1. El tema quincuagésimo es éste, que todos los días al amanecer, cuando se levantan del sueño, no es apropiado lavarse primero las manos con agua.
2. La ablución ceremonial consiste en lavarse bien las manos, la cara, la nariz, los ojos y los pies, ya sea con fruta (mivah) [2] o con alguna hierba que no haya caído agua; después, secarlos y lavarlos tres veces con agua de tal manera que se humedezcan desde la cara hasta la oreja [3]. 3. Es necesario mantener la boca cerrada para que el agua no entre en ella; si una gota, por no detenerse, entra en la boca, se comete un pecado de trescientos stîrs [4]. 4. Después, se deben lavar las manos tres veces con agua, hasta la parte superior de los brazos; primero la mano derecha y después la izquierda; y, de igual manera, se deben lavar el pie derecho y el izquierdo. [ p. 313 ] 5. Luego recitan el Kem-nâ-mazdâ [5], pues, cada vez que desean recitar algo como una oración interna, es necesario que se laven las manos con la ablución ceremonial [6], y, si no lo están, el Avesta no es aceptado, y el demonio de la corrupción (nasus) no se aleja, y_ se convierte en un pecado Tanâvar.
(312:1) Omitido en La, Lp, aunque el primero contiene una porción de este capítulo anexada a parte del Cap. XLVIII, y la mayor parte de su contenido se repite, en otras palabras, en el Cap. LXXIV. ↩︎
(312:2) Quizás mîvah pueda tomarse como adjetivo de mîv, «cabello»; en cuyo caso tendríamos «con algo peludo o herboso». Según el Sad Dar de largo recorrido, el líquido que se debe usar para esta primera humectación es orina de cabra o de toro. ↩︎
(312:3) La tiene «de oreja a oreja» (véase Cap. XLVIII, 1 n). ↩︎
(312:4) Un pecado de Tanâvar o Tanâpûhar (ver Sls. I, 2). ↩︎
(313:1) Véase Cap. XXXV, 2 n, cuyo capítulo, así como el Cap. LXXIV, tratan casi del mismo tema. ↩︎
(313:2) Como se describe en § 2-4. ↩︎