Autor: William S. Sadler, Jr.
Con la apertura de la Segunda Era del Universo (la era actual), hemos comenzado en realidad nuestro estudio del universo maestro. Esta Segunda Era, como las cuatro eras que la siguen, es comprensible. Tuvo un origen en el tiempo y tendrá un final en el tiempo: tiene duración definida. (Apéndice VII., § 3.) Después de nuestra excursión por la eternidad pasada (en el Prólogo), es un consuelo.
¿Qué hace que termine la era de Havona y comience la era de los superuniversos? A medida que estudiamos los Documentos, nos parece que este no fue un acontecimiento repentino; surgió gradualmente, como el amanecer de un nuevo día. El crepúsculo de la Primera Era se convirtió gradualmente en el amanecer de la Segunda Era.
(Mucho antes de que la Segunda Era fuera una realidad oficial, sospechamos que los Arquitectos del Universo Maestro hicieron que sus ayudantes, los Organizadores de la Fuerza, salieran al nivel de los superuniversos para trabajar en la movilización de la energía, en la organización de las nebulosas, y para hacer que las cosas comenzaran físicamente como anticipo de los acontecimientos siguientes)
Posiblemente, el primer evento que fue realmente pos-eterno (pos-Havona) fue la creación de los Siete Espíritus Maestros. Estos Espíritus elevados no son seres absolutos; sin embargo, representan a la Deidad del Paraíso en todos los niveles por debajo de lo absoluto: finito, absonito y finito-absonito (O, por decirlo en un lenguaje más común: Supremo, Último y Supremo-Último) Estos Espíritus Maestros no son existenciales; son experienciales. Son la primera expresión de la Deidad experiencial. También expresan personalmente las siete posibles combinaciones de las Tres Personas de la Deidad: Padre, Hijo, Espíritu, Padre-Hijo, Padre-Espíritu, Hijo-Espíritu y Padre-Hijo-Espíritu. No podría haber más o menos Espíritus Maestros; son siete los matemáticamente posibles, y por eso el nivel espacial de los superuniversos se dividió en siete partes. Cada Espíritu Maestro preside una de estas siete partes, uno de los siete superuniversos. (Apéndice XIV., § 3.)
En algún momento de este periodo crepuscular sucedió otra cosa: Dios Supremo apareció en Havona. Su presencia tiene su origen en la Trinidad del Paraíso, y vino a la existencia como una persona espiritual. Era un residente del universo central antes de que los superuniversos se organizaran formalmente. Entonces no era accesible por las criaturas; ahora tampoco.
Luego llegó el mandato de la Trinidad del Paraíso para organizar el gran universo (los siete superuniversos en relación con Havona) Más o menos en este tiempo, la Trinidad debió haber creado a los 21 Ancianos de los Días, los gobernantes trinos de las siete supercreaciones. Poco después se construyeron los mundos sede de los siete superuniversos, y probablemente los Ancianos de los Días partieron del Paraíso para residir en sus respectivas esferas capital. Como dicen los Documentos, han gobernado los superuniversos desde «casi la eternidad». (Vean el Apéndice IV., § 5-A. El tiempo de transición entre la Primera y la Segunda Era.)
En un momento posterior a este, el Padre y el Hijo debieron comenzar la creación de los Hijos Creadores, con la respuesta del Espíritu Infinito en forma de creación complementaria de los Espíritus Creativos. A su debido tiempo, estos Hijos y Espíritus universales fueron comisionados como gobernadores de los universos locales (los más antiguos de las creaciones locales) Ahora la Segunda Era está en plena floración. Pronto harán su aparición los mortales evolutivos en los mundos del espacio; entonces comenzó el largo ascenso al Paraíso de los peregrinos del tiempo, en búsqueda del Padre Universal. (Vean el Apéndice IX., La cronología de los universos locales.)
Seres experienciales. Todos estos seres recién aparecidos son experienciales por naturaleza; no son existenciales. Esto es cierto desde el nivel de criatura del hombre mortal, hasta los niveles de deidad de los Espíritus Maestros y Dios Supremo. Estos seres no lo saben todo hasta que no lo experimentan todo; tienen la capacidad de aprender y de crecer aprendiendo y viviendo. Esto es cierto incluso para los creadores y se ve más claramente en los creadores de los universos locales (los Hijos Creadores y los Espíritus Creativos) El servicio en las creaciones del espacio-tiempo, la experiencia en la organización y perfeccionamiento de los universos locales, los cambios en el estatus de estos Hijos y Espíritus universales: crecen. (Vean el Apéndice XIII., § 3. Tríos Creativos Hijo-Espíritu.)
La asociación creativa de Dios Séptuple comenzó a actuar cuando se organizaron los siete superuniversos. Dios Séptuple es una expansión creativa-asociativa de las Deidades del Paraíso en el espacio y el tiempo; este es su método de establecer el contacto con todas las criaturas de los superuniversos y los universos locales. Dios Séptuple proporciona la escalera viviente de personalidades divinas que salva la distancia entre el hombre y el Padre Universal.
