Autor: William S. Sadler, Jr.
Hemos terminado nuestro estudio del universo maestro. Ha sido un largo viaje conceptual, desde que consideramos los albores del tiempo y el comienzo de la Segunda Era del Universo. Hemos seguido el rastro del desarrollo de la creación maestra, desde la primera tesis creativa de la perfección (Havona en relación con los superuniversos imperfectos), a través de la historia finita, con la emergencia del Ser Supremo y el perfeccionamiento de los superuniversos. Hemos explorado la totalidad de la historia absonita, comenzando por la segunda tesis creativa (el gran universo en relación con las creaciones del espacio exterior), y la hemos seguido hasta la emergencia final del Último y la terminación del inmenso universo maestro. Hemos visto dos veces la terminación del ciclo de tesis, antítesis y síntesis; hemos observado el comienzo, pero no el final del tercer ciclo. Hemos recorrido un camino muy largo y el mismo estudio ha llevado a su conclusión lógica.
El primer párrafo de la introducción de este estudio consistía en varias preguntas. Haríamos bien repitiéndolas aquí:
«¿Qué es el universo maestro en realidad? ¿Comprendemos algo de lo que los Documentos quieren decir cuando hablan de él? ¿Entendemos adecuadamente la manera en que los propósitos de Dios se desarrollan en el universo maestro? ¿Tenemos alguna estimación del propósito del universo maestro en sí?»
En la conclusión de nuestro estudio, deberíamos haber llegado a algunas respuestas bastante válidas a estas preguntas, al menos válidas desde el punto de vista humano. Hemos aprendido algo sobre lo que es el universo maestro en términos de tamaño físico, y hemos estimado la duración de las eras universales en términos de tiempo. Pero, en lo que respecta a los propósitos de Dios en la creación maestra y en el propósito (o propósitos) del universo maestro en sí mismo, probablemente hemos hecho poco más que rascar la superficie de todo el concepto.
No obstante, hemos desarrollado (correcta o incorrectamente) ciertos conceptos sobre toda la creación maestra, las razones de su existencia y los propósitos de Dios desplegados en él. Basándonos en nuestro estudio, sostenemos que la creación maestra es el terreno de la aventura de Dios en los reinos de la realidad relativa y subabsoluta (la realidad finita y absonita) En la creación maestra Dios está de aventura, y una parte de su aventura es ver si puede ganar la lealtad de criaturas como nosotros, y hacerlo únicamente con el poder irresistible del amor.
Alguien que una vez habló por Dios dijo: «El que salve su vida la perderá…». Probablemente haya poco mérito en diseñar un plan para hacer tratos con Dios en términos de moralidad constructiva, ética artificiosa, buenas obras o «supervivencia planificada». Pero responder al reto del amor (el reto de formar parte de la perfección divina) podría llevarnos a la aventura inmediata del ascenso al Paraíso, y de ahí a la aventura eterna de explorar la infinidad de Dios y la infinidad del amor de Dios.
En la eternidad pasada, Dios se proyectó existencialmente a sí mismo desde el Paraíso eterno y Havona. El universo maestro parece ser la base, el fundamento desde el que pretende proyectarse experiencialmente en la eternidad futura.
Desde el punto de vista de la criatura, el universo maestro es nuestro inmenso hogar. Es el lugar donde hemos nacido, crecido, decidido, ascendido, encontrado a Dios, terminado el destino finito y seguido hacia los niveles absonitos de crecimiento y logro. Cuando lleguemos a la plenitud del destino absoluto, probablemente habremos llegado a la «mayoría de edad». Entonces seremos probablemente ciudadanos maduros de la creación maestra. Habremos alcanzado un estatus que debería capacitarnos para participar en la aventura experiencial final, la aventura eterna, la búsqueda del Padre como absoluto. Desde una perspectiva más amplia, toda la carrera en el universo maestro es de preparación para el reto final y la última aventura: la Aventura Absoluta. Algún día miraremos hacia atrás y conoceremos de hecho lo que ahora visualizamos por la fe. El universo maestro es el área de desarrollo de los hijos de la experiencia, que algún día participarán en el establecimiento de los universos sin fin de la infinidad.
