Autor: Halbert Katzen J.D.
Los problemas morales son centrales en las discusiones sobre eugenesia y razas. Por esta razón, junto con las citas sobre eugenesia y razas, una parte esencial de esta revisión requiere presentar el marco moral de El Libro de Urantia. Aunque los autores de El Libro de Urantia enseñan estándares morales que abordan una variedad de contextos, la base subyacente es clara y sin complicaciones: tratar a todas las personas como a la familia. La compleja cosmología y las afirmaciones únicas de El Libro de Urantia con respecto a la historia genética de la humanidad no complican los problemas morales fundamentales, a pesar de que es necesario un cierto grado de familiaridad con estos temas más amplios para apreciar plenamente las preocupaciones de los autores por nuestro bienestar genético y espiritual.
Avanzar más allá de la etapa de «civilización» de la «Edad de Piedra» crea nuevos dilemas morales, específicamente, la esclavitud y luego la «servidumbre industrial modificada». El Libro de Urantia indica que la genética humana está diseñada para manejar los inevitables desafíos morales que acompañan el desarrollo de una civilización más avanzada. Según El Libro de Urantia, la genética humana está diseñada para desarrollar una población normal y subnormal adecuada para la cooperación sinérgica. Pero no importa lo que uno crea acerca de cómo está diseñada la genética humana, si está diseñada intencionalmente o de qué modo llegamos a este punto en la historia humana; la humanidad, sin embargo, debe enfrentar ciertos desafíos morales. La civilización moderna crea «niveles inferiores de la industria», «tareas que requieren una inteligencia por encima del nivel animal, pero que precisan unos esfuerzos tan pequeños que resultan una verdadera esclavitud y una servidumbre para los tipos superiores de la humanidad»[1]. Esto, a su vez, crea circunstancias que perjudican significativamente a aquellos con menos inteligencia, lo que hace cada vez más difícil para ellos y sus familias el subsistir.
Con respecto a los individuos más desfavorecidos de la humanidad, la moralidad de El Libro de Urantia es clara.
Jesús no enseñó nunca que fuera malo poseer riquezas. Sólo a los doce y a los setenta [los evangelistas] les pidió que dedicaran todas sus posesiones terrenales a la causa común. […] Jesús no se ocupó nunca personalmente de las finanzas apostólicas, excepto de los desembolsos destinados a las limosnas. Pero había un abuso económico que condenó muchas veces [énfasis añadido], y fue la explotación injusta de los hombres débiles, ignorantes y menos afortunados por parte de sus semejantes fuertes, agudos y más inteligentes. Jesús declaró que este tratamiento inhumano de hombres, mujeres y niños era incompatible con los ideales de la fraternidad del reino de los cielos. [2]
La moralidad de El Libro de Urantia es el estándar más alto y más universalmente aceptado. Tratar a todos como a una familia y con la actitud de un padre amoroso.
El Libro de Urantia sugiere que la genética humana está diseñada y debe manejarse de tal manera que proporcione una población subnormal que se estabilice en un rango de inteligencia por encima del nivel animal y por debajo de lo que se necesita para funcionar razonablemente de manera independiente en un mundo cada vez más complejo y sofisticado. Sin este modelo, ciertos estándares morales no pueden realizarse fácilmente. Cuando una población subnormal no es reconocida como tal e identificada, la civilización no puede hacer cumplir las normas morales para el tratamiento de personas significativamente desfavorecidas. Los problemas morales asociados con la categorización de individuos como subnormales en entornos económicos competitivos y sin control son evidentes.
El Libro de Urantia describe el desarrollo de una población subnormal como inherente a nuestra naturaleza genética evolutiva / mutante. Pero uno no tiene que creer esto para reconocer que existen diferencias significativas en la dotación intelectual, diferencias que nuestros sistemas judiciales deben manejar de manera continua para hacer determinaciones sobre la competencia. La disposición a identificar un segmento de la población humana como significativamente desfavorecido en el aspecto intelectual (subnormal) significa que podemos imaginar una civilización que progresa moralmente hasta el punto en que los seres humanos subnormales están protegidos de la explotación, disfrutan de los beneficios de la civilización avanzada sin la responsabilidad de crearla y mantenerla, y obtienen asistencia en aquellas áreas de la vida donde la necesitan. Además, aquellos que pueden mantener y hacer progresar la civilización avanzada son liberados de «los niveles inferiores de la industria, que requieren una inteligencia por encima del nivel animal, pero que precisan unos esfuerzos tan pequeños que resultan una verdadera esclavitud y una servidumbre para los tipos superiores de la humanidad». En este tipo de escenario simbiótico, todos ganan tanto a nivel material como espiritual.
