habrá pocos o muchos que se salvarán?»
Se os ha enseñando que sólo los hijos de Abraham y los gentiles adoptados serán salvados. Puesto que solo Caleb y Josué entraron en la tierra prometida, comparativamente pocos entrarán en el cielo.
Tenéis un proverbio que dice: el camino que conduce a la vida eterna es recto y angosto, y la puerta de entrada es asimismo angosta, y que el camino que conduce a la destrucción es amplio, que la entrada a la misma es ancha, y que muchos eligen seguir este camino.
Este proverbio indudablemente tiene significado. Pero yo declaro que la salvación es un asunto de elección personal.
La puerta de la salvación es lo suficientemente ancha como para admitir a todos los que buscan sinceramente entrar, pues yo soy esa puerta. Todo hijo que busca al Padre por la fe encontrará al Padre a través del Hijo.
Hay un peligro para los que posponen la entrada al reino por buscar los placeres y por egoísmo. Más tarde, cuando el reino se revele en su gloria, querrán entrar. Pero yo diré a todos esos egoístas—no sé quiénes sois.
Rechazasteis estas ofertas de misericordia—la ciudadanía celestial. Rechazásteis la invitación a entrar mientras la puerta estuvo abierta. Rechazásteis la salvación, y ahora la puerta está cerrada.
No es la salvación para los que no están dispuestos a pagar el precio de la dedicación total a hacer la voluntad de mi Padre.
Cuando en espíritu y alma habéis vuelto la espalda al reino del Padre, es inútil pararse en mente y cuerpo ante esta puerta y golpear diciendo, ‘Señor, ábrenos; nosotros también queremos ser grandes en el reino’.
Entonces yo declararé que vosotros no sois de mi redil—no estáis entre los que han luchado la buena lucha de la fe.
Y cuando digáis: ¿acaso no comimos y bebimos contigo, acaso no enseñaste en nuestras calles?, entonces declararé que sois extranjeros espirituales—que no servimos juntos en el ministerio de misericordia del Padre.
Y cuando declare que no os conozco, el Juez de toda la tierra os dirá: ‘idos de nosotros, todos vosotros que os habéis deleitado en las obras de la iniquidad’.
Pero no temáis; todo el que desee sinceramente encontrar la vida eterna, con toda seguridad hallará esa salvación eterna. Los que rechazan hoy la salvación verán algún día el triunfo del reino.
Los verdaderos creyentes tomarán el reino en poder espiritual y mediante los asaltos persistentes de la fe viviente. Y muchos de los que son los primeros, serán los últimos y aquellos que son los últimos, muchas veces serán los primeros.
Y esta, amigos míos, es una versión nueva y extraña del viejo proverbio familiar sobre el camino recto y angosto.
Lentamente los apóstoles y muchos de los discípulos aprendían el significado de la declaración: A menos que renazcáis del espíritu, no podéis entrar en el reino.
Pero para todos los de corazón honesto y fe sincera, es eternamente verdad que: «He aquí que yo estoy ante la puerta del corazón de los hombres y golpeo, y si un hombre me abre, yo entraré y compartiré con él la cena y lo alimentaré con el pan de la vida; seremos uno solo, en espíritu y propósito, y así por siempre seremos hermanos en el largo y fructífero servicio de la búsqueda del Padre del Paraíso».
Así pues, si muchos o pocos serán salvados, completamente depende de si serán muchos o pocos los que acepten la invitación: «Yo soy la puerta, yo soy el nuevo camino viviente, y aquel que así lo quiera podrá entrar para embarcarse en la búsqueda sin fin de la verdad de la vida eterna.»
B. LUGAR: Durante la misión en el norte de Perea, de camino a Filadelfia.
C. MOMENTO: Si bien la mayoría de palestinos comían solo dos veces al día, Jesús y los apóstoles, cuando estaban de viaje, tenían a menudo un almuerzo al mediodía. Y fue en una de esas comidas al mediodía cuando Tomás preguntó a Jesús: Maestro, después de haber escuchado tus palabras mientras viajábamos esta mañana, me gustaría preguntar si los seres espirituales tienen que ver con la producción de acontecimientos extraños y extraordinarios en el mundo material y además, si los ángeles y otros seres espirituales son capaces de prevenir accidentes.
¿Acaso no habéis observado mi vida y que rechazo emplear las fuerzas espirituales para mi sustento? Vivimos de la misma manera en que existen los hombres. Veis fuerzas de espíritu en la vida material de este mundo, excepto en la revelación del Padre y la curación esporádica de sus hijos afligidos.
All too long have your fathers believed that prosperity was the token of divine approval; that adversity was the proof of God’s displeasure. All such notions are but superstitions.
¿Acaso no observáis que los pobres reciben con regocijo el evangelio? Si la riqueza es prueba del poder divino ¿por qué se niegan los ricos tan frecuentemente a creer en esta buena nueva del cielo?
La lluvia cae sobre justos e injustos; del mismo modo, el sol brilla sobre los que son rectos y los que no lo son. Vosotros sabéis de aquellos galileos cuya sangre Pilato mezcló con los sacrificios, pero yo os digo que esos galileos no eran más pecadores que sus semejantes.
Sabéis de los dieciocho hombres sobre los que cayó la torre de Siloé, matándolos a todos. No penséis que estos hombres eran más pecadores que todos sus hermanos. Estos seres fueron simplemente víctimas inocentes de uno de los accidentes temporales.
Existen tres tipos de acontecimientos que pueden ocurrir en vuestras vidas:
Podéis compartir de aquellos acontecimientos normales que son parte de la vida que vivís vosotros y vuestros semejantes en la tierra.
Podéis caer víctimas de uno de los accidentes de la naturaleza.
Podéis cosechar los frutos de vuestros esfuerzos directos por cumplir con las leyes naturales que gobiernan el mundo.
Después contó la historia de un hombre que plantó un árbol en su patio. Tres años después, como no dio fruto, pidió un año más mientras le daba fertilizante. Y después, debido a las leyes de la naturaleza, tuvo la recompensa de una cosecha abundante.
La salud y la enfermedad son resultado de causas materiales. La salud no es la sonrisa del cielo ni la aflicción la ira de Dios.
Los hijos humanos del Padre tienen igual capacidad para recibir las bendiciones materiales, por lo tanto, él dona las cosas físicas a los hombres sin discriminación.
Cuando se trata de los dones espirituales, el Padre se limita a la capacidad que el hombre tiene para recibir estos dones. Aunque el Padre no hace acepción de personas, en su entrega de los dones espirituales está limitado por la fe del hombre y por el deseo de éste de acatar siempre la voluntad del Padre.
C. MOMENTO: En el camino de Jericó a Betania (por la resurrección de Lázaro), mientras subían por las colinas, Natanael preguntó a Jesús: «Puesto que el sumo sacerdote es un saduceo, y puesto que los saduceos no creen en los ángeles, ¿qué debemos enseñar al pueblo sobre los ministros celestiales?»
Los ángeles son una orden de creación totalmente diferente a las criaturas mortales materiales. En las Escrituras, a los ángeles no se les llama Hijos de Dios; tampoco a los espíritus de los seres humanos que han partido.
Los ángeles son una creación directa, y no se reproducen. A medida que el hombre progresa en su viaje al Paraíso, pasa por un estado del ser análogo al de los ángeles, pero el hombre mortal nunca se convierte en ángel.
Los ángeles no mueren nunca—son inmortales a menos que se impliquen en el pecado y la rebelión, como hicieron algunos en la sublevación de Lucifer. Los ángeles son puros y santos, pero no lo saben todo ni son todopoderosos.
Si vuestros ojos pudieran abrirse, veríais a los ángeles ascender y descender. Por medio de los ángeles nos mantenemos en contacto con otros mundos. Os he dicho muchas veces que tengo ovejas que no son de este rebaño.
Los ángeles no son los espías del mundo espiritual que os vigilan y luego van al Padre y le dicen los pensamientos de vuestro corazón y cuentan sobre las acciones de la carne.
El Padre no necesita tal servicio porque su propio espíritu habita en vosotros. Pero estos ángeles funcionan para mantener informada una parte de la creación celestial sobre los acontecimientos de otras partes.
Los ángeles, mientras funcionan en el gobierno del Padre y los universos de los Hijos, son asignados al servicio de las razas humanas.
Cuando llamamos espíritus ministrantes a estos serafines, no hablamos en lenguaje figurativo ni en términos poéticos.
Los ángeles se ocupan de la obra de salvar a los hombres, porque, ¿acaso no os he dicho de la felicidad seráfica cuando un alma elige abandonar el pecado y comienza a buscar a Dios?
Y también os hablé de la felicidad en la presencia de los ángeles cuando un pecador se arrepiente—y esto significa que hay otras órdenes más altas de seres celestiales que están interesadas también en la salvación del hombre.
Y estos ángeles se ocupan también de la manera en que se libera el espíritu del hombre de los tabernáculos de la carne, cuando se le escolta a las mansiones celestiales.
Los ángeles son los guías certeros y celestiales del alma del hombre durante ese período desconocido que va entre la muerte en la carne y la nueva vida en las moradas del espíritu.
