La historia de la reina Alejandra
1 Mientras reinaba Alejandra, llamó a los jefes de los fariseos y les ordenó que escribieran a todos los de su secta que habían huido a Egipto y a otras partes, en los días de Hircano y de Alejandro, que debería regresar a la tierra de Judá.
2 Y ella les mostró su inclinación favorable hacia ellos y no se opuso a sus ritos ni prohibió sus ceremonias, como les habían prohibido Alejandro e Hircano.
3 También liberó a todos los que estaban detenidos en prisión.
4 Y se reunieron de todas partes; y los saduceos se abstuvieron de hacerles violencia.
5 Y sus asuntos estaban bien ordenados y su condición mejoró al eliminarse las contiendas.
6 Pero cuando Hircano y Aristóbulo, los dos hijos de Alejandro, crecieron, la reina nombró sumo sacerdote a Hircano, porque era manso, apacible y honesto:
7 pero nombró general del ejército a Aristóbulo, porque era fuerte, valiente y alegre; y ella también le dio el ejército de los saduceos; pero no consideró conveniente nombrarlo rey, porque aún era un niño.
8 Además, envió a todos los que pagaban tributo a Alejandro y tomó a los hijos de sus reyes, a quienes retuvo cerca de ella como rehenes; y continuaron ininterrumpidamente en su obediencia a ella, pagándole tributo cada año.
9 Y ella caminó rectamente con su pueblo, impartiendo justicia y ordenando a su pueblo que hiciera lo mismo. Por lo tanto hubo una paz duradera entre las partes y ella se ganó su buena voluntad.