A diferencia de cómo gestionar la reproducción de la población subnormal de forma consistente con las necesidades de una civilización avanzada, los autores de El Libro de Urantia enseñan que la población superdotada no debe ser el foco de las políticas eugenésicas.
[…] Los gobernantes de Urantia ¿tendrán la perspicacia y la valentía de fomentar la multiplicación de los seres humanos de tipo medio o estabilizados, en lugar de favorecer la de los grupos extremos compuestos por los que son superiores a la normalidad y por los grupos cada vez más grandes de seres inferiores a la normalidad? Se debería fomentar el hombre normal; él es la espina dorsal de la civilización y la fuente de los genios mutantes de la raza. […] [1:1]
Al rechazar la teoría de que centrarse en nuestra población superdotada es la forma de avanzar la genética humana, El Libro de Urantia evita el tipo de dilemas morales para hacer progresos eugenésicos que ocurre si los individuos superdotados son el foco de atención.
El Libro de Urantia nos alienta a crecer más allá de lo que podría llamarse «la moralidad del sentimentalismo» y «la moralidad de la libertad individual». Y los autores identifican áreas específicas en las que debemos actualizar y priorizar la expresión de nuestros valores.
Debido a un exceso de falso sentimentalismo, la iglesia ha socorrido durante mucho tiempo a los desvalidos y a los infelices, y todo eso ha estado muy bien, pero este mismo sentimentalismo ha conducido a la perpetuación imprudente de unos linajes racialmente degenerados que han retrasado enormemente el progreso de la civilización. [3]
Ninguna sociedad ha progresado mucho permitiendo la pereza o tolerando la miseria. Pero la pobreza y la dependencia nunca se podrán eliminar si se apoyan abundantemente los linajes defectuosos y degenerados, y se les permite que se reproduzcan sin restricción. [4]
Los autores nos exigen que seamos responsables tanto individual como colectivamente de nuestro comportamiento. La procreación es un problema privado y público. Como miembros de la familia humana, en El Libro de Urantia se nos alienta a mirar la moralidad de la eugenesia desde la perspectiva de nuestro deber colectivo con las generaciones futuras. Cada día la calidad genética promedio de la humanidad está mejorando o empeorando (y tal vez se estabilice de manera inteligente con una cantidad de población subnormal, si así lo elegimos). Cada vez que el bienestar genético promedio de la humanidad empeora, esto indica que estamos tomando decisiones que deshacen el equilibrio eugenésico que de otro modo proporciona la naturaleza.
[…] Un idiota no tiene muchas posibilidades de sobrevivir en una organización social tribal primitiva y guerrera. El falso sentimentalismo de vuestras civilizaciones parcialmente perfeccionadas es el que fomenta, protege y perpetúa los linajes irremediablemente defectuosos de las razas humanas evolutivas.
[…] Existen abundantes oportunidades para el ejercicio de la tolerancia y el funcionamiento del altruismo en favor de aquellos individuos desafortunados y necesitados que no han perdido irremediablemente su herencia moral ni han destruido para siempre su derecho espiritual de nacimiento. [5]
Los autores nos alientan a detener las prácticas que están dañando a la humanidad y a tener el coraje social y moral para tomar las medidas correctivas necesarias.
Al distinguir «lo peor de lo peor» de los seres humanos subnormales, que tienen capacidades limitadas pero que por lo demás son saludables, los autores sugieren que «deberíamos ser capaces de ponernos de acuerdo sobre la exclusión biológica de nuestros linajes más acusadamente [énfasis añadido] incapaces, deficientes, degenerados y antisociales»[6]. «La mente sana y normal que descanse firmemente sobre una herencia sana y normal»[7] se opone a «los linajes anormales y defectuosos», a «los linajes irremediablemente defectuosos»[8] y a «los individuos mentalmente deficientes y socialmente incapaces»[9]. Nos alientan a «excluir» al segmento genéticamente más problemático de nuestra población. No se nos anima a tratarlos mal; nos alientan cuidar de las generaciones futuras al no reproducirnos con ellas.
