1. El decimosexto tema es que, cuando una mujer queda embarazada en una casa, es necesario procurar que haya un fuego constante en ella y mantenerla bajo vigilancia. 2. Y, cuando el niño se separa de la madre, es necesario encender una lámpara durante tres noches y tres días —si se enciende un fuego, mejor— para que los demonios y demonios no puedan causar daño; porque, cuando nace un niño, es extremadamente delicado durante esos tres días.
3. Porque se declara en la revelación [1] que, cuando Zaratust, el Spitamân, se separó de su madre, cada noche, durante tres noches, un demonio se le acercaba, junto con otros ciento cincuenta demonios, para que pudieran efectuar la matanza (halâk) de Zaratust, y, cuando vieron la luz del fuego, huyeron y no pudieron causar ningún daño ni perjuicio.
4. Durante cuarenta días no es apropiado que dejen al niño solo; y tampoco es apropiado que la madre del infante ponga el pie sobre el umbral de la vivienda, ni ponga la vista en una colina, porque eso [2] es malo para su menstruación.