El corazón de Adán se prende fuego.
1 ENTONCES Satanás y diez de sus huestes se transformaron en doncellas, como ningún otro en todo el mundo, por gracia.
2 Salieron del río en presencia de Adán y Eva, y se dijeron entre sí: «Venid, veremos los rostros de Adán y de Eva, que son de los hombres que están sobre la tierra. Qué hermosos son y qué diferente es su mirada de la nuestra». Luego se acercaron a Adán y Eva y los saludaron; y se quedó maravillado ante ellos.
3 Adán y Eva también los miraron y se maravillaron de su belleza, y dijeron: «¿Hay entonces debajo de nosotros otro mundo, con criaturas tan hermosas como éstas en él?»
4 Y aquellas doncellas dijeron a Adán y a Eva: «Sí, en verdad, somos una creación abundante».
5 Entonces Adán les dijo: «¿Pero cómo se multiplican?»
6 Y ellas le respondieron: «Tenemos maridos que nos casaron y les damos hijos, que crecen y que a su vez se casan y se casan, y también tienen hijos; y así aumentamos. Y si es así, oh Adán, no nos creerás, te mostraremos nuestros maridos y nuestros hijos».
7 Entonces gritaron sobre el río como si llamaran a sus maridos y a sus hijos, que subían del río, hombres y niños; y cada uno venía a su mujer, estando con él sus hijos.
8 Pero cuando Adán y Eva los vieron, se quedaron mudos y maravillados ante ellos.
9 Entonces dijeron a Adán y a Eva: «Mirad, nuestros maridos y nuestros hijos, cásate con Eva como nosotros nos casamos con nuestras esposas, y tendréis hijos como nosotros». Este fue un dispositivo de Satanás para engañar a Adán.
10 También Satanás pensó para sí: «Al principio Dios mandó a Adán acerca del fruto del árbol, diciéndole: «No comas de él; de lo contrario morirás de muerte.» Pero Adán comió de ella y, sin embargo, Dios no lo mató; Sólo decretó sobre él muerte, plagas y pruebas, hasta el día en que salga de su cuerpo».
11 «Ahora bien, si lo engaño para que haga esto y me case con Eva sin el mandamiento de Dios, Dios lo matará entonces».
12 Por eso Satanás obró esta aparición ante Adán y Eva; porque buscaba matarlo y hacerlo desaparecer de la faz de la tierra.
13 Mientras tanto, el fuego del pecado cayó sobre Adán, y pensó en cometer pecado. Pero se contuvo, temiendo que, si seguía este consejo de Satanás, Dios le mataría.
14 Entonces Adán y Eva se levantaron y oraron a Dios, mientras Satanás y sus huestes descendían al río, en presencia de Adán y Eva; para hacerles ver que iban a regresar a sus propias regiones.
15 Entonces Adán y Eva regresaron a la Cueva de los Tesoros, como de costumbre; aproximadamente a la hora de la tarde.
16 Y aquella noche ambos se levantaron y oraron a Dios. Adán permaneció de pie en oración, pero no sabía cómo orar, a causa de los pensamientos de su corazón acerca de su boda con Eva; y así continuó hasta la mañana.
17 Y cuando surgió la luz, Adán dijo a Eva: «Levántate, vayamos debajo de la montaña donde nos trajeron oro, y preguntemos al Señor acerca de este asunto».
18 Entonces Eva dijo: «¿Qué es ese asunto, oh Adán?»
19 Y él le respondió: «Para que pueda pedirle al Señor que me informe acerca de casarme contigo; porque no lo haré sin su orden, no sea que nos haga perecer a ti y a mí. Porque esos demonios han encendido mi corazón, con el pensamiento de lo que nos mostraron, en sus apariciones pecaminosas».
20 Entonces Eva dijo a Adán: «¿Por qué tenemos que bajar al pie de la montaña? Más bien levantémonos y oremos en nuestra cueva a Dios, para que sepamos si este consejo es bueno o no».
21 Entonces Adán se levantó en oración y dijo: «Oh Dios, tú sabes que hemos transgredido contra Ti, y desde el momento en que transgredimos, quedamos privados de nuestra naturaleza brillante; y nuestro cuerpo se volvió embrutecido, necesitando comida y bebida; y con deseos animales».
22 «Mándanos, oh Dios, que no les cedamos el paso sin tu orden, no sea que nos aniquiles. Porque si no nos das la orden, seremos vencidos y seguiremos el consejo de Satanás; y otra vez nos harás perecer».
23 «Si no, quítanos el alma; deshagámonos de esta lujuria animal. Y si no nos das ninguna orden respecto a esto, entonces separa a Eva de mí y a mí de ella; y aléjanos unos de otros».
24 «Una vez más, oh Dios, cuando nos hayas separado unos de otros, los demonios nos engañarán con sus apariciones, destruirán nuestros corazones y contaminarán nuestros pensamientos unos hacia otros. Pero si no es cada uno de nosotros hacia el otro, será en todo caso a través de su apariencia cuando se muestren a nosotros». Aquí Adán terminó su oración.