No hay nada del espíritu de Amós, Oseas, Miqueas o Isaías en Nahum.
Nahum se regodea con la caída de Nínive, la capital asiria.
A pesar de sus deficiencias espirituales, Nahum es una de las obras maestras literarias más destacadas de la Biblia.
Es un oráculo de venganza. Por su vigor y fervor, ocupa un lugar propio.
En 2:4 se lee: «Los carros rugen en las calles, corren de un lado a otro por las plazas». Este versículo ha sido interpretado como una profecía que predice ferrocarriles y automóviles.
Es un poema de venganza, una obra maestra de la literatura vengativa.
Para los judíos, Asiria era un símbolo de la encarnación del mal: un militarismo sediento de sangre.
Nahum fue contemporáneo de Sofonías, Habacuc y Jeremías.
Se supone que retrata la indignación moral de un Dios justo, que es internacional en su jurisdicción.
Los tiranos se vuelven corruptos, disolutos, borrachos y afeminados, y luego están condenados.
La fortaleza divina. «El Señor es bueno, fortaleza en el día de la angustia». 1:7.
Mensajeros de paz. «¡He aquí, sobre los montes, los pies del que trae buenas nuevas, del que proclama la paz!» 1:15.
Ferrocarriles y automóviles. «Los carros rugen en las calles, corren de un lado a otro por las plazas; brillan como antorchas, se lanzan como relámpagos». 2:4.