1 Y mientras pensaba así, llegué a la casa de mi padre; y habiendo dado de beber al asno y preparado heno para él, traje la plata y la entregué en manos de mi padre Taré. Cuando lo vio se alegró, [y] dijo: «Bendito eres, Abraham, de mis dioses, porque has traído el precio de los dioses, para que mi obra no sea en vano». Y yo respondí y le dije: «¡Oye, oh padre mío, Taré! Bienaventurados tus dioses, porque tú eres su dios, ya que tú los hiciste; porque su bendición es ruina, y su poder es vano. Aquellos que no se ayudaron a sí mismos, ¿cómo, pues, te ayudarán o te bendecirán? He sido amable contigo en este asunto, porque al (usar) mi inteligencia, te he traído el dinero para los dioses quebrantados». Y cuando oyó esto, se enojó conmigo, porque había hablado palabras duras contra sus dioses.