Desde la perspectiva de la Deidad, el universo maestro parece tener cuatro propósitos: la evolución de las dos Deidades experienciales y la emergencia de las dos Trinidades experienciales. Sin las dos Deidades experienciales no podrían formarse las dos Trinidades experienciales. Y sin las dos Trinidades experienciales no podría organizarse la Trinidad de Trinidades. La función de deidad del universo maestro es la generación del Ser Supremo y la Trinidad Última, así como la emergencia de Dios Último y la Trinidad Absoluta. Todo esto hace posible la reasociación final de la Deidad actual total en la Trinidad de Trinidades existencial-experiencial.
Hacia el final de la introducción de este estudio nos planteábamos siete preguntas sobre el universo maestro. En la conclusión de este estudio, es adecuado ver cuál ha sido nuestro rendimiento al averiguar las respuestas a estas preguntas. Repitamos nuestras preguntas iniciales, y hagamos inventario de las respuestas que nuestro estudio ha desarrollado.
(1) ¿Cuál es la extensión de un nivel espacial? ¿Cómo se puede comparar su tamaño?
Hemos establecido que los niveles espaciales varían enormemente en tamaño. El gran universo es comparativamente pequeño en comparación con los universos exteriores. Los niveles espaciales aumentan su tamaño a medida que nos dirigimos desde los superuniversos hacia el cuarto nivel espacial. El aumento progresivo en tamaño es muy grande.
(2) ¿Cuánto dura una era universal? ¿Unas eras duran más que otras?
Hemos descubierto que una era universal es mucho tiempo. Hemos estimado que la Segunda Era (en la que estamos viviendo ahora) es unas cincuenta mil veces mayor que la era de la nebulosa que dio origen a nuestro sol, y esta nebulosa tiene aproximadamente un billón de años. También parece ser que las eras del espacio exterior tendrán una duración mucho mayor que la era actual (muchísimo más)
También hemos visto que no todas las eras universales son cualitativamente similares. La Primera Era es única; es una era eterna en el pasado. La Segunda Era también es única; es la era del crecimiento del Ser Supremo. Las cuatro eras de los niveles del espacio exterior pueden agruparse porque son cualitativamente parecidas; son eras pos-Supremo (posteriores al crecimiento del Supremo) Son las eras de crecimiento del Último. Hemos proyectado que habrá una Era Final, una era pos-Último, que también es única: una era eterna en el futuro, sin fin.
(3) ¿Cómo se desarrollan las dos trinidades experienciales respecto a las eras universales y con los niveles espaciales del universo?
Hemos descubierto que parece haber una relación estrecha entre estos desarrollos. No todos los universos son similares; algunos son universos nucleares, otros son universos citoplasmáticos. Hemos identificado tres creaciones sucesivas que son nucleares respecto a los dominios externos, que son citoplasmáticos:
Un universo nuclear está asociado con la aparición de una nueva Deidad y una nueva Trinidad; Deidad y Trinidad existencial, respecto a la creación central existencial, y Deidad y Trinidad experiencial, respecto al gran universo y el universo maestro experiencial. Un universo nuclear funciona como núcleo en relación con las creaciones citoplasmáticas externas que dependen de él.
(4) ¿Qué temas, patrones y principios podemos descubrir?
Hemos encontrado unos cuantos. Haremos una lista tras el inventario de las respuestas a las siete preguntas planteadas en la introducción.
(5) ¿Cómo está relacionado el hombre (como finalitario) con todo esto?
