1. El tema nonagésimo octavo es que es necesario que todos los que profesan buena religión aprendan los caracteres del Avesta en presencia de [ p. 360 ] sacerdotes y maestros, para poder leerlos y que ningún error persista en los Nyâyises y Yasts.
2. Y es aún más conveniente para los sacerdotes y maestros que enseñen los caracteres del Avesta a todos aquellos de buena religión [1]: y si un sacerdote, mientras enseña, muestra incompetencia (taqʓîr), es un gran pecado para él. 3. Porque Hôrmazd, el bueno y propicio, le dijo a Zaratust así: «A todo sacerdote y maestro que cometa un error al enseñar [2] a aquellos de buena religión, lo dejo tan lejos del cielo como la anchura de la tierra [3]».