Autor: William S. Sadler, Jr.
Terminamos como empezamos: con el Infinito.
En un lugar de los Documentos LU 105:0.1, hablan de toda la Realidad como simbolizada por una gran elipse. Comienza con una Fuente infinita y absoluta y busca siempre un Destino igualmente infinito y absoluto. En el primer prólogo de este estudio buscábamos comprender esta Fuente. En el último epílogo nos encontramos buscando esta misma Fuente, solo que ahora usamos otro nombre: Destino. Al principio y al final buscamos la Fuente-Destino de la Realidad que debe ser el Infinito, ese ser mejor conocido por nosotros como Dios.
A medida que hemos intentado seguir el despliegue de los propósitos de Dios a través de las eras de los universos y de años luz de espacio, hemos llegado a ciertas conclusiones. Parece que está involucrado en el proyecto eterno de revelarse a todos sus Hijos y a los hijos de sus Hijos, y de compartir su naturaleza con ellos, incluso al legar su naturaleza absoluta al Primer Hijo y compartir la soberanía de toda la creación con él en su Espíritu y como la Trinidad.
Hemos seguido la expansión divina de las fuerzas y personalidades creativas de Dios, desde las orillas del Paraíso hacia las enormes profundidades del espacio exterior en el interminable cosmos infinito. Aún así, con toda esta inimaginable expansión, Dios no ha aumentado ni disminuido en valor. ¡El Infinito es inalterable! Pero el significado del Infinito, el significado de Dios se ha modificado, enriquecido y ampliado, en lo que respecta a todo ser simple que participó en la Aventura Suprema, la Aventura Última y la interminable Aventura Absoluta. LU 115:2.2
Cuando los mortales ascendentes alcanzan finalmente el Paraíso y encuentran a Dios, tienen una experiencia finita en la comprensión del Padre Universal. A medida que los finalitarios completan su servicio en los superuniversos circundantes, regresan al Paraíso para encontrar más cosas sobre el Padre; han crecido en su capacidad de comprensión. Al final de la Segunda Era, cuando encontremos al Supremo, tendremos una experiencia-comprensión de la totalidad de la Deidad (la Deidad Finita) Todo esto debería permitirnos comprender al Padre como finito, a Dios como puede ser conocido por las criaturas finitas.
Cuando nos embarquemos en la Aventura Última, nos habremos embarcado en la búsqueda del Padre como superfinito, del Padre como absonito. Hemos visto la gran cantidad de tiempo que se necesita para completar esta búsqueda; sin embargo, esta meta sí tiene un límite lejano, y la eternidad perdura; en algún momento este límite se alcanzará realmente. Conoceremos (conoceremos en realidad) al Último. Y en este logro absonito encontraremos la capacidad de conocer al Padre más allá de lo finito, de conocer al Padre como Último.
La aventura final (la Aventura Absoluta) no tiene fin. Pero nada nos intimidará jamás; nada nos detendrá; nunca alcanzaremos un punto muerto, una barrera final para el progreso. Encontraremos realmente a Dios como Absoluto, pero nunca terminaremos ese descubrimiento; la exploración de la infinidad de Dios debe ser eterna. Le encontraremos como absoluto, ¡pero nunca podremos conocerle como infinito!
«Dios, vuestro Padre y mi Padre, es esa fase del Infinito que percibimos en nuestra personalidad como una realidad experiencial efectiva…» LU 105:1.6
Pero aún así sabemos que el Infinito está ahí, que es real y que está antes de la Primera Fuente y después del Destino Final. Al final de los tiempos, todavía encontraremos la verdad en las palabras de los maestros de antaño: «Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve» Heb. 11:1