La Guemará en el Tratado Shabat hace las siguientes observaciones sobre el Tabernáculo:—«Y para el Tabernáculo harás diez cortinas;—la longitud de una cortina será de veintiocho codos.» [^818] Dibuja su longitud hasta el ancho del Tabernáculo. ¿Cuánto era su longitud? Veintiocho. Quita para el techo diez; quedan nueve codos a este lado, y nueve al otro lado. Según Rabí Judah (quien piensa que en la parte superior las tablas eran delgadas como un dedo), solo un codo de las basas estaba descubierto. Y según Rabí Nehemías (quien piensa que las tablas eran de grosor uniforme), también queda un codo de las tablas descubierto. Ahora dibuja su ancho hasta la longitud del Tabernáculo. ¿Qué ancho tenían? Cuarenta. Quita treinta codos del techo; quedan diez. Según Rabí Judah, el codo de las basas también estaba cubierto. Según el rabino Nehemías, el codo de las basas quedó descubierto. «Harás cortinas de pelo de cabra, la longitud será de treinta codos». [^819] Dibuja la longitud al ancho del Tabernáculo. ¿Cuánto era? Treinta. Reduce diez codos para el techo; quedan diez a este lado y diez al otro. Según el rabino Judah, también cubría el codo de las basas. Y según el rabino Nehemías, estaban descubiertas. Ahora dibuja su ancho al largo del Tabernáculo. ¿Qué ancho tenían? Cuarenta y cuatro. Quita treinta codos para el techo; quedan catorce. Quita dos para la duplicación, como está escrito: «Doblarás la sexta cortina en la parte delantera del Tabernáculo». [^820] Quedan doce codos. Según el rabino Judah, entendemos lo que está escrito, que la mitad de la cortina debe arrastrarse por el suelo. Pero, ¿qué podemos hacer según el rabino Nehemías? ¿Qué significa arrastrar? Más largo que los demás. Los eruditos del rabino Ismael han aprendido cómo era el Tabernáculo: «A una señora que iba al mercado, y los extremos de su vestido la seguían».
Aben Ezra y Rambán, repitiendo la antigua tradición, dicen que había figuras en cada estandarte. En el estandarte de Rubén había la imagen de un hombre. En el estandarte de Judá, la de un león. En el estandarte de Efraín, la de un buey. Y en el estandarte de Dan, la de un águila. De modo que eran como los querubines que vio el profeta Ezequiel.
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Los rabinos afirman que los vasos del Tabernáculo eran una réplica exacta de existencias reales en el cielo. «Rabí José, hijo de Rabí Judá, dijo: «Un arca de fuego, una mesa de fuego y un candelero de fuego descendieron del cielo. Y Moisés los vio e hizo conforme a su semejanza». También creen que el Arca de la Alianza está oculta en una cámara bajo el Recinto del Templo, y que esta y todos los vasos sagrados se encontrarán a la venida del Mesías. Sin embargo, los apócrifos nos informan que Jeremías colocó el Tabernáculo, el Arca y el Altar del Incienso en una «cueva hueca, en la montaña donde Moisés subió y vio la herencia de Dios». Y «el lugar será desconocido hasta que Dios reúna a su pueblo y lo reciba en misericordia». [^821] Los vasos sagrados, llevados a Roma tras la destrucción de Jerusalén en el año 70 d. C. y que ahora se ven esculpidos en el Arco de Tito, fueron llevados a África por los vándalos bajo el mando de Genserico. Belisario los llevó a Constantinopla en el año 520 d. C. Posteriormente fueron devueltos a Jerusalén, y desde allí se supone que fueron llevados a Persia, cuando Cosroes saqueó la Ciudad Santa en junio del 614.