1 «He aquí, el fuego es más digno de honor que todas las cosas formadas, porque incluso lo que no está sujeto está sujeto a él, y las cosas que se corrompen fácilmente son burladas por sus llamas. Pero aún más digna de honor es el agua, porque vence al fuego y sacia la tierra. Pero ni siquiera a él lo llamo Dios, porque está sujeto a la tierra bajo la cual se inclina el agua. Pero llamo a la tierra mucho más digna de honor, porque domina la naturaleza (y la plenitud) del agua. Sin embargo, ni siquiera a ella (es decir, a la tierra) la llamo dios, [porque] también ella es secada por el sol, [y] es asignada al hombre para que la labra. [Llamo al sol más digno de honor que la tierra,] porque con sus rayos ilumina el mundo entero y las diferentes atmósferas. [Pero] ni siquiera a él lo llamo dios, porque de noche y por las nubes su curso se oscurece. Tampoco llamo dioses a la luna ni a las estrellas, porque también en su tiempo oscurecen [su] luz por la noche. [Pero] escucha [esto], Taré mi padre; porque te daré a conocer al Dios que lo hizo todo, no a los que consideramos dioses. ¿Quién es entonces Él? ¿O quién es Él?
2 Quien enrojeció los cielos y doró el sol, resplandeció la luna y con ella las estrellas;
3 y secó la tierra en medio de muchas aguas,
4 Y ponte en . . .y me puso a prueba en la confusión de mis pensamientos
5 «¡Sin embargo, que Dios se revele a nosotros por sí mismo!»