Esdras desciende al Tártaro
1 Y el profeta dijo: «Señor, nunca dejaré de discutir contigo».
2 Y dijo Dios: Cuenta las flores de la tierra.
3 Si puedes contarlos, también podrás discutir el caso conmigo».
4 Y el profeta dijo: «Señor, no puedo contarlos; llevo carne humana, pero tampoco dejaré de discutir el caso contigo.
5 Deseo, Señor, ver las partes bajas del Tártaro.»
6 Y Dios dijo: «¡Desciende y mira!»
7 Y me dio a Miguel y Gabriel y otros treinta y cuatro ángeles,
8 y bajé ochenta y cinco escalones y ellos me hicieron descender quinientos escalones.
El castigo de Herodes
9 Y vi un trono de fuego y a un anciano sentado en él, y su castigo era despiadado.
10 Y dije a los ángeles: «¿Quién es éste y cuál es su pecado?»
11 Y me dijeron, «Este es Herodes, que fue rey por un tiempo, y mandó matar los infantes de dos años o menos.»
12 Y dije: «¡Ay de su alma!»
Los desobedientes y el abismo
13 Y de nuevo me hicieron bajar treinta escalones. Y vi allí fuegos hirviendo, y un multitud de pecadores en ellos.
14 Y oí sus voces, pero no percibí sus formas.
15 Y me llevaron a muchos escalones más profundos que no podía contar.
16 Vi allí a unos ancianos con ejes de fuego girando sobre sus orejas.
17 Y dije: «¿Quiénes son estos y cuál es su pecado?»
18 Y me dijeron: «Estos son los espías.»
19 Y de nuevo me hicieron bajar quinientos escalones más.
20 Y allí vi el gusano que no dormía y el fuego que consumía a los pecadores.
21 Y me llevaron hasta los cimientos de Apoleia (Destrucción) y allí vi las doce veces golpe del abismo.
22 Y me llevaron hacia el sur y allí vi a un hombre que colgaban de sus párpados y los ángeles lo golpeaban.
23 Y le pregunté: «¿Quién es éste y cuál es su pecado?»
24 Y Miguel el archistrategos me dijo: «Este hombre es incestuoso; habiendo llevado a cabo una pequeña lujuria, a este hombre se le ordenó que lo ahorcaran».
El Anticristo
25 Y me llevaron hacia el norte y vi allí a un hombre atado con barras de hierro.
26 Y pregunté: «¿Quién es este?» Y me dijo:
27 Éste es el que dice: Yo soy el Hijo de Dios y el que hizo las piedras el pan y el agua el vino.
28 Y el profeta dijo: «Hazme saber qué apariencia tiene e informaré a la raza humana para que no crean en él.
29 Y él me dijo: «El aspecto de su rostro es como el de un hombre salvaje. Su ojo derecho es como una estrella que se eleva al amanecer y el otro está inmóvil.
30 Su boca es un codo, sus dientes un palmo de largo,
31 sus dedos como guadañas, las plantas de sus pies de dos palmos, y en su frente una inscripción «Anticristo».
32 Fue exaltado hasta el cielo, descenderá tan lejos
33 como Hades. Una vez será un niño, otra un anciano».
34 Y el profeta dijo: «Señor, ¿cómo permites que la raza de los hombres se extravíe?»
35 Y Dios dijo: «¡Oye, profeta mío! Se convierte en niño y en anciano y que nadie le crea él es mi hijo amado.
36 Y después de estas cosas se tocará la trompeta, y los sepulcros serán abiertos y los muertos resucitarán incorruptos.
37 Entonces el oponente, habiendo escuchado la terrible amenaza, se esconderá en las tinieblas exteriores.
38 Entonces el cielo y la tierra y el mar perecerán.
39 Entonces quemaré el cielo por ochenta codos y la tierra ochocientos codos.
40 Y el profeta dijo: «¿Y (en) qué pecó el cielo?»
41 Y Dios dijo: «Ya que [...] es el mal».
42 Y el profeta dijo: Señor, ¿en qué pecó la tierra?
43 Y Dios dijo: «Ya que el oponente, habiendo escuchado mi terrible amenaza, se esconderá (en ella), y por eso derretiré la tierra y con ella a los rebeldes de la raza de los hombres».