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¡Oh, Dios mío! Éste es Tu siervo y el hijo de Tu siervo, que ha creído en Ti y en Tus signos y ha vuelto su rostro hacia Ti, completamente desprendido de todo excepto de Ti. Tú eres, en verdad, el más misericordioso de los que practican la misericordia.
Trátalo, oh Tú que perdonas los pecados de los hombres y ocultas sus faltas, como corresponde al cielo de Tu generosidad y al océano de Tu gracia. Concédele la entrada en los recintos de Tu misericordia trascendente que existía antes de la fundación de la tierra y del cielo. No hay más Dios que Tú, el Siempre Perdonador, el Más Generoso.
Que repita seis veces el saludo «Allah-u-Abha», y luego repita diecinueve veces cada uno de los siguientes versos:
Todos nosotros, verdaderamente, adoramos a Dios.
Todos nosotros, verdaderamente, nos inclinamos ante Dios.
Todos nosotros, verdaderamente, estamos consagrados a Dios.
Todos nosotros, en verdad, damos alabanzas a Dios.
Todos nosotros, verdaderamente, rendimos gracias a Dios.
Todos nosotros, en verdad, somos pacientes en Dios.
(Si la muerta es mujer, diga: Ésta es tu sierva y la hija de tu sierva, etc.)
(Oraciones y meditaciones de Bahá’u’lláh, CLXVII)
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