C. MOMENTO: Después de la resurrección de Lázaro, de camino a Pella, los apóstoles plantearon muchas preguntas que Jesús respondió, excepto a las relacionadas con los detalles de la resurrección de los muertos. Estaban muy preocupados con la respuesta a las oraciones. Recordaron el comentario de Jesús en Filadelfia, cuando supieron de la enfermedad de Lázaro, cuando dijo: «Esta enfermedad no es realmente de muerte.»
La oración es la expresión de la mente finita en su esfuerzo por acercarse al Infinito. Por lo tanto el acto de orar debe estar limitado por el conocimiento, la sabiduría y los atributos de lo finito; del mismo modo, la respuesta debe condicionarse por la visión, los fines, los ideales y las prerrogativas del Infinito.
No puede nunca observarse una continuidad ininterrumpida de fenómenos materiales entre el acto de orar y la recepción de la plena respuesta espiritual.
Cuando una oración aparentemente no recibe respuesta, esta demora frecuentemente representa una respuesta mejor, aunque, por alguna razón valedera, es largamente demorada. (Cuando Jesús dijo que la enfermedad de Lázaro no era realmente para la muerte, éste ya había muerto hacía once horas)
No se niega la respuesta a ninguna oración sincera, excepto cuando el punto de vista superior del mundo espiritual ha encontrado una respuesta mejor,una respuesta que satisface la solicitud del espíritu del hombre en contraste con la oración de la mera mente humana.
Una oración del tiempo puede estar tan iniciada por el espíritu y expresada por la fe, y tanto abarcan que tan sólo pueden ser contestadas en la eternidad.
la solicitud finita está a veces tan llena del alcance de lo Infinito, que la respuesta ha de aguardar largamente, hasta tanto se haya creado una capacidad adecuada de receptividad; la oración de fe puede llegar a ser tan completa que tan sólo se podrá recibir su respuesta en el Paraíso.
Las respuestas a la oración de la mente mortal son frecuentemente de naturaleza tal que pueden ser recibidas y reconocidas sólo después de que esa misma mente oradora haya alcanzado el estado inmortal.
La ignorancia puede distorsionar y la superstición deformar tanto la oración de una persona que conoce a Dios que la respuesta a ésa sea altamente indeseable.
Esas oraciones confusas tienen que traducirse tanto por los espíritus que intervienen que, cuando la respuesta llega, la persona que ha hecho la petición no consigue reconocerla como respuesta a su oración.
Todas las oraciones verdaderas son dirigidas a los seres espirituales, y todas estas solicitudes deben ser respondidas en términos espirituales—realidades espirituales. Los seres espirituales no pueden otorgar respuestas materiales.
Los seres materiales pueden orar eficazmente sólo cuando «oran en el espíritu». Ninguna oración puede esperar una respuesta a menos que haya nacido del espíritu y haya sido alimentada por la fe.
Vuestra fe sincera implica que habéis otorgado virtualmente por adelantado a los que oigan vuestra oración el pleno derecho de responder a vuestras solicitudes de acuerdo con la sabiduría suprema y el amor divino.
El niño está siempre en su derecho de solicitarle al padre; y el padre siempre debe determinar la respuesta a lo inmaduro de acuerdo con la sabiduría madura.
En consecuencia, las respuestas a las oraciones de la inmadurez pueden postergarse, modificarse, segregarse, transcender o posponerse hasta otra etapa de la ascensión espiritual.
No titubeéis en orar las oraciones de los anhelos del espíritu; no dudéis de que recibiréis respuesta. Estas respuestas podrán estar en depósito, aguardando el momento en que alcancéis niveles espirituales futuros—en este mundo o en otros.
Todas las solicitudes nacidas del espíritu tendrán, con certeza, respuesta. Pedid y recibiréis.
Pero debéis recordar que sois criaturas del tiempo y del espacio. Debéis considerar siempre el factor espacio-temporal en la experiencia de vuestra recepción personal de las respuestas a vuestras muchas oraciones.
C. MOMENTO: Este fue el último sermón del Maestro en el campamento de Pella. Estuvo entre las alocuciones notables de su ministerio público. Fue un esfuerzo por aclarar la confusión existente en la mente de sus seguidores respecto a la verdadera naturaleza del reino celestial. En lo que respecta al reino, la última palabra de Jesús siempre fue: «El reino está dentro de vosotros».
C. MOMENTO: Jesús estaba en casa de Simón, cerca de Betania. Esa mañana, Jesús aconsejó a Lázaro que huyera a Filadelfia; se despidió de Simón; dio consejos de despedida al cuerpo de mujeres; y se dirigió a cada uno de los apóstoles con un saludo personal. Antes de ir al templo, Santiago y Pedro entablaron con el Maestro una conversación sobre el perdón. Cuando comenzó a enseñar en el templo, se enfrentó a una serie de preguntas formuladas para que cayera en una trampa o se viera comprometido.
Al dar los buenos días a los apóstoles, pronunció un saludo apropiado a cada uno:
Andrés: No te desanimes por los acontecimientos inminentes. Controla firmemente a tus hermanos y cuida de que no te vean deprimido.
Pedro: No deposites tu confianza en el brazo ni en el acero. Establécete sobre los cimientos espirituales de las rocas eternas.
Santiago: No titubees por las apariencias exteriores. Permanece fiel en tu fe, y pronto conocerás la realidad de aquello en lo que crees.
Juan: Sé tierno; ama aun a tus enemigos; sé tolerante. Y recuerda que yo te he confiado muchas cosas.
Natanael: No juzgues por las apariencias; permanece firme en tu fe aun cuando todo parezca esfumarse; sé fiel a tu misión de embajador del reino.
Felipe: No te dejes conmover por los acontecimientos inminentes. Permanece inmutable, aun cuando no puedas ver el camino. Sé leal a tu juramento de consagración.
Mateo: No olvides la misericordia que te recibió en el reino. Que ningún hombre te quite tu recompensa eterna. Así como has resistido las inclinaciones de la naturaleza mortal, dispónte a ser constante.
Tomás: Aunque sea muy difícil, ahora debes caminar por lo que crees y no por lo que ves. No tengas dudas de mi habilidad para completar la obra que he comenzado, hasta que finalmente veré a todos mis fieles embajadores en el reino más allá.
Gemelos Alfeo: No permitáis que las cosas que no podéis comprender os sobrecojan. Sed fieles al afecto de vuestro corazón y no coloquéis vuestra confianza ni en grandes hombres ni en la actitud cambiante de la gente. Aliaos con vuestros hermanos.
Simón el Zelote: Simón, puedes estar sobrecogido por la desilusión, pero tu espíritu se elevará por sobre todas las cosas que te puedan suceder. Lo que no pudiste aprender de mí, mi espíritu te lo enseñará. Persigue las realidades verdaderas del espíritu y deja de ser atraído por las sombras irreales y materiales.
Judas: Judas, te he amado y he orado para que tú amaras a tus hermanos. No te canses de hacer el bien; y quiero advertirte que te cuides de los senderos resbalosos de las lisonjas y de los dardos envenenados del ridículo.
Santiago sostiene que tú enseñas que el Padre nos perdona aun antes de que nosotros se lo pidamos, y yo pienso que el arrepentimiento y la confesión deben preceder al perdón. Jesús respondió:
Erráis porque no comprendéis la naturaleza de esas relaciones entre la criatura y el Creador. Falláis en captar esa compasión comprensiva que el padre sabio tiene para con su hijo inmaduro que, a veces, yerra.
Es en verdad discutible que los padres afectuosos tengan que perdonar a un hijo. Una parte de todo padre vive en el hijo—y asegura que le comprenda.
Para el hijo terrenal, el padre divino posee infinidad y divinidad de comprensión y entendimiento—el perdón es inevitable.
Es inalienable al conocimiento perfecto que Dios perdona. La justicia divina es tan eternamente ecuánime que infaliblemente comprende una compasión misericordiosa.
Si comprendéis a vuestros semejantes los amaréis. Cuando amáis a vuestro hermano, ya le habéis perdonado.
El hijo a menudo se siente separado—pero el padre amoroso no crea tal separación. El pecado es una experiencia de la conciencia de la criatura; no es parte de la conciencia de Dios.
Vuestra incapacidad de perdonar es la medida de vuestra inmadurez—de vuestra incapacidad para alcanzar una compasión adulta, comprensión y amor.
El padre que alberga rencor ignora los verdaderos anhelos interiores del hijo. El amor está fundado en la comprensión, alimentado por el servicio altruista y perfeccionado en la sabiduría.
En una reunión del Sanedrín el lunes por la noche, se había instruido a varios grupos a que asistieran a las charlas de Jesús en el templo y le hicieran caer en una trampa e incomodarle.
La primera pregunta vino de un grupo de estudiantes. «Maestro, sabemos que eres un instructor recto, y sabemos que proclamas los caminos de la verdad…nuestra dificultad es ésta: ¿Es legal pagar tributo al césar?..?»
