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LA Luz que se manifiesta
Lleva cautivos a todos los corazones,
Ahora como el juglar, ahora como el copero.
¡Qué cantante es aquel que, con un solo acorde de dulce melodía,
Quema las cosechas de cien devotos!
¡Qué copero es aquel que, con una sola copa,
Embriaga a doscientos setenta y diez!
Entrando a la Mezquita al amanecer,
No deja allí a ningún hombre despierto;
Entrando al claustro por la noche,
Hace una fábula de los cuentos de los sufíes;
Entrando a la universidad disfrazado de borracho,
El profesor se vuelve desesperadamente borracho.
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Los devotos se vuelven locos por amor a Él
Y se convierten en parias de casa y hogar,
Él hace a uno fiel, a otro infiel,
Perturbando el mundo.
Las tabernas han sido glorificadas por sus labios,
Las mezquitas se han vuelto brillantes por Su mejilla.
Todo lo que deseo lo he encontrado en Él,
Ganando liberación de uno mismo,
Mi corazón era ignorante de sí mismo,
Velado de Él por cien velos
De vanidad, engreimiento e ilusión.
UN día en el amanecer
El ídolo justo entró en mi puerta
Y me despertó de mi sueño
De ignorancia perezosa.
La cámara secreta de mi alma
Fue iluminado por su rostro,
Y mi ser me fue revelado
En su verdadera luz.
yo solté un suspiro de asombro
Cuando vi esa cara bonita.
Él me habló, diciendo,
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“Toda tu vida has buscado
Nombre y fama;
Este egoísmo tuyo
Es una ilusión, que te mantiene alejado de mí.
Para mirarme a la cara por un instante
Vale mil años de devoción.”
Sí, el rostro de ese adornador del mundo
Se mostró descubierto ante mis ojos;
Mi alma se oscureció con vergüenza
Para recordar mi vida perdida,
Mis días desperdiciados.
Entonces esa luna
Cuyo rostro brillaba como el sol,
Viendo que había echado la esperanza lejos,
Llenó una copa de Conocimiento Divino
Y, pasando a mí, me invitó a beber,
Diciendo, “Con este vino,
Sin sabor y sin olor,
Lavar la escritura
En la tabla de tu ser.”
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INTOXICADO por el puro trago
Que yo había drenado hasta las heces,
En el polvo desnudo caí.
Desde entonces no sé si existo o no,
Pero no estoy sobrio, ni estoy enfermo o borracho.
A veces, como su ojo, estoy lleno de alegría,
O, como su rizo, yo estoy saludando;
A veces, ¡ay! por costumbre o naturaleza,
yo soy acostado en un montón de polvo.
A veces, con una mirada de Él,
Estoy de vuelta en el jardín de rosas.