1 Y me levanté y vi al que me había agarrado de la mano derecha y me había levantado sobre mis pies; el aspecto de su cuerpo era como el zafiro, y el aspecto de su rostro como crisólito, y el cabello de su cabeza como nieve, y el turbante sobre su cabeza como la apariencia del arco iris, y el vestido de sus vestiduras como púrpura; y en su mano derecha tenía un cetro de oro. Y él me dijo: «¡Abraham!» Y dije: «Aquí estoy, tu siervo». Y él dijo: «No te espante mi mirada, ni mi palabra, para que tu alma no se turbe. Ven conmigo y yo iré contigo, hasta el sacrificio, visible, pero después del sacrificio, invisible para siempre. ¡Ten ánimo y ven!