Jesús percibió su hipocresía y dijo: «Mostradme el dinero del tributo, y yo os contestaré.» Cuando le entregaron un denario, lo miró y dijo: «¿Qué imagen e inscripción lleva esta moneda?»
Y cuando respondieron «la del césar», Jesús dijo: «Dad al césar las cosas que son del césar y dad a Dios las cosas que son de Dios.»
A continuación vino la pregunta sobre el hombre moribundo que tenía seis hermanos y no tenía hijos, y cómo los seis hermanos se casaron sucesivamente con su viuda. Querían saber de quién sería la esposa en la resurrección.
Todo eso era improbable y esa ley era letra muerta en aquellos tiempos. No obstante, Jesús respondió: erráis porque no conocéis ni las Escrituras ni el poder vivo de Dios.
Los que llegan a los mundos por venir ni se casan ni son dados en matrimonio—son más parecidos a los ángeles del cielo.
Estos seres resurrectos son eternamente los hijos de Dios; son los hijos de la luz resucitados al progreso de la vida eterna.
Incluso Moisés ante la zarza ardiente oyó a Dios declarar que era el Dios de los vivos, no de los muertos.
C. MOMENTO: Es todavía martes por la mañana en el templo. Los fariseos y saduceos están todavía planteando preguntas comprometedoras a Jesús. Después de la pregunta respecto a la resurrección, los saduceos permanecieron callados y los fariseos tomaron la palabra.
Dijo uno de sus interrogadores: Maestro, soy abogado, y me gustaría preguntarte cuál, en tu opinión, es el mandamiento más grande. Respondió Jesús: existe tan sólo un mandamiento: amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón y con toda tu alma, con toda tu mente y con toda tu fuerza.
Jesús continuó—el segundo mandamiento es como el primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Sobre estos dos mandamientos se apoyan toda la ley y los profetas.
Cuando el abogado vio que Jesús había respondido sabiamente y de acuerdo con la religión judía, pensó que lo mejor sería alabarle diciendo: en verdad, Maestro, has dicho bien.
Jesús bajó la mirada sobre él y dijo: «Amigo mío, percibo que no estás muy lejos del reino de Dios».
Esa misma noche, ese abogado fue al campamento de Getsemaní, profesó su fe y fue bautizado.
Como no hubo más preguntas, Jesús planteó a los fariseos una pregunta: ¿Qué pensáis del Libertador? ¿De quién es hijo? Después de una breve pausa, alguien respondió: «El Mesías es el hijo de David.»
Dijo Jesús: Si en efecto el Libertador es hijo de David, ¿cómo puede ser que él mismo dice: ‘El Señor dijo a mi señor: siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos de escaño a tus pies’? Si David lo llama Señor, ¿cómo es posible que éste sea su hijo? (Sal 110:1)
No hicieron más preguntas. Más adelante cambiaron este salmo para que se refiriera a Abraham en lugar de al Mesías.
B. LUGAR: Jerusalén, alrededor del mediodía de ese martes
C. MOMENTO: Mientras Felipe compraba abastecimiento para el nuevo campamento de Getsemaní, se le acercó una delegación de griegos alejandrinos que pedían ver a Jesús. Felipe se quedó sorprendido ante este episodio inesperado. Decidió buscar a Andrés. Luego Andrés y Felipe llevaron a los griegos a casa de José, donde estaban Jesús y los apóstoles.
Mi Padre me envió a este mundo para revelar su comprensión amante a los hijos de los hombres, pero aquellos a quienes primero me dirigí se han negado a recibirme.
Al rechazarme, rechazan a Aquél que me envió. Les he hablado de la filiación con felicidad, libertad y vida más abundante en el espíritu. Mi Padre ha hecho muchas obras maravillosas entre estos hijos del hombre dominados por el temor.
En verdad el profeta Isaías se refirió a este pueblo cuando escribió: ‘Señor, ¿quién ha creído nuestras enseñanzas? ¿A quién ha sido revelado el Señor?’ (Isa. 53:1) En verdad los líderes de mi pueblo deliberadamente han cegado sus ojos para no ver, y endurecido su corazón para no creer ni ser salvados.
Todos estos años he buscado curar su descreimiento y salvarlos. Algunos han respondido, pues en esta habitación hay una veintena de hombres que fueron una vez miembros del Sanedrín.
Me veo obligado a mostrar paciencia, puesto que temo por la seguridad de los que han estado por tanto tiempo junto a mí.
Aquí hay judíos y gentiles en números aproximadamente iguales. Quizá este sea el primer y el último grupo que pueda instruir en el evangelio antes de ir a mi Padre.
(Estos griegos se habían reunido en casa de Nicodemo la noche antes. Treinta eligieron entrar en el reino. Al estar Jesús de pie ante ellos en este momento, percibió el fin de una dispensación y el comienzo de otra).
El que cree en este evangelio, cree no solamente en mí sino en Aquél que me envió. Yo soy la luz del mundo, y el que crea mi enseñanza ya no vivirá en las tinieblas.
Si vosotros los gentiles me escucháis, entraréis en la libertad regocijante de la verdad de la filiación de Dios.
No juzgo a los judíos que me rechazan. No vine a juzgar sino a salvar. Pero todo el que rechace la verdad será juzgado.
Estas palabras que el Padre me dijo que hablara al mundo son palabras de verdad divina, misericordia sempiterna y vida eterna.
Tanto a los judíos como a los gentiles yo declaro que está por llegar la hora en la que el Hijo del Hombre será glorificado. Excepto que un grano de trigo caiga a la tierra y muera, permanece solo. Pero si muere en buena tierra, surge nuevamente a la vida y rinde mucho fruto.
Aquél que ama con egoísmo su vida, corre peligro de perderla; pero el que está dispuesto a dar su vida por mí y por el evangelio gozará de una existencia más abundante sobre la tierra y en el cielo, vida eterna.
Estoy turbado, pues sé que mi hora se avecina. Mi pueblo está decidido a despreciar el reino. Me regocija recibir a estos gentiles que buscan la verdad.
Mi corazón sufre por mi pueblo. Cuando miro hacia delante, no puedo pedir al Padre que me salve de esta hora horrible, pues fue por este mismo propósito que yo vine a este mundo.
Más bien diré: Padre, glorifica tu nombre; se hará tu voluntad. (Entonces el Ajustador Personalizado habló—«He glorificado mi nombre muchas veces en tus autootorgamientos, y una vez más lo glorificaré.»)
Si bien los que estaban con Jesús no escucharon ninguna voz, concluyeron que un ángel le había hablado.
Dijo Jesús: Todo esto no ha ocurrido por mi bien, sino por el vuestro. Yo sé con certidumbre que el Padre me recibirá y aceptará mi misión, pero es necesario que seáis preparados para la prueba de fuego que se avecina.
Dejadme aseguraros que la victoria coronará vuestros esfuerzos unidos por esclarecer al mundo y liberar a la humanidad.
El viejo orden se está enjuiciando a sí mismo; yo ya he expulsado al Príncipe de este mundo; y todos los hombres serán libres por la luz del espíritu que yo derramaré sobre toda carne.
Cuando sea elevado de la tierra y de vuestras vidas, atraeré a todos los hombres y a mí a la comunidad de mi Padre.
Habéis creído que el Libertador moraría por siempre en la tierra, pero yo declaro que el Hijo del Hombre será rechazado por los hombres, y que volverá al Padre. Sólo por un corto tiempo estaré con vosotros.
Caminad mientras tengáis esta luz. El que camina en las tinieblas no sabe a dónde va. Si camináis en la luz seréis en verdad hijos liberados de Dios.
Y ahora venid todos conmigo para regresar el templo a despedirnos de los dirigentes de Israel sumidos en la ignorancia.
C. MOMENTO: Poco después de las dos de la tarde de ese martes, Jesús, acompañado por once apóstoles, José de Arimatea, los treinta griegos y otros discípulos, llegó al templo y pronunció su último discurso en los patios del edificio sagrado. Esta fue su última llamada al pueblo judío y la acusación final a sus enemigos. Los cambistas de moneda habían sido expulsados del templo. Todo estaba en silencio. Nadie le hizo ninguna pregunta.
He estado con vosotros este largo tiempo, yendo y viniendo por la tierra proclamando el amor del Padre por los hijos de los hombres, y muchos han visto la luz y, por la fe, han entrado al reino del cielo.
En relación con esta enseñanza y predicación, el Padre ha hecho muchas obras maravillosas, aun hasta la resurrección de los muertos. Muchos enfermos y afligidos han sido curados porque han creído; pero todo esto no abrió los ojos de los que se niegan a ver la luz.
De toda forma posible, que esté de acuerdo con el hacer la voluntad de mi Padre, yo y mis apóstoles nos hemos esforzado por vivir en paz con nuestros hermanos, por conformar con los requisitos razonables de las leyes de Moisés.
Hemos persistentemente buscado la paz, pero los líderes de Israel no lo quieren así. Al rechazar la verdad de Dios y la luz del cielo, se están aliando con el error y con las tinieblas.
No puede haber paz entre la luz y las tinieblas, entre la vida y la muerte, entre la verdad y el error.
