LXXXIII. El Capítulo de los que dan poco peso | Página de portada | LXXXV. El Capítulo de los Signos Zodiacales |
EN el nombre del Dios misericordioso y compasivo.
Cuando el cielo se rasga y presta oído a su Señor, y es obediente!
Y cuando la tierra se extiende y arroja lo que hay en ella, y está vacía, [5] y presta oído a su Señor, y es obediente!
¡Oh hombre! En verdad, tú te esfuerzas por seguir a tu Señor, te esfuerzas; ¿por qué te encontrarás con Él?
Y en cuanto a aquel a quien se le dé su libro en su mano derecha, será contado con un cálculo fácil, y volverá a su familia con alegría.
[10] Pero aquel a quien se le dé su libro a sus espaldas [1], clamará por la destrucción, pero arderá en una llama. En verdad, él [p. 326] estaba alegre entre su familia. En verdad, pensó que nunca volvería a Dios.
[15] Sí, en verdad, su Señor lo miró.
No necesito jurar por el resplandor de la tarde,
O por la noche, y lo que ella impulsa juntos,
O por la luna cuando está en su plenitud,
Seguramente seréis transferidos de estado a estado [2]!
[20] ¿Qué les pasa que no creen? ¿Y cuando se les lee el Corán no lo adoran? Por cierto, quienes no creen dicen que es mentira, pero Dios sabe mejor la malicia que ocultan.
Así que dales la buena nueva de un terrible dolor. [25] ¡Salva a los que creen y actúan correctamente, porque ellos recibirán una recompensa que no se escatima!
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