Oración larga obligatoria que debe recitarse una vez cada veinticuatro horas | Página de portada | Oración breve obligatoria que debe recitarse una vez cada veinticuatro horas, al mediodía |
Quien quiera orar, que se lave las manos y mientras se lava, diga:
Fortalece mi mano, oh mi Dios, para que pueda aferrarse a Tu Libro con tal firmeza que las huestes del mundo no tengan poder sobre ella. Guárdala, entonces, de entrometerse en todo lo que no le pertenece. Tú eres, verdaderamente, el Todopoderoso, el Más Poderoso.
Y mientras se lava la cara, diga:
¡He vuelto mi rostro hacia Ti, oh mi Señor!
Ilumínalo con la luz de tu rostro. Protégelo, pues, de volverse hacia alguien que no seas Tú.
Luego que se ponga de pie y, mirando hacia la Qiblih (Punto de Adoración, es decir, Bahji, Akka), diga:
Dios testifica que no hay otro Dios fuera de Él. Suyos son los reinos del Apocalipsis y del
creación. Él, en verdad, ha manifestado a Aquel que es la Aurora de la Revelación, Quien conversó en el Sinaí, a través de Quien se hizo brillar el Horizonte Supremo, y el Árbol del Loto más allá del cual no se puede pasar ha hablado, y a través de Quien se ha proclamado el llamado a todos los que están en el cielo y en la tierra: “¡He aquí, el Poseedor de Todo ha llegado. La tierra y el cielo, la gloria y el dominio son de Dios, el Señor de todos los hombres y el Poseedor del Trono en lo alto y en la tierra abajo!”
Inclinándose, pues, con las manos apoyadas sobre las rodillas, dirá:
Exaltado eres sobre mi alabanza y la alabanza de
¡Alguien además de mí, por encima de mi descripción y de la descripción de todos los que están en el cielo y de todos los que están en la tierra!
Luego, de pie, con las manos abiertas y las palmas hacia la cara, diga:
No defraudes, oh Dios mío, a quien, con dedos suplicantes, se ha aferrado al borde de tu misericordia y de tu gracia, ¡oh Tú, que entre los que muestran misericordia eres el Más Misericordioso!
Que se siente, pues, y diga:
Doy testimonio de Tu unidad y Tu unicidad, y de que Tú eres Dios, y que no hay otro Dios fuera de Ti. En verdad, Tú has revelado Tu Causa, has cumplido Tu Pacto y has abierto de par en par la puerta de Tu gracia a todos los que habitan en el cielo y en la tierra. Bendiciones y paz, saludos y gloria sean para Tus amados, a quienes los cambios y las casualidades del mundo no han impedido volverse hacia Ti, y quienes han dado todo de sí con la esperanza de obtener lo que está contigo. Tú eres, en verdad, el Siempre Perdonador, el Todo Generoso.
(Si alguien elige recitar en lugar del verso largo estas palabras: «Dios testifica que no hay otro Dios sino Él, el que ayuda en el peligro, el que subsiste por Sí mismo», sería suficiente. Y de la misma manera, sería suficiente si, mientras está sentado, elige recitar estas palabras: «Doy testimonio de Tu unidad y Tu unicidad, y de que Tú eres Dios, y que no hay otro Dios fuera de Ti»).
(Oraciones y meditaciones de Bahá’u’lláh, CLXXXII)
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