Hemos observado que los finalitarios tienen la capacidad de continuar a través de todo el crecimiento pos-Havona proyectado: crecimiento supremo, crecimiento pos-Supremo e incluso crecimiento pos-Último. Parece ser que los finalitarios tienen la personalidad y todos los atributos necesarios que les permitirán seguir creciendo para siempre; nunca encontrarán los límites finales o absolutos del crecimiento. Quizá nunca puedan llegar a una meta infinita, una meta que se expanda más rápido de lo que ellos crecen; pero tampoco se quedarán jamás en un punto muerto o frustrados en su progresión eterna hacia esa meta.
(6) ¿El universo maestro es la creación final?
Hemos establecido de manera razonable que el universo maestro no es la creación final. Parece ser el tercer (y quizá último) universo nuclear. Debe existir como el núcleo de una creación citoplasmática mayor y externa a él.
(7) ¿Cuáles son los límites finales? ¿Cuál es la meta final?
No podemos encontrar las respuestas a estas preguntas dentro de los límites de nuestro estudio del universo maestro. Pero hemos determinado que los límites finales y la meta final son externos a la inmensa creación maestra.
Estas fueron las siete preguntas que nos planteamos al comienzo de este estudio; estas son las respuestas que hemos desarrollado.
Aunque fuimos incapaces de obtener una respuesta a la séptima pregunta (respecto a los límites finales y la meta final) dentro de los límites de este estudio, aún así podemos desarrollar una serie de respuestas a la cuarta pregunta: «¿Qué temas, patrones y principios podemos descubrir?». Hay una serie de temas, principios y patrones que parecen recorrer el diseño creativo del universo maestro. Hagamos un inventario de nuestros hallazgos:
I. Tesis, antítesis y síntesis.
El principio de la tesis, antítesis y síntesis parece caracterizar toda la historia del universo maestro, incluyendo sus antecedentes. Se hace una propuesta inicial que se contrasta con la formulación de una contrapropuesta estimulante, y las dos se unifican para beneficio y expansión de ambas.
II. La transformación de la síntesis.
Hemos observado que una síntesis principal (de una tesis y una antítesis) queda señalada con la emergencia de una nueva deidad. Esta es una expresión de la síntesis. La emergencia de esa deidad pone en marcha una cadena de acontecimientos que dan como resultado la formación de una nueva trinidad. Esta nueva trinidad es la nueva tesis, un nuevo reto que surge de la transformación de una vieja tesis.
III. Universos nucleares y citoplasmáticos.
No todos los universos son similares; algunos son nucleares respecto a los demás, que son externos y citoplasmáticos. Hemos observado que un universo nuclear está asociado con la aparición de una nueva deidad y una nueva trinidad. Esa creación sostiene una relación nuclear con las creaciones externas a ella. Havona es el primer núcleo respecto a los superuniversos citoplasmáticos. El gran universo es el segundo núcleo respecto a los universos exteriores citoplasmáticos. El universo maestro es el tercer núcleo, el núcleo final, respecto al cosmos infinito citoplasmático.
IV. La necesidad citoplasmática expande la función nuclear.
Cada nueva creación citoplasmática sufre la carencia de algo que está (o estaba) presente en su universo nuclear. Los superuniversos carecen de la perfección de Havona; los universos exteriores carecerán de la experiencia finita. Esta necesidad citoplasmática desafía a la creación nuclear a expandirse en un ministerio de servicio. Al aceptar este reto, la creación nuclear se eleva por encima del límite de crecimiento que había alcanzado previamente.
En la era actual del universo, Havona incorpora el crecimiento evolutivo a la condición estática de la perfección inherente y eterna. En la próxima era universal, los superuniversos incorporarán un potencial desconocido de potencial de crecimiento al límite del crecimiento evolutivo actual, representado por el estatus establecido en luz y vida. Lo que el cosmos infinito podría incorporar al universo maestro nuclear podría ser la apertura del potencial de crecimiento coabsoluto para una creación-criatura que ha agotado completamente todas las posibilidades de crecimiento finito y absonito.
