En los dominios del conocimiento, de la omnisciencia, no podemos distinguir entre las Fuentes Primera y Segunda; al igual que el Padre, el Hijo lo sabe todo; ningún acontecimiento del universo le coge nunca por sorpresa; comprende el fin desde el principio. [1]
Desde una visión circunscrita, existen en realidad muchas finalizaciones, muchas terminaciones de actividad, pero desde el punto de vista más amplio de un nivel superior del universo, no hay nada que termine, sino simplemente transiciones entre una fase de desarrollo y la siguiente. [2]