Adán recuerda la creación de Eva. Elocuentemente pide comida y bebida.
1 Y en la mañana del día cuarenta y tres, salieron de la cueva tristes y llorando. Sus cuerpos estaban flacos, y estaban secos por el hambre y la sed, por el ayuno y la oración, y por el gran dolor a causa de su transgresión.
2 Y cuando salieron de la cueva, subieron a la montaña que está al oeste del jardín.
3 Allí se pararon y oraron y rogaron a Dios que les concediera el perdón de sus pecados.
4 Y después de sus oraciones, Adán comenzó a suplicar a Dios, diciendo: «Oh mi Señor, mi Dios y mi Creador, tú ordenaste que los cuatro elementos se reunieran, y fueron reunidos según Tu orden».
5 «Entonces extendiste tu mano y me creaste de un solo elemento, el polvo de la tierra; y me llevaste al jardín a la hora tercera, un viernes, y me informaste de ello en la cueva.
6 «Al principio no conocía ni la noche ni el día, porque tenía un carácter brillante; Tampoco la luz en la que viví me dejó jamás saber el día ni la noche».
7 «Entonces, oh Señor, en la hora tercera en que me creaste, me trajiste todos los animales, los leones, los avestruces, las aves del cielo y todo lo que se mueve en la tierra, que habías creado antes de mí a primera hora del viernes».
8 «Y tu voluntad fue que yo los nombrara a todos, uno por uno, con un nombre adecuado. Pero Tú me diste entendimiento y conocimiento, y un corazón puro y una mente recta de Ti, para que los pusiera según Tu propia mente en cuanto a nombrarlos».
9 «Oh Dios, tú los hiciste obedientes a mí y ordenaste que ninguno de ellos se apartara de mi dominio, según tu mandamiento y el dominio que me has dado sobre ellos. Pero ahora todos están alejados de mí».
10 «Fue en la hora tercera del viernes en que me creaste y me ordenaste acerca del árbol al cual no debía acercarme ni comer de él; porque me dijiste en el huerto: «Cuando de él comas, de muerte morirás»».
11 «Y si me hubieras castigado como dijiste, con la muerte, habría muerto en ese mismo momento».
12 «Además, cuando me ordenaste acerca del árbol, que no debía acercarme ni comerlo, Eva no estaba conmigo; Aún no la habías creado, ni aún la habías quitado de mi costado; ni había oído aún esta orden tuya».
13 «Entonces, al final de la hora tercera de aquel viernes, oh Señor, hiciste que me adormecieran y me adormecieran, y me dormí y quedé abrumado por el sueño».
14 «Entonces sacaste una costilla de mi costado y la creaste a mi semejanza e imagen. Entonces me desperté; y cuando la vi y supe quién era, dije: «Esto es hueso de mis huesos, y carne de mi carne; de ahora en adelante será llamada mujer»».
15 «Fue por tu buena voluntad, oh Dios, que me hiciste adormecer y dormir, y que inmediatamente sacaste a Eva de mi costado, hasta que salió, de modo que no vi cómo ella se hizo; Tampoco pude presenciar, oh mi Señor, cuán terribles y grandes son tu bondad y gloria».
16 Y por tu buena voluntad, oh Señor, nos hiciste a ambos con cuerpos de naturaleza brillante, y nos hiciste dos, uno; y nos diste tu gracia, y nos llenaste de alabanzas del Espíritu Santo; que no tengamos hambre ni sed, ni sepamos qué es el dolor, ni debilidad de corazón; ni sufrimiento, ni ayuno, ni cansancio».
17 «Pero ahora, oh Dios, desde que transgredimos Tu mandamiento y violamos Tu ley, nos has sacado a tierra extraña, y has hecho venir sobre nosotros sufrimiento, desmayo, hambre y sed».
18 Ahora pues, oh Dios, te rogamos que nos des algo de comer del huerto, para saciar con ello nuestra hambre; y algo con qué saciar nuestra sed».
19 Porque he aquí, oh Dios, durante muchos días no hemos probado nada ni bebido nada, y nuestra carne se ha secado, y nuestras fuerzas se han consumido, y el sueño se ha ido de nuestros ojos por el desmayo y el llanto.
20 «Entonces, oh Dios, no nos atreveremos a recoger nada del fruto de los árboles, por temor a Ti. Porque cuando transgredimos al principio, Tú nos perdonaste y no nos hiciste morir».
21 «Pero ahora pensamos en nuestro corazón: si comemos del fruto de los árboles, sin la orden de Dios, Él esta vez nos destruirá y nos borrará de la faz de la tierra».
22 «Y si bebemos de esta agua, sin la orden de Dios, Él acabará con nosotros y nos desarraigará de inmediato».
23 «Ahora, pues, oh Dios, que he venido a este lugar con Eva, te rogamos que nos des del fruto del huerto, para que estemos saciados de él».
24 Porque deseamos el fruto que hay en la tierra y todo lo que en ella nos falta.