V. Unificación del poder y la personalidad.
Todo crecimiento experiencial parece implicar la unión del poder y la personalidad. Esto es cierto en los niveles de deidad de la evolución del Supremo y el Último. También es cierto en los niveles de la criatura, en la experiencia humana. En los niveles de la criatura, la unificación con éxito del poder y la personalidad parece depender de la subordinación de la mente que domina la materia a la dirección del espíritu mediante la virtud de la elección por el libre albedrío de la criatura personal. En los niveles de la deidad, la unión del poder y la personalidad parece requerir de la consolidación (dentro de la Deidad experiencial) de todas las cosas, significados y valores (toda la realidad de la materia, la mente y el espíritu) de los niveles implicados (ya sean finitos, absonitos o absolutos)
VI. Asociaciones creativas de la Deidad dual.
Hemos observado que las asociaciones de Deidad dual funcionan en las fronteras creativas, que la administración de la Trinidad toma el control después de que los universos se hayan organizado y perfeccionado. También hemos observado la transición en las asociaciones de la Deidad dual: desde el Padre-Hijo en la Primera Era, hasta el Hijo-Espíritu en la Segunda, y hacia el Espíritu-Supremo en las eras de las creaciones del espacio exterior. Hemos advertido que la evolución de las asociaciones duales sigue al parecer hacia el Supremo-Último y más allá, pero no podemos seguir la pista de estas relaciones duales más allá del Espíritu-Supremo dentro de los confines del universo maestro.
VII. Divergencia y convergencia.
La diversificación de la realidad parece favorecerse debido a que es una técnica para evitar la monotonía de la igualdad. En el nivel de la deidad, esto queda ilustrado por las naturalezas diferentes y únicas de los Siete Espíritus Maestros. Estos siete Espíritus personalizan siete expresiones únicas de la unidad de la Deidad del Paraíso. Estas expresiones divergentes convergen (se unen) de manera finita en el Supremo, y absonitamente en el Último.
En términos de los universos, esto queda ilustrado por la unicidad de cada superuniverso; cada uno de ellos es diferente a los demás de manera única, pues cada uno refleja la naturaleza única de su Espíritu Maestro supervisor. Esta unicidad se fomenta hasta la consolidación de los superuniversos, tras la emergencia total del Ser Supremo. Posterior a su emergencia hay una convergencia, una consolidación de las siete culturas de las supercreaciones (A nivel planetario, se anima a cada una de las razas evolutivas a que desarrolle su propia cultura individual; más tarde, todas esas culturas diversas se mezclan en la civilización adámica)
Esta divergencia podría crecer en complejidad en las creaciones del espacio exterior. Hay siete entornos y culturas diversos en los superuniversos; podría haber 49 en el primer nivel espacial, y todavía más en los niveles espaciales sucesivos.
VIII. Coherencia orgánica.
El universo es un organismo vivo y exhibe cualidades de coherencia orgánica. Ciertas acciones dan lugar a ciertas repercusiones inherentes a los mismos actos. Esto parece ser cierto debido a que los universos sí funcionan, y de muchas formas, como organismos vivos. La omnipotencia, por ejemplo, no significa que se pueda conseguir lo que no se puede hacer. Los actos de Dios son coherentes y, del mismo modo, las funciones de sus coordinados son coherentes.
IX. La trinitización como escape de la infinidad.
En realidad, no dedujimos este principio de nuestro estudio del universo maestro; es un universo premaestro, y (quizá) pos-maestro. Al final de este estudio nos encontramos con la Barrera de la Infinidad y el Impasse de los Absolutos. Esto produce un punto muerto en los esfuerzos de la segunda Trinidad experiencial por unificarse. En el Prólogo de nuestro estudio, observamos que Dios escapó de las limitaciones inherentes a su estatus infinito mediante la técnica de la trinitización. En el Epílogo, nos encontraremos con una situación similar, pero con una diferencia. Dios «salió» de la infinidad; las Deidades experienciales intentarán «irrumpir» en ella.
Sostenemos que este ha sido un estudio provechoso.