[1].
EN el nombre del Dios misericordioso y compasivo.
Cuando los hipócritas vienen a ti, dicen: «Damos testimonio de que tú eres ciertamente el Apóstol de Dios», pero Dios sabe que tú eres Su Apóstol: y Dios da testimonio de que los hipócritas son mentirosos.
Toman su fe [2] como un manto, y luego apartan a la gente del camino de Dios: ¡mal es lo que han hecho! Esto es porque creyeron y luego descreyeron, ¿por qué se pone un sello en sus corazones para que no entiendan?
Y cuando los ves, sus personas te agradan [3]; pero si hablan, escuchas sus palabras: son como maderos apuntalados [4]: ¡cuentan todo ruido contra ellos! ¡Son el enemigo, así que ten cuidado con ellos! ¡Dios luche contra ellos, cómo mienten!
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[5] Y cuando se les dice: «¡Venid, y el Enviado de Dios pedirá perdón por vosotros!», ellos giran la cabeza, y puedes verlos girarse ¡porque están tan llenos de orgullo!
Es lo mismo para ellos si pides perdón por ellos, o si no pides perdón por ellos, Dios no los perdonará; en verdad, Dios no guía a un pueblo que obra abominación!
Son ellos los que dicen: «No gastéis en limosna a los que están con el Enviado de Dios, para que lo abandonen». Pero de Dios son los tesoros de los cielos y de la tierra; pero los hipócritas no tienen sentido!
Dicen: «Si volvemos a Medina, los más fuertes expulsarán de allí a los más malos». Pero el poder pertenece a Dios, a Su Enviado y a los creyentes, pero los hipócritas no lo saben.
¡Oh vosotros que creéis! No permitáis que vuestras propiedades ni vuestros hijos os distraigan del recuerdo de Dios, porque quienquiera que haga eso, ¡esos son los que pierden!
[10] Pero gastad en limosna de lo que os hemos otorgado antes de que la muerte llegue a alguno de vosotros, y diga: «¡Señor mío! ¡Si me hubieras dado un respiro hasta un plazo cercano, entonces ciertamente daría en caridad y estaría entre los justos!» Pero Dios nunca dará un respiro a un alma cuando su tiempo señalado ha llegado: ¡y Dios está bien informado de lo que hacéis!
284:1 La parte descontenta de los habitantes de Medina. Véase Introducción, pág. xxxiv. ↩︎
284:2 O, según una lectura variada, ‘sus juramentos’. ↩︎
284:3 Abdallah ibn Ubai, el líder de los ‘Hipócritas’ (ver Introducción, p. xxxv), era un hombre de bella presencia y elocuente discurso. ↩︎
284:4 Es decir, aunque tienen una presencia alta e imponente, en realidad son como simples troncos. ↩︎