Muchos de vosotros os habéis atrevido a creer en mis enseñanzas y ya habéis entrado en la felicidad y libertad de la conciencia de la filiación de Dios. Y atestiguaréis que he ofrecido esta misma filiación de Dios a toda la nación judía, aun a aquellos mismos hombres que ahora buscan mi destrucción.
Aun ahora mi Padre recibiría a estos maestros cegados y a estos líderes hipócritas si tan sólo se volvieran a él y aceptaran su misericordia. Aun ahora no es demasiado tarde para que reciba esta gente la palabra del cielo y dé la bienvenida al Hijo del Hombre.
Generación tras generación enviamos nuestros profetas para enseñarles y advertirles, y generación tras generación ellos mataron a estos maestros enviados por el cielo. Y ahora, vuestros obstinados altos sacerdotes y vuestros potentados testarudos siguen haciendo la misma cosa, así como Herodes ocasionó la muerte de Juan.
Hasta tanto haya una posibilidad de que los judíos busquen la salvación, Dios mantendrá tendidas sus manos de misericordia.
Pero cuando finalmente rechacéis la misericordia de mi Padre, esta nación caerá en un fin ignominioso.
Este pueblo fue llamado para ser la luz del mundo, para mostrar la gloria espiritual de una raza conocedora de Dios.
Pero tanto os habéis alejado del cumplimiento de vuestros privilegios divinos que estáis a punto de cometer la suprema locura de todos los tiempos.
Una vez que rechacéis esta revelación de Dios al hombre, el reino del cielo será entregado a otros pueblos, que lo recibirán con regocijo y felicidad.
Os advierto solemnemente que estáis a punto de perder vuestra posición en el mundo como abanderados de la verdad eterna y custodios de la ley divina.
Estoy en este momento ofreciéndoos vuestra última oportunidad de arrepentiros para significar vuestra intención de buscar a Dios como niños y por la fe sincera, en la seguridad y salvación del reino del cielo.
Mi Padre por mucho tiempo ha laborado por vuestra salvación, y yo he descendido para mostraros el camino. Muchos han creído el evangelio del reino, pero los que deberían ser los primeros en aceptar la luz del cielo se han negado a creer la revelación de la verdad—Dios revelado en el hombre y el hombre elevado a Dios.
Mis apóstoles están aquí ante vosotros en silencio, pero pronto oiréis sus voces resonando con el llamado a la salvación—con la admonición de uniros con el reino como hijos del Dios vivo.
Y ahora os llamo para que seáis testigos de que he ofrecido una vez más a Israel y a sus dirigentes la liberación y la salvación. Pero contempláis cómo la misericordia del Padre es despreciada y rechazados los mensajeros de la verdad.
Sin embargo, os advierto que estos escribas y fariseos aún están sentados en el trono de Moisés; por lo tanto, hasta que los Altísimos que gobiernan en los reinos de los hombres sobrecojan esta nación, os exhorto a que cooperéis con estos ancianos de Israel.
No se os requiere que os unáis con ellos en sus planes de destrucción del Hijo del Hombre, pero en todo lo que se relaciona con la paz de Israel, debéis someteros a ellos.
Este es el pecado de estos gobernantes: que dicen lo que es bueno, pero no lo hacen. Echan pesadas cargas sobre vuestros hombros, pero no están dispuestos a ayudaros a vosotros. Os han oprimido con ceremonias y esclavizado con tradiciones.
Los dirigentes se deleitan en hacer sus buenas obras para ser vistos por los hombres. Demandan las sillas de honor en las sinagogas. Quieren que todos los llamen rabinos. Al mismo tiempo, se apoderan de las casas de las viudas y sacan provecho de los servicios del templo. Rezan largas oraciones y dan limosna para ser vistos.
Aunque debéis honrar a vuestros dirigentes y reverenciar a vuestros maestros, no debéis llamar Padre a ningún hombre. No tratéis tampoco de dominar a vuestros hermanos. Si queréis ser grandes en el reino, debéis ser siervos de todos.
Si presumís exaltaros, seréis humillados; pero los que verdaderamente se humillan, serán exaltados. Buscad no la autoglorificación, sino la gloria de Dios. Someted vuestra voluntad a la voluntad del Padre.
No tengo malicia alguna contra los altos sacerdotes y los potentates que buscan mi destrucción; no tengo mala voluntad contra estos escribas y fariseos que rechazan mis enseñanzas.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Queréis cerrar las puertas del reino del cielo a los hombres sinceros, tan sólo porque ignoran los caminos de vuestra enseñanza. Os negáis a entrar en el reino y al mismo tiempo evitáis que entren todos los demás.
Recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, no os conformáis hasta hacerle dos veces peor de lo que era.
¡Ay de vosotros, altos sacerdotes que os apropiáis de los bienes de los pobres y demandáis onerosos impuestos de los que quieren servir a Dios como piensan que ordenó Moisés! Vosotros que os negáis a mostrar misericordia, ¿podéis esperar misericordia?.
¡Ay de vosotros, falsos maestros, guías ciegos! ¿Qué se puede esperar de una nación cuando los ciegos conducen a los ciegos?
¡Ay de vosotros que disimuláis al jurar! Sois tramposos porque enseñáis que si alguno jura por el templo no es nada; pero si alguno jura por el oro del templo, es deudor. ¿Qué es mayor, el oro o el templo que supuestamente ha santificado al oro?
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos y todos los demás hipócritas que se aseguran de diezmar la menta, el eneldo y el comino, y hacen caso omiso de los asuntos más serios de la ley: la fe, la misericordia y la justicia!. Guías ciegos y maestros necios; coláis el mosquito y tragáis el camello.
¡Ay de vosotros, escribas, fariseos e hipócritas! Escrupulosamente limpiáis la parte de afuera de la copa y del plato, pero adentro queda la suciedad de la extorsión, los excesos y el engaño. Sois espiritualmente ciegos.
¡Vosotros, viciosos malvados! Hacéis que las manifestaciones exteriores de vuestra religión se conformen con la letra de vuestra interpretación de la ley de Moisés, mientras que vuestra alma está hundida en iniquidad y llena de asesinato.
¡Ay de todos vosotros que rechazáis la verdad y os burláis de la misericordia! Muchos entre vosotros sois como sepulcros blanqueados, que por fuera aparecen hermosos pero por dentro están llenos de los huesos de hombres muertos.
Vosotros que rechazáis a sabiendas el consejo de Dios aparecéis por fuera como santos y rectos a los hombres, pero por dentro vuestro corazón está lleno de hipocresía e iniquidad…
¡Ay de vosotros, falsos guías de una nación! Habéis construido más allá un monumento a los profetas mártires de antaño, mientras complotáis para destruir a aquel de quien ellos hablaban.
Sois los hijos protervos de los que mataron a los profetas. ¡Id pues y llenad la copa de vuestra condenación hasta su plenitud!
¡Ay de vosotros, hijos del mal! Juan en verdad os llamó los descendientes de las víboras, y yo os pregunto, ¿cómo podéis escapar al juicio que Juan pronunciara sobre vosotros?
Pero aun ahora os ofrezco en nombre de mi Padre misericordia y perdón—la mano amante de la hermandad eterna.
Mi Padre os ha enviado a los profetas—a algunos los matasteis. Luego llegó Juan y proclamó el advenimiento del Hijo del Hombre. Ahora os preparáis a derramar aun más sangre inocente.
¿Acaso no comprendéis que llegará el día terrible del juicio, cuando el Juez de toda la tierra requerirá de este pueblo que rinda cuentas de la forma en que rechazaron, persiguieron y destruyeron a estos mensajeros del cielo?
Si continuáis por este camino malvado, puede que este rendimiento de cuentas os sea requerida en esta misma generación.
¡Oh Jerusalén, oh hijos de Abraham, vosotros que habéis apedreado a los profetas y matado a los maestros que os fueran enviados, aun ahora yo juntaría a vuestros hijos, como la gallina junta a sus polluelos debajo de las alas, pero vosotros no queréis!
Ahora yo me despido de vosotros. Habéis oído mi mensaje y habéis tomado vuestra decisión. Los que creyeron mi evangelio están aun ahora a salvo en el reino de Dios. A vosotros, que habéis elegido rechazar la ofrenda de Dios, yo os digo que ya no me veréis enseñando en el templo. Mi obra para vosotros está hecha. ¡He aquí que ahora yo salgo con mis hijos, y vuestra casa os queda desolada!
C. MOMENTO: El martes por la tarde, cuando dejaron el templo, Mateo llamó la atención sobre las piedras macizas del templo, y Jesús dijo: «En los días que pronto llegarán no quedará piedra sobre piedra.» De camino al campamento de Getsemaní, pasaron por la pendiente occidental del Olivete, vieron el templo glorificado por los rayos del sol poniente y vieron aparecer las luces de la ciudad.
Se sentaron y, mientras el Maestro estaba hablando con ellos, Natanael preguntó: «Dinos Maestro, ¿cómo sabremos cuándo ocurrirán estos acontecimientos?»