Esta asociación de la deidad actúa en los siete niveles y sus miembros están clasificados en tres grupos principales:
Persona | Grupo |
---|---|
(1) El Padre Universal | Las Deidades del Paraíso |
(2) El Hijo Eterno | |
(3) El Espíritu Infinito | |
(4) El Ser Supremo Deidad experiencial | |
(5) Los Espíritus Maestros | El Cuerpo de Creadores Supremos |
(6) Los Ancianos de los Días | |
(7) Los Hijos Creadores |
Estamos familiarizados con las Deidades del Paraíso (Padre, Hijo y Espíritu) El Cuerpo de Creadores Supremos es algo nuevo. Son los creadores que hacen su aparición tras el eterno Havona; son los creadores pos-Havona. Suyo es el trabajo de organizar y perfeccionar los siete superuniversos y los 700.000 universos locales proyectados. Cada uno de los Espíritus Maestros impregna uno de los superuniversos, y de este modo determina su naturaleza individual. En grupos de tres, los Ancianos de los Días actúan como los gobernadores directos de los siete superuniversos. Los Hijos Creadores (y sus Espíritus Creativos asociados) organizan los universos locales, y crean (o hacen evolucionar) los seres vivos nativos de estos reinos. (Vean el Apéndice IX., La cronología de los universos locales; Apéndice XII., § 1. Constitución actual de Dios Séptuple.)
El Ser Supremo es una Deidad experiencial y en evolución. Está emergiendo lentamente como resultado de los éxitos de los Creadores Supremos en los reinos del espacio-tiempo, como resultado de su colaboración exitosa con las Deidades del Paraíso, y como resultado de sus propios esfuerzos por crecer.
Deidad creativa. En este punto, deberíamos detenernos a considerar que la Deidad parece trabajar en un nuevo nivel de actividad. En el Prólogo reconocimos que la Deidad comenzó en el nivel estático, progresó hacia el nivel potencial, y estuvo trabajando en el nivel asociativo en los albores de la Primera Era. Parece ser que una de las diferencias básicas entre la Primera y la Segunda Era es la entrada de la Deidad en el cuarto nivel de actividad: el nivel creativo. ¿Qué significa esto? Significa que la deidad está comenzando a preparar las grandes reservas de realidad latente: los potenciales de los tres Absolutos. Estos potenciales básicos (preespíritu, premente y premateria) se están transformando tanto que están comenzando a emerger en los nuevos universos como nuevo espíritu, nueva mente y nueva materia.
El proceso creativo es en realidad un proceso de transformación; los potenciales se transforman en actuales: algo nuevo ha surgido a la existencia. Podría ser una nueva personalidad de espíritu, un nuevo nivel de función mental o la organización de una nueva nebulosa física en el espacio, que se convertirá en la sustancia material de nuevos universos locales. Todas estas «nuevas realidades» tienen que proceder de algún sitio, y ese «algún sitio» del que emergen son (en el análisis final) los tres Absolutos de potencialidad. (Vean el Apéndice VIII., § 1. Técnicas creativas; Apéndice VII., § 2. La maduración de los potenciales.)
En el Prólogo de nuestro estudio, consideramos Havona en la Primera Era; allí estudiamos Havona como una existencia precreativa, algo que en realidad no tuvo comienzo. Técnicamente, quizá sea la manera correcta de clasificar al universo central; pero, desde un punto de vista práctico, cuando consideramos Havona en relación con los superuniversos, es una creación; es el universo modelo de la perfección divina.
Havona, en la Segunda Era, es la tesis divina de la perfección, el reto de Dios a la imperfección de los universos evolutivos que lo circundan. «Sed perfectos, así como yo soy perfecto». Para todos los Hijos Creadores y Espíritus Creativos de los universos locales evolutivos, Havona presenta el reto de Dios de un universo de perfección divina. Este es el reto: ¿pueden estos Hijos y Espíritus universales, mediante la creación y la evolución experiencial, duplicar en sus dominios espacio-temporales la perfección eterna del universo existencial en el centro de todas las cosas?
Los próximos acontecimientos proyectan sus sombras. Si Havona es un reto a la imperfección de los superuniversos, los superuniversos (con todas sus necesidades) también son un reto para Havona. La creación central reacciona a este reto mucho antes de que el primero de los mortales ascendentes alcance los reinos estables. A medida que la Primera Era entra en su «periodo crepuscular» (que es también el amanecer de la Segunda Era), entra por primera vez el inmutable Havona. Aparecen nuevos seres. Los siete circuitos de Havona son eternos, pero ahora se ha descubierto que los Espíritus de los Circuitos actúan en cada una de las siete divisiones. Los Centros del Poder asumen sus estaciones perpetuas en los siete circuitos. Se asignan Censores Universales a cada una de las mil millones de esferas. La creación central se está preparando para los eventos del futuro.
Grandfanda. La llegada a Havona de Grandfanda, el primer peregrino mortal, activa una multitud de nuevos desarrollos. Aparecen nuevas órdenes de espíritus ministrantes (supernafines secundarios); los Ciudadanos del Paraíso comienzan su peregrinaje a través de Havona; el primero de los Guías de los Graduados saluda a Grandfanda; y deben tener lugar muchos otros cambios no mencionados pero importantes en el universo de la perfección divina.
Los ascendentes de los superuniversos traen las semillas del proceso-crecimiento evolutivo a la creación central. En la Segunda Era, Havona todavía es precreativa y eterna, pero también se vuelve creativa y cambiante (incluso evolutiva)
(Para referencias de los Documentos que apoyan esta sección, vean el Apéndice IV., § 4-B. Havona en la Segunda Era; § 5-A. El tiempo de transición entre la Primera y la Segunda Era.)