1. La octava pregunta es la que planteas: De quien, con sus propias riquezas, ordenó a otros: «Que actúen ventajosamente (khangînakŏ) por mi alma», ¿es acaso muy diferente lo que otros hacen por él con esas riquezas y lo que hace con su propio esfuerzo? [ p. 29 ] 2. La respuesta es que son muy diferentes; pues lo que ordena con sus propias riquezas es más eficaz que lo que otros pueden hacer por él sin orden. 3. Y entre las buenas obras, es más eficaz la que uno practica por sí mismo y con su propio esfuerzo. luego aquello que uno hace salir de lo que es suyo por su propia orden, respecto de lo cual luego lega y ordena de su propia propiedad y esto entra en progreso; y, por último, aquello que otros pueden hacer por él.
4. Dado que así lo suyo y lo que le corresponde por designio, cuando alguien gestiona por él y durante su vida, engrandece su posición y preserva su alma, cuando gestiona por él posteriormente, el gozo alcanza su alma. 5. Cuando no se consiente en cuanto a la buena obra, y no le corresponde por designio, aunque otros la realicen por él, no pasa a ser suya.