Autor: William S. Sadler, Jr.
En el prólogo de esta obra, comparamos El Libro de Urantia con una sinfonía. Y así es. En este epílogo, nos gustaría compararlo con un romance, con una historia de amor y aventura. Una y otra vez, al hacer este trabajo, el autor se ha sentido sacudido, por un lado por el afecto divino, y por otro por la gran aventura que parece subyacer a los propósitos de Dios, a medida que parecen revelarse en los acontecimientos de la historia del universo maestro, en todo lo que le precede y en todo lo que le sigue.
Dios se derrama sobre la creación de manera profusa. Entrega sin medida todo lo que puede enriquecerse por estos dones. Esos son los frutos del amor infinito que parece tener hacia todos los seres.
Dios es amoroso, pero no blando. Él, que da tanto amor, también desafía a los que ama. Es el que crea los problemas, en cuyas soluciones crecen sus hijos.
Dios es inmutable, pero siempre es la causa del cambio. Siempre pone el fermento de lo nuevo y lo desafiante en lo viejo y establecido. Y a medida que lo viejo y lo nuevo reaccionan mutuamente, cada uno desafía al otro, y a medida que cada uno responde al reto del otro, ambos crecen y se elevan por encima de las limitaciones anteriores. Dios parece querer que todos sus hijos crezcan, y parece querer ser el compañero de cada uno en la aventura de crecer. Da su espíritu para vivir dentro de nosotros, para compartir con nosotros la aventura de explorar su infinito de hecho y su infinito de amor.
En la preparación de este trabajo el autor ha tenido la sensación cada vez mayor de que esta es una historia de romance y aventura, una historia emocionante de retos y respuestas. ¡El verdadero héroe de toda la historia es Dios! Este Ser es la personalidad más apasionante de los extensos universos. Este Ser es la personalidad más interesante y fascinante que existe. Este Ser es el autor del amor, y (eso creemos) la Fuente real del espíritu de aventura. Cuando habló como un Hombre entre los hombres, y a los hombres, él dijo: «¡Sígueme!».
Y, si nos atrevemos, podemos.
* * *
Hemos recorrido muchos kilómetros conceptuales en este estudio. Hemos sido audaces especulando y valientes en pensamientos aventureros. Hay un pasaje en los Documentos que debería consolarnos al respecto. Los Documentos nos enseñan LU 30:0.2 que es mejor que no nos cuenten demasiado, que demasiada información «privaría a los mortales pensantes de los próximos mil años de ese estímulo a la especulación creativa que proporcionan estos conceptos parcialmente revelados».
El autor es dolorosamente consciente de las limitaciones de la mente humana. Percibimos tan débilmente, comprendemos tan lentamente, parecemos tan insensibles a la luz de la verdad. Las especulaciones de este estudio sin duda son muy propensas al error. Es muy poco probable que razonemos mediante hechos válidos. Pero, incluso aquí, al final, otro pasaje de los Documentos LU 196:3.31 ofrece mucho a modo de consuelo:
«Toda la fantasía del hombre sobre el universo puede no ser un hecho, pero una parte, una gran parte es verdad».