1 Y el profeta dijo: «Señor, tú sabes que soy portador de carne humana.
2 ¿Y cómo puedo contar las estrellas del cielo y la arena del mar?»
3 Y Dios dijo: «Oh mi profeta elegido, nadie sabrá ese gran día y la manifestación que prevalecerá hasta juzgar el mundo.
4 Por ti, profeta mío, te dije el día, pero la hora no te la dije».
5 Y el profeta dijo: «Señor, dime también los años».
6 Y Dios dijo: «Si veo que la justicia del mundo se ha hecho abundante, seré paciente para con ellos. Si no, extenderé mi mano y agarraré al mundo habitado por sus cuatro confines y los reuniré a todos en el valle de Josafat y exterminaré a la raza humana y el mundo no existirá más».
7 Y el profeta dijo: «¿Y cómo será glorificada tu diestra?»
8 Y dijo Dios: «Seré glorificado por mis ángeles».
¿Por qué fue creado el hombre?
9 Y el profeta dijo: «Señor, si este fue tu cálculo, ¿por qué formaste al hombre?
10 Dijiste a Abraham nuestro padre: «Ciertamente multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena a la orilla del mar.» ¿Y dónde está tu promesa?
Señales del fin
11 Y dijo Dios: Primero haré sacudir la caída de los cuadrúpedos y los hombres.
12 Y cuando veas que el hermano entrega a la muerte al hermano y a los hijos se levantará contra los padres, y la esposa abandonará a su propio marido;
13 y cuando una nación se levantará contra otra nación en guerra, entonces sabréis que el fin está cerca.
14 Y entonces el hermano no tendrá misericordia del hermano, ni el hombre de su esposa, ni hijos sobre padres, ni amigos sobre amigos, ni esclavo sobre amo.
15 Porque el mismo adversario de los hombres subirá del Tártaro y mostrará muchas cosas para hombres.
16 ¿Qué te haré, Ezra, y discutirás el caso conmigo?