En respuesta a la pregunta de Natanael, Jesús dijo: os hablaré de los tiempos en los que la justicia caerá súbitamente sobre esta ciudad de nuestros padres. Después que os deje, prestad atención que ningún hombre os engañe, pues muchos intentarán llevaros por el camino equivocado.
No os preocupéis por las guerras y los rumores de guerras, por la escasez y los terremotos. Seréis perseguidos y expulsados de las sinagogas; seréis encarcelados y a algunos de vosotros os matarán.
Cuando os lleven ante los jueces, no os sintáis ansiosos por lo que debéis decir, pues el espíritu os enseñará en esa misma hora lo que debéis contestar a vuestros adversarios.
En estos días de congoja, aun vuestros parientes os entregarán a la prisión y a la muerte. Durante un tiempo, puede que todos los hombres os odien por mí, pero yo no os abandonaré.
¡Tened paciencia! No dudéis de que este evangelio del reino triunfará sobre todos los enemigos y finalmente será proclamado a todas las naciones.
Entonces Andrés inquirió: Pero, Maestro, si la ciudad santa y el templo han de ser destruidos, ¿cuándo debemos abandonar Jerusalén?
Dijo Jesús: Podéis permanecer durante las persecuciones amargas, pero cuando los ejércitos romanos rodeen Jerusalén, debéis huir a las montañas. No os quedéis para salvar nada.
Este pueblo caerá por la espada y será cautivo de todas las naciones; así destruirán los gentiles la ciudad de Jerusalén.
Que no os engañen los falsos instructores, diciendo que el Libertador está aquí o allí.
Entonces Pedro preguntó: Maestro, sabemos que todas las cosas pasarán cuando aparezcan los nuevos cielos y la nueva tierra, pero, ¿cómo sabremos cuándo retornarás tú para que todo esto ocurra?
Dijo Jesús: Tú caes constantemente en el error porque siempre tratas de vincular la nueva enseñanza con la vieja; estás resuelto a tergiversar todas mis enseñanzas. Sin embargo, trataré de esclarecerte.
¿Por qué persistís en considerar que el Hijo del Hombre se sentará en el trono de David? ¿Acaso no os he dicho en todos estos años que mi reino no es de este mundo?
Las cosas que contempláis ahora a vuestros pies están llegando a su fin, pero éste será un nuevo comienzo del evangelio que se expanderá a todo el mundo.
Cuando el reino haya llegado a su fruto pleno, estad seguros de que el Padre no dejará de visitaros con una revelación ampliada de la verdad.
Llegó Adán, después Melquisedek, y en estos días el Hijo del Hombre. Así, mi Padre continuará manifestando su misericordia y mostrando su amor, aun a este mundo tenebroso y malvado.
Después que mi Padre me haya investido de todo poder y autoridad, continuaré siguiendo vuestra suerte y guiando los asuntos del reino mediante la presencia de mi espíritu que pronto será derramado sobre toda carne.
Y os prometo que alguna vez volveré a este mundo, donde he vivido esta vida en la carne.
Muy pronto debo abandonaros y emprender la obra que el Padre ha confiado en mis manos. Pero sed valerosos porque alguna vez retornaré. Mientras tanto, mi Espíritu de la Verdad de un universo os confortará y os guiará.
Ahora me contempláis en debilidad y en la carne, pero cuando retorne, será con poder y en el espíritu. El ojo de la carne contempla al Hijo del Hombre en la carne, pero sólo el ojo del espíritu podrá contemplar al Hijo del Hombre glorificado por su Padre y apareciendo en la tierra en su propio nombre.
Pero los tiempos de la reaparición del Hijo del Hombre tan sólo son conocidos en los concilios del Paraíso; ni siquiera los ángeles del cielo saben cuándo ocurrirá.
Pero cuando este evangelio del reino haya sido proclamado a todo el mundo en la plenitud de los tiempos, el Padre os enviará otro otorgamiento dispensacional, o si no, el Hijo del Hombre retornará para adjudicar la era.
En cuanto a las tribulaciones de Jerusalén, no pasará esta generación hasta que se cumplan mis palabras. Pero en cuanto a mi regreso, nadie en el cielo ni en la tierra puede presumir hablar.
Pero debéis estar alertas para discernir los signos de los tiempos. Sabéis que cuando la rama de la higuera está tierna y brotan sus hojas, el verano está cerca.
Cuando el mundo haya pasado el largo invierno de la mentalidad materialista y discernáis el advenimiento de la primavera espiritual de una nueva dispensación, sabréis que se acerca el verano de una nueva visitación.
Cuando cada uno de vosotros sea llamado a abandonar la lucha de la vida y transponer la puerta de la muerte, estaréis en la inmediata presencia de la justicia, y que estáis cara a cara ante el hecho de una nueva dispensación.
Lo que el mundo entero debe afrontar al final de una edad, lo debéis afrontar indidivualmente cuando llegáis al final de vuestra vida natural.
Más tarde aquella noche, alrededor del fuego, Tomás preguntó: Puesto que has de volver para terminar la obra del reino, ¿cuál debe ser nuestra actitud mientras tú estás lejos, ocupado en los asuntos de tu Padre?
Dijo Jesús: Tomás, tú tampoco comprendes lo que he estado diciendo. He enseñado todo este tiempo que tu relación con el reino es espiritual e individual, mediante la comprensión por la fe de que tú eres un hijo de Dios. ¿Qué más he de decir?
Si conocéis a Dios y vuestra vida se ha refugiado al amparo del reino eterno, qué importa si:
Caen las naciones.
Los imperios sufren la derrota.
Los judíos perecen.
Termina una era del mundo.
Suceden altibajos temporales.
Ocurren cataclismos terrestres.
Que todo lo visible se destruya.
Incluso si todo eso pasara, no puede afectaros porque vuestra vida, el don del Hijo, está eternamente segura en el Padre.
Habiendo vivido la vida temporal por la fe—y habiendo rendido los frutos del servicio amoroso a vuestros semejantes—podéis contemplar con confianza el próximo paso en la carrera eterna.
Cada generación de creyentes debe continuar su obra, en vista del posible retorno del Hijo del Hombre, jexactamente como cada creyente lleva hacia adelante su obra de vida en vista de la muerte natural inevitable y siempre amenazante.
Cuando te hayas establecido de una vez por la fe como hijo de Dios, ninguna otra cosa importa en cuanto a la certeza de la sobrevivencia.
¡No os equivoquéis! Esta fe de sobrevivencia es una fe viva, y cada vez manifiesta más frutos del espíritu divino.
El que hayáis aceptado cierta vez la filiación en el reino celestial, no os salva si persistentemente y de sabiendas rechazáis aquellas verdades esenciales para el logro espiritual progresivo.
Incluso los que habéis estado conmigo en los asuntos del Padre en la tierra, podéis desertar ahora si no amáis el servicio al Padre.
¶ 62. EL DISCURSO SOBRE LA FILIACIÓN Y LA CIUDADANÍA
A. AÑO: 30 d.C.
B. LUGAR: El campamento de Getsemaní
C. MOMENTO: Ese jueves por la mañana se dio una charla a un grupo elegido de judíos y gentiles. Fue realmente su alocución de despedida a la compañía combinada de apóstoles y discípulos principales. Los doce estaban presentes, excepto Judas. Habló durante casi dos horas a este grupo de cincuenta creyentes y respondió a una veintena de preguntas. Este registro es un resumen de esta conversación.
Los reinos de este mundo pueden emplear la fuerza para mantener el orden. El reino celestial de la hermandad espiritual puede promoverse únicamente por el poder del espíritu.
Esto no anula el derecho de los creyentes a mantener el orden ante miembros díscolos.
No hay nada incompatible entre la filiación en el reino espiritual y la ciudadanía en el gobierno secular. Es deber del creyente dar cuentas al César de lo que es del César, y a Dios de lo que es de Dios.
No puede haber desavenencia alguna entre esos dos requisitos, siendo uno material y otro espiritual, a menos que un César presumiese usurpar las prerrogativas de Dios.
No prestaréis adoración espiritual a los gobernantes terrenales; tampoco debéis emplear la fuerza física de gobiernos terrestres para avanzar la misión del reino espiritual.
La filiación debería volveros ciudadanos ideales—amor por vuestros semejantes y ausencia de odio.
Pero los de mente materialista nunca conocerán vuestra luz y verdad a no ser que os acerquéis a ellos en servicio social desinteresado.
Os enfrentáis a una responsabilidad triple—servicio a Dios y a los hombres—y una entrega especial a la hermandad de creyentes.
Los frutos del espíritu—servicio amoroso-son la poderosa palanca social que eleva las razas de las tinieblas. El Espíritu de la Verdad será vuestro fulcro multiplicador de poder.
Manifestad sabiduría y exhibid sagacidad en vuestro trato con los gobernantes civiles. Por discreción, mostraos expertos en solucionar desacuerdos menores.
Tratad de vivir en paz con todos los hombres. Sed siempre sabios como serpientes pero inocuos como palomas.
La filiación debería haceros mejores ciudadanos y dirigentes del gobierno secular. La sinceridad en una esfera de la vida debería favorecer la respuesta al deber en otra esfera.
