El relato de Antípatro (es decir, el rey Herodes) y de las sediciones y batallas que encendió entre Hircano y Aristóbulo.
1 Había un hombre judío, de los hijos de algunos de los que subieron de Babilonia con el sacerdote Esdras, llamado Antípater.
2 Y era sabio, prudente, sagaz, valiente y altivo, de buen carácter, bondadoso y cortés; también rico y poseedor de muchas casas, bienes y rebaños.
3 A este hombre el rey Alejandro había nombrado gobernador del país de los idumzanos, de donde había tomado esposa; de quien tuvo cuatro hijos: Faselo, Herodes, que reinó sobre Judá, Feroras y Josefo.
4 Después de haber salido de los montes de Sara, es decir, de la tierra de los idumeos, en tiempos de Alejandro, habitó en la ciudad de la Santa Casa.
5 Hircano lo amaba y se inclinaba mucho hacia él; por eso Aristóbulo intentó matarlo; lo cual, sin embargo, no logró.
6 Por eso Antípatro tenía mucho miedo de Aristóbulo y por eso comenzó a conspirar en secreto contra el reino de Aristóbulo.
7 Se dirigió, pues, a los principales hombres del reino y, habiendo obtenido de ellos una promesa de secreto sobre lo que iba a comunicar,
8 Comenzó a hablarles de la infame vida de Aristóbulo, de su tiranía, de su impiedad, del derramamiento de sangre que había causado y de su usurpación del trono; de lo cual su hermano mayor era más digno.
9 Entonces les ordenó que tuvieran cuidado con el Dios grande y bueno, a menos que le quitaran la mano gobernante al tirano y le devolvieran lo que le correspondía a su legítimo soberano.
10 No quedó ni uno solo de los principales a quien no se extralimitó e inclinó a someterse a Hircano, seduciéndolos de su obediencia a Aristóbulo, sin que Hircano supiera nada de esto.
11 pero ¿se atribuye Antípatro? todo esto a él, no queriendo decírselo antes de haber establecido la cosa.
12 Entonces, cuando hubo resuelto este asunto con el pueblo, fue a Hircano y le dijo:
13 En verdad, tu hermano te tiene mucho miedo, porque ve que su patrimonio no estará seguro mientras vivas; por lo que busca una oportunidad para matarte y no permitirá que vivas.
14 Pero Hircano no le dio crédito debido a la bondad y sinceridad de su corazón. Por lo que Antípatro le repitió este discurso una y otra vez.
15 También dio grandes sumas de dinero a las personas en quienes Hircano confiaba, y acordó con ellos que le contarían cosas similares a las que Antípatro había mencionado;
16 sólo teniendo cuidado de que no creyera que sabían que Antípatro le había hablado del asunto.
17 Entonces Hircano creyó en sus palabras; y se vio inducido a idear un plan mediante el cual podría liberarse de su hermano.
18 Cuando Antípatro volvió a hablarle del asunto, le informó que el gc. La verdad de sus palabras ahora le era manifiesta y sabía que le había aconsejado bien; y le pidió consejo en este asunto.
19 Y Antípatro le aconsejó que saliera de la ciudad en busca de alguien en quien pudiera confiar y que pudiera ayudarle y asistirle.
20 Antípatro fue a Hartam y acordó con él que recibiría a Hircano como huésped cuando viniera, ya que tenía miedo de vivir con su hermano.
21 Por lo cual Hartam se alegró, aceptó el plan y acordó con Antípatro que en ningún caso entregaría a Hircano y a Antípatro en manos de sus enemigos, y que los ayudaría y protegería.
22 Y regresó a Jerusalén y le contó a Hircano lo que había hecho y cómo había acordado con Hartam que debían ir a él.
23 Entonces ambos salieron de la ciudad de noche y fueron a Hartam y permanecieron con él algún tiempo.
24 Entonces Antípatro comenzó a persuadir a Hartam para que liderara un ejército con Hircano para reducir y capturar a su hermano Aristóbulo.
25 Pero Hartam se negó a llevar a cabo este plan, temiendo no tener fuerzas para resistir a Aristóbulo.
26 Pero Antípatro no dejaba de demostrarle que el negocio con Aristóbulo era fácil, y de incitarlo a ello con argumentos del tesoro que había de ganar, de la grandeza de la gloria que adquiriría y de la memoria que tendría que dejar atrás él:
27 hasta que consintió en marchar; pero con la condición de que Hircano le devolviera todas las ciudades y pueblos que le pertenecían y que su padre Alejandro le había quitado.
28 A lo que Hircano accedió y cumplió el tratado, Hartam marchó (y Hircano con él) con cincuenta mil soldados de a caballo y de infantería, dirigiéndose hacia el país de Judá, contra quien Aristóbulo salió y los enfrentó.
29 Y cuando la lucha se volvió feroz, muchos del ejército de Aristóbulo se pasaron a Hircano.
30 Al verlo Aristóbulo, dio la orden de retirarse y regresó a su campamento, temiendo que todo su ejército se escapara poco a poco al enemigo y él mismo cayera prisionero.
31 Pero cuando llegaba la noche, Aristóbulo salió solo del campamento y se dirigió a la Ciudad Santa.
32 Y cuando, al amanecer, el ejército supo su partida, la mayor parte de ellos se unieron a Hircano, y el resto se dispersó y se fue.
33 Pero Hircano, Hartam y Antípater fueron directamente a la ciudad de la Santa Casa, llevando consigo un gran ejército;
34 y encontraron a Aristóbulo ya preparado para el sitio; porque había cerrado las puertas de la ciudad y había colocado hombres en las murallas para defenderlas.
35 Hircano y Hartam acamparon con sus fuerzas frente a la ciudad y la sitiaron.