Abraham realiza el Sacrificio, bajo la guía del Ángel, y se niega a ser desviado de su Propósito por Azazel (Capítulos XIII.-XIV.).
1 E hice todo según el mandato del ángel y di a los ángeles que habían venido a nosotros los animales divididos, pero el ángel se llevó las aves. Y esperé el sacrificio de la tarde. Y un pájaro inmundo voló sobre los cadáveres y lo ahuyenté. Y el pájaro inmundo me habló y me dijo: «¿Qué haces tú, Abraham, en las alturas santas, donde nadie come ni bebe, ni hay sobre ellos alimento de hombre, sino que todo lo consumen con fuego, y (te) quemará. Deja al hombre que está contigo y huye; porque si subes a las Alturas te acabarán. Y aconteció que cuando vi hablar el pájaro, dije al ángel: «¿Qué es esto, señor mío?» Y él dijo: «Esto es impiedad, este es Azazel». Y le dijo: «¡Deshonra sobre ti, Azazel! Porque la suerte de Abraham está en el cielo, pero la tuya en la tierra. Porque has elegido y amado esto para la morada de tu inmundicia, por eso el eterno y poderoso Señor te hizo habitante de la tierra y por ti todo espíritu maligno de mentira, y por ti ira y pruebas para las generaciones de hombres impíos; porque Dios, el Eterno, Poderoso, no ha permitido que los cuerpos de los justos estén en tu mano, para que así esté asegurada la vida de los justos y la destrucción de los inmundos. Escucha, amigo, aléjate de mí de la vergüenza. Porque no te ha sido permitido ser el tentador de todos los justos. ¡Apartaos de este hombre! No puedes extraviarlo, porque es enemigo tuyo y de los que te siguen y aman lo que quieres. Porque he aquí, la vestidura que antes era tuya en el cielo ha sido apartada para él, y la mortalidad que era suya ha sido transferida a ti».