Si los dirigentes civiles se convierten en dictadores religiosos, sufriréis persecución. Pero la manera en la que sufrís y morís acabará iluminando al mundo.
Este evangelio ocasionará un divorcio de la política y la religión—libertad intelectual y libertad religiosa.
Bajo las persecuciones, el reino prosperará, pero vosotros estaréis en grave peligro en los tiempos siguientes, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros, cuando los hombres de altas posiciones acepten nominalmente el evangelio.
Aprended a ser fieles incluso en tiempos de paz y prosperidad. No deberíais necesitar problemas para salvar vuestra alma de la deriva fácil.
Estáis comisionados para predicar el evangelio—que nada desvíe vuestra devoción de este deber único. Que la humanidad toda se beneficie de vuestro ministerio espiritual amante, vuestra comunión intelectual esclareciente, vuestro servicio social edificante.
Pero estas labores humanitarias no han de tomar el lugar del evangelio. Estas ministraciones poderosas son los efectos sociales secundarios de las ministraciones aún más poderosas que el Espíritu ha hecho en el corazón de los hijos del reino por la fe.
No empleéis el poder civil para promover la religión. Persuadid a los hombres, pero no les obliguéis nunca. Aquello que os gustaría que os hicieran los hombres, hacédselo a ellos.
Cuando los creyentes sirven al gobierno civil, su servicio debería ensalzarse con la iluminación espiritual de su religión. Si el creyente no es un servidor civil superior, en comparación con el no creyente, algo falla en su vida espiritual.
La conciencia de la filiación de Dios debe estimular la entera vida de servicio de todo hombre, mujer y niño que posea tan poderoso estímulo para todos los poderes inherentes de una personalidad humana.
No debéis ser místicos pasivos ni ascetas insulsos; no debéis llegar a ser soñadores ni vagabundos, que confían supinamente en una Providencia ficticia para que provea aun sus necesidades vitales.
Sed tiernos en vuestro trato con los mortales que yerran, pacientes en vuestras relaciones con los ignorantes, serenos cuando se os provoque; pero también sed valientes en la defensa de la rectitud, poderosos en la promulgación de la verdad y enérgicos en la predicación del evangelio.
Este evangelio de la verdad viva es como levadura en la masa, como el grano de la semilla de mostaza, es también como la semilla del ser vivo que se extiende de generación en generación.
Os he hecho una revelación viva, y debería rendir frutos espirituales en generaciones sucesivas de creyentes.
De generación en generación este evangelio debe mostrar una vitalidad en aumento y exhibir mayor profundidad de poder espiritual. No debe permitirse que se vuelva meramente un recuerdo sagrado, un mero relato tradicional sobre mí y los tiempos en los que vivimos ahora.
No hemos atacado en forma directa ni las personas ni la autoridad de los que se sientan en el trono de Moisés; tan sólo les ofrecimos la nueva luz, que ellos tan vigorosamente rechazaron.
Tan sólo hemos denunciado su deslealtad espiritual a las mismas verdades que profesan enseñar y salvaguardar. Tan solo entramos en conflicto con ellos cuando se opusieron a la prédica del evangelio.
Aun ahora, nosotros no los atacamos, sino que buscan nuestra destrucción. Váis a salir a predicar sólo la buena nueva. No debéis atacar las viejas costumbres.
Dejad que el Espíritu de la Verdad realice su obra. Dejad que haya controversia sólo cuando os fuercen a ello. Pero no titubeéis en defender vigorosamente la verdad que os ha santificado.
A lo largo de las vicisitudes de la vida, recordad siempre que debéis amaros unos a los otros. No luchéis con los hombres, ni siquiera con los incrédulos. Mostrad misericordia a los que os insultan.
Mostrad que sois ciudadanos leales, artesanos nobles, vecinos dignos de encomio, parientes devotos, padres comprensivos y creyentes sinceros en la hermandad del reino.
Y mi espíritu estará sobre vosotros, aun hasta el fin del mundo.
B. LUGAR: Jerusalén—en la habitación del piso superior de la casa de los padres de Juan Marcos.
C. MOMENTO: Jesús, sabiendo que no podría celebrar la Pascua con sus apóstoles el viernes, planeó tener esta comida especial con ellos ese jueves por la noche.
De camino a la última cena, permanecieron en la cresta occidental del monte Olivete, mientras Jesús comenzó una discusión íntima de su trabajo en la tierra tras su partida. Se refirió de nuevo a la destrucción de Jerusalén y les amonestó que evitaran todas idea insensata de defenderle cuando sus enemigos llegaran hasta ellos. Se refirió a las “muchas moradas” del universo de su Padre. Prometió que, después de muchas tribulaciones, se sentarían con él en el reino espiritual de lo alto. (Vean El libro de Urantia, LU 178:3.2)
Cuando los apóstoles entraron por primera vez en la habitación de arriba, hubo mucha confusión pues buscaban para ellos los asientos de honor en la mesa.
Después de tomar la primera copa de la ceremonia de Pascua, Jesús se preparó para representar la parábola de lavar los pies de los apóstoles.
Después de sentarse, Jesús dijo: He querido comer con vosotros una vez más antes de mi sufrimiento. He dispuesto esta cena esta noche porque mañana estaremos todos en manos del Padre. No volveré a comer con vosotros hasta que nos sentemos en el reino.
Jesús se dirigió entonces a donde estaba el agua, las vasijas y las toallas y, después de envolverse en una toalla, fue hacia donde Pedro y, arrodillándose, se preparó para lavarle los pies. Todos se levantaron en asombro total.
Al principio, Pedro no dejó que el Maestro le lavara los pies. Entonces dijo Jesús: Si no te lavo los pies, no participarás tú conmigo en lo que estoy a punto de realizar.
Entonces respondió Pedro: Entonces, Maestro, lávame no sólo los pies sino también las manos y la cabeza.
Mientras lavaba los pies de Pedro, Jesús dijo: El que ya está limpio, tan sólo necesita que le laven los pies. Vosotros que os sentáis conmigo esta noche estáis limpios —pero no todos. Haré este servicio por vosotros como una parábola para ilustrar el significado de un nuevo mandamiento que pronto os daré.
Cuando hubo terminado de lavar sus pies, Jesús dijo: ¿Comprendéis realmente lo que os he hecho? Me llamáis Maestro, y he lavado vuestros pies— ¿Por qué vosotros no queríais lavaros los pies unos a otros? Un siervo no es más grande que su amo. ¿Por qué sois tan lentos en aprender el secreto de la grandeza del reino espiritual?
Cuando entré a este aposento esta noche, no os conformabais con negaros orgullosamente a lavaros los pies unos a otros, sino que también caísteis en disputas entre vosotros sobre quiénes se merecían los sitios de honor en mi mesa.
No puede haber sitio de preferencia en mi mesa. Os amo a cada uno de vosotros como a los demás. El que quiere ser grande entre vosotros, que sea como el más joven; y el que quiere ser jefe, que sea como el que sirve.
Observaréis que estoy entre vosotros como el que sirve. Deberías estar dispuestos a ser siervos conmigo al hacer la voluntad del Padre.
Durante la comida Jesús, mirándolos, dijo: Sabiendo que las fuerzas del mal han conspirado para efectuar la muerte del Hijo del Hombre, decidí comer la cena con vosotros un día antes de la Pascua, puesto que no estaré con vosotros a esta hora mañana por la noche.
Ahora ha llegado mi hora, pero no hacía falta que uno de vosotros me traicionara para entregarme a las manos de mis enemigos. Mirándose unos a otros, se preguntaron: ¿soy yo?
Debo ir al Padre, pero no hacía falta que uno de vosotros se volviera traidor. Esto es la maduración del mal escondido en el corazón del que no supo amar la verdad con toda su alma.
¡Cuán engañoso es el orgullo intelectual que precede a la caída espiritual! Mi amigo de muchos años, el que aun ahora come mi pan, está dispuesto a traicionarme.
Y cuando Judas preguntó: ¿soy yo?, Jesús entregó el pan a Judas, diciendo: Tú lo has dicho. Era tan natural para el anfitrión dar el pan mojado al que se sentaba a su lado izquierdo que los apóstoles no lograron comprender que Judas era el traidor.
Dijo Jesús: Me apena que este mal tuviera que ocurrir y esperé aun hasta esta hora que el poder de la verdad pudiera triunfar sobre el mal. Pero estas victorias no se ganan sin la fe basada en el amor sincero por la verdad.
Os digo estas cosas solo para que os fortalezcáis ante las tentaciones y las pruebas que os esperan. Entonces Jesús se inclinó hacia Judas y dijo: «Lo que has decidido hacer, hazlo enseguida».
Cuando le llevaron a Jesús la tercera copa de vino, la «copa de la bendición», tomando la copa en sus manos, la bendijo, diciendo: Tomad todos vosotros esta copa, y bebed de ella. Ésta será la copa de mi conmemoración. Ésta es la copa de la bendición de una nueva dispensación de gracia y verdad. Ésta será para vosotros el emblema del don y el ministerio del Espíritu divino de la Verdad.
Y no beberé otra vez de esta copa con vosotros hasta que la beba en forma nueva con vosotros en el reino eterno del Padre.
