1 Y ahora os digo, hijos míos, que améis la justicia y andéis por ella; porque los caminos de la justicia son dignos de ser aceptados, pero los caminos de la injusticia serán repentinamente destruidos y desaparecerán.
2 Y a ciertos hombres de una generación se les revelarán los caminos de la violencia y de la muerte, y se mantendrán alejados de ellos y no los seguirán.
3 Y ahora os digo a vosotros, los justos: No andéis por los caminos de la maldad, ni por los caminos de la muerte, ni os acerquéis a ellos, para que no seáis destruidos.
4 Pero buscad y escoged para vosotros la justicia y una vida elegida, y andad por los caminos de la paz, y viviréis y prosperaréis.
5 Y retened mis palabras en los pensamientos de vuestros corazones, y no permitáis que se borren de vuestros corazones; porque sé que los pecadores tentarán a los hombres para que imploren mal la sabiduría, de modo que no se encuentre lugar para ella y ninguna tentación minimice.
6 ¡Ay de los que construyen injusticia y opresión y ponen como fundamento el engaño! porque de repente serán destruidos y no tendrán paz.
7 ¡Ay de los que construyen sus casas con pecado! porque de todos sus cimientos serán derribados, y a espada caerán. [Y los que adquieran oro y plata en el juicio, de repente perecerán.]
8 ¡Ay de vosotros, ricos!, porque habéis confiado en vuestras riquezas, y de ellas os apartaréis, porque no os habéis acordado del Altísimo en los días de vuestras riquezas.
9 Habéis cometido blasfemia e injusticia, y os habéis preparado para el día de la matanza, el día de las tinieblas y el día del gran juicio.
10 Así os hablo y os declaro: El que os creó os derribará, y no habrá compasión por vuestra caída, y vuestro Creador se alegrará de vuestra destrucción.
11 Y en aquellos días vuestros justos serán afrenta de los pecadores y de los impíos.