Asenat es presentada a Jacob.
1 Y cuando pasaron los siete años de abundancia, comenzaron a llegar los siete años de hambre.
2 Y cuando Jacob oyó hablar de José su hijo, vino a Egipto con todos sus parientes en el segundo año del hambre, en el mes segundo, el día veintiuno del mes, y se estableció en Gesem.
3 Y Asenat dijo a José: «Iré a ver a tu padre, porque tu padre Israel es como mi padre y Dios». Y José le dijo: «Irás conmigo y verás a mi padre».
4 Y José y Asenat llegaron a Jacob en la tierra de Gesem, y los hermanos de José los recibieron y se postraron ante ellos sobre sus rostros en la tierra. Entonces ambos se llegaron a Jacob; y Jacob estaba sentado en su cama, y él mismo era un anciano en plena vejez. Y cuando Asenat lo vio, se maravilló de su hermosura, porque Jacob era sumamente hermoso a la vista, y su vejez como la juventud de un hombre hermoso, y toda su cabeza era blanca como la nieve, y todos los cabellos de su cabeza eran apretado y muy tupido, y su barba blanca que le llegaba hasta el pecho, sus ojos alegres y brillantes, sus tendones y sus hombros y sus brazos como de ángel, sus muslos y sus pantorrillas y sus pies como de gigante. Entonces Asenat, cuando lo vio así, se maravilló y cayó e hizo reverencia sobre su rostro en tierra. Y Jacob dijo a José: «¿Es ésta mi nuera, tu esposa? Bendita será ella del Dios Altísimo».
5 Entonces Jacob llamó a Asenat, la bendijo y la besó tiernamente; y Asenat extendió sus manos y tomó el cuello de Jacob y se colgó de su cuello y lo besó tiernamente.
6 Y después de esto comieron y bebieron.
7 Entonces José y Asenat fueron a su casa; y Simeón y Leví, los hijos de Lea, solos los condujeron fuera, pero los hijos de Balla y Zelfa, las siervas de Lea y Raquel, no se unieron para conducirlos, porque los envidiaban y detestaban. Y Leví estaba a la derecha de Asenat y Simeón a su izquierda.
8 Y Asenat tomó a Leví de la mano, porque lo amaba más que a todos los hermanos de José, como a un profeta, adorador de Dios y temeroso del Señor. Porque él era hombre comprensivo y profeta del Altísimo, y él mismo veía cartas escritas en el cielo y las leía y se las revelaba a Asenat en secreto; por eso el mismo Leví también amó mucho a Asenat y vio el lugar de su descanso en las alturas.