El Maestro estaba instituyendo una nueva cena del recuerdo como símbolo de la nueva dispensación en la cual el individuo esclarecido emerge de las cadenas del ceremonialismo y del egoísmo al gozo espiritual de la hermandad y la comunidad de los hijos de la fe liberados del Dios vivo.
A continuación, Jesús tomó el pan y, después de dar las gracias y de romperlo, les dijo que lo pasaran, diciendo: Tomad este pan de conmemoración y comedlo. Os he dicho que yo soy el pan de la vida. Este pan de la vida es la vida unida del Padre y del Hijo en un solo don. El verbo del Padre, tal como es revelado en el Hijo, es en verdad el pan de la vida.
Cuando hagáis estas cosas, recordad la vida que he vivido en la tierra entre vosotros y regocijaos de que he de seguir viviendo en la tierra con vosotros y sirviendo a través de vosotros.
No discutáis entre vosotros quién será el más grande. Sed todos vosotros como hermanos…
Esta poderosa ocasión ocurrió en un aposento superior en la casa de un amigo. No hubo nada de formalismo sagrado ni de consagración ceremonial, ni en la cena ni en el edificio. La cena de conmemoración se estableció sin sanción eclesiástica.
Dijo Jesús como conclusión: Toda vez que hagáis esto, será en memoria mía. Cuando me recordéis, pensad primero en mi vida en la carne, recordad que estuve cierta vez con vosotros y luego, por la fe, discernid que todos vosotros vendréis alguna vez a cenar conmigo en el reino eterno del Padre.
Esta es la nueva Pascua que os dejo: la memoria de mi vida autootorgadora, el verbo de la verdad eterna; y la memoria de mi amor por vosotros, el derramamiento de mi Espíritu de la Verdad sobre toda la carne.
B. LUGAR: Jerusalén—a continuación de la Última Cena en casa de Marcos.
C. MOMENTO: Después de la Última Cena, Jesús volvió a recordar su gira de predicación y les aconsejó que se aprovisionaran para apoyar adecuadamente su trabajo futuro. Les dijo que él debía volver al Padre pero que ellos iban a llevar el trabajo del evangelio.
Dijo Jesús: Cuando os presenté una parábola indicando de qué manera debéis estar dispuestos a serviros los unos a los otros, dije que deseaba daros un nuevo mandamiento. Así lo haré ahora que estoy a punto de dejaros.
Conocéis el mandamiento que manda que os améis los unos a los otros; que ames a tu prójimo como te amas a ti mismo. Pero no estoy plenamente satisfecho aun con esa devoción sincera.
Os doy este nuevo mandamiento: Que os améis los unos a los otros así como yo os he amado. Así todos los hombres sabrán que sois mis discípulos.
Este nuevo mandamiento no pone una nueva carga en vuestras almas. Más bien trae un nuevo goce al conocer las delicias de donar el afecto de vuestro corazón a vuestros semejantes.
Esta es la la medida suprema del verdadero afecto, porque el hombre no puede tener mayor amor que el de dar la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos. Me habéis llamado Maestro, pero yo no os llamo siervos. Os he elegido y os he ordenado para que salgáis al mundo para rendir el fruto del servicio amante a vuestros semejantes.
Experimentaréis la divina plenitud de felicidad si obedecéis mi mandamiento de amaros unos a los otros, aun como yo os he amado.
Si quieres compartir la felicidad del Maestro, debes compartir su amor-su servicio. Esto no te libera de las dificultades de este mundo, pero sí crea un mundo nuevo.
Es lealtad, no sacrificio, lo que demando. El sacrificio implica la ausencia de ese afecto sincero que hubiera hecho de ese servicio amante la felicidad suprema.
El deber significa que tienes la mentalidad del siervo—y así te falta el estímulo poderoso de hacer tu servicio para un amigo.
El impulso a la amistad trasciende todas las convicciones del deber, y el servicio a un amigo no puede ser llamado nunca sacrificio.
Jesús llamó a sus apóstoles hijos de Dios y hermanos; ahora los llama amigos.
Jesús se puso en pie y dijo: Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el viñatero. Yo soy la vid, vosotros sois las ramas.
El Padre requiere que rindáis mucho fruto. La vid se poda tan sólo para multiplicar los frutos de sus ramas. Toda rama que no dé fruto, el Padre la podará.
Toda rama que rinda fruto, el Padre la limpiará para que rinda más fruto. Vosotros ya sois limpios por la palabra que yo he expresado.
La rama muere si se la separa de la vid. Debéis vivir en mí, y yo en vosotros.
Yo soy la vid verdadera, y vosotros sois las ramas vivas. No podéis dar los frutos del servicio amoroso a no ser que viváis en mí.
Si mantenéis esta relación viva espiritual conmigo, rendiréis abundante fruto espiritual.
Si os imbuye el espíritu, podéis pedir lo que queráis con la seguridad de que el Padre concederá vuestra petición.
Así es glorificado el Padre: que la vid tenga muchas ramas vivientes, y que cada rama rinda mucho fruto.
Y cuando el mundo vea estas ramas rendidoras de frutos —mis amigos que se aman unos a otros, así como yo los amé a ellos— todos los hombres sabrán que sois verdaderamente mis discípulos.
Así como el Padre me ha amado, así os he amado yo. Vivid en mi amor aun como yo vivo en el amor del Padre.
Después de tratar sobre los comentarios de la vid y las ramas, el Maestro continuó: Cuando os haya dejado, no os desalentéis por la enemistad del mundo. Aun los creyentes de corazón débil pueden volverse contra vosotros.
Si el mundo os odia, recordad que también me odió a mí. No sois de este mundo, y por lo tanto el mundo se niega a amaros.
Si bien estáis en este mundo, nuestras vidas no han de ser mundanas. Os he elegido en el mundo para representar el espíritu de otro mundo.
Recordad siempre que el siervo no es más grande que su amo. Si se atreven a perseguirme, también os perseguirán a vosotros. Y todo esto os harán a vosotros porque no creen en mí ni en Aquél que me envió.
Cuando sufráis estas tribulaciones, debéis recordar que yo también sufrí antes que vosotros. Algunos de vuestros enemigos son ignorantes, pero no todos. Algunos han rechazado conscientemente la luz salvadora-no tienen excusa para su pecado.
¿Qué he hecho para que los dirigentes me odien? Solo les he ofrecido la salvación. ¿Pero acaso no habéis leído en las Escrituras: ‘Y me odiaron sin causa’?
Pero no os dejaré solos en el mundo. Pronto os enviaré un ayudante espiritual para consolaros y enseñaros el camino de la verdad.
Que no se turbe vuestro corazón. Créeis en Dios; creed también en mí. Aunque os debo dejar, no estaré lejos de vosotros.
En el universo de mi Padre hay muchas esferas. Me voy a estos mundos de luz, a los que vosotros algún día ascenderéis.
Si así voy yo antes que vosotros al reino celestial de mi Padre, del mismo modo con certeza enviaré a buscaros. Entre tanto, estaré presente con vosotros en espíritu mientras permanecéis en este mundo.
Aunque voy al Padre y vosotros no podéis seguirme, con certeza me seguiréis en las eras venideras.
Cuando Jesús se sentó. Tomás se puso de pie y dijo: «Maestro, no sabemos adónde vas, pero te seguiremos si nos muestras el camino». Jesús contestó: Tomás, yo soy el camino, la verdad y la vida. Ningún hombre va al Padre excepto a través de mí.
Esto era demasiado profundo para muchos de ellos. Dijo Felipe: Maestro, muéstranos al Padre, y todo lo que nos has dicho se aclarará. Dijo Jesús: Felipe, ¡por tanto tiempo he estado contigo y sin embargo tú ahora aun no me conoces! El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.
Hablo las palabras del Padre, hago la voluntad del Padre y eso he hecho.
Cuando yo haya ido al Padre, después de que haya recibido la soberanía final de mi propio dominio, de acuerdo con mi promesa, os enviaré a otro maestro—derramaré el Espíritu de la Verdad sobre toda la carne.
Ya el espíritu de mi Padre está en vuestro corazón—y tendréis este nuevo don del espíritu de la verdad viva.
Los descreídos no escucharán al principio las enseñanzas de este espíritu, pero los hijos de la luz lo recibirán con regocijo y de todo corazón. Y conoceréis a este espíritu como me habéis conocido a mí.
Percibís que no os dejaré sin ayuda ni guía. Hoy tan sólo puedo estar con vosotros en persona. En los tiempos venideros estaré con vosotros y con todos los demás hombres allá donde estéis.
Así que es mejor para mí que me vaya; que os deje en la carne, para poder estar con vosotros mejor y más plenamente en el espíritu.
Dentro de unas pocas horas, el mundo ya no me verá. Me seguiréis conociendo porque enviaré mi espíritu para vivir dentro de vosotros. He cumplido con la palabra del Padre y mantendréis mi palabra. Y este espíritu os confortará y finalmente os conducirá a toda la verdad.
Os digo estas cosas para prepararos para las pruebas que os esperan. Dentro de vosotros residirá tan el Hijo como el Padre, y este amigo espiritual os hará recordar todo lo que os he enseñado.
