1 El ángel me dijo: [«¡Abraham!» Y dije: «Aquí estoy, tu siervo». Y dijo: «Sabe desde ahora que el Eterno te ha elegido, (Aquel) a quien amas; ten ánimo y usa esta autoridad, en la medida que yo te ordene, contra aquel que calumnia la verdad; ¿No podría yo avergonzar a aquel que ha esparcido por la tierra los secretos del cielo y se ha rebelado contra el Poderoso?] Dile: Sé tú el carbón encendido del horno de la tierra; Ve, Azazel, a las partes inaccesibles de la tierra; [porque tu herencia es (será) sobre aquellos que existen contigo naciendo con las estrellas y las nubes, con los hombres cuya porción eres, y (que) a través de tu ser existen; y tu enemistad es justificación. Por esta razón, por tu perdición, desaparece de mí». Y pronuncié las palabras que el ángel me había enseñado. Y él dijo: «¡Abraham!» Y dije: «Aquí estoy, tu siervo».]
2 Y el ángel me dijo: «No le respondas; porque Dios le ha dado poder (lit. voluntad) sobre aquellos que le responden». [Y el ángel me habló por segunda vez y me dijo: «Ahora más bien, por mucho que te hable, no le respondas, para que su voluntad no tenga libre curso en ti, porque el Eterno y Fuerte le ha dado peso y voluntad; No le respondas». Hice lo que me ordenó el ángel;] y por mucho que me hablaba, nada le respondía.