Un recuerdo de los días gloriosos en el Jardín.
1 ENTONCES Adán y Eva sintieron que ardían de sed, calor y tristeza.
2 Y Adán dijo a Eva: «No beberemos de esta agua, aunque muramos. Oh Eva, cuando esta agua entre en nuestras entrañas, aumentará nuestros castigos y los de nuestros hijos que vendrán después de nosotros».
3 Entonces Adán y Eva se retiraron del agua y no bebieron nada de ella; pero vino y entró en la Cueva de los Tesoros.
4 Pero cuando Adán estaba en él, no podía ver a Eva; solo escuchó el ruido que ella hizo. Tampoco pudo ver a Adam, pero escuchó el ruido que hizo.
5 Entonces Adán lloró profundamente afligido y se golpeó el pecho; y se levantó y le dijo a Eva: «¿Dónde estás?»
6 Y ella le dijo: He aquí, estoy en esta oscuridad.
7 Entonces él le dijo: «¡Acuérdate de la naturaleza luminosa en la que vivíamos mientras estábamos en el jardín!»
8 «¡Oh Eva! Acordaos de la gloria que reposó sobre nosotros en el huerto. ¡Oh Eva! Recuerda los árboles que nos cubrieron de sombra en el jardín mientras nos movíamos entre ellos».
9 «¡Oh Eva! Acordaos que mientras estábamos en el huerto, no conocíamos ni la noche ni el día. ¡Piensa en el Árbol de la Vida, de debajo del cual manaba el agua y que derramaba brillo sobre nosotros! ¡Recuerda, oh Eva, la tierra del jardín y su brillo!
10 «Piensa, oh piensa en ese jardín en el que no había oscuridad, mientras morábamos en él».
11 «Considerando que tan pronto como entramos en esta Cueva de los Tesoros, la oscuridad nos rodeó; hasta que ya no podamos vernos; y todo el placer de esta vida ha llegado a su fin».