En este momento, Judas Alfeo planteó una de las pocas preguntas que dirigió a Jesús: Maestro, has vivido siempre entre nosotros como un amigo; ¿cómo te conoceremos cuando ya no te manifiestes excepto por este espíritu?
Sonriendo, Jesús dijo: Vuelvo al Padre. Dentro de muy poco tiempo os enviaré mi espíritu, tal como yo, excepto por este cuerpo material. Este maestro de la verdad vivirá en vosotros.
De esta misma manera mi Padre y yo podremos vivir en ecada uno de vosotros. Y aprenderéis a amaros los unos a los otros como yo os he amado.
Después de que se plantearan muchas preguntas, Jesús continuó: Estoy intentando prepararos para lo que está por ocurrir. Os expulsarán de las sinagogas y algunos de vosotros os matarán.
Se niegan a conocer al Padre negándome a mí, y cuando os rechacen, rechazarán recibirme.
Os estoy hablando claramente porque estáis enfrentados a problemas. Los enemigos de un hombre pueden ser los de su propia casa.
Aunque el evangelio trae gran paz al alma, no traerá paz en la tierra hasta que los hombres estén dispuestos a hacer la voluntad del Padre.
Me sorprende que ninguno de vosotros me haya preguntado: ¿Por qué nos dejas? Como os he dicho, Es realmente beneficioso para vosotros que me vaya. Si no me voy, no podrá entrar en vuestro corazón el nuevo maestro. Él os ayudará a discernir entre el pecado y la rectitud.
Mucho aún tengo que deciros, pero vosotros no podéis recibir más ahora. Este Espíritu de la Verdad os guiará a través de las numerosas moradas del universo de mi Padre.
Este espíritu no hablará de sí mismo, pero os declarará lo que el Padre ha revelado al Hijo, y aun os mostrará las cosas por venir.
Todo lo que el Padre tiene en este dominio es ahora mío; por eso yo os dije que este nuevo maestro se ocupará de lo que es mío y os lo revelará.
Dentro de muy poco tiempo os dejaré por un corto período. Después, cuando me veáis de nuevo, no será por mucho tiempo, porque ya estaré camino de mi Padre.
Los apóstoles estaban muy confundidos. No comprendían lo que quería decir con esos comentarios de “muy poco tiempo”.
Dijo Jesús: ¿Por qué estáis tan confundidos? Os he dicho claramente que el Hijo del Hombre debe morir, pero que resucitará. ¿Por qué no podéis entender estas cosas?
Una mujer puede sufrir dolores en el parto, pero después se regocija con su hijo. Igualmente sufriréis vosotros pesares, pero después vuestra pena se transformará en alegría.
Os llegará una nueva revelación de la salvación de Dios que ningún hombre podrá quitaros jamás.
Hasta ahora habéis hecho todas vuestras peticiones en nombre de mi Padre. Después de que me veáis nuevamente, podréis también pedir en mi nombre, y yo os oiré.
He tenido que hablaros en parábolas porque erais tan sólo niños en el espíritu. Pero llegará el momento en el que os hablaré claramente sobre el Padre y su reino.
El Padre desea estar más plenamente revelado a vosotros. Os he mostrado al padre, pero cuando estéis perfeccionados en crecimiento espiritual, veréis al Padre mismo.
Después de una pausa, Jesús se dirigió a ellos de nuevo: en la carne, solo puedo ser uno entre vosotros; pero cuando me libre de esta vestidura de naturaleza mortal, puedo convertirme en una encarnación espiritual en el alma de todos los creyentes sinceros.
Y así estaré mejor preparado para guiaros a través de esta vida, como os guiaré por las muchas moradas en la vida futura del cielo de los cielos.
Vuestra vida futura no es un descanso sin fin en la holgazanería y facilidad egoísta, sino más bien una progresión sin cesar en gracia, verdad y gloria.
Iréis de una gloria a otra hasta que logréis finalmente el estado divino en el que estáis espiritualmente perfeccionados, como el Padre es perfecto.
Si queréis seguirme, esforzaos en hacer la voluntad del Padre, antes que intentar imitar mi vida en la carne.
No todos recibirán al nuevo maestro como su guía, pero todos los que lo reciban serán esclarecidos, limpiados y consolados. Y este Espíritu de la Verdad se convertirá en ellos en un manantial de agua viva que mana a la vida eterna.
Ahora que ya pronto os dejaré, quiero decir palabras de consuelo. Dejo la paz con vosotros; mi paz os doy. Os doy todo lo que recibiréis.
Que no se atribule vuestro corazón, y no os dejéis dominar por el temor. Yo he superado el mundo, y en mí triunfaréis todos por la fe. Os he advertido que el Hijo del Hombre será matado, pero volveré antes de ir adonde mi Padre.
Os amo con gran afecto, y no quisiera dejaros—pero es la voluntad de mi Padre. Mi hora ha llegado. Recordad que os enviaré al nuevo maestro.
No dudéis incluso aun cuando estéis dispersos por el mundo debido a las persecuciones y sufráis por tanta congoja. Pero no estaréis solos, del mismo modo que yo nunca estoy solo-siempre tenemos al Padre con nosotros.
Todas estas cosas os las he dicho para que podáis tener paz y tenerla más abundantemente. En este mundo tendréis tribulaciones, pero permaneced de buen ánimo; yo he triunfado en el mundo y os he mostrado el camino a la felicidad eterna y al servicio sempiterno.
B. LUGAR: El monte Olivete—en una gran roca plana, a poca distancia del campamento de Getsemaní.
C. MOMENTO: Momentos después de llegar al campamento, Jesús dijo: Amigos míos y hermanos, ya poco tiempo me queda con vosotros, y deseo que nos apartemos a solas mientras oramos a nuestro Padre en el cielo para pedirle la fuerza que nos sostenga en esta hora y de aquí en adelante en toda la obra que debemos hacer en su nombre.
Se arrodillaron en círculo alrededor de Jesús como habían hecho el día de su ordenación; y luego, en medio de ellos y glorificado por la luz de la luna, ofreció la última oración en grupo.
C. MOMENTO: Hubo algún intercambio que tuvo lugar entre Jesús y algunos de sus compañeros en su última noche con ellos, y justo antes se retiraron para dormir.
Cuando David Zebedeo y Juan Marcos informaron a Jesús de que Judas pretendía traicionarlo, Jesús dijo: Amigos míos, nada puede suceder al Hijo del Hombre a menos que sea la voluntad del Padre en el cielo. Que no se atribule vuestro corazón; todas las cosas laborarán juntas para la gloria de Dios y la salvación de los hombres.
Entonces Jesús dirigió sus últimas palabras a los once: Amigos míos, id a descansar. Preparaos para la tarea de mañana. Recordad, todos debemos someternos a la voluntad del Padre en el cielo.
Jesús llamó a David Zebedeo y dijo: Envíame tu mensajero más veloz y confiado. David trajo a Jacobo-y Jesús le dijo: Vete a toda prisa adonde Abner en Filadelfia y di: El Maestro te envía salutaciones de paz y dice que ha llegado la hora en que será él entregado a las manos de sus enemigos, quienes lo matarán, pero que él se levantará de entre los muertos y aparecerá ante ti pronto, antes de ir al Padre.
Después de ensayar este mensaje, Jesús dijo a Jacobo: No temas a ningún hombre, Jacobo, ya que esta noche un mensajero invisible correrá a tu lado.
Dirigiéndose al jefe de los griegos, Jesús dijo: Hermano mío, no te turbes por lo que está por suceder, puesto que ya te he avisado de antemano. El Hijo del Hombre será matado por instigación de sus enemigos, los altos sacerdotes y los potentados de los judíos, pero me levantaré para estar con vosotros un corto tiempo antes de ir al Padre. Y cuando hayas visto todo esto, glorifica a Dios y fortalece a tus hermanos.
Dijo Jesús a Andrés, al alejarse éste de su lado esa noche: «Andrés, haz lo que puedas para mantener juntos a tus hermanos hasta que yo vuelva adonde vosotros después de haber bebido esta copa. Fortalece a tus hermanos, ya que te lo he dicho todo. Que la paz sea contigo».
Andes de que David fuera a su tarea autoimpuesta de vigilancia, se despidió de Jesús, diciendo: Maestro, he conocido gran felicidad al servir contigo. Mis hermanos son tus apóstoles, pero yo me he regocijado en las cosas menores que se debían hacer, y te echaré de menos con todo mi corazón cuando tú te hayas ido.
Dijo Jesús a David: David, hijo mío, otros han hecho lo que se les indicó que hicieran, pero este servicio tú lo has hecho de tu propio corazón, y conozco tu devoción. Tú también algún día servirás conmigo en el reino eterno.
Mientras se preparaban para vigilar, David dijo a Jesús: Sabes Maestro que envié por tu familia, y tengo noticias por un mensajero de que ellos están esta noche en Jericó. Estarán aquí mañana temprano antes del mediodía puesto que sería peligroso para ellos recorrer el camino sangriento por la noche.