1 Yo, sin embargo, pensando en el enojo de mi padre, salí; [Y después que salí, mi padre gritó, diciendo: «¡Abraham!» Y dije: «Aquí estoy». Y él dijo: «Toma y recoge las astillas de la madera con la que hice dioses de madera de pino antes de que vinieras; y prepárame la comida del almuerzo». Y aconteció que cuando recogí las astillas de madera, encontré debajo de ellas un dios pequeño que había estado tendido entre los matorrales a mi izquierda, y en su frente estaba escrito: DIOS BARISAT. Y no le dije a mi padre que había encontrado al dios de madera Barisat debajo de las astillas. Y aconteció que cuando hube puesto las astillas en el fuego, para poder preparar la comida para mi padre, al salir a hacer una pregunta sobre la comida, puse a Barisat ante el fuego encendido, diciendo amenazadoramente que él: «Presta mucha atención, Barisat, [que] el fuego no se apague hasta que yo llegue; pero si se apaga, soplad sobre él para que vuelva a arder». Y salí y cumplí mi propósito. Y al regresar encontré a Barisat caído de espaldas, y sus pies rodeados de fuego y horriblemente quemados. Estallé en un ataque de risa y me dije a mí mismo: «¡En verdad, oh Barisat, tú puedes encender el fuego y cocinar la comida!» Y sucedió que mientras yo hablaba (así) en mi risa, él (es decir, Barisat) fue quemado gradualmente por el fuego y reducido a cenizas. Y llevé la comida a mi padre, y él comió. Y le di vino y leche, y se alegró y bendijo a su dios Merumath. Y yo le dije: «¡Oh padre Taré, no bendigas a tu dios Merumath, y no lo alabe, sino más bien alaba a tu dios Barisat porque, amándote más, se ha arrojado al fuego para cocinar tu comida!» Y me dijo: «¿Y dónde está ahora?» [Y dije:] «Es reducido a cenizas en la violencia del fuego y reducido a polvo». Y dijo: «¡Grande es el poder de Barisat! Yo haré otro hoy y mañana él preparará mi comida».