© 1959 William S. Sadler
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Una idea no es más que un plan teórico de acción, mientras que una decisión firme es un plan de acción validado. LU 101:7.1
El idealismo —el concepto que se acerca a lo divino— LU 3:5.11
La «imagen de Dios» no se refiere al parecido físico ni a las limitaciones circunscritas de los atributos de la criatura material, sino más bien al regalo de la presencia espiritual del Padre Universal en la donación celestial de los Ajustadores del Pensamiento a las humildes criaturas de los universos. LU 108:6.3
La impaciencia es un veneno del espíritu; la ira es como una piedra que se arroja en un nido de avispas. LU 48:7.20
Hemos llegado a hablar de la personalización triple de la Deidad como de la inevitabilidad absoluta, mientras que hemos llegado a considerar la aparición de los Siete Espíritus Maestros como la inevitabilidad subabsoluta. LU 16:1.1
Vuestra incapacidad o vuestra mala disposición para perdonar a vuestros semejantes es la medida de vuestra inmadurez, de vuestro fracaso en alcanzar el nivel adulto de compasión, de comprensión y de amor. (ver también madurez) LU 174:1.5
Hay muchas maneras de considerar el pecado, pero desde el punto de vista filosófico del universo, el pecado es la actitud de una personalidad que se opone deliberadamente a la realidad cósmica. El error se puede considerar como una idea falsa o una deformación de la realidad. El mal es una comprensión parcial de las realidades del universo, o una inadaptación a ellas. Pero el pecado es una resistencia intencional a la realidad divina —una elección consciente de oponerse al progreso espiritual— mientras que la iniquidad consiste en desafiar de manera abierta y persistente la realidad reconocida, y representa tal grado de desintegración de la personalidad que raya en la locura cósmica. LU 67:1.4
El error indica una falta de agudeza intelectual; el mal, una deficiencia de sabiduría; el pecado, una pobreza espiritual abyecta; pero la iniquidad indica que el control de la personalidad está desapareciendo.
Cuando el pecado se ha elegido tantas veces y se ha repetido tan a menudo, puede convertirse en un hábito. Los pecadores empedernidos pueden volverse fácilmente inicuos, convertirse en unos rebeldes incondicionales contra el universo y todas sus realidades divinas. Aunque se pueden perdonar todas las clases de pecados, dudamos que el inicuo arraigado pueda experimentar nunca una aflicción sincera por sus fechorías o aceptar el perdón de sus pecados. LU 67:1.5-6
«La iniquidad es la transgresión premeditada, determinada y persistente de la ley divina, de la voluntad del Padre. La iniquidad es la medida del rechazo continuo del plan amoroso del Padre para la supervivencia de la personalidad, y del ministerio misericordioso de salvación de los Hijos». LU 148:4.5
No deberíais olvidar nunca que la intolerancia es la máscara que cubre las dudas que se mantienen en secreto sobre la autenticidad de las creencias que uno tiene. A nadie le inquieta en ningún momento la actitud de su vecino, cuando tiene una confianza total en la verdad de lo que cree de todo corazón. El coraje es la confianza completamente honesta en las cosas que uno profesa creer. Los hombres sinceros no temen el examen crítico de sus verdaderas convicciones y de sus nobles ideales. LU 146:3.2
La intuición moral, la comprensión del deber, es un componente de la dotación mental humana LU 16:7.1
«La ira es una manifestación material que representa, de una manera general, la medida en que la naturaleza espiritual no ha logrado dominar las naturalezas intelectual y física combinadas. La ira indica vuestra falta de amor fraternal tolerante, más vuestra falta de dignidad y de autocontrol. La ira merma la salud, envilece la mente, y obstaculiza al instructor espiritual del alma del hombre. ¿No habéis leído en las Escrituras que ‘la ira mata al hombre necio’ y que el hombre ‘se desgarra a sí mismo en su ira’? ¿Que ‘el que es lento en encolerizarse posee una gran comprensión’, mientras que ‘el que se irrita fácilmente exalta la insensatez’? Todos sabéis que ‘una respuesta dulce desvía el furor’, y que ‘las palabras ásperas despiertan la cólera’. ‘La discreción difiere la cólera’ mientras que ‘el que no controla su propio yo se parece a una ciudad sin defensa y sin murallas’. ‘La ira es cruel y la cólera es ultrajante’. ‘Los hombres airados incitan a la disputa, mientras que los furiosos multiplican sus transgresiones’. ‘No seáis ligeros de espíritu, porque la cólera reposa en el seno de los necios’.» Antes de terminar de hablar, Jesús dijo además: «Que vuestro corazón esté tan dominado por el amor, que vuestro guía espiritual tenga pocas dificultades para liberaros de la tendencia a dejaros llevar por esos arranques de ira animal que son incompatibles con el estado de la filiación divina». LU 149:4.2