1. La vigésimo cuarta pregunta es la que planteas: Cuando el malvado muere, ¿dónde se asienta el alma la primera noche, la segunda y la tercera? ¿Y qué dice y hace?
2. La respuesta es esta: durante esas tres noches, el alma permanece en la tierra y observa los pensamientos, palabras y acciones de su propio cuerpo; duda de su propia posición y experimenta un profundo temor al relato, un gran terror al puente y un temor desconcertante a causa del infierno. 3. El pensamiento es opresivo como indicador de miedo, y el alma, a la manera del espíritu del cuerpo, es un computador [1] y conoce por la vista las buenas obras que no ha realizado y el pecado que ha cometido.
4. Y la primera noche se aleja apresuradamente de [ p. 56 ] sus propios malos pensamientos, la segunda noche de sus propias malas palabras, y la tercera noche de sus propias malas acciones; pero, debido a las buenas obras que ha realizado en el mundo, la primera noche el espíritu de sus buenos pensamientos, la segunda noche el espíritu de sus buenas palabras, y la tercera noche el espíritu de sus buenas acciones, llegan al alma y se vuelven agradables y recomendables para ella.
5. Y la tercera noche, con la fresca llegada del amanecer, su pecado, en la aterradora y contaminada forma de una doncella (karâtîk) que es una injuriadora, viene a su encuentro con el tesoro de su pecado; y un apestoso viento del norte [2] sale a su encuentro, y avanza estremeciéndose, tembloroso [3], y de mala gana corre a rendir cuentas. 6. Y por ser engañado y engañando, herejía (avârûn-dînôîh), implacable y falsa [4] acusación de compañeros constantes, y la pecaminosidad generalizada de una existencia demoníaca (drûg-stihîh) se arruina, cae del puente, y es precipitado al infierno.
(55:3) Suponiendo que angrâîdâr significa angâridâr. ↩︎
(56:1) Se supone que los demonios vienen del norte, donde están situadas las puertas del infierno (ver Sls. X, q). ↩︎
(56:2) Lectura astô-sîstîhâ nafô-gumdânîhâ, que puede ser, literalmente, «con los huesos arrancados y con el ombligo tembloroso»; pero la lectura es dudosa. ↩︎
(56:3) Literalmente, «no permitir oír y hablar falsamente». ↩︎