El Libro de Urantia ofrece una perspectiva positiva sobre el valor de la diversidad y la mezcla racial.
Las diferencias de categoría entre las razas, y entre los grupos dentro de cada raza, son esenciales para el desarrollo de la tolerancia y del altruismo humanos. [10]
La hibridación de los linajes superiores y diferentes es el secreto para crear estirpes nuevas y más vigorosas, y esto es tan cierto para las plantas y los animales como para la especie humana. La hibridación aumenta el vigor y acrecienta la fecundidad. Las mezclas raciales de los estratos medios o superiores de los diversos pueblos aumentan considerablemente el potencial creativo, tal como está demostrado en la población actual de los Estados Unidos de América del Norte. Cuando estos emparejamientos tienen lugar entre los estratos inferiores o más bajos, la creatividad disminuye, tal como se puede observar en los pueblos de hoy en día del sur de la India. [11]
La cita anterior destaca el quid de la cuestión. La mezcla racial es buena, pero no es suficiente. Si se permite la reproducción de las poblaciones «más acusadamente incapaces, deficientes, degenerados y antisociales» y la población subnormal no se mantiene equilibrada de manera inteligente con la población normal, entonces la civilización está en peligro. El Libro de Urantia no apoya la ideología de que la genética de todos es de igual calidad; apoya la ciencia de la eugenesia aplicada de una forma ética.
Los autores de El Libro de Urantia retratan las ideologías de «la raza superior» como los restos mal encaminados de una historia genética de la humanidad olvidada y muy mal entendida. Utilizan el significado original de la palabra «ario», identificándolo con el grupo que emigró de Irán al norte de la India hace miles de años, y describiendo que ya no existen, pues se produjo su «desaparición racial». La descripción de las «razas blancas» en plural enfatiza esa mezcla diversa y extensa que hace que el uso del singular sea problemático.
La terminología para la raza índiga (negra) se usa de una manera que enfatiza su estatus como una de las razas sangik originales. Este aumento mutante de nuestra base genética coloca a los negros en igualdad de condiciones con las otras cinco razas sangik en el salto evolutivo (mutación) al hombre civilizable. Se podría considerar que la cosmología de El Libro de Urantia da a los negros un lugar más digno en la historia que la teoría «fuera de África», que intercambia la «dignidad» de constituir «la cuna de civilización» por la indignidad de estar más asociado con el hombre primitivo que con las otras razas de la humanidad.
El Libro de Urantia afirma que cada una de las razas de color originales encarnaba cualidades genéticas que eran beneficiosas para la humanidad y que la combinación inteligente de las razas proporcionará la mejor base genética para las generaciones futuras. También indica que no reconocemos suficientemente la sabiduría de existe en fomentar las «cepas superiores de la herencia humana».
[…] Desde el punto de vista biológico, los sangiks secundarios eran, en algunos aspectos, superiores a las razas primarias. [12]
[…] A menudo se necesitan eras y eras para reparar el daño ocasionado por la pérdida de una sola cepa superior de herencia humana. Una vez que estas cepas seleccionadas y superiores de protoplasma viviente han hecho su aparición, deberían ser celosa e inteligentemente protegidas. En la mayor parte de los mundos habitados, estos potenciales superiores de vida son mucho más valorados que en Urantia. [13]
El Libro de Urantia afirma que el apareamiento entre humanos y subhumanos fue posible durante la primera parte de nuestro desarrollo evolutivo[14]. Dado este marco, las implicaciones lógicas se extienden de él. Los entornos estimulantes requieren más «actividad, invención e ingenio». Las personas menos progresivas «se encaminarán» hacia un entorno más fácil. Esto crea un ciclo de retroalimentación autorreforzante entre la naturaleza y la crianza, fomentando que las tendencias progresivas y regresivas se vuelvan más pronunciadas con el tiempo.
Ventajoso / desventajoso, superior / inferior y progresivo / retrógrado: el contexto de estos términos siempre es conmovedor y cada vez más complejo. Algunas partes del mundo muestran progreso tanto genética como culturalmente. Otras no lo hacen. Este proceso crea un diferencial cada vez más amplio.
