Los Conspiradores matan a los Guardias de Asenath y ella huye.
1 Y Asenat se levantó por la mañana y dijo a José: «Voy a tomar posesión de nuestra herencia como has dicho; pero mi alma teme mucho que te apartes de mí».
2 Y José le dijo: «Ten ánimo y no temas, sino más bien vete gozoso, sin tener miedo de nadie, porque el Señor está contigo y él mismo te preservará como a la manzana de un mal de ojo total.
3 Y saldré a dar comida y se la daré a todos los hombres de la ciudad, y nadie morirá de hambre en la tierra de Egipto.
4 Entonces Asenat se fue y José se fue para darle de comer.
5 Y cuando Asenat llegó al lugar del barranco con los seiscientos hombres, de repente los que estaban con el hijo de Faraón salieron de su emboscada y se enfrentaron a los que estaban con Asenat, y los mataron a todos con sus espadas y mataron a todos sus antepasados,
6 pero Asenat huyó con su carro. Entonces Leví, hijo de Lea, supo todas estas cosas por espíritu como profeta, y anunció a sus hermanos el peligro de Asenat.
7 E inmediatamente cada uno de ellos tomó su espada sobre su muslo, sus escudos sobre sus brazos y las lanzas en sus manos derechas, y persiguieron a Asenat a gran velocidad.
8 Y mientras Asenat huía antes, ¡he aquí! El hijo de Faraón salió a su encuentro y cincuenta jinetes con él; y Asenat, cuando lo vio, tuvo mucho miedo y tembló, e invocó el nombre de Jehová su Dios.