1. El septuagésimo cuarto tema es este: al amanecer, al despertar, primero es necesario echarse algo [1] en las manos, es decir, la [ p. 338 ] purificación de manos [2]. 2. Después, deben lavarse las manos con agua hasta que queden completamente limpias, de tal manera que deben lavarse las manos tres veces desde el antebrazo (sâ’hid) hasta la punta de la mano; y la cara se lava desde detrás de las orejas hasta debajo de la barbilla y hasta la coronilla; y se lavan los pies tres veces a fondo, hasta la pierna (sâq); luego se recita el Kem-nâ-mazdâ [3].
3. Si se trata de un lugar donde no hay agua, y existe el riesgo de que pase el tiempo de los Nyâyis [4], es necesario limpiarse [5] las manos tres veces con polvo y realizar los Nyâyis. 4. Después, cuando se llega al agua, se deben lavar las manos y la cara por segunda vez y realizar los Nyâyis [6].
5. Antes del momento en que uno se echa algo en las manos, no es apropiado lavarse las manos y la cara, y es un pecado de Tanâvar; tampoco es posible trabajar en nada con las manos y la cara sin lavar.
(337:5) Según el Sad Dar de métrica larga, este «algo» (como en el cap. L) es Nîrang, el líquido ritual u orina de toro consagrada (véase cap. XXXVI, 7 n). Este capítulo es, en cierta medida, una repetición del cap. L. ↩︎
(338:1) Lp añade «o alguna hierba sobre la cual no haya caído agua, o fruto, también debe entrar en la nariz y los ojos, y limpiarlos» (véase Cap. L, 2). ↩︎
(338:2) Véase Cap. XXXV, 2 n. ↩︎
(338:3) El saludo al sol (ver Cap. VI, 2). ↩︎
(338:4) B29 inserta «la cara y». ↩︎
(338:5) B29 omite el § 4. ↩︎