Originalmente, según El Libro de Urantia, la dotación general del hombre índigo promedio, tanto física, como intelectual y espiritualmente, era superior al andonita promedio. También describe a la raza índiga (negra) como físicamente superior en algunos aspectos a los sangiks primarios. Pero al igual que los primeros andonitas enfrentaron la opción de aparearse de manera progresiva o regresiva, las razas sangik también experimentaron tanto elevación como degradación de su dotación genética original. Esto ocurrió de varias maneras: guerras, prácticas de apareamiento, medio ambiente, creencias y prácticas religiosas, etc.
Aunque El Libro de Urantia caracteriza a los pigmeos, los bosquimanos y los nativos australianos como los «restos deplorables de los pueblos asociales de los tiempos antiguos», los autores no indican que estos sean los únicos grupos que han desarrollado una composición genética especialmente inferior y antisocial a lo largo de los siglos. Los autores apuntan a un problema que puede existir y existe en nuestro mundo, un problema que las ideologías del relativismo cultural y genético no pueden resolver. Dada la tendencia contemporánea a idealizar a los pueblos primitivos de hoy, los autores nos advierten sabiamente contra la locura de considerar que estos grupos tienen una «contribución única especial» que hacer a nuestro futuro acervo genético.
La expresión moderna «regreso a la naturaleza» es una ilusión de la ignorancia, una creencia en la realidad de una antigua «edad de oro» ficticia. […] [15]
La sociedad cultural contemporánea es más bien un fenómeno reciente, y este hecho está bien demostrado en la supervivencia actual [en 1934, feacha de creación de El Libro de Urantia] de unas condiciones sociales tan primitivas como las que caracterizan a los aborígenes australianos y a los bosquimanos y pigmeos de África. Entre estos pueblos atrasados se puede observar algo de la antigua hostilidad tribal, la desconfianza personal y otros rasgos extremadamente antisociales tan característicos de todas las razas primitivas. Estos restos deplorables de los pueblos asociales de los tiempos antiguos atestiguan elocuentemente el hecho de que la tendencia individualista natural del hombre no puede competir con éxito con las organizaciones y asociaciones más potentes y poderosas que promueven el progreso social. Estas razas antisociales atrasadas y desconfiadas, que hablan un dialecto diferente cada sesenta u ochenta kilómetros, demuestran en qué tipo de mundo estaríais viviendo ahora si no hubiera sido por las enseñanzas combinadas del estado mayor corpóreo [celestial] y los trabajos posteriores del grupo adámico de mejoradores raciales. [16]
El Libro de Urantia nos anima a vivir consistentemente una moral basada en tratar a toda la humanidad como a una familia. Nos dice: «La familia es la unidad fundamental de fraternidad donde los padres y los hijos aprenden las lecciones de paciencia, altruismo, tolerancia e indulgencia que son tan esenciales para realizar la fraternidad entre todos los hombres»[17]. Mientras que el amor de un padre ama a cada niño por igual, la sabiduría de los padres está en tratar a cada hijo de acuerdo a las diferencias individuales y en deferencia a los intereses del grupo. Señalar la obvia interrelación entre la genética y la cultura durante largos períodos de la historia humana y con respecto al clima y otras consideraciones no es una cuestión moral. Este aspecto de El Libro de Urantia se vuelve controvertido en función de si una persona considera que los matrimonios de parejas monógamas, en general, son la mejor manera de criar hijos y si una persona reconoce el valor de unirse culturalmente con toda la humanidad.
El verdadero problema moral es hacer la vista gorda hacia la explotación sin control de los desfavorecidos por los favorecidos y negarse a discutir y abordar los problemas obvios que amenazan el progreso de la civilización.
La palabra eugenesia se encuentra sólo una vez en El Libro de Urantia:
Todos los progresos de la verdadera civilización nacen en este mundo interior de la humanidad. Sólo la vida interior es realmente creativa. La civilización difícilmente puede progresar cuando la mayoría de la juventud de una generación cualquiera consagra sus intereses y sus energías a la persecución materialista del mundo sensorial o exterior.
El mundo interior y el mundo exterior tienen un conjunto de valores diferentes. Cualquier civilización está en peligro cuando las tres cuartas partes de su juventud se meten en profesiones materialistas y se dedican a buscar las actividades sensoriales del mundo exterior. La civilización está en peligro cuando la juventud deja de interesarse por la ética, la sociología, la eugenesia, la filosofía, las bellas artes, la religión y la cosmología.
[…]
Puesto que esta vida interior del hombre es verdaderamente creativa, cada persona tiene la responsabilidad de elegir si esta creatividad será espontánea y totalmente fortuita, o si estará controlada, dirigida y será constructiva. Una imaginación creativa, ¿cómo puede producir resultados valiosos, si el escenario sobre el que actúa ya está ocupado por los prejuicios, el odio, los miedos, los resentimientos, la venganza y los fanatismos?
Las ideas pueden tener su origen en los estímulos del mundo exterior, pero los ideales sólo nacen en los reinos creativos del mundo interior. Las naciones del mundo están dirigidas actualmente por hombres que tienen una superabundancia de ideas, pero que carecen de ideales. Ésta es la explicación de la pobreza, los divorcios, las guerras y los odios raciales.
El problema es el siguiente: si el hombre con libre albedrío está dotado en su fuero interno de los poderes de la creatividad, entonces tenemos que reconocer que la libre creatividad contiene el potencial de la libre destructividad. Y cuando la creatividad se orienta hacia la destructividad, os encontráis cara a cara con las devastaciones del mal y del pecado —opresiones, guerras y destrucciones. […] [18]
Los autores identifican la importancia de la eugenesia para la civilización y el coste eventual de ignorar las tendencias regresivas.
Las mezclas raciales siempre son ventajosas, ya que favorecen una cultura polifacética y contribuyen al progreso de la civilización, pero si predominan los elementos inferiores de los linajes raciales, estos logros serán de corta duración. Una cultura políglota sólo se puede conservar si los linajes superiores se reproducen con un margen de seguridad sobre los inferiores. La multiplicación incontrolada de los inferiores, unida a la reproducción decreciente de los superiores, conduce infaliblemente al suicidio de la civilización cultural. [19]
El Libro de Urantia opera desde un marco moral: tratar a todos como a una familia, lo cual goza de una amplia aceptación pero también presenta enormes desafíos. El Libro de Urantia no nos dice cómo hacer lo que necesitamos hacer. No hay nada en el texto que sea prescriptivo sobre las metodologías, excepto que lo apropiado de las religiones y las personas que practican una religión es abogar por un cambio social no violento.
Los autores de El Libro de Urantia sugieren:
Lo que la ciencia y la religión en desarrollo necesitan es una autocrítica más penetrante y audaz, una mayor conciencia de la condición incompleta de sus estados evolutivos. Los instructores de la ciencia y de la religión están a menudo, en conjunto, demasiado seguros de sí mismos y son demasiado dogmáticos. La ciencia y la religión sólo pueden autocriticar sus propios hechos. A partir del momento en que se apartan del marco de los hechos, la razón abdica o bien degenera rápidamente en un compañero de falsa lógica. [20]
Como un texto que abarca tanto el ámbito de la ciencia como el de la religión, afirma una autoría sobrehumana y ofrece una descripción de la historia planetaria que está cada vez más respaldada por nuevos descubrimientos y avances científicos, El Libro de Urantia presenta un desafío único para la humanidad en muchos niveles. Dado que la eugenesia y las razas son cuestiones tan inquietantes y controvertidas, no es sorprendente que la contribución al tema de El Libro de Urantia también haya sido motivo de cierta controversia. Gran parte de esta controversia parece estar basada en malas interpretaciones derivadas de la ignorancia. El tamaño y la complejidad del texto exacerban estos malentendidos desafortunados. La eugenesia y las razas son temas enormes y muy importantes que merecen un estudio profundo, una reflexión sincera y un trabajo continuo. Este documento es la primera revisión exhaustiva de las declaraciones de El Libro de Urantia sobre el tema. Familiarizarse con lo que los autores tienen que decir sobre este tema es sólo un primer paso.
Hacer un progreso real en estos temas requiere discutirlos más y de forma más pública. También requerirá que nos amemos más y nos tratemos mejor.
Véase el Apéndice 1, «Taxonomía basada en El Libro de Urantia». ↩︎
LU 111:4.3-4,9-11. Énfasis añadido en la única vez que aparece la palabra «eugenesia». ↩︎